Análisis del desarrollo de la nosología freudiana

Luis Alejandro Martínez Flórez
Fundación Universitaria Los Libertadores | Bogotá | Colombia
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Resumen

Teniendo en cuenta la gran influencia del psicoanálisis en la psicología y la psiquiatría desde el siglo XIX hasta la actualidad, se consideró importante realizar una revisión teórica y documental de la construcción nosológica en la clínica freudiana que permitiera entender las fases en que Freud encontró, describió y desarrolló esta clasificación psicopatológica. Por medio del presente artículo monográfico se realizó como tal un relato sobre la evolución etiológica de la nosología freudiana. Así pues, es de resaltar que en la nosología Freudiana fue relevante la definición y conceptualización de la neurosis, categoría que se ramificó luego en la neurastenia y la neurosis de angustia, junto con la psiconeurosis, derivando de ella la histeria, obsesiones, fobias, psicosis alucinatoria y paranoia. La neurosis antes de Freud se entendió como una enfermedad nerviosa y se asociaba con la epilepsia, hipocondría, histeria y neurastenia; sin embargo, luego pasa a ser vista como enfermedad mental resultado de las investigaciones de Freud respecto al síndrome de conversión y a lo que él denominó huella mnémica con base en las lesiones dinámicas descubiertas por Charcot. El presente artículo abarca la amplitud de categorías que surgieron de la constitución de la teoría psicoanalítica, el método terapéutico de la hipnosis, y las bases psicosexuales del desarrollo de la personalidad. Hizo énfasis en descubrir las vías en que el síntoma daba las claves de la identificación del trauma, la enfermedad y la misma cura, con finas comparaciones entre los fenómenos propios de las personas sanas, o en casos moderados o severos de perturbación psíquica. Definió como eje articulador, que explica el desorden psíquico, las alteraciones de origen traumático en el desarrollo sexual de la personalidad, el proceso de la articulación de las representaciones e ideaciones de las experiencias sexuales y los eventos traumáticos producidos por el grado de represión psíquica, en tanto que los procesos de conversión y regresión son los mecanismos que permitieron observar la definición etiológica de las neurosis y la histeria.

Palabras clavenosología, neurosis, neurastenia, histeria, neuropsicosis, neurosis de angustia, neurosis obsesiva, psiconeurosis.

Análisis del desarrollo de la nosología freudiana

Está visto que el desarrollo de la Teoría Psicoanalítica de Freud fue un evento que influyó en todos los ámbitos de la sociedad moderna en el siglo XX, y aún en nuestros días, pues se generaron conceptos y abordajes de la clínica psiquiátrica y psicológica que aún tienen vigencia en la generación de nuevo conocimiento, y en el forjamiento de nuevas escuelas de pensamiento. Pero, ¿cuál fue la ruta que permitió que esto se lograra? Es claro que los caminos fueron muchos, pero el más determinante dentro de la sociedad médica de la época fue la construcción de la nosología psicoanalítica freudiana. El objetivo de este artículo es compartir en breve el desarrollo de estos fundamentos de la clínica psicodinámica.

Entrando en el detalle de la propuesta de estudio, la estructura nosológica de Freud está compuesta en un primer eslabón histórico y conceptual por la neurosis, de la que se deriva la neurastenia y la neurosis de angustia; en un segundo momento se conceptualiza la psiconeurosis de la que se desprende la histeria, obsesiones, fobias, psicosis alucinatorias y paranoia.

El análisis sobre la neurosis es presentado en un primer momento como una afectación del sistema nervioso junto con la asociación que se realizó con otras patologías de origen somático como la epilepsia, hipocondría, histeria y neurastenia. Junto a esta categoría es abordada la neuropsicosis, y de cómo aparece cuando hay perturbaciones psíquicas permanentes en la neurosis, también del momento en que se muestra a través de síntomas psíquicos aislados a los somáticos o con ellos, pero apartados y acentuados.

En este corpus de conceptos clínicos que parte del entendimiento de la neurosis también es abordada otra entidad psíquica conocida como psiconeurosis, de la cual se observa con interés que sus síntomas aparecen tanto en personas sanas, como en pacientes clínicos.

Como otra rama y entramado de este desarrollo la histeria fue uno de los intereses fundamentales en la clínica freudiana, debido en parte a que era uno de los mayores debates de la sociedad de psiquiatría en la Europa de entonces. La histeria que en principio se trataba como una enfermedad uterina pasa a ser considerada como padecimiento neurológico, o del sistema nervioso, con un evidente origen en el cerebro. Fue común asociarla con la hipocondría por su similitud en los síntomas haciendo que se preste más atención en el síntoma que en la crisis. En fases posteriores al ser vinculada con el desarrollo sexual se le dividió de acuerdo con el género, quedando como histeria para la mujer e hipocondría para el hombre haciendo énfasis en que puede presentarse en cualquier parte del cuerpo.

En la construcción del conocimiento es clave retomar los aportes de Charcot y su estudio de las lesiones dinámicas, las cuales parten de la hipótesis de que toda enfermedad nerviosa tiene localización orgánica, cosa que no pasa con la histeria, razón por la que esta enfermedad no puede ser presentada tampoco como nerviosa; se analiza entonces cómo Freud llega a afirmar que sus vías de expresión están dadas por representaciones.

A partir de la revisión que formula Freud se llega al concepto de mecanismo de conversión, concepto que se define en síntesis como la idea que crea el paciente sobre el órgano que lo imposibilita asociarse con el resto sin que el órgano se destruya. Se explica también por qué lo que se llama huella mnémica no es más que la representación disociada que no desaparece cotidianamente y que surge ante determinado suceso, todo ello para establecer así que el síntoma histérico es la realización funcional de una idea, buscando demostrarla como una enfermedad mental y no nerviosa.

La presentación nosológica luego trata el tema de la neurosis de angustia que puede surgir como mecanismo fisiológico o psíquico. Aquí, Freud propone que aparece como manifestación de algunos órganos sobre el sistema nervioso cuando la excitación se anula por un acto voluntario o cuando no llega plena al plano psíquico, argumentando que la neurosis de angustia puede desparecer con un orgasmo. En el mismo planteamiento se observa que la neurastenia aparece cuando la excitación sexual alcanza lo psíquico y pretende descargarse y la acción lo hace deficientemente. El presente artículo quiere mostrar cómo diferentes patologías pueden presentarse de manera mixta por su sintomatología común.

Entre los fenómenos psíquicos mixtos y complejos se desarrolló en este corpus clínico el concepto de la neurosis obsesiva, denominándola en principio como locura de duda con ideas compulsivas, duda y estado de irresolución. Esta conceptualización obliga a resolver la definición de la neuropsicosis de defensa, puesto que es un evento que integra y limita la neurosis obsesiva y la histeria con el mecanismo de defensa para el grupo de la neuropsicosis, y establece una etiología basada en experiencias sexuales infantiles traumáticas. En este particular abordaje, según el rol de la experiencia se le puede catalogar como histeria u obsesión, el inicio de la enfermedad se da con el regreso del recuerdo reprimido con las representaciones que asocia llamándolas formaciones de compromiso. Además, se distingue cómo en la etapa infantil, además de ser un factor de predisposición en la adultez, puede incluir casos de neurosis también, lo que podría pasar desapercibido con algunos rasgos o estados de bienestar hasta la adultez.
En esta construcción conceptual y metateórica no se puede olvidar los eventos fundacionales de la personalidad en el desarrollo sexual. Así, la hostilidad hacia el padre se encuentra incluida y conceptualizada como un suceso de represión, que a su vez representa la perturbación del goce sexual del niño por la función paterna creando una fijación de orden inconsciente. Se realiza también un paralelo entre la neurosis obsesiva y la religión encontrando que son similares en la medida en que los rituales, ceremonias y ritos pueden ser tomados como ideas obsesivas diferenciándolos en que los actos religiosos tienen un sentido aparente, mientras que los actos obsesivos carecen de este y se abren a una posible polisemia, o variación de significados que los hacen susceptibles al análisis.

