Ansiedad y enfermedad cardíaca coronaria. Una estrecha relación

Zoilo Emilio García Batista
Doctorando en la Universidad Complutense de Madrid (España)

Introducción

En la actualidad las personas son bombardeadas por los medios de comunicación con noticias como intervenciones militares, atentados, el paro de de trabajadores para reducir costos, crisis económica mundial, etc. La tecnología avanza a pasos gigantes y la competitividad en los mercados hace que las organizaciones exijan cada vez más a sus empleados. Las demandas del ambiente tienden a exceder las capacidades adaptativas del organismo y en muchos casos pueden afectar de forma negativa su salud fisiológica y psicológica.

El creciente conocimiento sobre el estrecho vínculo del cuerpo y la mente hace que los científicos investiguen las causas que originan las enfermedades y se preocupen por obtener nuevos métodos para enfrentar las dolencias que aquejan la humanidad.

Factor psicosocial

Un factor psicosocial se define como una medida que potencialmente relaciona un fenómeno psicológico con el ambiente social y cambios pato-fisiológicos. (Hemingway & Marmot, 1999). Algunos de los factores psicosociales más estudiados son: personalidad tipo A, ansiedad, depresión, características del trabajo, apoyo social, ira, abuso de alcohol, emociones negativas, estrés, tabaquismo, ejercicio físico, etc. De estos factores prestaremos atención a la ansiedad.

La ansiedad

La ansiedad es una reacción emocional que se produce ante situaciones que son interpretadas como una amenaza. Reacción emocional más frecuente en situaciones estresantes, que comprende respuestas subjetivas, fisiológicas y conductuales. Los diferentes autores implican en su definición un triple sistema de respuestas: cognitivo, fisiológico y motor comportamental (Cano Vindel, 2002).

Juan José Tobal (1994) define la ansiedad como la respuesta o patrón de respuestas que engloba aspectos cognitivos displacenteros, de tensión y aprensión, aspectos fisiológicos, caracterizados por un alto nivel de activación del sistema nervioso central autónomo y aspectos motores que suelen implicar comportamientos pocos ajustados y escasamente adaptativos. La respuesta de ansiedad puede ser elicitada tanto por estímulos externos o situacionales, como por estímulos internos como pensamientos o ideas que el sujeto percibe como peligrosos o amenazantes.  (Tobal, 1994).

La ansiedad se caracteriza por la aparición de sensaciones desagradables (temor, preocupación, tensión, inseguridad, etc.), que van acompañadas de sentimientos y pensamientos negativos sobre uno mismo. Además, esta experiencia suele ir unida a una alta activación fisiológica (especialmente del sistema nervioso autónomo y del sistema somático), así como a una actividad poco ajustada y desorganizada en nuestro comportamiento (Cano Vindel, Miguel Tobal, Gonzalez Ordi y Irruarrizaga, 1994).

Usualmente la ansiedad es caracterizada como una emoción perjudicial, pero la ansiedad puede ser protectora cuando acciona las respuestas que hacen frente y protegen a algún individuo contra amenazas. En esta vía la ansiedad es adaptativa, pero es mal adaptativa cuando persiste a tal grado de que el individuo no puede funcionar efectivamente en su vida diaria. De esta forma la ansiedad puede tener consecuencias negativas para el individuo (Moser, 2007).

La ansiedad y la depresión están asociadas a una pobre adherencia a regímenes de autocuidados de la salud (dietas, ejercicios, cesar de fumar, regímenes de medicación) e incrementan las complicaciones médicas en pacientes con dolencias crónicas (Katon, Lin y Kroenke, 2007).

Síntomas de la ansiedad

La ansiedad existe en una serie continua de lo normal a lo patológico, y existe un gran número de desórdenes de ansiedad (Kubzansky, Kawachi y Weiss, 1998), los cuales  han sido clasificados en forma de diagnósticos clínicos, incluyendo varias formas de ansiedad fóbica, desorden de pánico, desorden de estrés  postraumático, desorden de estrés y desorden de ansiedad generalizada. De estos principalmente el desorden de pánico ha sido el más estudiado en relación a la enfermedad cardíaca coronaria (Kubzansky, Davidson y Rozanski, 2005).

