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Las pasiones tristes agenciadas por los nuevos modos de la derecha y el fascismo

Enrique Carpintero
Psicoanalista. Director de la revista Topía
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El fascismo histórico

El 28 de octubre de 1922 Benito Mussolini celebra el triunfo de la insurrección que él mismo denominó “la marcha sobre Roma”; de esta manera logra tomar el poder en Italia. Un día después escribió un editorial en el diario Il Popolo d´Italia: “La situación es esta: la mayor parte de Italia septentrional está completamente en poder de los fascistas. Toda la Italia central (…) está ocupada por los ‘camisas negras’ (…) La autoridad política -algo sorprendida y muy consternada- no ha sido capaz de enfrentarse al movimiento (…). El gobierno debe ser claramente fascista (…). Esto ha de quedar claro para todos (…). Cualquier otra solución será rechazada (…). La inconsciencia de ciertos políticos de Roma oscila entre el grotesco y la fatalidad; que se decidan de una vez. El fascismo quería el poder y lo tendrá” [1].

Es cierto, lo tuvo durante más de 20 años.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, en Italia se empezaron a enfrentar dos formaciones políticas contrapuestas. Por una parte, los veteranos que habían sido partidarios de la guerra donde, desde posturas nacionalistas se consideraban los defensores de la victoria; por el otro, los socialistas y comunistas que denostaban la guerra, eran internacionalistas y querían hacer una revolución proletaria al estilo del gobierno soviético de la Rusia de Lenin. En este contexto aparece en la escena política Benito Mussolini, quién tenía una gran ambición política y era un reconocido orador; siendo director del diario socialista Avanti! escribía incendiarios editoriales políticos. No obstante, al poco tiempo considera que no puede liderar el partido, con lo cual no duda y renuncia para fundar otro periódico que llama Il Popolo d´Italia. Fiel a su pragmatismo hace un giro a la derecha y empieza a escribir las primeras consignas que nuclean al fascismo; el eje de su política era la violencia contra los socialistas, los comunistas, los liberales y todos aquellos que se opusieran a un gobierno nacional autoritario. Era un grupo muy pequeño cuando funda los Fasci di combattimento quienes junto a los futuristas de Gabriele D´Anunzio y los Arditti (nombre con que se conocía a los antiguos comandos del ejercito creados para la guerra y que tenían una ideología ultranacionalista) participaban de acciones violentas contra los opositores del fascismo. En ese primer momento Mussolini era un hombre aislado dirigiendo un pequeño grupo que no obtenía el apoyo de la población. De allí que, ante los triunfos electorales de los socialistas y comunistas y las movilizaciones de los sindicatos, se presenta como un movimiento “surgido como una reacción a la degeneración bolchevique del PUS” que se va afianzando “por medio de tiros de revolver, incendios y destrucciones (…) el fascismo no es una reunión de políticos, sino de guerreros.” [2]. Frente a este panorama, los sectores de poder dominantes y la clase media encuentran en Benito Mussolini y sus “camisas negras” a quienes pueden poner orden y disciplina para hacer una “limpieza de los elementos subversivos”. Los errores políticos de los partidos de izquierda afianzan una guerra civil antisocialista que se desarrolla en varias provincias. En ese momento escribe en Il Popolo d´Italia: “las manías ministeriales se obstinan en considerar la marcha sobre Roma como una metáfora, pero la marcha ya está en curso, en la historia, porque Roma está infectada y hay que marchar para purgar la herida, para arrebatársela de las manos a los politicastros ineptos. La milicia está lista reformada por la violencia de un ejército en guerra, la profecía de la violencia se hace realidad, hay una violencia que libera y otra que encadena, la masa es manada, el siglo de la democracia ha terminado, el Estado liberal es una máscara, el fascismo es la Italia joven, fuerte, viril, el impacto es inevitable, el momento es propicio, la hora del ataque es esta, la profecía es ahora. Cuando suene la campana, marcharemos como un solo hombre.” [3]

En este período Italia tenía un gobierno democrático liberal que aprobaba los métodos violentos de Mussolini contra los sindicatos obreros y los partidos de izquierda. Cuando se produce “la marcha sobre Roma” el gobierno se asusta y le pide al rey Víctor Manuel que le declare la guerra a los fascistas. Era tarde: el rey apoyado por los grandes empresarios se niega; lo cual lleva a que se produzca la dimisión del gobierno y se declare a Mussolini presidente de Italia. Es así como cuestionando la democracia “del número” restringe el sufragio universal masculino, censura a la prensa, elimina los sindicatos de izquierda, el derecho de huelga, anula los partidos políticos, establece la policía secreta y organiza, bajo el liderazgo absoluto del Duce, un Estado sostenido en la represión a toda disidencia.

En la Guerra, su alianza con Hitler, lo lleva a que su política comience a deteriorarse y en 1943 es destituido y detenido; lo encierran en una cárcel del Norte de Italia donde, a los pocos meses, un comando alemán lo libera. Trata, sin éxito, de fundar una república Social Fascista en Saló. Al finalizar la guerra intenta fugarse de Italia, pero es apresado por partisanos que lo fusilan.

Maus: el gato que intentó exterminar a todos los ratones

El fascismo encuentra la forma de extenderse en las particularidades propias del nazismo en Alemania que, probablemente no hubiera existido sin el peso que tenía Mussolini en muchos países de occidente. Recordemos que el Duce consideraba a Hitler un discípulo y este sentía una profunda admiración por su maestro.

La Shoah es la expresión paradigmática de la barbarie nazi. Mucho se ha escrito -aunque nunca es suficiente- sobre las tremendas consecuencias que llevaron a la idea de implementar “la solución final” con la población de origen judío. La novela gráfica Maus -nada mejor que utilizar la expresión que usó Oscar Masotta sobre la historieta como “literatura dibujada”- que ganó el premio Pulitzer, nos plantea abordar el tema del Holocausto desde una mirada emocional que la asemeja al desgarrador documental Shoah dirigido por el francés Claude Lanzmann.

La historieta creada por Art Spiegelman tiene un estilo sencillo en blanco y negro que refuerza lo que el ser humano es capaz de hacer si se deja llevar por el odio con promesas ilusorias. De una manera irónica y trágica el autor nos cuenta hechos históricos y personales que se refuerzan al estar los personajes representados por animales: los nazis son dibujados como gatos y los judíos como ratones; las pocas personas polacas que encontramos son chanchos y los franceses conejos. Si bien el autor no explica esta forma de representación, la podemos entender como una ironía al leer los epígrafes que aparecen en los dos tomos que componen la obra. En el primero de 1986, cuyo título es “Mi padre sangra historia”, lo encabeza con una frase de Hitler: “Es indudable que los judíos son una raza, pero no son humanos.”; la segunda parte de 1991, titulada “Y aquí comenzaron mis problemas”, transcribe como epígrafe un artículo periodístico publicado en Alemania durante 1935: “El ratón Mickey es el ideal más miserable que haya habido…las emociones sanas le indican a cualquier joven independiente y muchacho honorable que esa sabandija inmunda, el mayor portador de bacterias en el reino animal, no puede ser un tipo ideal de personaje…¡Fuera la brutalización judía del pueblo! ¡Abajo el ratón Mickey! ¡Usemos la cruz esvástica!” [4].

Sin palabras: ¡los dibujos empiezan a hablar por sí solos!

Art Spiegelman nació en Estocolmo en 1948, sus padres Anja y Vladek eran judíos polacos que sobrevivieron al campo de concentración de Auschwitz. La familia se traslada a EEUU cuando Art tenía tres años.

La historieta relata las terribles vivencias de los padres de Spiegelman durante los años previos a la guerra hasta que finaliza en 1945. A través de varias conversaciones con su padre reconstruye historias que carga sobre sus hombros. Además, incluye la difícil relación entre ambos. Con toda la empatía que podemos sentir por un sobreviviente, su hijo no escatima en señalar a una persona egoísta, ingrata, misógina, y racista; como cuando llama Schvartze (un término despectivo en idish para referirse a las personas negras) a un afroamericano. Regaña a su hijo por la ropa que lleva puesta o como come; persigue a su segunda esposa con interminables quejas. Sin embargo, mientras pedalea con su bicicleta o cuando caminan juntos va relatando historias tremendas que reflejan lo peor del Holocausto.

Dos suicidios son muy importantes en el texto. El primero, el de la madre de Art que había publicado años antes de dibujar Maus, y que en este texto aparece como una pieza separada e insertada; es una secuencia de cuatro páginas donde es la única parte de la historia que dibuja a seres humanos reales. En ella vemos como Art al final se encuentra rodeado de un laberinto interminable de celdas con barrotes y grita: “Me asesinaste, mami, y me mandaste aquí para recibir la culpa.”

En los encuentros con su padre quiere conocer la historia de su madre. Cuando descubre que ella escribió un diario trata de encontrarlo; pero, a su pesar, se entera que Vladek los quemó. Su reacción es de mucha bronca, que se va atemperando a medida que transcurre el relato; al final del primer volumen le susurra a su padre la palabra “asesino” ya que considera que volvió a matar a su madre al quemar los diarios.

El segundo suicidio es el de su hermano Richieu. En la época del nazismo sus padres envían a su hijo de cinco años a vivir con su tía, ya que era un gueto más seguro. Al poco tiempo, cuando los nazis entran para exterminar a los habitantes de ese gueto, la tía Tosha le da al niño y a otro primo veneno y se mata. El peso de esta historia es tan fuerte que lo lleva a Art a iniciar el segundo volumen con una foto de su hermano.