Sobre la génesis de la neurosis obsesiva en principio se argumentaba que obedecía a una etiología traumática, sin embargo, esta concepción se transforma al considerar que el sujeto tiene una consciencia de culpabilidad teniendo que ver con su deseo y con la fantasía de éste, conservando la localización de estas ideaciones en el orden inconsciente, lo que trae nuevamente al análisis la referencia infantil.

Con base en esta formulación surge la categoría del sadismo como evolución de la pulsión de aprehensión que está ligada a la neurosis obsesiva. En cuanto a la angustia es ubicada en el eje central de y se menciona a partir de ello que, las fobias son la forma neurótica en que la angustia se ve de forma directa ya que la misma es un mecanismo para convertir la angustia en miedo, buscando un objeto donde la angustia se pueda desencadenar; para el caso del complejo de castración se argumenta porque se considera como la base de las defensas y representaciones en contra las neurosis.

Finalmente, se distinguen dos momentos en la construcción de la nosología Freudiana, siendo el cambio más importante la transformación nominal y conceptual de las neuropsicosis a psiconeurosis, para enfatizar en la experiencia del sujeto, también porque mueve la histeria a este grupo y a la neurosis le agrega la hipocondría. En búsqueda de una justificación, se observa a las psiconeurosis les agrega las de transferencia y la narcisista, por lo que en esta clasificación la paranoia, la parafrenia y la psicosis maniaco-depresiva, para finalmente eliminar la categoría psiconeurosis y poder enfatizar en los subgrupos descritos. Se destaca en la evidencia clínica que esta subagrupación tiene como base una etiología sexual, diferenciándose del carácter hereditario propuesto por la psiquiatría de la época.

La nosología freudiana culmina y se completa con la segunda teoría de las pulsiones, y la aparición de la segunda teoría del aparato psíquico, la cual incluye y sustenta ampliamente estos principios, y establece como eje de interpretación que el núcleo de las neurosis se da por la castración y su angustia.

Primera estructura nosológica y sus antecedentes

De acuerdo con Mazzuca, Schejtman y Godoy, (2004), la primera nosología está versada en tres textos: Las neuropsicosis de defensa, las neurosis de angustia y las nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa. Según esto se tiene la siguiente estructura: De la neurosis se desprende la neurastenia y la neurosis de angustia; y en la neuropsicosis la histeria, las obsesiones, las fobias también conocidas como representaciones compulsivas o neurosis obsesiva, la psicosis alucinatoria y la paranoia.

Según Rivera, Murillo y Sierra (2007) fue Cullen en 1769 quien definió por primera vez el término neurosis como una enfermedad que afecta la actividad sensomotriz que no obedece a afectaciones del organismo sino más bien al sistema nervioso en específico el movimiento y los sentidos. En 1845, Ernst Von Feuchtersleben utiliza por primera vez el término psicosis haciendo referencia a los trastornos de orden mental que tienen en la falta de contacto con la realidad su punto en común. (Misol, 2011).

Siguiendo el rastro de las influencias de Freud, Bobadilla (2016) menciona lo siguiente:

Griesinger, que influenciado por Guieslan y Hebart introduce concepciones, semiología, etiopatogenia, formas clínicas, pronóstico y tratamientos que prevalecen hasta nuestros días. Bercherie (1999) resalta que su teoría del ego y la metamorfosis del ego en el delirio son retomadas por Freud. Representación, represión (término de Herbart), móviles (¿pulsiones?), conciencia y yo, son conceptos que se encuentran en su obra y seguramente influyeron a Freud más de lo que se cree. (p, 265)

Mazzuca et al. (2004) comentan que en los escritos sobre psicopatología de Freud se hace referencia al tratado clínico de psiquiatría de Kraft-Ebing (1886) que distingue entre los tipos de neurosis, la psicosis, psiconeurosis y neuropsicosis, categorizando la neurosis como enfermedades del sistema nervioso y las relaciona con entidades clínicas de sintomatología somática, agrupa la epilepsia, la hipocondría, la histeria y la neurastenia como parte de ella; las perturbaciones psíquicas de orden permanente de la neurosis Kraft-Ebing las denomina neuropsicosis, si hay síntomas psíquicos en la neurosis la llama neuro psicosis; cuando los síntomas psíquicos aparecen aisladamente a los síntomas somáticos o con ellos, de manera aislada pero acentuada, los llama psicosis, también llama psiconeurosis a la manifestación de trastornos en personas sanas.

Histeria

Mazzuca et al. (2004), señalan que los griegos atribuían la naturaleza de la histeria a un desorden de tipo uterino, concepto inalterado hasta el siglo XVI, considerándola como enfermedad femenina, no trastorno mental. El cambio de definición, de la visión antigua a la histeria contemporánea se dio con los estudios del sistema nervioso, Charles Le Pois fue el primero en proponerla como enfermedad del sistema nervioso con origen en el cerebro y relacionándola con la epilepsia, asociándola a mujeres y hombres. Más tarde el psiquiatra Thomas Willis correlaciona la histeria con la hipocondría porque veía en la semiología de la histeria similitudes con la primera, es decir angustia, preocupación y tristeza frente a estados de evidente sintomatología orgánica como las cefaleas, perturbaciones urinarias y digestivas, palpitaciones cardiacas y sensaciones de frio y de calor, también dificultad para dormir. Así se da un cambio en la manera como se observa la histeria, perdiendo el foco en la crisis para estudiar la sintomatología manifiesta.

Willis termina proponiendo la histeria como afección cerebral idiopática. Esta definición la retoma Sydenham de quien se sirve Pinel, y de éste, se vale Charcot. Sydenham incluye el término perturbaciones de carácter para unificar la histeria y la hipocondría en una misma enfermedad, pero que se distingue de acuerdo con el sexo, definiendo la histeria como femenina y la hipocondría como masculina, y considera que es una patología presente en cualquier parte del cuerpo con origen en el sistema nervioso. A partir de entonces se entiende a esta enfermedad en la capacidad de mímesis por parte del paciente, por lo cual el médico puede verse engañado o confundido frente a la sintomatología, atribuyendo esta de forma general a cualquier enfermedad de determinado órgano, desconociendo que es histeria; es así como en la época de Charcot se llega a la concepción que de que las histéricas engañan al galeno.

Neurastenia

La semiología de la neurastenia es descrita como la perturbación del juicio en la forma de delirios., también presenta un trasfondo neuropático que es común a varias enfermedades mentales y nerviosas. El primero en tratarla con un nombre distinto fue Cerise en 1842, usó el término Neuropatía Proteiforme para referirse a multiplicidad de síntomas que presenta esta enfermedad lo cual es su característica principal. Posteriormente, en 1851, Sandras la llama estado nervioso e incluye una perturbación de carácter porque las personas que las padecen resultan ser irritables, susceptibles, emotivos en demasía; sus síntomas orgánicos son cefaleas, aturdimientos, sensaciones de vacío y pesadez, hiperestesias y parestesias, tics y astenias, nociones de calor y frio, arritmias y pálpitos, perversiones de apetito o vómitos. También incluye cualquier síntoma en dicho estado nervioso, y argumenta que dicho estado tiene como consecuencia una hiper irritabilidad producto de la debilidad nerviosa. Sobre estas nociones es que el psiquiatra americano Beard elabora la definición de neurastenia haciendo énfasis en la astenia y la depresión. (Mazzuca et al, 2004)

Mazzuca et al. (2004) señalan que se puede distinguir tres fases o momentos fundamentales en la semiología de la neurosis: La crisis, las perturbaciones corporales y de carácter. Con Griesinger, Morel y Falret se desarrolló una cuarta noción semiológica que es la noción de una locura histérica, es decir, una psicosis histérica o alucinaciones y estados delirantes, por lo cual la perturbación de carácter ahora es vista en asociación a esta locura histérica.