Síntomas de la ansiedad están asociados con antecedentes de riesgo cardiovasculares, incluyendo hipertensión y conductas de salud negativas. Ansiedad es un estresor que produce arousal simpático sostenido dejando una elevada presión sanguínea crónica. La ansiedad está muy relacionada a conductas que contribuyen a ser riesgos de enfermedad cardíaca coronaria, incluyendo, pobre dieta, fumar, ingesta de alcohol y uso de drogas (Grippo y Kin, 2003). Las mujeres tienden a reportar más ansiedad, depresión, y otros desordenes afectivos que los hombres (Brezinka, Maes y Dusseldorp, 1999; Ketterer et al., 2003).

Enfermedad de la arteria coronaria

National Heart Lounge and Blood Institute (Instituto Nacional de sangre y corazón) de Estados Unidos, define la enfermedad de la arteria coronaria como: la acumulación o depósito de placa dentro de las arterias coronarias. Estas arterias suministran sangre rica en oxigeno al corazón. La placa estrecha las arterias, con lo que el flujo sanguíneo del músculo cardíaco disminuye, aumentando la probabilidad de que se formen coágulos de sangre en las arterias. Los coágulos pueden bloquear la circulación de la sangre parcial o completamente haciendo que esta no llegue al corazón y produce en el individuo angina o un ataque cardíaco. La angina es un dolor o molestia en el pecho que se presenta cuando no está llegando suficiente sangre rica en oxígeno al músculo cardíaco. Se puede sentir como presión o como si le apretara el pecho. El dolor también puede presentarse en los hombros, los brazos, el cuello, la mandíbula o la espalda.

El ataque cardíaco se produce cuando se obstruye completamente el flujo de sangre que llega a una parte del músculo cardíaco. Esto impide que la sangre rica en oxígeno llegue a esa parte y causa la muerte de dicha parte. Si no se trata rápidamente, el ataque cardíaco puede causar problemas graves de salud e incluso la muerte.

Esta enfermedad puede ser asintomática hasta el primer evento, que puede ser un infarto al miocardio fatal (ataque al corazón). La mitad de todos los ataques ocurren en personas que inicialmente no tenían riesgo de enfermedad cardíaca coronaria, y casi la mitad de estos mueren en el primer ataque.

Algunos factores de riesgo de esta enfermedad son la edad, presión sanguínea, fumar, alto colesterol, diabetes y sobrepeso  (Waugh et al., 2006; Barger y Sydelman, 2005). Esta enfermedad se ve influenciada en grado sustancial positiva o negativamente por el estilo de vida, emociones y otros factores conductuales, etc. (Gulliksson, Burrel, Lundin, 2007).

Algunas dolencias psiquiátricas y la enfermedad cardíaca coronaria ocurren juntas de formas más frecuentes que lo esperado. Muchos de los factores de riesgo establecidos, para la enfermedad cardíaca coronaria cuentan para el incremento de riesgo de comorbilidad. Desórdenes psiquiátricos parecen tener una importante relación con la enfermedad cardíaca coronaria así como sus factores de riesgo (Yates y Brooks, 1998).

Impacto de la enfermedad cardíaca coronaria

La enfermedad cardíaca coronaria conlleva un enorme coste social y financiero en el mundo. Es la principal causa de inhabilidad permanente entre los trabajadores de los países industrializados, explicando estos datos el 19% de las inhabilidades de la seguridad social en Estados Unidos (American Heart Association, 2003). Se estima que el total de costos asociados con la enfermedad cardíaca coronaria en EEUU fueron de 132.2 billones de dólares; los costos indirectos estimados, incluyendo pérdidas de salarios y beneficios complementarios ascendían a 57.8 billones de dólares (Fukuoka, 2009). En países Europeos se ha convertido en la primera causa de inhabilidad. Se estima que el costo de la enfermedad cardíaca coronaria en países como Ukrania asciende a 5300 millones de euros en el 1999. Esta enfermedad causó 117,000 muertes en el 2002 en Ukrania (Waugh et al., 2006).