El tema del suicidio de los sobrevivientes del Holocausto nunca se ocultó: muchos judíos se suicidaron. Sin embargo, en el Estado de Minnesota en EEUU lo “políticamente correcto” llevó a que Maus se “cancelara” -como se nombra a una nueva forma de censura- por mostrar “escenas crudas sobre el suicidio.” Sabemos que no se puede exponer el Holocausto sin encontrarse con sentimientos incomodos de tristeza, miedo, rabia, dolor, desesperación. Vladek es un héroe sobreviviente de la barbarie de la historia: junto a su esposa, cuando se quedaron sin un hogar donde se podían proteger, caminaban las calles heladas de Polonia refugiándose en graneros; en Auschwitz, inhalando las chimeneas de los crematorios y conviviendo con los cadáveres de sus compañeros; sin embargo, encontraron formas creativas de sobrevivir. Esta es su enseñanza, aunque sus contradicciones no solo molesten a su hijo, sino también al lector que puede dar cuenta del costo de haber padecido un horror imposible de ser narrado. En este intento, Art Spiegelman logra con-movernos.

Los nuevos modos de la derecha y el fascismo: el fascismo neoliberal

En la actualidad, predomina una gran frustración que se manifiesta -en especial, en los sectores jóvenes- en el desarrollo de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada; la depresión y la violencia son los síntomas paradigmáticos de nuestra cultura. Es en este marco donde aparecen nuevos modos de la derecha y del fascismo cuya política -como en el fascismo clásico- es gestionar el odio de la clase media y de algunos sectores obreros para dirigirlo hacía grupos sociales estigmatizados: inmigrantes, musulmanes, mujeres feministas, judíos, la casta de los políticos, etc. [5].

Desde esta perspectiva, nos equivocamos si limitamos el miedo al fascismo a cierta imagen de Mussolini, de Hitler o del Holocausto. No debemos olvidar sus políticas de barbarie: es necesario seguir recordando. Sin embargo, la forma que actualmente gestionan el odio las diferentes formas de la derecha y del fascismo tienen otras particularidades. El fascismo clásico, en Italia, era de origen popular donde sostenía una violencia que llamaba purificadora, en la que adhería al triunfo de la voluntad sobre la razón. El nacional-socialismo ha trocado en nacional-liberalismo. De allí que hoy abarca una multiplicidad de corrientes e ideas, algunas de fuerte contenido neofascista, como en Italia con “La Liga” de Matteo Salvini y de “Los Hermanos de Italia” de Giorgio Melani, y neonazi con “Alternativa para Alemania”. Pero también aparecen variantes, que dan cuenta de particularidades propias de la cultura de cada país entre las que podemos mencionar el anarcocapitalismo (donde podemos ubicar a Milei), el nacionalcatolicismo (cuyo eje es atacar lo que llaman “la ideología de género”, propuesta por los movimientos feministas y las diversidades sexuales), el nacionalbolcheviquismo y podríamos seguir. Una mención aparte es el movimiento populista liberal de Trump (amigo de Mauricio Macri y Patricia Bullrich) donde se nuclean los supremacistas blancos, el Ku Klux Klan, los negacionistas del cambio climático, los que sostienen la teoría paranoica del “Gran Reemplazo” en la que los blancos van a ser reemplazados por negros, hispanos, judíos o mahometanos. Esta diversidad de perspectivas se entrecruzan y potencian mutuamente ya que encuentran su fuerza en crear un enemigo común donde dirigen su odio en la defensa de un individualismo a ultranza. La importancia de su propuesta radica en que es un nuevo tipo de fascista que ganó porque apoyándose en la devastación social y subjetiva producida por el capitalismo financiero y la digitalización supo expresar y construir subjetividades fascistas, racistas y sexistas. De esta manera le supo dar “voz” y expresión política a los miedos y angustias del hombre endeudo desplazando la confrontación al campo identitario poniendo a los blancos contra los migrantes, mujeres, extranjeros, afroamericanos y otras minorías [6].

El odio alimentado por estos grupos es sostenido por las creencias y los prejuicios socialmente asentados y trasmitidos por la cultura hegemónica sobre el género, el color de piel y la orientación sexual. Su difusión a través de Fake news (el eufemismo con que circulan las mentiras en las redes sociales) van dirigidos centralmente a los jóvenes blancos de clase media cisheterosexual. Allí nos encontramos con una masculinidad con fallas identificatorias [7] cuyas consecuencias son la misoginia, la LGTBfobia en la defensa de un modelo tradicional de masculinidad que defiende la derecha fascista. Por ello los efectos de las pasiones tristes son agenciados por las derechas y los nuevos modos del fascismo que les dan consistencia a las subjetividades devastadas del capitalismo neoliberal.

Como dice Mauricio Lazzarato [8], el auge de estos movimientos y partidos del fascismo-liberal encuentra su razón en la capacidad que ha tenido el neoliberalismo de hacernos olvidar como éstos se constituyen a través de su violencia fundadora; en especial en América Latina con Pinochet en Chile, la dictadura militar genocida en nuestro país y por los generales de los gobiernos en Brasil y Uruguay. Milton Friedman, líder de la escuela neoliberal denominada Los Chicago Boys, fue su principal apoyo y asesor en la organización de la economía de estos gobiernos. En todos debemos reconocer el alcance de estos procesos neoliberales no solo en el aspecto social y económico sino en la dimensión subjetiva; ya que, como decía Margaret Thatcher: “Las ciencias económicas son el método, el objetivo es cambiar el corazón y el alma.”

Por ello la pregunta que se impone es ¿Cómo lograr que este objetivo deje de cumplirse? Debemos reconocer que, en todos estos años aparecieron fuerzas políticas de izquierda y progresistas que se le opusieron, algunas definidas como populismos progresistas, donde -al decir de Ernesto Laclau- el “significante vacío” fue ocupado por el pueblo; sin embargo, no alcanzaron para frenar a la ultraderecha. Al contrario, en ciertos aspectos la potenciaron. Por ello es importante reconocer lo que afirma Lazzarato: “La alternativa ´fascismo o revolución´ es asimétrica, desigual: estamos inmersos en una sucesión en apariencia irresistible de ´rupturas políticas´ ejecutadas por fuerzas neofascistas, sexistas y racistas; y la ruptura revolucionaria resulta ser por el momento una mera hipótesis dictada por la necesidad de reintroducir lo que el neoliberalismo logró borrar de la memoria, de la acción y de la teoría de las fuerzas que luchan contra el capitalismo. Esa ha sido su victoria más importante” [9].

En este sentido, las nuevas formas del fascismo y de la extrema derecha no es una opción más, sino son movimientos y grupos políticos cuyo objetivo es destruir las libertades, la igualdad, la justicia social y el medio ambiente apelando al odio que se sostiene en miedos que generan problemas de Salud Mental y contribuye a que el mundo vaya siendo un lugar imposible de ser habitado.

Referencias

1. Scurati, Antonio, M. El hijo del siglo, Penguin Randon Hause, Barcelona 2020.

2. Scurati, Antonio, Op. Cit.

3. Scurati, Antonio, Op. Cit.

4. Art, Spiegelman, Maus, Tomo I, Mi padre sangra historia, Tomo II, Y aquí comenzaron mis problemas, Emecé editores, Buenos Aires 1994.

5. Sobre estos temas ver Carpintero, Enrique, “Los nuevos modos del fascismo en las democracias occidentales” revista Topía N° 85, abril de 2019; “El miedo como forma de perpetuar el sometimiento”, revista Topía N° 86, agosto de 2019 en www.topia.com.ar

6. Lazzarato, Mauricio, El capital odia a todo el mundo. Fascismo o revolución, Eterna Cadencia editora, Buenos Aires 2020.

7. Barzani, Carlos, Vainer, Alejandro, “El malestar en los varones” revista Topía N° 94, abril de 2022.

8. Lazzarato, Mauricio, Op. Cit.

9. Lazzarato, Mauricio, Op. Cit.

Por gentileza de Topía

Adiós a Noé Jitrik

Demian Paredes
Periodista cultural, crítico, editor y bloguero
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Tras una vida asombrosamente longeva y fructífera en obras y enseñanzas, el narrador, crítico y ensayista Noé Jitrik murió el pasado 6 de octubre a los 94 años. La obra que deja, la que todavía está disponible para ser publicada, es tan vasta como multifacética, pero sobre todo signada por dos ideas que lo definieron en la vastedad: la irrupción de la crítica como hecho central de la relación entre autores y lectores y la «incesancia» como la forma del enigma, el misterio de la literatura. Radarlibros lo despide con un retrato de lo inabarcable, tratando quizás no tan inútilmente de desandar algunos de sus más notables aportes a la cultura argentina y universal.