Charcot

En los estudios realizados por Charcot se pueden ubicar dos momentos en los que comienza con el estudio de la histeria (Mazzuca et al., 2004). El primero, de tipo neurológico, explica la histeria como una patología del sistema nervioso, por ende, la metodología de trabajo correspondió a los procedimientos usados para estudiar las enfermedades de orden neurológico, compuesto por tres partes: 1) método nosológico, dividido en dos; a) la constitución de tipo, que agrupa los elementos sintomáticos encontrados; b) desintegración de tipo, para hallar formas que no son completas de la enfermedad, formas inconclusas. 2) anatomo-clínico, propone que toda enfermedad nerviosa debe tener una localización orgánica. En este procedimiento Charcot trabajó con autopsias para hallar las lesiones en el cuerpo que dieran indicio de la enfermedad nerviosa, sin embargo, jamás encontró una lesión en occisos diagnosticados como histéricos, por ello las denomina lesiones dinámicas, porque son las que no se encuentra huella o evidencia orgánica observadas luego de una autopsia. Como consecuencia, Charcot no logra diferenciar en el nivel semiológico la diferencia entre sintomatología histérica y sintomatología orgánica. Sin embargo, logra exponer un nuevo abordaje teórico según el cual la estructura del sujeto y su funcionamiento no depende por completo de una objetividad de orden orgánico. 3) Categorización fisiopatológica, pretende unir los dos pasos anteriores, es decir, descubrir qué tiene en común la lesión del sistema nervioso con la sintomatología presentada. Gracias al fracaso de este método aplicado a la histeria es que se queda sin argumentos la tesis defendida por Le Pois, Willis y Sydenham en la que la histeria es una enfermedad del sistema nervioso.

Lo importante aquí es darse cuenta de que el síntoma orgánico no tiene que ver con el histérico, principalmente porque no hay evidencia corporal que permita dilucidar que en efecto la histeria tiene que ver con el sistema nervioso. Al no encontrarse dicha variable el argumento se cae por su propio peso, es decir que la histeria responde a mecanismos diferentes que al menos hasta ese momento se desconocían cuáles eran. Respecto al correlato neurológico u orgánico de la histeria se puede decir:

Bercherie apunta que es Freud quien consigue levantar la “hipoteca neurológica” que pesaba sobre la histeria, descubriendo y conceptualizando mecanismos de formación de síntomas novedosos de origen psíquico. Desde esta perspectiva, el cuerpo es tomado como si la anatomía no existiese; los órganos son tomados en su sentido vulgar. Mientras que sus maestros seguían sosteniendo que la sintomatología de la histeria debía ser idéntica a lesiones verificables anatómicamente. Freud en 1893 escribe un artículo fundamental, “Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas”, describiendo cómo las parálisis histéricas no corresponden a las vías de inervación, sino que siguen un curso diferente que responde, en cambio, al orden de las representaciones (Noya, Romia y Volpe, 2019., p.9)

En Charcot se encuentra la demostración científica que la sintomatología histérica no era producto de la imitación y la imaginación, si no que respondía a leyes y tenían un orden regular de aparición, también la aparta de otras entidades de orden psíquico, lo que anteriormente se denominaba correlaciones, es decir, divide la histeria de la epilepsia y neurastenia. (Mazzuca et al, 2004)

Dadas las condiciones culturales de Europa época mediados del siglo XIX, y el auge de la hipnosis y el magnetismo, Charcot comienza a estudiar la histeria más allá de lo neurológico, proponiendo la hipótesis de que la hipnosis es una neurosis artificial de orden histérico, por lo cual una parálisis inducida por hipnosis es lo mismo que una parálisis histérica artificial. Así es como Freud formula que bajo el método del hipnotismo se puede crear síntomas exactos a los que con naturalidad se producen en una histérica.

La sintomatología motora, es decir sensorial, que se extraía de una sesión de hipnosis es semiológicamente exacta a las perturbaciones histéricas y a los síntomas de las neurosis traumáticas; la sintomatología histérica debe ser considerada como sintomatología psíquica porque representa una realización funcional de esta ideación, la histeria tiene como fundamento una idea y es su realización funcional, por tanto, debe ser considerada dentro de la sintomatología de la psicosis. (Mazzuca et al, 2004)

Cambios

En la última estructuración de la nosología freudiana se elimina la categoría denominada psiconeurosis para resaltar las neurosis actuales, neurosis de transferencia y la neurosis narcisista, conservando el concepto de psicosis, estableciendo en la neurosis narcisista un puente entre las neurosis y las psicosis, para dar cabida a la sintomatología de la melancolía, quedando como un concepto ambiguo al no determinarse si la melancolía pertenece a la psicosis o no. (Mazzuca et al, 2004)

Dentro de los últimos cambios teóricos de Freud, está el introducir el concepto de neurosis traumática, que puede ser descrita como sigue a continuación:

La idea era que un suceso, como un trauma externo, provoca una enorme perturbación en la economía energética del organismo y moviliza todas las defensas; pero como el principio de placer es desbordado, no puede impedir que el aparato psíquico quede invadido por grandes cantidades de energía; a partir de aquí, la tarea es la de dominar al estímulo y ligar psíquicamente los volúmenes de estímulos con el fin de reconducirlos, para su tramitación. El que se forme o no una neurosis traumática dependerá de si el sistema esta desprevenido o preparado. Los sueños tratarían de recuperar el control del estímulo, produciendo angustia, ya que su carencia fue la causa de la neurosis traumática. (Medrano, 2010., p. 9)

Freud hace un tipo de aleación entre histeria y neurosis traumática estableciendo que toda histeria tiene etiología traumática, sin embargo podemos observar cómo poco a poco Freud (1920, En: Mazzuca et al., 2004) se va desligando de la histeria para poder trabajar en los conceptos de repetición y de compulsión a repetición, allí cambia la hipótesis de que los sueños siempre son realizaciones de deseos estableciendo que para el caso de las neurosis traumáticas no sea de esa manera, porque la función principal del sueño queda a merced del trauma manifiesto.

Una nueva psicopatología

Freud formula la imposibilidad de oponerse a las lesiones dinámicas, si se admite también se puede inferir que este tipo de lesiones pueden compartir todas las características que están presentes en las orgánicas. Sin embargo, puede existir una alteración de tipo funcional sin lesiones orgánicas reales, por ejemplo, en la parálisis histérica el concepto común, el que es importante, no es el concepto de alteración nerviosa el que impide el movimiento del brazo, sino que más bien es el concepto brazo el que es importante, llamándolo mecanismo de conversión. La imposibilidad de asociación del brazo lo hace inaccesible sin que su parte orgánica esté obsoleta, también establece el concepto de huella mnémica, según el cual una idea por más disociada, apartada o desligada con el sustrato físico, no significa su desaparición, es decir, puede que no deje de tener efecto en el aparato u órgano. (Mazzuca et al, 2004)

Mazzuca et al. (2004) señalan que de este modo Freud logra separarse de Charcot aun teniendo la misma base, es decir, a partir de la idea de que la histeria responde a una idea particular y la misma responde a su realización, al promulgar que una parálisis histérica no es igual en términos semiológicos a otras lesiones, se aparta de su maestro y encuentra una noción de tipo neurológico en la histeria, por tanto, al no ser lo mismo no puede haber una lesión orgánica.