De todos los acontecimientos cardiovasculares, más de la mitad es debido a enfermedad coronaria cardiovascular en personas de menos de 75 años de edad. (Player, King, Mainous III, Geesey, 2007). La muerte cardíaca ocurre más frecuentemente que la muerte por todo tipo de cáncer combinados. En Europa una mujer muere cada seis minutos debido a una enfermedad cardiovascular; en Estados Unidos, una cada minuto. En Europa la enfermedad mata un alto porcentaje de mujeres (55%) comparado con el de los hombres (43%). En Estados Unidos representa la primera causa de muerte en mujeres posmenopáusicas (56%). (Rollini, Mfeukeu, y Modena 2009). La ansiedad ha sido un predictor de enfermedad cardíaca coronaria en mujeres amas de casa (Hong, Friedman y Alt, 2003). Emociones negativas como la ansiedad, han sido reportadas que contribuyen con el desarrollo de CHD (Todaro, Shen, Niaura, Spiro y Ward, 2003).

Asociación entre ansiedad y enfermedad cardíaca coronaria

Evidencia creciente apoyan la hipótesis de que emociones negativas influencian el desarrollo de la enfermedad cardíaca coronaria. Siendo la evidencia más fuerte para la ansiedad como un potencial factor de riesgo (Kubzansky y Kawachi, 2000).

Strik, Denollet, Lousberg y Honig (2003), aplicaron pruebas de ansiedad, depresión y hostilidad a 318 sujetos (media de 58 años de edad) sobrevivientes de un primer ataque cardíaco. Después de un seguimiento de 3.4 años, había 25 eventos cardíacos fatales y no fatales. Los síntomas de ansiedad (HR 3.01, 95% CI 1.1 A 7.03; p=0.005) estaban asociados a eventos cardíacos y uso de antidepresivos. La ansiedad fue un predictor  independiente de ambos eventos cardiacos fatales y no fatales. Los investigadores concluyeron que los síntomas de ansiedad necesitan ser considerados en el riesgo y el posterior tratamiento de pacientes posteriores a sufrir un infarto al miocardio.

Kubzansky, Cole, Kawachi, Vokonas y Sparrow, (2006) obtuvieron resultados de 1306 hombres que completaron pruebas del Inventario Multifasico de la personalidad de Minnesota para medir ansiedad, ira y depresión. Durante el transcurso de los 10 años siguientes, ocurrieron 161 incidentes de enfermedad o accidentes coronarios. Al considerarlos individualmente se obtuvo que ansiedad, depresión e ira estaban asociados con el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria. Cuando se consideraron todas simultáneamente, solo ansiedad combinada con el estrés estaba asociada con los incidentes de enfermedad cardíaca coronaria. Concluyendo que aspectos de ansiedad quizás incrementan el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria.

Barger y Sydelman (2005) midieron ansiedad generalizada y desórdenes depresivos en una muestra representativa de adultos estadounidenses de edades entre 25 y 74 años (N=3032). Los investigadores determinaron el riesgo de la enfermedad cardiaca coronaria utilizando un autoreporte aplicado a la población que contenía, estatus de fumador, índice de masa corporal, medicación reciente para hipercolestoremia, hipertensión y diabetes.   Los resultados indicaron que el desorden de ansiedad generalizada predijo el incremento de riesgo de la enfermedad cardíaca coronaria (F(1,3018)=5.14; b=0.39; 95% intervalo de confidencia de (0.05-0.72). El desorden de ansiedad generalizada aparece asociado con un elevado riesgo de CHD y los médicos deberían considerar el riesgo de CHD cuando tratan desórdenes de ansiedad generalizada.

Albert, et al. (2005) examinaron la relación entre ansiedad fóbica y la enfermedad cardíaca coronaria aplicando el índice de Crown-Crispque (CCI), entre 72,359 mujeres sin historial de enfermedades cardiovasculares o cáncer en 1988. En los 12 años siguientes se produjeron 96 muertes súbitas cardíacas, 930 infartos al miocardio no mortales, y 267 muertes por enfermedad cardíaca coronaria.