“No por esperada, la muerte es menos inesperada”, escribió Octavio Paz, a propósito de la muerte de Alfonso Reyes. La extraordinaria, asombrosa longevidad de Noé Jitrik, narrador, poeta, crítico y ensayista, su inteligencia, entusiasmo y capacidad de trabajo permanentes en los ámbitos de la academia y la literatura, la cultura y el periodismo, junto a su curiosidad, apertura y generosidad absolutas, parecían hacer creer que se lo tendría “por siempre”, “eternamente”, aunque se supiera que no (sólo por pura imposibilidad biológica, ya adentrado en el período de lo que actualmente se denomina como “cuarta edad”). Ahora, ante lo inesperado que, sin embargo, contra cualquier pronóstico, sucedió, se hace difícil, por no decir directamente imposible, ponderar y relatar en un todo “completo”, más o menos “coherente”, semejante trayectoria, un extenso camino de décadas y décadas, de pura dedicación al trabajo, alimentado y desarrollado por la riqueza de sus experiencias, estudios e imaginación, y también por los críticos avatares del país: las dictaduras, el exilio y las crisis económicas; y el sinnúmero de relaciones con maestros y amigos en su juventud, con estudiantes suyos devenidos pares, con colegas en Europa y América, como los escritores del “boom” y José Saramago (con quien compartió una gran amistad); y con especialistas de otras disciplinas, como la psicología, la arquitectura, las artes y las ciencias en general. La obra de Noé es gigante, vasta, monumental; seguramente no haga más que aquilatarse, enriquecer su valor literario, cultural y teórico con el transcurrir del tiempo.

Noé nació el 20 de enero de 1928 –e inscripto el 23 en el Registro civil–, en la localidad de Rivera, en la provincia de Buenos Aires. Con una familia proveniente de Europa, de orígenes judíos, muy humildes, se trasladó con esta en 1939 a la Capital Federal, donde el ajetreo urbano y todas sus delicias culturales le despertaron curiosidad, sensaciones e infinitos deseos. En numerosos libros de relatos “incidentalmente” autobiográficos como MediodíaLos lentos tranvías (recientemente traducido al italiano), Atardeces y Libro perdido (que abarca un período de tiempo más amplio) se puede disfrutar de una prosa memoriosa y de asombrosa plasticidad, y conocer mucho de su vida y entorno en sus primeros lustros de vida.

Como estudiante universitario, participó de Centro junto a Darío Canton –-su amigo-hermano de toda la vida–, Jorge Lafforgue y Amanda Toubes, entre otra gente. Puede verse al respecto Revista Centro. Una antología, volumen con selección y prólogo de Miguel Vittagliano. Esta revista sería una “antecesora” de la célebre Contorno, que es un parteaguas, un antes y un después histórico para la crítica literaria de Argentina, donde también estaría Noé junto a los hermanos Viñas, León Rozitchner, Juan José Sebreli, Oscar Masotta y tantos más. Luego seguiría su propio camino, entablando nuevas relaciones y proyectos, sin dejar de abrirse a la aventura del viaje, por ejemplo conociendo Francia. Todo un rico período de juventud que incluye su trabajo como profesor en la provincia de Córdoba y su relación con Tununa Mercado (futura compañera de vida y escritora), su corta experiencia política con el frondizismo, y sus primeros libros de poesía y de crítica como FeriadosHoracio Quiroga: Una obra de experiencia y riesgo y Procedimiento y mensaje en la novela; vivencias que se encuentran en El río de las terneras atadas y Casa Rosada, otros dos volúmenes de relatos. Por esos mismos años, junto a Francisco Urondo –otro amigo-hermano–, César Fernández Moreno, Edgar Bailey y otros, darán pie a la revista Zona de la Poesía Americana, y a varios libros, incluyendo una Antología interna, que presentaba todas las piezas fusionadas en cuanto autoría, con los poemas agrupados por temas, sin firma, sólo declarada al final, en el índice. Como si “fuera el libro de un solo poeta, hasta como si fuera un poema solo”, decía la solapa sobre esa fraterna cofradía de artes y escrituras. Noé nunca dejará de leer y escribir poesía (¡y de memorizar y recitar, en diversos idiomas, hasta el presente!), y, en materia de revistas, impulsaría luego, en la década de los ’90, sYc, de teoría y ensayo.

Noé leyó, incorporó y se transformó a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX, por medio de las grandes teorías de la literatura: el formalismo ruso, las cartas de Flaubert, Roland Barthes, Maurice Blanchot, el estructuralismo, el psicoanálisis, Gaston Bachelard, el marxismo, y la crítica latinoamericana. Así, no sólo difundió de manera pionera a muchos autores, corrientes y tendencias, sino que fue poniendo en pie su propio aparato o método crítico, que se amplía desde la literatura nacional en sus especificidades, recovecos y detalles, al fenómeno literario “como tal”, en sus múltiples dimensiones, extensiones y bifurcaciones, para derivar en una omnívora filosofía, si se quiere ver a así, que ya no sólo aprecia la obra y el signo literario, su contexto, sino su transformación misma en fenómeno social, parte de su “producción y circulación”, en lo que será una semiótica de la cultura, con todas sus preocupaciones e implicaciones, devenidas de un profundo humanismo.

La aventura intelectual de Noé, su largo viaje, incluyó la labor docente en varias universidades de numerosos países: México, Francia, Estados Unidos, Uruguay, Puerto Rico, Chile, Colombia, haber presenciado el Mayo del ‘68, in situ, y ver nacer y desarrollarse, crearse, muchas de las obras del “boom” literario latinoamericano. Su correspondencia con grandes autores como Roa Bastos, Cortázar y García Márquez –por sólo mencionar a unos pocos– así lo atestigua.

Profesor en la universidad durante el período camporista, ante la amenaza anónima pregolpista (probablemente de la Triple A), él y su familia se exilian y asilan en México, desde 1974, hasta poder iniciar un retorno –intermitente– luego de 1983. Tanto Noé como Tununa desplegaron una acción militante y de solidaridad con el exilio argentino y latinoamericano, a la par que trabajaron, escribieron y establecieron numerosas relaciones en los ámbitos universitarios y culturales locales, abriéndose al arte y la historia, la gastronomía y la naturaleza que se les ofrecía. Fue afrontar el exilio con voluntad, talento e iniciativas, para transformar tamaña adversidad (el destierro, el desarraigo, junto a las noticias que les llegaban de un país a merced del genocidio), pese a todo, en una experiencia de riqueza y nuevos conocimientos. Ahí está su libro sobre el período, La nopalera, y la gigantesca labor como docente que ejerció en El Colegio de México, en la UNAM y varias instituciones más, junto al trabajo periodístico. Entre sus numerosos testimonios, se pueden leer Tierra que anda. Los escritores en el exilio, de Jorge Boccanera, 1983. El año de la democracia, de Germán Ferrari, y Ráfagas de un exilio. Argentinos en México, 1974-1983, de Pablo Yankelevich.

Tan sólo algunos títulos de los libros de Noé podrían indicar ya las paradojas que veía en “la condición intelectual”, como aventura y descubrimiento, y como hipótesis y aun vacilación: Cálculo equivocadoLa piedra en el zapatoEl melódico perplejoVerde es toda teoríaLas armas y las razones, Lámpara diurna (¿pretender poder iluminar en pleno día?). Desde la década de 1990 fue director del Instituto de Literatura Hispanoamericana (ILH), alentando publicaciones de libros y revistas, seminarios y congresos. Sea con el sello editorial de la UBA o incluso como “NJ Editor”, compiló volúmenes colectivos como Atípicos en la literatura latinoamericana y Revelaciones imperfectas:  Estudios de literatura latinoamericana. En 1993, como parte de una iniciativa del ILH para conmemorar el Centenario del nacimiento de Julio Noé –crítico literario y secretario de redacción de la revista Nosotros–, publicó y prologó Escritos de un lector. Otra gran tarea colectiva, que abarcó casi dos décadas, fue la Historia crítica de la literatura argentina: doce volúmenes dirigidos y trabajados hasta el detalle por él, junto a directores y directoras en cada uno de esos volúmenes que, a su vez, se abrían a la participación de decenas y decenas de investigadores/as, escritores/as y estudiosos/as en general, para entrelazarse en un gran relato polifónico, crítico-narrativo, que recorre, visita y analiza fenómenos y autores: el lenguaje y el oficio de escribir, la narración como género que se impone, la condición de la crítica, Sarmiento y Macedonio Fernández, el período de la dictadura y sus numerosas secuelas.

Sería interminable seguir enumerando y comentando sus trabajos y relaciones, viajes y premiaciones, desde el libro realizado junto al artista plástico y amigo Luis Felipe “Yuyo” Noé, En el nombre de Noé, al Honoris Causa que le dio la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA recientemente; del Premio internacional de ensayo “Pedro Henríquez Ureña” al nombramiento como miembro corresponsal de la Academia Mexicana de la Lengua; de la presentación, prepandemia, en la Feria del Libro, de sus memorias lectoras publicadas por Ampersand: Fantasmas del saber (lo que queda de la lectura), al volumen publicado por la Universidad de Santiago del Estero, con una selección de sus clásicas contratapas en Página/12.

Se puede también recordar que uno de sus grandes amigos, Tomás Eloy Martínez, escribió en su clásico Lugar común la muerte el episodio del velorio de otro amigo, Manuel Puig, con Noé y Tununa como los primeros en llegar a la ceremonia fúnebre en Cuernavaca. ¿Y su amistad con Augusto Monterroso? ¿Y con Juan José Saer, quien le dedicó una de sus novelas, Nadie nada nunca? Noé también mantuvo relación durante los últimos años de Bioy Casares, mientras que con Borges tuvo más bien desencuentros, devenidos en “sentimientos complejos”. Con todo lo anterior, siendo autor de más de un centenar de títulos, y junto con haber formado a varias generaciones de críticos, docentes, escritores e investigadores de primera línea, no podría extrañar que se lo haya postulado para el Premio Nobel.