Freud hace énfasis en Charcot a pesar de encontrar puntos de inflexión entre uno y otro, afirmando que el síntoma es la realización funcional de una idea, no se trata del brazo si no de la idea del brazo, el brazo hace parte de un entramado de ideas que se constituyen como cuerpo, como ideación del yo, más allá de su sentido orgánico, son representaciones que se hacen respecto a ello. En la histeria no es el órgano biológico lo que está operando sino la idea que se tiene sobre dicho órgano, sumado a otras ideas forman parte de un todo que para este caso es el cuerpo que a su vez es parte del yo, lo que sucede es que esta idea del órgano paralizado se separa de su conjunto, se excluye logrando una anestesia incomprensible.

El estado histérico para Freud se basa en la alteración que se produce en la repartición de cantidades normales de excitación sobre el sistema nervioso, proponiendo dos características principales: a) La influencia de la ideación de las personas sobre el funcionamiento orgánico es mayor, b) en la histeria hay exceso de excitación del sistema nervioso que puede ser liberado con autonomía, así se observa el carácter loable y la tendencia de conversión de la histeria. Lo anterior lo usa para distinguir la neurastenia de la histeria al promulgar que, si bien la neurastenia carece de excitación, en la histeria se acrecienta este nivel (Mazzuca et al.,2004).

Freud extrae la histeria y la ubica dentro de las neuropsicosis dejando un campo vacío que debe ocupar una entidad con la misma naturaleza que la neurastenia, pero con una carga excitatoria en exceso como la histeria y antónima al decrecimiento de la neurastenia, crea así la neurosis de angustia, sacando la sintomatología angustiante de la neurastenia y ubicándola como una entidad independiente dentro de las neurosis. Para complementar el grupo de las neuropsicosis debe inventar una pareja para la histeria ya que en los registros nosológicos de la época no existen, así surge el concepto de neurosis obsesiva. Con estos cambios logra desligar a la histeria como una enfermedad nerviosa, de patología neurológica (Mazzuca et al., 2004)

La innovación freudiana tiene tres componentes que la diferencia del resto: 1) El discernimiento en la descripción de la sintomatología neurótica, 2) el descubrimiento de su etiología, y 3) La dinámica terapéutica. También es importante destacar en la innovación nosológica de Freud que hace hincapié en que su etiología es sexual. Pese a que cada entidad descrita tiene una sintomatología particular, todas ellas comparten su carácter sexual; para la época la etiología imperante era la psiquiátrica, hacía énfasis en la herencia o en referencias orgánicas, para Freud los factores etiológicos estaban caracterizados por causas específicas y auxiliares, de manera que lo sexual era de orden especifico y la herencia auxiliar; éstas cuestiones sobre el por qué existe en el sujeto tal o cual patología es una cuestión complementaria que denomina “elección neurótica”.

A partir del desarrollo de la sintomatología histérica de Freud se construye su nosología y establece nuevas entidades como la neurosis obsesiva. La histeria era parte del grupo de las neurosis actuales junto con la neurastenia, porque se entendía que la neurosis era una enfermedad de sintomatología corporal, sin embargo, la histeria comparte más similitudes sintomatológicas con la neurosis obsesiva que con la neurastenia, es por esto que la neurosis obsesiva se ubica en las neuropsicosis dados los mecanismos mentales que dan cuenta su sintomatología y no de los síntomas corpóreos porque la experiencia clínica muestra que la neurosis obsesiva carece de estos.

Se habla, pues, de pensamientos y actos que transcurren en la elaboración neurótica obsesiva, siendo parte de la esfera de lo psíquico. Con la nosología y el desarrollo la clínica psicoanalítica, el aporte de Freud fue demostrar que a pesar de que la histeria tuviera síntomas corpóreos su similitud era más cercana a la neurosis obsesiva, por tanto, debía desplazarse de las neurosis actuales a las neuropsicosis. Lo que busca es demostrar por medio de esta similitud es que la histeria es una enfermedad mental y no nerviosa (Mazzuca et al, 2004)

Respecto a la disociación de la conciencia en la histeria y a su disposición como un evento adquirido y no hereditario, se puede afirmar lo siguiente:

Mientras en la histeria de retención la disociación de la conciencia no posee papel significativo alguno, en la histeria de defensa, la disociación de la conciencia es explicada a partir de la voluntad: aunque la intención de la persona sea distinta, la realización de un deseo suyo determina la emergencia de este fenómeno, es decir, la separación de complejos ideacionales. En todo caso, en ambas formas de histeria la disociación de la conciencia no aparece como una disposición primaria sino como una disposición secundaria, adquirida por el enfermo en función de distintos factores según sea el caso (Mundo, 2016., p. 118)

Para que Freud pudiese demostrar que estos síntomas eran adquiridos y no congénitos tuvo que recurrir al acto volitivo del sujeto; el paciente no tiene la voluntad de adquirir esta sintomatología si no que pretende adquirir otra cosa, y en este proceso es que se produce la disonancia. Por ejemplo, ha surgido en el sujeto determinada experiencia que le resulta incompatible, ya que esta representación tiene un afecto de pena por lo que trata de olvidarlo, no confronta dicha pena si no que trata de suprimirla, quiere renunciar a ello y de ahí su aspecto volitivo de olvido, pretende curarse y en ese transitar encuentra la patología, la neurosis es la sustitución a la problemática que el paciente pretende eliminar o borrar, renunciando a una solución concreta. Se hace hincapié en que este acto de renuncia tiene que ver con algún tipo de experiencia sexual infantil en contraposición con algún tipo de predisposición. La duda está en por qué no se puede renunciar a dicha experiencia.

No se puede renunciar a las experiencias debido a que ni el afecto ni las representaciones pueden desaparecer una vez surgidas, queda una huella, puede que la olvide, pero sigue siendo susceptible a ella en algún momento de la vida porque no haber vivido algo no es lo mismo que olvidar; ante esto es formulado que, si bien la huella no desaparece, lo que sí se puede hacer es bajar la energía de su representación despojándola de su afecto, quitarle la excitación que ella produce. La excitación tampoco desaparece de repente, hay que darle otro empleo a la misma. En este punto dice Freud que el despojo de esta energía para el caso de la histeria debe darse en el cuerpo, y retoma el concepto de conversión, mientras que en las obsesiones deber ser diferente (Mazzuca et al, 2004)

Mazzuca et al. (2004) señalan que en la histeria el síntoma conversivo es representante de la representación disociada, el síntoma en la histeria trabaja como símbolo mnémico. Surgiendo una hipótesis según la cual la representación disociada puede ser anulada por medio de una conversión opuesta. Gracias a que esta representación disociada está constituida por un segundo grupo psíquico, lo que se buscaría sería conducir la cantidad de excitación que quedó en el síntoma conversivo a la asociación con la representación con la que estaba ligada originalmente.

Otra hipótesis propone descargar toda esta excitación en ataque de histeria. Por lo cual se entiende que síntomas conversivos y ataques de histeria se excluyen unos con otros ya que ante un momento de crisis histérica los síntomas conversivos pueden llegar a ser nulos. Cuando los pacientes no tienen dispersión ante los síntomas conversivos la representación se liga a lo que Freud llamó falso enlace, que puede ser una representación ordinaria. Esta dinámica es más propia de las obsesiones que de la histeria, el síntoma conversivo puede ser un falso enlace dirigido hacia cualquier órgano del cuerpo. Así se entiende que las representaciones obsesivas son intolerables por quedar en asociación con el afecto del que fue separado en la representación de origen.