Altas puntuaciones en la prueba (CCI), por ejemplo 4 o más puntos, incrementaba marginalmente el riesgo de muerte por enfermedad cardíaca coronaria comparadas con puntuaciones de 0 y 1 punto. Concluyendo que altos niveles de ansiedad fóbica están asociados con un incremento del riesgo de muerte por enfermedad cardíaca coronaria. Tensión fue observada como un factor de riesgo independiente para incidentes de la enfermedad cardíaca coronaria.

Eaker, Sullivan, Kelly-Hayes, D Agostino y Benjamin, (2005) examinaron 3682 participantes (con una media de edades 48.5+; 52% mujeres) y siguieron por 10 años su incidencia de la enfermedad cardíaca coronaria y la mortalidad. Medidas de tensión, ansiedad, y factores de riesgo para enfermedad cardíaca coronaria fueron colectadas. Los investigadores concluyeron que la ansiedad es un factor de riesgo para la mortalidad total de hombres y mujeres.

Fan, Strine, Jiles y Mokdad (2008), aplicaron en 38 estados de EEUU (N=129,499) la prueba  Anxiety y Depression Module (Modulo de ansiedad y depresión) para medir ansiedad y depresión, y midieron la enfermedad cardíaca coronaria con tres preguntas sobre la sintomatologías de la misma. La prevalencia de CHD fue de un 15.3 % entre la población estudiada. Personas con CHD eran más propensos a experimentar desórdenes de ansiedad (16.6% versus 10%, APR (95% CI-1.46 [1.37-1.54]) y desórdenes de depresión (22.3% versus 15.1% APR [95% CI]=1.56 [1.45-1.67]) que las personas sin CHD. Estos autores concluyeron que la enfermedad cardíaca coronaria está asociada significativamente con la depresión y ansiedad.

Depresión y ansiedad son reconocidas como factores de riesgo cardiovasculares, de similar importancia que el fumar y la hipertensión, y es conveniente ser detectada y tratada. Estos desórdenes psicológicos pueden afectar la enfermedad cardiovasculares de numerosos mecanismos patofisiológicos (Pignay-Demaria, Lesperance, Demaria, Frasure Smith y Perrault, 2003).

La depresión y ansiedad deberían ser incluidas con otros factores de riesgo tradicionales, que identifiquen riesgos de morbilidad de la enfermedad cardíaca coronaria (Jakobsen, Foldager, Parker y Munk-Jorgensen, 2007). Sugieren que el mecanismo autónomo cardíaco es alterado en sujetos con ansiedad fóbica consistente con un bajo umbral de fibrilación ventricular y muerte súbita cardíaca (Kawachi et al. 1995).

Una gran variedad de desórdenes de ansiedad han sido estudiados en relación a la enfermedad cardíaca coronaria y de estos, primeramente el desorden fóbico ha sido estudiado en relación adversa a eventos de enfermedad cardíaca coronaria. Varios estudios han obtenido la relación entre ansiedad fóbica y muerte súbita cardíaca (Kubzansky, Davidson, Rozansky, 2005).

El desorden de ansiedad generalizada aparece asociado con un alto riesgo de la enfermedad cardíaca coronaria en la población general, prediciendo el incremento de la misma (Barger y Sydeman, 2008).

Conclusiones

En los estudios revisados se observa que la ansiedad como una emoción es un factor de riesgo independiente para incidentes de la enfermedad cardíaca coronaria. El desorden de ansiedad generalizada aparece asociado con un elevado riesgo de enfermedad cardíaca coronaria y los médicos deberían considerar este riesgo cuando tratan este desorden. Por otro lado, altos niveles de ansiedad fóbica está asociada con un incremento del riesgo de muerte por enfermedad cardíaca coronaria y paciente con desorden de pánico están sujetos a episodios de recurrentes e inexplicables arousal psicopatológico. Estas conclusiones demuestran que la ansiedad como una emoción hasta la ansiedad en sus diferentes trastornos constituye un factor de riesgo  de la enfermedad cardíaca coronaria. Los estudios presentados muestran la ansiedad como un fuerte predictor de eventos fatales y no fatales de la enfermedad cardíaca coronaria, Los  síntomas de ansiedad necesitan ser considerados en el riesgo y el posterior tratamiento de pacientes que han sufrido un infarto al miocardio, confirmándose que altos niveles de ansiedad incrementa el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria en hombres y mujeres.

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