Quien aquí escribe se permite ahora unas líneas a modo personal. Fui amigo de Noé por quince años, hicimos juntos un libro de conversaciones sobre literatura, y nuestro vínculo se tramó en una infinidad de intercambios y complicidades a diario, andanzas, actividades y proyectos. En particular, tuve el privilegio de oír y leer sus opiniones sobre prácticamente todo lo que produje en materia literaria y periodística. Durante la pandemia, además de cumplir con los protocolos de protección y cuidado, siguió trabajando, siempre infatigable, escribiendo para la web sus “diarios de vida” y “tanteos en la sombra” (artículos sobre el presente y otras ocurrencias, hechos a vuelapluma), nuevos libros y publicando, participando de charlas y presentaciones por zoom, y, cuando se pudo, comenzar nuevamente “a circular”: asistimos a la presentación de La voz de Olga Orozco, de Jorge Monteleone, y abrió la lectura colectiva de una “maratón” del Facundo en el Museo Sarmiento, evento organizado por Adriana Amante y filmado por Mariano Llinás y equipo, y también participó –como buen argenmex– de los homenajes a Carlos Fuentes en el Centro Cultural Borges. Ya teníamos a punto Seres de imaginación, precioso y delicado volumen con pequeñas viñetas y perfiles de colegas y amistades, un tanto inspirado en aquel que hiciera Manuel Gálvez. En la galería de Noé están Ángel Rama, Henri Meschonnic, José Emilio Pacheco, Margo Glantz, Diamela Eltit, Julieta Campos, Gonzalo Celorio, Nöel Salomon, Michel Lafon, Edgar Tripet y más. Este último año trabajábamos en su voluminoso archivo, revisando sus artículos inéditos, y especialmente sus libros de poesía sin publicar. Hay un gigantesco tesoro, con decenas de volúmenes terminados e inéditos en múltiples registros. Entre los temas de actualidad, comentábamos el ataque contra Salman Rushdie, y el recentísimo atentado fallido contra la vicepresidenta.

Y me consta que una de las palabras que definen a este incesante caballero de las letras, como se viene leyendo en la mayoría de recuerdos y homenajes, generosidad, la tenía, y en grado sumo: Noé podía leer un libro nuevo que yo le acercara, pongamos por caso, de ensayos de alguien “consagrado” como César Aira, y luego de leerlo le enviaba un mail con sus comentarios y pareceres; pero también hacía lo mismo con Zelmar Acevedo Díaz (un caso único de escritor “best-seller under”, que ha vendido durante varios años miles de sus cuentos, autopublicados en cuadernillos, en el transporte público), y con cualquier autor o autora novel que le llevara su poemario, novela o volumen de cuentos. Y, aunque pudiera demorar dos y hasta tres años, Noé concluía su lectura, reflexionaba, redactaba y enviaba su “devolución”, con las disculpas del caso. La semana previa a su viaje, estábamos concluyendo dos poemarios: Baladas otoñales y Cálculo equivocado II; en el medio, había dado una conferencia para el Colegio de Psicoanalistas; y seguíamos trabajando en una antología de ensayos para El cuenco de plata, con la intención de la editorial de que aparezca a comienzos de 2023, para celebrarle su cumpleaños 95. Por su parte, los editores de InterZona y 17grises anunciaron también futuras publicaciones.

Las aportaciones de Noé Jitrik a la cultura son inconmensurables. Conceptos como libros insomnestrabajo críticorecontextualización y la literatura “como biblioteca” en la que se pretende o desea ingresar (y permanecer), y la “incesancia”: el misterio o enigma de la literatura, que nos convoca, son algunas propuestas que hizo.

 

Detengo aquí este recuento, pensando en todo eso que no cesa, en esa vida entera dedicada a la literatura –y en todo lo que esta nos devuelve y transporta–, con un pasaje de “Ventanas altas”, poema de Philip Larkin, en versión de Marcelo Cohen: “más que en palabras, pienso en ventanas altas: / el cristal en donde cabe el sol y, más allá, / en el hondo aire azul, que nada muestra, / y no está en ninguna parte, y es interminable”.

Por gentileza de Página12

Esto solo es el principio

Héctor Illueca
Vicepresidente segundo de la Generalitat Valenciana | España
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La guerra de Ucrania se ha convertido en el parteaguas de un mundo nuevo que se hace legible ante nuestros ojos. EEUU ha utilizado el conflicto para impulsar una recomposición del bloque occidental, subordinando a sus aliados europeos desde el punto de vista político y militar. La UE ha devenido en el brazo político de la OTAN y su autonomía estratégica se ha reducido hasta extremos que parecían impensables. Lo fundamental, a mi juicio, es la derrota de Alemania, cuya estrategia económica se ha visto dramáticamente frustrada en apenas unos meses, provocando un inmenso vacío de poder en el seno de la UE. EEUU ha movido ficha para defender su hegemonía y ha sacrificado a los países europeos como si fueran peones en una partida de ajedrez. De fondo, como importantes analistas vienen advirtiendo, aparece la posibilidad real de escalada militar en una guerra que Rusia no puede perder y la OTAN no puede ganar. El complejo militar-industrial que denunció el presidente Eisenhower concentra cada día más poder, dirige las operaciones y condiciona la política mundial.

Definitivamente, el mundo ya no es el que era, y la mejor prueba de ello son los efectos de las sanciones económicas impuestas por Occidente, muy limitados en Rusia pero masivos en el territorio UE. Al principio, se dijo que la confiscación de las reservas de oro y de divisas de Rusia provocaría un derrumbamiento del rublo, pero la verdad es que el rublo está batiendo récords e incluso el Banco Central de Rusia ha podido bajar los tipos de interés. También se dijo que las sanciones a las exportaciones de petróleo y gas harían que se hundiera la economía rusa, pero la verdad es que han alimentado un proceso inflacionario en todo el mundo que está haciendo que Rusia reciba más ingresos que nunca por las exportaciones de energía.

La agricultura y la industria rusas se están adaptando a las sanciones y son cada vez más autosuficientes, reorientándose hacia China para encontrar nuevas vías de desarrollo. La multipolaridad económica y social se está transformando en multipolaridad política, ofreciendo alternativas a todos los países para buscar su propio camino. Desde que se impusieron las sanciones, India, Pakistán y China se han convertido en los principales clientes de Rusia, y América latina dirige su mirada hacia este nuevo mundo que nace.

Mientras tanto, Europa ha caído en una trampa mortal y se enfrenta a dilemas que van a marcar su futuro. La inflación golpea ya las clases populares, y todo hace pensar que los tipos de interés van a seguir subiendo en un contexto de elevados niveles de deuda, tanto pública como privada, a causa de la pandemia. De confirmarse esta tendencia, la subida de tipos podría poner en aprietos a los países más endeudados, multiplicando los riesgos de que se produzcan insolvencias que podrían desencadenar una crisis financiera. Ya ha habido algunos avisos en los mercados, y el BCE ha reaccionado a la desesperada creando un nuevo programa de rescate con condicionalidad opaca denominado Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI por sus siglas en inglés). Y aún hay más: la sombra de una recesión anunciada por casi todos se proyecta sobre las economías europeas, añadiendo el problema del paro a un escenario que ha sido calificado, con razón, como una «tormenta perfecta«. Arrastrada por EEUU, la UE se ha metido en un inmenso atolladero que compromete su futuro inmediato y pone en riesgo la existencia del proyecto europeo.

La pregunta surge inmediatamente a la vista de los acontecimientos: ¿Por qué? ¿Cómo es posible que los gobiernos europeos hayan aceptado una estrategia que perjudica gravemente a sus propias poblaciones? Para responder a esta pregunta debemos mirar de frente a una verdad incómoda que casi siempre permanece oculta: en la actualidad, Europa no es más que un protectorado militar de EEUU que alberga en su territorio centenares de miles de soldados y más de 400 bases norteamericanas, muchas de las cuales están nuclearizadas. Lo que significa que el poder real de decisión está en Washington, no en Bruselas, y que Europa carece de autonomía en la configuración de su política exterior. Esta subordinación se ha manifestado de una forma obscena en la celebración de la pasada cumbre de la OTAN en Madrid, en la que los dirigentes europeos, empezando por Pedro Sánchez, rindieron pleitesía a Biden y aceptaron dedicar el 2% de su PIB anual al presupuesto militar, un incremento brutal que se va a detraer inevitablemente del gasto social. Lo subrayo: inevitablemente.

Todo está cambiando a velocidad de vértigo, y la España de 2019 ya no existe. El país ha sido transformado por la pandemia y lo va a ser mucho más como consecuencia de la crisis que ha provocado la guerra. Los conflictos sociales están agudizándose y emergen contradicciones profundas que serán ineludibles en la fase de excepción en la que entramos.