El origen del síntoma puede ser definido a través de la voluntad por querer eliminar determinada representación y su culminación con el síntoma conversivo, entre el uno y el otro queda un vacío conceptual que Freud ira construyendo. También construye el término “trasposición” cuando el afecto de la obsesión cambia de una representación a otra; propone que en el segundo enlace cuando el afecto queda libre se puede usar cualquier representación que tenga relación con la representación que se disoció (Mazzuca et al, 2004)

Neurosis de angustia y neurastenia

La neurosis de angustia es una entidad que surge con la teoría psicoanalítica. Producto de ella, este término se acuña dentro de la psicopatología elaborando una noción, problemática, teoría y clínica. (Mazzuca et al, 2004)

A propósito de esta noción, el concepto de neurosis en la psiquiatría se basa en la pregunta acerca de la forma en que el sistema nervioso puede llegar a todo el cuerpo y en este proceso cómo puede afectar zonas distales, o, por el contrario, verse afectado por estas. Freud propone que la angustia surge como manifestación de determinados órganos sobre el sistema nervioso. Así expone que la excitación sexual se origina en los órganos sexuales y asciende hacia el sistema nervioso, desde lo inferior hacia lo superior oponiéndose a las barreras que encuentra hasta hallarse en la corteza cerebral. Esta excitación se convierte de somática a psíquica de manera totalmente diferente a la histeria donde el proceso es al revés, así encuentra que ciertas representaciones tienen una fuerte tensión libidinal producto de la carga sexual que experimentan (Mazzuca et al, 2004)

La neurosis de angustia se origina cuando la acción en particular no se produce, porque al llegar al terreno de lo psíquico la excitación se anula por un acto voluntario como lo es la abstinencia sexual, por lo cual sigue existiendo una tensión libidinal sin importar la renuncia al acto sexual, también porque cuando llega al terreno de lo psíquico no llega plena. El tránsito de esta excitación hace que llegue defectuosa cuando el acceso a lo psíquico simplemente es impedido. Freud dice que como la acción especifica no puede producir la excitación sexual hay que buscar vías alternas, como lo son los acompañantes de un orgasmo: sudoración, aumento en el ritmo cardíaco y respiratorio; los síntomas nerviosos de la neurosis de angustia lo que buscan es sustituir la satisfacción sexual, haciendo que la descarga siga una vía somática auxiliar. Toda la sintomatología presente en la neurosis de angustia puede desaparecer con el orgasmo, (Mazzuca et al, 2004)

En la neurosis de angustia falta una elaboración psíquica que conduzca a la excitación sexual somática acumulada a su satisfacción, si bien el mecanismo de la neurosis de angustia es de tipo fisiológico, su patogenia es psíquica porque existe una renuncia volitiva de la descarga de excitación sexual. En toda la sintomatología de estas neurosis siempre está presente la irritabilidad ligada al concepto metapsicológico de exceso en la excitación, y la espera angustiosa que vendría siendo como lo equivalente a la experiencia subjetiva consciente del sentimiento de angustia. Aunque puede estar presente o no en la sintomatología, no es necesario que ocurra, pero pasa, lo que acontece es que su angustia puede estar latente. Otros síntomas menos importantes pero que pueden presentarse son la angustia flotante, terrores nocturnos, vértigo entre otros (Mazzuca et al, 2004)

En la neurastenia en el momento en que la excitación sexual alcanza la cumbre de lo psíquico y pretende descargarse la acción especifica que se destina para llevarla a cabo, lo hace de una manera deficiente, por ejemplo, los que involuntariamente tienen poluciones nocturnas, los que se masturban, también cuando se interrumpe el coito. Pese a que Freud divide todas estas entidades, les da una etiología particular y una naturaleza específica, puede darse el caso donde algunas se combinen o vivan en el paciente de forma conjunta.

Por esta razón, muchas de estas nosologías están juntas, porque sus síntomas son tan similares que pareciese que fuesen uno, ahí Freud encuentra distinciones de una, respecto de la otra, en la práctica es más visto en las neurosis actuales que en las otras, el carácter mixto está más presente en estos que en otros. La práctica de la interpretación es la única que nos permite dilucidar si estamos frentes a neurosis actuales o a psiconeurosis por el efecto que tiene esta sobre el paciente. (Mazzuca et al, 2004)

Freud responde a la cuestión sobre el porqué del advenimiento de estas neurosis mixtas y menciona que se debe a tres características: a) Pueden existir variables etiológicas diferentes pero que actúan en conjunto por casualidad; b) pueden haber dos variables etiológicas disímiles en el que uno está ligado al otro y cuando un único síntoma da pie a una histeria junto con una neurosis de angustia, también concluye que dentro de una psiconeurosis existe a la manera de núcleo un síntoma de neurosis actual, en el centro de todo síntoma psiconeurótico existe algo que es externo a él, un síntoma que carece de significancia psíquica. Y, c) Puede ocurrir que una neurosis actual de origen a una psiconeurosis y al revés (Mazzuca et al, 2004)

Neurosis obsesiva

Freud (1985) precisa lo que es una neurosis compulsiva u obsesiva agregando la teoría traumática y comenta que la causa de la histeria tiene que ver con una experiencia sexual pasiva anterior a la madurez, de tipo sexual y en la neurosis obsesiva, además de la experiencia pasiva, hay una experiencia vivida en el sentido en que es participe con placer de determinada circunstancia.

Sobre la neurosis obsesiva se encuentra la siguiente dinámica:

Se presenta la vivencia sexual traumática en la infancia, esto es, la seducción por parte de un adulto, vivencia de la cual quedaría una huella mnémica. No obstante, el neurótico obsesivo le adicionaría a posteriori experiencias sexuales activas de carácter placentero, las cuales involucrarían, simultáneamente, un componente de agresividad. Con la pubertad y el despertar de la sexualidad, a los recuerdos enlazados a estas últimas se asociarían autorreproches. Aquí tendría lugar, asimismo, la represión de estos últimos y la consecuente formación de los síntomas primarios, tales como la escrupulosidad y la vergüenza. Consecutivamente, sobrevendría un estado de aparente defensa lograda, semejante a la activación del sistema inmunológico. Sin embargo, un posterior retorno de lo reprimido involucraría el fracaso de la defensa primaria y la necesidad de una nueva acción defensiva. Esta última daría como resultado la formación de nuevos síntomas, denominados por Freud (1896a) síntomas secundarios o formaciones de compromiso. En consecuencia, volverían a ponerse en juego nuevas acciones defensivas. Este conjunto de acciones, agrupadas por Freud (1896a) bajo el nombre de defensa secundaria, son las medidas de protección y las acciones obsesivas, cuya finalidad sería la de combatir las representaciones y los afectos obsesivos que habrían logrado acceder a la consciencia. Entre ellas, Freud menciona la compulsión de cavilar, de pensar y examinar y la manía de la duda. (Freud, 1896, En: Bruno y Pacchioni, 2013, p. 6-7)

En cuanto a la disparidad entre neurosis obsesiva Bruno y Pacchioni (2013) dicen lo siguiente:

La diferencia entre neurosis obsesiva e histeria estaría dada, en este caso, por la actividad o la pasividad de dicha vivencia infantil. En el caso de la histeria, la misma habría sido vivida de manera pasiva. Por el contrario, en el caso de la neurosis obsesiva, ésta habría sido ejecutada por el individuo de manera activa y con desprendimiento de placer. (Bruno y Pacchioni, 2013., p,6)

La idea de las obsesiones en la psiquiatría data de algunas décadas antes de la teoría psicoanalítica, denominada entonces como locura de duda, entre sus síntomas están las ideas compulsivas, la duda y el estado de permanente irresolución. La principal innovación de Freud fue haber formado en un grupo la histeria con la neurosis obsesiva, y proponer la distinción entre neurosis y psicosis, también haber llamado a esta entidad neurosis obsesiva con todas sus implicaciones terminológicas y etiológicas. Con la aparición de este grupo busca subsanar la dicotomía de la psiquiatría del cuerpo-psique, pese a que distingue entre neurosis-psicosis esta no está fundamentada completamente en una diferenciación entre mente-cuerpo, porque en este mismo grupo hay características de este tipo para cada entidad, ejemplo de ello es que la histeria se manifiesta en el organismo y las obsesiones en la mente, son distintas, pero pertenecen a un mismo grupo nosológico (Mazzuca et al, 2004)

Freud (1985) propone lo que llama actos sintomáticos los cuales no fracasan en su intencionalidad porque no tienen un propósito que sea deliberado. Al no haber ningún conflicto no es fácil ver lo reprimido y su tránsito hacia la represión sucede con un acto fallido, porque son actos que carecen de importancia, aunque no los descarta y resulta extrayendo fenómenos susceptibles de interpretación.