Las condiciones que hicieron posible la constitución de Gobiernos de coalición progresistas en el ámbito estatal o en territorios como la Comunitat Valenciana han cambiado por completo. Debemos poner en valor los avances conseguidos, sin duda, pero también hacer un balance crítico de las limitaciones objetivas que supone gobernar con esta correlación de fuerzas a la hora de afrontar asuntos como la reforma fiscal, el cambio de modelo productivo, el problema territorial o, seamos claros, la defensa de la paz frente a la creciente militarización de las relaciones internacionales. Los logros cuestan mucho, a veces llegan tarde, y otras desvirtuados porque la subordinación del PSOE a los poderes económicos dificulta o impide los cambios que necesita el país. En nuestra tierra lo hemos constatado de forma rotunda con motivo de la aprobación de la tasa turística.

La guerra lo ha cambiado todo y cada cosa tiene su tiempo histórico. La estrategia belicista de la OTAN determina la agenda económica y aboca a una crisis que puede ser muy larga con la inflación al alza y, me temo, elevadas tasas de desempleo. La sociedad no necesita una izquierda que asuma este estado de cosas. Debemos crear las bases para la constitución de nuevas coaliciones de gobierno, sí, pero con una correlación de fuerzas distinta que permita consolidar y desarrollar los avances sociales sin hipotecas a ninguna estructura de poder.

El ejemplo de Mélenchon demuestra que hay espacio para un polo democrático-republicano que apueste por un proceso constituyente y defienda una política exterior y de defensa auténticamente europea. Un proyecto que tenga en la base la construcción de una economía nacional, la planificación ecológica, la reindustrialización del país y la transición hacia un modelo de sociedad diferente. Llevar esperanza a la gente y decirle que hay futuro si nos comprometemos colectivamente a construirlo. Esto sólo acaba de empezar.

Por gentileza de Socialismo21

El capitalismo destructivo del tejido social y ecológico

Enrique Carpintero
Psicoanalista. Director de la revista Topía
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Las características destructivas ecológicas y sociales del capitalismo en su versión mundializada han llegado para quedarse. No se arreglan con retoques en su funcionamiento. Un síntoma de esta situación -aunque regularmente no se lo menciona- es la pandemia. El origen, desarrollo y expansión del covid-19 está ligado a las condiciones de producción y reproducción del capital. No fue un hecho natural; menos un error circunstancial. Su resultado es una crisis de las relaciones de producción cuyos efectos aparecen de forma diferente en cada región del planeta. Pero también, como no podía ser de otra manera, la desestructuración traumática de las condiciones corposubjetivas en relación con uno mismo y con los otros.

Muchos son los efectos de la pandemia cuyos síntomas pusieron en evidencia circunstancias previas de un sistema socioeconómico sostenido en la desigualdad y la ruptura del lazo social. Los necesarios cuidados que requieren protegernos del virus afianzan la sensación de que el otro es el enemigo de quien nos tenemos que proteger: el encuentro ya no se establece con un fuerte apretón de manos sino con dos manos apretadas en un puño que se chocan. Es decir, un saludo que simbólicamente no invita a encontrarse sino a establecer el lugar donde cada uno está parado. No es difícil imaginar la cantidad de personas que, al borde del colapso psíquico, ante la sensación de angustia e incertidumbre adoptan conductas agresivas, crueles y violentas cuyas consecuencias la padecen los más desprotegidos; por ello el aumento de la violencia familiar, el abuso de menores y el femicidio.

Un hecho significativo se encuentra en aquellas personas, en especial jóvenes, que se aíslan y se encierran en su habitación o en departamentos. Esto ha adquirido una gran difusión en otros países; en Surcorea toma la fuerza de un movimiento que se llama Hanjok que reivindica la soledad. Apareció un año antes de la pandemia y hoy se lo identifica como una “epidemia de soledad” donde aquellos que se encierran son en su mayoría jóvenes mujeres. Pero si la búsqueda de la soledad ideal, para disfrutar la vida contemplativa puede ser un objetivo, en las actuales circunstancias no es algo que se decida sino producto de miedos y angustias, ante una sociedad amenazante que se acentúa con la pandemia, que llevan al deterioro de la corposubjetividad que pone en peligro su vida. En Japón la gravedad de este problema condujo a que el primer ministro creara un “Ministerio de la soledad” con el fin de atender a estas personas en una situación de desconexión extrema; uno de cada tres japoneses vive en departamentos muy pequeños. Durante el año 2018, en Inglaterra, la ex primera ministra Theresa May crea el “Ministerio de la soledad” inglés con el fin de paliar los intentos de suicidio y la desestructuración psíquica que aumentan entre los jóvenes y personas mayores ante la pandemia. En el resto de Europa y EEUU vamos a encontrar esta problemática. Aunque las características culturales son muy diferentes en todas estas regiones, podemos afirmar que en nuestro país se da una situación similar: la población etaria de jóvenes y adolescentes son las que padecen la más alta tasa de suicidios.

Ante esta situación de extrema gravedad en la que predomina la incertidumbre, la angustia y el miedo el mecanismo de defensa que prevalece es la negación que se sostiene en la renegación: negar que se niega. Pero este no es un efecto primario ya que es la consecuencia de creer. La necesidad de creer en consecuencias mágicas que nos salven conlleva la renegación. Esta forma de creer es propia de la religión, pero la podemos extender a otros patrimonios culturales como los científicos, políticos e ideológicos que pretenden transformarse en una cosmovisión donde todo se resuelve ilusoriamente. Como planteaba Freud no me interesa demostrar -en esto seguía a Spinoza- que la ilusión es falsa, sino que es el resultado de un deseo de plenitud y, como tal, una distorsión de la realidad. La ilusión es lo que el deseo da por realizado: por ello en la actualidad a los negacionistas no les interesa ver las relaciones socioeconómicas y culturales que permiten los acontecimientos. Por lo contrario, lo que quieren es corroborar sus propias creencias. El engaño y la mentira -que paradójicamente se enuncia con un eufemismo como Fake News– es el centro de las llamadas redes sociales -otro eufemismo para mencionar relaciones virtuales a través de mensajes mediados por algoritmos cargados de ideología-. Estas circunstancias conllevan a que la esperanza ante un conocimiento que se lo pretende infalible desconoce que la ciencia y otros saberes científicos funcionan por ensayo y error. Las ideas negacionistas del cambio climático y el rechazo a las vacunas son su consecuencia. Cuando la ciencia se equivoca o muestra que sus aciertos nunca pueden ser ciento por ciento seguros conduce a que se confirme la desconfianza. Desconfianza que equipara la ciencia con una religión; es decir, un mundo donde la ilusión permite la creencia en que todo es posible. Desde aquí vamos a encontrar una multiplicidad de teorías sociales, políticas y supuestamente científicas que transforman los prejuicios en verdades indisolubles donde el “terraplanismo” se transformó en la metáfora de nuestra época. Esto no es nuevo, al contrario, es tan viejo como la historia de la humanidad; allí están las diferentes formas de dictaduras y fascismos en los cuales la mentira y la manipulación formaban parte de sus políticas. Pero nunca alcanzó la difusión y masividad que ha adquirido a través de los medios virtuales.

Los sectores de la cultura dominante utilizan esta situación para aprovechar las necesidades que provoca el protegerse del covid-19 aumentando el control de la población con la coartada de la seguridad sanitaria de los ciudadanos. De esta manera velan sus consecuencias socioeconómicas de un sistema que ha llevado a la máxima desigualdad de la historia. Veamos. El reporte del colectivo World Inequality Report establece que el 10% más rico disponía del 52% de los ingresos y del 76% de la riqueza; la clase media del 39.5% y del 22% y el sector más pobre de solo el 8.5% y el 2%. Este último segmento representa la mitad de la población mundial, es decir unos 3 mil millones de personas. Cuando estas cifras se comparan con las del pasado se observa que son peores que a principio del siglo XX, cuando los imperios europeos alcanzaban su máximo dominio, pero también con las de 1820: si los pobres de hoy disponen de 8.5% del ingreso total, en 1820 poseían 14%, con la aclaración de que aquéllos eran algo más de mil millones y hoy cuadriplican esa cifra. Desde el inicio de la pandemia cada 26 horas hay un nuevo multimillonario mientras 160 millones de personas han caído en la pobreza. Ante esta disparidad, que no es solo económica sino también corposubjetiva, regional y de género, cada día mueren 21.300 personas; es decir, una cada cuatro segundos. Según Oxfam internacional -movimiento global para combatir la desigualdad- cerca de 17 millones de personas murieron desde el inicio de la pandemia. En los países ricos y de recursos medios la población está mayoritariamente vacunada, en los países pobres la vacunación es inexistente. Este apartheid de las vacunas, producto de las políticas de las empresas farmacéuticas internacionales, lleva a la muerte a cientos de miles de personas y sustenta las desigualdades donde las mujeres son las principales víctimas de la doble pandemia: sanitaria y de exclusión. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el desempleo aumenta en forma alarmante. Lo mismo ocurre con la pobreza. En nuestro país el 40% de la población vive bajo el nivel de pobreza y más del 50% de los menores de edad son pobres.

Estos datos incontrastables no forman parte del centro de debate de los diferentes gobiernos del poder en su versión neoliberal o progresista. Las minorías que acaparan la riqueza del mundo tienen tanto poder (militar, político e informático) que hacen difícil pensar un necesario cambio ecológico y social estructural. En estas perspectivas las distintas formas de la derecha fascista se oponen a las necesarias medidas contra el covid-19 (mascarilla, distancia social, vacunación, certificado de vacunación, etc.) diciendo que éstas deben ser decisiones individuales. Como si esta decisión fuera propia de cada sujeto: no hay decisión individual en un problema de salud pública; mi límite es el límite que me impone el colectivo social. No aceptar estas medidas no solo me afecta sino a quienes me rodean.

Sin embargo, estas disposiciones contra la pandemia son aprovechadas por el poder para controlar a la población mediante recursos sanitaristas ya sea para impulsarlas o dejar de aplicarlas de un día para otro. Ante estas circunstancias no le debemos oponer la ilusoria libertad del individuo, sino la fuerza del colectivo social que permita generar propuestas de participación.

De allí la necesidad de apropiarnos de la cultura -que Spinoza llama la naturaleza- en la que estamos y pertenecemos para construir alternativas que enfrenten los procesos de sometimiento del poder hegemónico. Nada mejor, para finalizar, que recordar a Jean Paul Sartre cuando escribe en Los condenados de la tierra: “No nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros.”

Por gentileza de Topía

 

Los agujeros del alma | Análisis desde el Efimov de Dostoievski

Diego González 
Psicólogo [1]
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Según Freud, el tipo más grave de enfermedad mental era la causada por una fijación (o una regresión) a los primeros niveles del desarrollo de la libido.

E. Fromm (1966:130)

Explorar la psicología indagando al cielo infinito pintado por F. Dostoievski es una maravilla cercana al milagro. Su personaje Efimov [2] es una incógnita que deviene en certeza en las patologías del narcisismo, y en esa tendencia oscura de quienes desmienten la vida. Su devenir quizás se parece a aquella maldición vivida por Sísifo, de llegar al final para volver a fracasar.

1

Egor Efimov fue un músico mediocre, el padre de Nietoscka Nezvanova, a quien se le atribuía cierta delicadeza para tocar el violín, pero que termino tocando El Clarinete en una orquesta de pueblo. Algunos expresaron que su talento pertenecía al de un genio, pues sus palabras develaban ¨una comprensión profunda, clara e intuitiva del arte¨ (Dostoievski, 1997:21); pero una sensación devanaba sus sesos, la del no saber de sí. Efimov declaro: ¨Señor, aunque me dijiste usted Egor, ¿Qué deseas? Puedo dártelo todo, no le pediría nada, porque yo mismo no sé qué deseo…¨ (Dostoievski, 1997:19).

Esa sensación que afligía su alma empezó por socavar primero sus sueños, y luego los cimientos de su vida.

Durante siente años de meditaciones e ¨imaginación desordenada¨, llegaba a lo alto de las cumbres, maravillado por la gloria, las ilusiones y la ambición de la grandeza; pero terminaba en bares y cantinas gastando sus últimos pesos. De Efimov, su amigo B… declaró:

Albergaba una sola idea: la de salir de aquella situación y economizar el dinero suficiente para ir a Petersburgo. Pero era ésta una idea vaga y oscura, una especie de grito interior que, con los años, había perdido su precisión, hasta el punto de que, al encaminarse a San Petersburgo, parecía obrar sólo por la inercia de su deseo continuo de emprender semejante viaje, y no sabía bien qué era lo que iba a hacer a la capital. Su entusiasmo será contenido, irregular, bilioso, como si quisiera engañarse a sí mismo y convencerse de que su primitiva energía, el ardo y la inspiración no se había agotado en él todavía (…) vieron que toda aquella fiebre, toda aquella impaciencia no eran otra cosa que la desesperación del talento perdido (21).

Efimov parecía tener una vida perdida y un destino marcado, pero volvamos atrás. Al lugar donde hipotéticamente se hilvana las hebras del alma; y si esta malla no queda zurcida con precisión, los agujeros del alma son irreparables.

2

Suponemos que el alma, el aparato psíquico, ese espacio virtual lleno de ¨representaciones mentales¨ que es como el ¨teatro del cerebro¨ —tal cual lo dijo Freud— se teje en los primeros años. El cariño, el cuidado solicito, la protección cálida, en una palabra ¨el amor¨, permiten la estructuración psíquica del infante, y la formación de la malla de su personalidad. W. Bion (1975) hablara de la capacidad de Reviere de la madre, que ¨alude al estado mental requerido en la madre para estar en sintonía o empatía con las necesidades del bebé y contener las angustias¨ (Borelle-Ruso, 2017:35). De esta forma los ¨elementos beta¨ que produce él bebe y son expulsados fuera de sí, deben ser sustituidos por ¨elementos alfa¨ que provee la madre para hacer posible la vida mental del menor. Sin esta capacidad, su psique sufrirá lo que hemos llamado agujeros del alma. En conclusión, el amor crea, y el odio destruye lo que es el hombre desde su más tierna edad.

Una segunda hipótesis se explica como sigue: en la medida en que él bebe crece, y se hace independiente y autónomo, necesita crear para sí ¨elementos mentales¨ que le provean seguridad y confianza en sí mismo. Estos se denominan ¨objetos mentales¨. Su formación depende de la calidad del vínculo con su figura protectora. Por ello Guidano (1987) proponía ¨durante la temprana infancia, el vínculo se vuelve un vehículo altamente estructurado a través del cual llega a ser disponible una ilimitada información cada vez más compleja acerca de uno mismo y del mundo (p.47), de lo que se colige, que entre el vínculo y los objetos mentales hay una ligazón inmediata.

La formación de los ¨objetos¨ está dada por la capacidad de lo que Splitz (1972) ha llamado ¨Integración de los impulsos¨ (p. 57). Siguiendo a Hartmann el autor propone que existen en el infante dos impulsos, ¨el malo¨ y ¨el bueno¨, hacia el primero se dirigen ¨la agresión¨, la violencia, el odio innato; y hacia el bueno ¨el impulso libidinal¨, la vida, y la capacidad de creación. El psicoanalista propone que es durante el sexto mes de vida que el ¨yo¨ rudimentario del bebe puede realizar la síntesis de estos dos impulsos en un solo objeto: su madre (Ibid. p. 57). De acuerdo a lo anterior, la integración que pueda hacer él bebe de sus impulsos de ira y sus impulsos de amor en su madre, permite la formación de objetos mentales, y de la capacidad de pensamiento. Recordemos que la madre es la primera persona que aparece en el mundo del bebe, por lo tanto, será el representante del Otro, o de la sociedad. Decíamos que esta dinámica potencia el pensamiento, porque él bebe está obligado a regular sus impulsos de amor y de odio para con su madre, y esta exigencia es la génesis de su capacidad de vincularse, socializar, y mentalizar la alteridad. En un ejemplo, él bebe quizá muerda con violencia la teta, pero luego la succionara con amor, ya que es su fuente de vida, y esto es producto de la integración de los dos impulsos.

Siguiendo con el desarrollo del menor, podemos hipotetizar que una de las claves en la formación del pensamiento, es la capacidad de los padres para ¨frustrar¨ la satisfacción inmediata de los niños. Puesto que la consecuencia de esa frustración, es la imposición del ¨principio de realidad¨ sobre su mundo mágico. En definitiva y por toda la vida, la palabra NO impone realidad. Splitz (1972) lo explica así: ¨La capacidad de tolerar la frustración ha reforzado el funcionamiento del principio de realidad y de organización del pensamiento¨ (59). Siguiendo con el ejemplo del niño un poco más grande, el ¨No¨ de los padres permite al niño integrar sus impulsos agresivos, y cambiarlos por pensamientos y conductas más adecuadas a la realidad.

La frustración en su justa medida, es lo que permite en el niño la aparición del pensamiento y la reflexión, por la cual hará como suya la ley que prohíbe, y quizá estamos ante el nacimiento de esa instancia punitiva o superyoica de la moral.

3

Nuestra tesis central en este escrito corto, es una formulada por Splitz (1972) que se refiere a la relación que existe entre ¨narcisismo¨ y ¨estadio preobjetal¨. Es decir, la imposibilidad del sujeto de reconocer la alteridad, porque un sujeto narciso no permite la apertura de su yo. Su escisión al otro, que es la condición de toda sociabilidad.

El estadio preobjetal podría definirse inicialmente como el génesis del yo. Para Splitz (1972) los primeros bosquejos del yo aparecen luego de la ¨sonrisa social¨ aproximadamente a los cuatro meses cuando él bebe sonríe a su madre. Por lo tanto, es un estado de desprotección, de simpleza del aparato psíquico y predominio del sistema somático, en donde el sujeto este marcado por la carencia y el vacío. Por ello Freud (1911) decía: ¨nos ha llamado la atención un estadio evolución de la libido, estadio que se atraviesa del autoerotismo al amor de objeto¨ (56). En el narcisismo se retira la libido de objeto, y se la deposita en el yo. Por lo tanto, el destino de la libido queda truncado, y se altera el juicio de realidad, al juzgar lo exterior como un producto de la necesidad interna. Es decir, un narciso no puede leer la alteridad que lo acompaña, ya que su dinamismo psíquico le impide amar (Freud, 1911).