Ahora bien, respecto a los actos sintomáticos se observa lo siguiente:

Otra forma de actuar que corresponde a una modalidad directa de mediación psíquica es el Acto Casual y Sintomático (zufalls-handlungen und symptom-handlungen), analizado ampliamente por Freud en “Psicopatología de la vida cotidiana” (1901). Este tipo de actos parecen inmotivados, son faltos de trascendencia y se muestran superfluos, en su totalidad, parecen inadecuados a su fin (Freud, 1901b: 857). No obstante, a pesar de su apariencia inmotivada y de sus efectos intrascendentes, poseen sentido; por lo cual “pueden interpretarse […] como pequeños indicios reveladores de otros procesos psíquicos más importantes”. Por lo tanto, según Freud “habrá pues de concederles la categoría de actos psíquicos completos” (Freud, 1916x: 2155) puesto que permiten expresar un deseo inconsciente. (Freud, 1901, En: Barbosa, 2009, p.6)

Y respecto a las diferencias entre actos sintomáticos y actos fallidos se obtiene que:

Lo que llama la atención del acto casual y sintomático, en contraste por ejemplo con el acto fallido, es que en ellos se presenta “la ausencia de otra intención distinta a aquella con la que tropiezan y que por ellos [los actos sintomáticos] queda perturbada” (Freud, 1916x: 2154-5), es decir, estos actos “desprecian apoyarse en una intención [preconsciente-consciente] y, por tanto, no necesitan excusa ni pretexto alguno para manifestarse” (Freud, 1916x: 2158). Esta participación unilateral de los procesos inconscientes que se apoderan de la vía de derivación motora y que, por ende, aborta el trámite intersistémico, es compatible con la exigencia de expresión, de exteriorización o de externalización de intensas magnitudes libidinales que no han podido recibir tramitación asociativa, ni una derivación motriz adecuada y que, al reactualizarse, devienen en efectos traumáticos para el funcionamiento psíquico. (Freud, 1901, En: Barbosa, 2009, p.6)

En la interpretación típica de Freud existen dos tipos de registro: De significado referente al contenido que se tiene en la interpretación, es el contenido latente del sueño, lo que también se denomina pensamiento del sueño, su contenido está deformado, aunque se encuentre presente. Para lograr interpretarlo debe devolverse en el orden en que se dirigió el sueño para comprender por qué ese contenido se deformó, una vez comprendida la segunda parte, pretende encontrar el deseo inconsciente, la intención detrás del contenido que se deformó en el momento onírico, la sintomatología de la neurosis aplica también esta interpretación prestando más atención a los actos que al resto (Mazzuca et al, 2004)

En los actos obsesivos utiliza la misma fórmula, hay dos registros que aparecen en el obseso. El primero de ellos es el significado del síntoma, mientras que el segundo es la intención del síntoma, por lo cual es susceptible de interpretación (Mazzuca et al, 2004)

La neurosis obsesiva puede ser vista como una evolución de la histeria porque es una variedad de esta por lo cual la distinción histeria-obsesión no es excluyente, en un momento surge la histeria y en un segundo momento la obsesión, así podríamos hablar de histéricos que son obsesos también. Los momentos de la enfermedad comienzan con el regreso del recuerdo reprimido, junto con las representaciones que se asocian a él por lo cual también se puede llamar como fracaso de la defensa, este retorno es carente de sentido, regresa de formas amorfas poco reconocibles a simple vista, pasan a la conciencia deformadas y Freud las llama formaciones de compromiso (Mazzuca et al, 2004)

La neurosis obsesiva no es una forma única, son tres sus diferentes formas: Las dos primeras tienen como característica el contenido que pasa a la conciencia, lo que pasa de forma amorfa como represión, bien sea el reproche o el recuerdo. La forma común de las obsesiones son las que tienen que ver con un recuerdo sexual infantil que regresa de manera deformada, la deformación se cumple por el cambio entre el recuerdo sexual infantil y un recuerdo actual también por el sustituto de algo no sexual ante el recuerdo de lo sexual.

La represión opera sin importar que la defensa haya fallado, la falla no es permanente o deja de tener efecto, se transforma, el carácter obsesivo cumple con un tránsito psíquico forzoso manifestado con el retorno de lo reprimido, por tanto, los actos pareciera que indicaran una representación consciente, sin embargo, tiene un valor intrínseco, inconsciente. (Mazzuca et al, 2004)

La segunda forma se observa en el momento en que en vez del recuerdo vuelve un reproche amorfo, significa que el recuerdo puede volver con un peso significativo, puede darse el caso donde no y es entendible e interpretable, sin embargo, da lugar a confusiones porque sin el recuerdo puede ser entendida como otra patología, llámese melancolía, neurastenia, etc. El retorno de lo reprimido en forma de reproche no solo puede deformar la representación si no también el afecto.

Estas dos formas Freud las denomina formaciones de transacción o ramificaciones de lo inconsciente, sin embargo, puede darse el caso que al surgir como medida preventiva reemplace la obsesión, creando actos compulsivos, este sería el caso de la tercera forma de la neurosis obsesiva, en la cual la obsesión se traslada a las medidas que son preventivas. Ejemplo es la intención de entender las representaciones obsesivas en mecanismos lógicos, o desviar las obsesiones a otras ideas, también las manías de duda, al transformarse estas medidas preventivas en actos obsesivos se hallan actos de preservación, acciones para alejar la idea obsesiva como el uso del alcohol o las drogas, actos de penitencia o fobias al igual que miedo a auto delatarse (Mazzuca et al, 2004)

Relación entre la función paterna y neurosis infantil

La etapa infantil además de ser un factor de predisposición en la vida adulta para la neurosis obsesiva, constituye en algunos casos también una neurosis, puede pasar desapercibida o estar presente con pequeños indicios, en otras revelada de manera manifiesta y sin solución hasta la vida adulta, sin periodos de bienestar.

La hostilidad hacia el padre es un rasgo que permanece en la represión, el paciente encuentra resistencia expresada a manera de asombro resultándole increíble pensar algo negativo respecto a su figura paterna, porque de manera consciente siempre expresa miedo hacia su muerte, esta hostilidad surge por alguna experiencia en la que el goce sexual del niño es reprendido por la función paterna creando una fijación de orden inconsciente.

Al haber perturbado el goce sexual infantil del niño se crea una hostilidad hacia el padre. Así también pasa cuando se desencadena una neurosis porque las representaciones actuales de esta entidad están desprovistas de afecto por parte del paciente, por lo cual se conservan en memoria recuerdos a los que no se les presta atención, el despliegue de la sintomatología es vista al igual que la hostilidad con el padre de manera escéptica. (Mazzuca et al, 2004)

La primer confrontación padre hijo se da por la apetencia sexual del hijo ante lo cual la función del padre resulta perturbando el goce del niño, surgiendo una hostilidad del hijo hacia el padre lo que provoca una ambivalencia amor y odio, fundamental de la neurosis obsesiva frente a lo cual el amor se relega al terreno de lo inconsciente, y el odio al terreno de lo reprimido. Producto de esta ambivalencia se observa este contenido presente en los síntomas de irresolución y duda compulsiva junto con indecisión, y teniendo en cuenta la característica de desplazamiento de esta patología, estos síntomas pueden ser adoptados en cualquier otro comportamiento del sujeto instalándose de manera permanente (Mazzuca et al, 2004)

La función paterna y la neurosis tienen que ver entre sí dado a que en ambos casos se guarda una experiencia de origen sexual ligado a la infancia, quedando como inconsciente su recuerdo y ante alguna perturbación esta experiencia se resignifica, aunque de manera escéptica a pesar de que los síntomas se hacen manifiestos.

Neurosis obsesiva y religión

Ahora bien, en cuanto al paralelismo que se logra encontrar entre la neurosis obsesiva y las ideas religiosas se observa que:

Uno de los primeros textos donde Freud se ocupó de la clínica psicoanalítica con relación a la religión fue en “Los Actos obsesivos y las prácticas religiosas” (1907), donde plantea que en el obsesivo “El desarrollo de un ceremonial puede describirse exponiendo aquella serie de leyes no escritas a las que se adapta fielmente”. Este ceremonial del obsesivo da cuenta de que “por lo general el sujeto soporta mal cualquier postergación de este y excluye la presencia de otras personas durante su ejecución” Freud establece una relación inmediata entre los actos obsesivos y los religiosos, dice que “no es difícil apreciar en qué consiste la analogía del ceremonial neurótico con los actos sagrados del rito religioso. Consiste en el temor que surge en la conciencia en caso de omisión, en la exclusión de toda otra actividad y en la concienzuda minuciosidad de la ejecución”, por lo que concluye que “la neurosis obsesiva representa en este punto una caricatura a medias cómica y triste a medias de una religión privada”. (Freud, 1907. En: Jiménez, 2010., p. 255)

A pesar de que el acto ceremonial no tenga un código verbal establecido cuenta con un conjunto de reglas y tradiciones, que junto con la prohibición tienen importancia dentro del lenguaje religioso. La realización de un acto depende de la restricción que exista o la carga ceremonial que conlleva, la prohibición puede cumplir una función inhibitoria como una realizadora, según sea el acto. La diferencia entre un acto ceremonial obsesivo y uno religioso está en el hecho de que el primero es privado y el segundo comunitario, y que los actos religiosos tienen una importancia de tipo simbólico; los actos ceremoniales obsesivos no tienen un sentido aparente, al igual que los síntomas o los sueños, pueden ser interpretables y dotarlos de significado (Mazzuca et al, 2004)

Neuropsicosis de defensa

Es el que delimita la histeria con la neurosis obsesiva bajo el mecanismo psíquico de la defensa. Freud se encuentra con el desarrollo de la sintomatología de la neurosis obsesiva cuando halló que puede aplicarse a la histeria, como consecuencia surge una necesidad de tipo estructural, encontrando que la neurosis obsesiva deriva de la histeria, creando un enlace con la otra. En cuanto al mecanismo por el cual se forman dichos síntomas se le puede denominar predisposición y síntoma en sí. En la predisposición existe una disociación de la conciencia, no es un estado en sí, más bien es una operación del mecanismo inicial del síntoma, que surge como un acto volitivo produciendo un efecto opuesto a su cometido principal (Mazzuca et al, 2004)

Como ejemplo, se puede decir que el intento de olvidar una experiencia traumática es imposible, quedando su representación. Para sustituir este intento lo que se hace es separarla del afecto, como la representación queda débil no puede asociarse con otras ideas y crea un segundo cuerpo psíquico, queda la tarea de qué hacer con la carga de excitación que quedó en libertad; hasta acá la histeria y la obsesión tiene iguales mecanismos, pero divergen en cómo descargan ese afecto. La histeria lo hace con el cuerpo y la llama conversión, y la obsesión se queda en la psique, pero al no poder enlazarse se asocia con diferentes tipos de representaciones creando este cuadro obsesivo. El falso enlace de la obsesión tiene similitudes al mecanismo en que trabaja la conversión en la histeria porque el órgano al que se conduce la excitación es visto como una representación de este (Mazzuca et al, 2004)

La etiología, la represión y la formación de síntomas

Freud objeta que el sujeto obseso carga una consciencia de culpabilidad, tiene que ver con su deseo y con la fantasía, puede ser inconsciente, volviendo la referencia infantil cada vez más general.

La teoría traumática no es desechada plenamente y se traslada a una concepción de tipo metapsicológico, en la que en vez de hechos ocurridos lo que acontece es una represión de algunos componentes que son parciales dentro de la pulsión sexual. Si bien están reprimidos no es que sean desechables o que no tengan efectos, el impulso reprimido es visto como tentación, componente estructural de la obsesión.

La tentación crea angustia y en seguida se crean elementos de segundo orden para sostener la represión. Como la amenaza de castigo que forma el carácter de culpabilidad y la prohibición, lo inconsciente al no distinguir entre deseo realizado o fantaseado da forma a la tentación generando culpa sin importar que la pulsión esté en represión. Es la sensación de culpa que surge al fantasear con la realización de la acción tentativa y con las acciones negativas que puede llegar a generarse por el cumplimiento de la misma, quedando perenne la consciencia de culpa y la necesidad del castigo (Mazzuca et al, 2004)

Pulsiones de saber, de aprehensión en relación con el sadismo y la libido en la comprensión de la neurosis obsesiva

Para comprender de qué manera se relaciona el saber, la aprehensión, el sadismo y la libido en clave de la neurosis obsesiva se puede leer lo siguiente:

En las consideraciones freudianas para la comprensión de la Neurosis Obsesiva, debemos considerar los conceptos de libido y pulsión, que son incluidos en el texto La predisposición a la neurosis obsesiva. Contribución al problema de la elección de la neurosis (Freud, 1913). Momento en que ya desarrolló las fases de la libido, y establece el erotismo anal y el sadismo como particularidades que se vincula a la pulsión de aprehensión, que es uno de los componentes de la pulsión sexual, y se relaciona con el carácter activo que sigue otorgándole a la Neurosis Obsesiva. Particularmente en este contexto, ubica su desarrollo en las vicisitudes de la pulsión de saber, como desarrollo de la pulsión de aprehensión sádica. Si bien el desarrollo de la sexualidad, de la investigación sexual depende de esta pulsión, esta puede ser objeto de repulsa; y de esta manera, da cuenta de la duda obsesiva, la duda es otro síntoma freudiano de la Neurosis Obsesiva, es uno de los síntomas típicos, esos cuya utilidad reside en la orientación para el esclarecimiento el esclarecimiento del diagnóstico. (Freud, 1913, En: Rostagnotto & Yesuron 2020)

Síntoma y angustia

Freud ubica la angustia como el eje central de la neurosis advirtiendo que debido a su variedad hay algunas donde no hay tales manifestaciones, pero en la neurosis obsesiva la angustia y el síntoma se pueden observar con mayor precisión, especialmente cuando hay síntomas que se establecen como formas de protección para evitar precisamente que se desarrolle esta angustia. Si el paciente no tiene presente estas medidas o no realiza sus actos ceremoniales surge la angustia, afirmando que hay muchas neurosis en las que no surge la angustia, por tanto, para todas no se aplica la regla de la relación íntima entre angustia y el origen del síntoma. (Mazzuca et al, 2004)