Lo anterior es un rasgo característico de Efimov, que corroboran Nezvanova:

Pero la ceguera, la idea fija de mi padrastro (Efimov) y sus extravagancias le tornaban un ser casi inhumano y privado de todo sentimiento. No hacía más que reír, y juraba que no tocaría un violín hasta que muriese su mujer, poniendo en esta declaración una cruel franqueza. Mi madre, quien hasta que exhaló el último suspiro lo amó apasionadamente, no podía, a pesar de todo, soportar semejante vida. Se altero su salud. Siempre enferma, vivía en constante inquietud. (Dostoievski, 1997: 29)

Otro rasgo del narcisismo es el egoísmo, que se hace casi paranoico. Recordemos que Freud (1911) proponía que ¨la paranoia fragmenta¨, y tiende a ¨disolver las identificaciones¨ (p.44), por lo cual estos sujetos tienden a menospreciar a sus congéneres. Este egoísmo rompería el lazo social, y el sujeto queda abandonado a su yo, o al ¨tenebroso déspota¨ tal como lo define Freud. Nuevamente Nezvanova corrobora este rasgo en Efimov:

Luego declaró que en aquel tiempo había alcanzado casi la perfección del violín, y que B (Amigo de Efimov) … uno de los primeros violinistas de la ciudad, no le llegaría a la suela del zapato, sí él quisiera.

—Entonces, ¿Qué significa todo esto? —exclamó, haciendo con la mano un movimiento de indiferencia—. ¿Quién de vosotros comprende algo? ¿Qué sabéis vosotros? Nada. Eso es todo lo que sabéis… Tocar en un baile, en una reunión, nada más… vosotros no sabéis visto ni oído nunca a un buen violinista. No vale la pena de haceros caso. Continuad siendo lo que sois. (Dostoievski, 1997: 26).

En aquella época, B… tenía grandes relaciones y empezó inmediatamente a recomendar a su camarada, al cual le hizo dar su palabra de honor que se conduciría bien. Entre tanto, le compró ropa nueva y le presentó a algunos personajes conocidos, de quienes dependía el empleo que deseaba obtener para él. Efimov se mostraba algo soberbio en sus expresiones. Pero acepto con el mayor júbilo la proposición de su antiguo amigo. (…) por fin encontró una vacante en la orquesta de un teatro. Hizo brillantemente su presentación, y en un mes de aplicación y de trabajo recobró cuanto había perdida en dieciocho meses de inacción. (…) Les explico en seguida que él era un hombre desconocido, que tenía un enorme talento, que su mujer le había perdido, y en fin, que el director de orquesta no entendía una palabra de música. Se burlaba de todos los artistas, de la orquesta, de las obras que se representaban, e incluso de los autores de éstas. (…) Comenzó, además, a desarrollarles una nueva teoría de la música. Lo hizo tan bien, que enojó a toda la orquesta; se enemisto con sus compañeros y con su jefe; se mostró grosero con sus superiores y adquirió una reputación del hombre más desequilibrado e inepto del mundo. Resulto, desde luego, insoportable para todos (Dostoievski, 1997: 26).

Conocía a todos los violinistas de Petersburgo, y en su opinión, ni uno solo podía rivalizar con él. Los aficionados y principiantes que frecuentaban al desdichado loco, gustaban de citar en su presencia cualquier violinista célebre con el fin de obligarle a hablar. Saboreaban entonces su maldad, sus acertadas observaciones, sus frases causticas e ingeniosas, cuando criticaba a sus rivales imaginarios. (…) Los mismos artistas de quienes se burlaba le temían un poco, pues sabían su mala lengua y tenían bastante conciencia de la justicia de sus ataques y de la seguridad de sus juicios. (…) Aquella vida duró dos o tres años; pero, por último, aun representando este íntimo papel, consiguió hastiar a todo el mundo. Se le expulsó definitivamente, y durante los dos años postreros de su vida, mi padrastro desapareció por completo de la circulación. (Dostoievski, 1997: 31)

4

Ahora vamos a ver un poco los mecanismos de defensa para las patologías del narcisismo. Para Sneiderman (2012) un mecanismo de defensa es un procedimiento del Yo que busca reducir, modificar, o suprimir toda fluctuación que ponga en peligro el equilibrio o la integridad del sujeto. La finalidad de una defensa es básicamente ¨evitar el displacer¨ (p. 45).

Citando a Freud, Sneiderman propone que una defensa es patológica cuando ¨perturba el refinamiento yoico, o le impone una regresión¨ (46). En las neurosis, la defensa acepta la realidad y la admiten con temor y distancia. En este caso la pregunta fundamental del terapeuta es ¿Qué desea el sujeto?; pero en las patologías narcisistas ¨desmienten la realidad¨, al punto de volverla añicos. Está implicada la regresión a un estado anterior del desarrollo, y de aquí la concepción tanática de la vida. Recordemos que Fromm (1966) define las patologías por su nivel de regresión, y todo ¨profundo deseo regresivo choca con el deseo de vivir¨. En toda regresión hay una vuelta al universo materno, a la figura del océano de paz, y ¨estar en el seno materno es estar alejado de la vida¨ (p. 120).

Efimov tuvo problemas toda su vida con la bebida, Nezvanova declara ¨durante sus horas de duda, se entregó a la bebida, lo cual hacía desaparecer su angustia¨ (Dostoievski, 1997:27). La bebida es un ejemplo de defensa patológica, que finalmente aniquilo su capacidad para sostener un único objetivo en su vida.

En alguna ocasión su amigo B… le decía:

eres impaciente; tu enfermedad es la impaciencia. No tienes bastante sencillez. Eres demasiado sagaz, reflexionas demasiado, haces trabajar al cerebro más de lo debido…Eres audaz en tus palabras y cobarde cuando deben tomar el arco en tu mano. Efimov escuchaba a su antiguo compañero con una atención profunda. Conforme hablaba este, la palidez abandonaba las mejillas de Efimov. Sus ojos brillaban con un fuego insólito de aliento y esperanza. Bien pronto aquel noble aliento se transformaba en audacia, y luego en su acostumbrado descaro; y cuando B… terminó su exhortación, Efimov sólo le escuchaba distraídamente y con impaciencia (Dostoievski, 1997:27)

Las últimas cuatro líneas se corresponden de manera exacta con la Desmentida como mecanismo patológico. Para nuestra suerte Dostoievski escribió sus personajes como un libro de psicopatología abierto, y su profundo conocimiento del alma humana llevo a Nietzsche a decir que era el único psicólogo.

Definamos un poco para finalizar. Siguiendo a Sneiderman (2012) mediante la Desmentida el sujeto eleva una defensa ante lo que el sujeto cree que es la realidad exterior, y crea un ¨ordenamiento y una configuración sensorial¨ al servicio del ¨principio del placer¨. Por lo tanto, tiende a desconocer muchos aspectos de la realidad, y a entregarse al placer. Efimov siempre vivió en una buhardilla, en la pobreza más sórdida sin el deseo de enfilar su voluntad hacia su superación personal y material, y con una gran capacidad y genio para interpretar el violín. Esto lo llevo a tocar en las primeras orquestas de San Petersburgo, pero luego huyo. En la desmentida el sujeto no puede hacer uso de sus recursos personales, porque su pasión ¨estriban en desviar la atención y el interés hacia otros aspectos (como un fetiche), o hacia detalles de la realidad o del yo propio, en lugar de los centrales¨ (50-51).

Efimov muere pobre y olvidado. Abandonando todo proyecto de realizar algo con su vida, y consumido en su soledad.

5

Como conclusión tenemos que el génesis del ser humano, es el amor. Los cuidados y el buen vinculo tejen sobre el alma lo que será el destino. Sin estos vínculos se generan lo que hemos llamado ¨agujeros del alma¨. Una de las consecuencias es estos vacíos son la formación del Narcisismo como patología, que carga en si el odio necesario para la destrucción del sujeto.

Notas

1. Psicólogo IUE-USAL. dag227@hotmail.com
2. Personaje de novela Niétoscka Nezvanova de Fiodor Dostoievski.

Referencias bibliográficas

BORRELLE, A.; RUSSO, S. L. (2017): Clínica psicosomáticaSu especificidad en la evaluación y el diagnostico. Buenos Aires: Paidós.
DOSTOIESVSKI, F. (1997): Niétoschka Nezvanova. Madrid: Club internacional del libro.
FREUD, S. (1911): Introducción al narcisismo.
FROMM, E. (1966): El corazón del hombre. México: Fondo de cultura económica.
GUIDANO, V. (1987): La complejidad del si mismo. Un enfoque evolutivo de la psicopatología y de la psicoterapia. EEUU: Guilford Press.
SNEIDERMAN, S. (2012): El cuestionario desiderativoAportes para una actualización e interpretación. Buenos Aires: Paidós.

El duelo en la infidelidad

Inmaculada Jauregui Balenciaga
Doctora en psicología clínica e investigación. Máster en psicoeducación y terapia breve estratégica [1]

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R
esumen

La infidelidad suele desencadenar una inestabilidad en la relación amorosa que frecuentemente desemboca en separación y divorcio. Tiene graves consecuencias tanto a nivel individual como familiar, social y económico. A pesar de la profunda conmoción, muchas parejas deciden seguir en relación, lo que implica habitualmente atravesar por un proceso de cura.

Tanto si se separan como si siguen juntas, la labor terapéutica se ve impelida a trabajar el duelo, debido a las numerosas pérdidas que conlleva. Un duelo por lo general complicado por su intensidad y duración, así como por lo traumático de la experiencia.

Summary

Infidelity often triggers instability in the love relationship that often leads to separation and divorce. It has serious consequences both at the individual, family and social level. Despite the deep shock, many couples decide to stay in relationship, which usually involves going through a healing process.