Angustia y fobias

Las fobias son la manera neurótica en que la angustia se encuentra de manera directa, ya que la fobia es un mecanismo para convertir la angustia en miedo puesto que en este el objeto aparece con más claridad que en el primero, lo que se busca es darle a la angustia un objeto en el cual se puede desencadenar. Freud da lugar a la fobia como una histeria, por lo cual adquiere una doble distinción, la histeria propiamente dicha y la de angustia que se relaciona con las fobias, porque el desarrollo de la angustia es el único rasgo distintivo entre la fobia y una histeria de conversión. Para el caso de la neurosis obsesiva la relación angustia-síntoma es mucho más evidente, ya que el desarrollo de la angustia amenaza en aparecer en el momento en que el paciente detenga sus actos o pensamientos obsesivos. (Mazzuca et al, 2004)

Tendencias de los síntomas

El esquema de los síntomas presentes en la neurosis obsesiva se da de la siguiente forma:

En Inhibición, Síntoma y Angustia, Freud (1925) desarrolla planteamientos en lo referente a la formación de síntomas en la neurosis obsesiva. La formación de estos síntomas presenta dos formas distintas y opuestas. La forma negativa corresponde a las prohibiciones, las medidas de precaución y los castigos. Los síntomas del grupo positivo lo forman las satisfacciones sustitutivas que a menudo son disimuladas bajo una forma simbólica. Freud precisa que la formación del síntoma triunfa si la prohibición logra mezclarse con la satisfacción. Para conseguir que la defensa se convierta en una satisfacción, el yo utiliza formas de relación muy artificiales, aprovechando una vez más su tendencia a la síntesis. (Freud 1925, En: Rosales, 2013, p.27)

Disociación de las pulsiones y la regresión a la organización anal

La histeria y la neurosis obsesiva son formas de una neurosis que, si bien son diferentes, no son excluyentes, y que también la neurosis obsesiva en un inicio fue interpretada como una histeria y originalmente sus componentes están dados por la organización fálica y genital de la libido.

Con el desarrollo de la patología hacia la neurosis obsesiva hay una regresión al desarrollo libidinal anterior, es decir, los impulsos sádicos y anales. Esto le permite a Freud desarrollar la teoría metapsicológica de la difusión pulsional, según la cual las pulsiones van a estar disociadas porque en un retroceso a la fase sádico – anal, surge una desconexión de las pulsiones enfatizando en que este tipo de neurosis, lo erótico y lo agresivo se encuentran en disonancia, muy contrario a la fase fálico-genital en la que se presenta una aleación de las pulsiones. Se reconoce a partir de esto que, en la última etapa del desarrollo psicosexual de la teoría freudiana, lo que se busca es repartir las pulsiones entre las de vida y muerte (Mazzuca et al, 2004)

Angustia de castración

En el complejo de castración se halla el sustento de los mecanismos de defensa y el desarrollo de las representaciones que fungen contra las tendencias de las neurosis. En las neurosis obsesivas la diferencia está en que la regresión se va hacia la organización sádico-anal con todo lo que las pulsiones parciales de esta fase implican- El superyó del sujeto, como resultado de esta regresión, tiene características crueles o de dureza, también de severidad que son propias del sadismo de las pulsiones (Mazzuca et al, 2004)

Conclusión

Lo primero que es destacable de la nosología de Freud es el carácter dinámico de su nosología, es decir que siempre está en constante movimiento. Lo que se consideraba en un primer momento válido en su teoría puede que ya no lo sea más a posteriori, porque conforme avanzan las investigaciones y se establecen nuevos criterios o parámetros, esta tiende a modificarse según los nuevos hallazgos, dados por una clínica psicoanalítica más precisa, que pone énfasis en la sintomatología del sujeto para diferenciar síntomas, entidades y patología. Así se observa que dicha teoría se manifiesta y se desarrolla en función de la validez clínica y partir de la reflexión acerca de lo que es conveniente para el paciente,

En segundo lugar, debido a que la nosología de Freud cambia constantemente se puede ver que la misma obedece a la particularidad o subjetividad de los síntomas presentados en los diferentes pacientes. Si bien existen criterios que son la base o eje rector en la manera en la que se debe abordar un análisis frente a determinada sintomatología, la teoría se mueve conforme a lo expresado por el sujeto, conforme a su propio deseo, así podemos observar que hay patologías que son susceptibles de análisis mientras que hay otras que no.

La variedad de síntomas que puede o no presentarse en cada sujeto conduce el proceso de análisis de manera diferente, por lo cual la terapia a implementar con determinado paciente difiere del que se puede realizar con otro, sin perder las bases del análisis clínico, es decir, que pese a la subjetividad del tratamiento psicoanalítico existe un método preciso para definir la clínica de caso, con la salvedad de algunos casos que no son susceptibles de análisis por el carácter subjetivo de la sintomatología. Por tanto, el dinamismo de la teoría como la subjetividad del sujeto permiten el desarrollo y evolución de la clínica psicoanalítica.

En tercer lugar es llamativo el hecho de que con el trabajo investigativo de Freud y el desarrollo de su nueva nosología se crean nuevas entidades psíquicas como es el caso de la neurosis obsesiva, lo cual resulta ser innovador y se constituye un avance en lo que respecta a la clínica de su época hasta la actualidad, ya que por medio de esta se da un cambio que permite una lectura diferente de la enfermedad mental, es decir una nueva concepción que permite una transformación del proceso terapéutico. Clínicamente hablando, esta invención resulta ser tan precisa que, desde el escenario de principios del siglo XX, fue adoptada por otros campos del saber además del psicoanálisis, como lo es la psicología y la psiquiatría.

Por lo anterior, se concluye que pese a las diferentes críticas que se formulan respecto a esta teoría, lo cierto es que la etiología inmersa en nosología y concepto de la neurosis es tomada por otras ciencias para el progreso y el desarrollo de las mismas, bien sea para un adecuado tratamiento de las patologías mentales o con usos netamente investigativos. La crítica moderna a estos postulados es un juicio de doble rasero que alaba el hallazgo clínico, pero desprestigia la formulación teórica, la fiabilidad de la crítica se debilita porque al final la discrepancia subyace al uso del lenguaje y la cultura del conocimiento a la que pertenece el psicoanálisis, que dista en mucho del método científico positivista.

El cuarto aspecto es la base psicosexual de la teoría y elemento integrador de la nosología propuesta, revelador y disruptivo para el pensamiento de la sociedad de esta época, puesto que era tan conservadora que todas estas formulaciones psicoanalíticas fueron subestimadas y tomadas como una broma, una cuestión baladí, algo que no tenía la importancia que Freud le dio. Una actitud de la academia que desacreditó este conocimiento porque no se consideró como algo fundamental para la comprensión de las enfermedades mentales.

Sin embargo, el cúmulo de información de un componente de la práctica sanitaria como lo es la evolución de las tradiciones clínicas y terapéuticas es tan dotado de validez como aquel conocimiento que surge de la réplica del método científico, en especial en la numeración de los hechos y reflexiones, notas académicas y de caso que estuvieron detrás de la definición del origen, desarrollo y aparición de varios de los síntomas presentes en los neuróticos, su aparición en edades tempranas, así como la revelación de la función del padre frente a la castración lo cual es fundamental a la hora de interrogarse por la génesis de la neurosis en un sujeto.

Finalmente, se puede considerar que las investigaciones sobre la histeria permitieron dar forma a la estructura principal para la construcción de la teoría psicoanalítica, puesto que dichas acciones permitieron ingresar en el mundo de lo psíquico y mental, al tener que desligarse necesariamente de las concepciones neurológicas tradicionales, y por tanto el desarrollo una nueva concepción sobre el tratamiento de esta, y a partir de allí de la identificación de otros trastornos y una práctica terapéutica diferencial.

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