Whether they are separated or if they remain together, the therapeutic work is impelled to work the mourning, due to the numerous losses that it entails. A duel that is usually complicated by its intensity and duration, as well as the traumatic nature of the experience.

Introducción

Una buena parte de los trabajos sobre la elaboración del duelo hacen referencia a “la pérdida de un ser querido a través de la muerte” (Neimeyer, 2000, p. 47). No obstante, hay muchas pérdidas vitales a lo largo de la existencia humana que nos confrontan al duelo como por ejemplo una separación o un divorcio, la pérdida de la salud, la jubilación, la pérdida de una mascota, un trauma…, iniciándose un proceso similar al duelo por fallecimiento. Este parece ser el caso de la infidelidad. El tipo de pérdida a la cual se ven abocadas a hacer frente las personas involucradas en relaciones íntimas en las que uno de los miembros ha sido sexual y/o emocionalmente infiel genera, en muchas ocasiones, reacciones de duelo igualmente importantes a las que se generan por fallecimiento. Y es que en la infidelidad hay una serie de pérdidas no solo interpersonales, sino psicológicas y simbólicas que pueden comprometer la estabilidad emocional presente y futura. Las formas habituales de respuesta para gestionar el dolor generado por este suceso tales como el bloqueo, la rabia y la búsqueda de explicaciones, no parecen permitir transformar el dolor, requiriendo así un proceso de elaboración de la pérdida, no siempre fácil.

El motivo de este artículo es el de sugerir que la infidelidad, en no pocos casos, debido a las múltiples pérdidas que ocasiona, afectando de lleno el sentido de la autoestima y la continuidad de la identidad de las personas, genera un proceso de elaboración del duelo complejo y difícil, que encaja en el diagnóstico de trastorno por duelo prolongado.

El duelo: un proceso común a toda pérdida

El duelo es una experiencia humana en parte natural y en parte social. Esto es, por un lado, las respuestas de pérdida son un reflejo de nuestra herencia y evolución tanto biológica como social, derivada de la interrupción de los lazos de apego necesarios para la supervivencia.

El duelo no siempre es sobre la muerte, sino sobre la pérdida. Hay muchos tipos de pérdida y la muerte es uno de ellos. Ahora bien, independientemente del tipo de pérdida sufrida, el proceso de duelo es real. La pérdida es definida como “cualquier daño en los recursos personales, materiales o simbólicos con los que hemos establecido un vínculo emocional” (Harvey y Weber, 1998).

Algunos estudios (Papa y Maitoza, 2013) han demostrado que ciertas pérdidas como el trabajo, la enfermedad, las rupturas relacionales, los lesiones, los traumas… generan síntomas de duelo; sintomatología diferente a patologías como la depresión, desde el momento en que la pérdida afecta al sentido de la identidad. Si las reacciones de duelo son una respuesta a la alteración del sentido del yo, entonces otros tipos de pérdidas personalmente relevantes, también pueden estar asociadas con la experiencia del duelo (Ibid). Es el caso igualmente de la pérdida de la salud por enfermedades crónicas como la enfermedad de Huntington (Klodniskly, 2004).

El fenómeno del duelo

Por duelo se entiende el proceso de adaptación a una pérdida entendida como “la privación de algo que hemos tenido (…), con el fracaso para conservar o conseguir algo que tiene valor para nosotros (…), con una disminución mensurable (..) y con la destrucción o la ruina” (Neymeyer, 2000, p. 15).

Esta adaptación puede ser pasiva o activa. En la concepción pasiva del duelo, los sujetos se ven atravesando un proceso que sigue su curso, empujados por “una experiencia que deben superar, pero sobre la que tienen poco o ningún control” (Ibid p. 67). La pérdida les convierte en víctimas y poco se puede hacer con el dolor.

En el intento de comprender este proceso, hay autores que se han centrado en las etapas del duelo. Uno de los modelos más extendidos es el de Elisabeth Kubler—Ross (2006) quien divide el duelo en cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Otros autores reconocidos en la materia han hablado de fases. En este sentido, el modelo de Parkes (1970) presenta cuatro fases: período de insensibilidad, fase de anhelo, desorganización y desespero y finalmente, la fase de conducta reorganizada. Sanders (1999) ha descrito el proceso en cinco fases: choque o impresión, conciencia de la pérdida, conservación—retirada, sanación y renovación.

Finalmente, otros autores renombrados en la materia como William Worden (1991), siguiendo el modelo del psicólogo evolutivo Robert Havinghurst (1972), se centrará en las tareas del duelo, alegando que, en estos modelos basados en fases, subyace una concepción del duelo pasiva. Este autor plantea este fenómeno como un proceso activo por lo que hablará de tareas, para asimilar y superar la pérdida. Hablará de reconocer la realidad de la pérdida, de abrirse al dolor, de revisar del mundo de los significados, de reconstruir la relación con lo que se ha perdido y de reinventarse. En esta misma línea de pensamiento, Therese Rando (1993) construye una teoría del duelo activo más elaborada, cuyos procesos más importantes serían: el reconocimiento de la pérdida, la reacción a la separación, el recuerdo de la persona pérdida y de la relación que se mantenía con él, la renuncia al apego establecido con ella y la anterior concepción del mundo, el reajuste adaptativo al nuevo mundo y la reinversión en nuevas relaciones. Enfocando el duelo como aprendizaje, Atting (1996) apunta que la tarea fundamental del proceso doliente es la de reaprender cómo es el mundo. Silverman (1986) plantea el duelo como una transición y, como tal, equivalente a una experiencia de aprendizaje. En esta misma línea argumental, Parkes (1986) entiende que la persona doliente es un ser en crecimiento y el duelo lo enfoca como una resistencia al cambio. La pérdida es entendida como cambio y el duelo será entonces el conjunto de reacciones de ajuste a dicha pérdida. De ahí la noción de proceso y de fases durante el mismo.

Sintomatología del duelo

El duelo puede expresarse de formas muy diferentes. Unos síntomas aparecen y desaparecen fácilmente. Otros en cambio, pueden durar tiempo. Pueden ser intensos o leves. Pero dicho proceso presenta, independientemente de pérdida, una sintomatología común dividida en cuatro amplias categorías: a) desorganización cognitiva, b) emociones disfóricas, c) déficits en la salud y d) interrupciones en el funcionamiento social y ocupacional (Bonanno y Kaltman, 2001).

A nivel cognitivo, hay una sensación de confusión y preocupación por la pérdida, una dificultad para aceptar la realidad, así como sensaciones de desrealización y desorganización (Mancini, Prati y Bonano, 2011). Esta desorganización cognitiva se manifiesta habitualmente a través de distracciones, olvidos, incapacidad para concentrarse, pensamientos intrusivos, rumiaciones, incredulidad… (Klodniskly, 2004). Worden (1991) detalla algunos de los patrones de pensamiento que marcan la experiencia del duelo: incredulidad, confusión, preocupación, sentido de presencia y alucinaciones.

A nivel emocional, hay toda una variedad de emociones disfóricas que van más allá de la tristeza, destacando la inquietud, la ansiedad, la angustia, el desasosiego, la ira, la irritabilidad, la hostilidad, la tristeza, el miedo, la culpa y la depresión (Mancini, Prati y Bonano, 2011). Worden (1991) hablará de sentimientos como tristeza, enfado, culpa, ansiedad, soledad, fatiga, impotencia, shock, anhelo, emancipación, alivio e insensibilidad. A nivel de sensaciones físicas destaca vacío en el estómago, opresión en el pecho y en la garganta, hipersensibilidad al ruido, despersonalización, falta de aire, debilidad muscular, falta de energía y sequedad en la boca.

Existen bastantes evidencias empíricas que indican que el estrés de la pérdida tiene un coste significativo en la salud física (Horowitz, 1986; Lindemann, 1944). Los síntomas que se observan con mayor frecuencia, constituyendo motivos de consultación médica

son: dificultad para respirar, palpitaciones, opresión en la garganta y pecho, malestar estomacal, pérdida de apetito, entumecimiento, fatiga intensa y falta de energía, dolores de cabeza, suspiros frecuentes, pérdida de peso, mareos, fuertes latidos del resfriados y gripes, insomnio… También se han registrado correlaciones con problemas de salud mental como crisis de ansiedad, depresión, brotes psicóticos, adicciones y suicidios (Prigerson et al., 1997). El duelo también ha sido asociado a interrupciones en el funcionamiento social y ocupacional. Estas dificultades han sido observadas con mayor frecuencia en forma de aislamiento social y una concomitante dificultad para asumir o mantener roles sociales y ocupacionales ordinarios. También se ha observado una actividad excesiva para distraerse (Ibid).

Ahora bien, que el duelo sea de una u otra manera no depende de la naturaleza del objeto perdido, sino del valor acordado. De ahí, la importancia del aspecto subjetivo del duelo y así poder analizar los factores que pueden incidir en el proceso. Murray Parkes (1986) y John Bowlby (1997), autores reconocidos en la materia, dirán que el duelo es la consecuencia de los apegos afectivos, por lo que la intensidad del duelo será proporcional a la fuerza del apego según Alexander Bain (Pangrazzi, 2004).

Concepto de infidelidad: el síntoma

La condición esencial para definir un acto como infidelidad reside en su ocultación, su mentira, su negación y su secreto. En definitiva, toda intimidad fuera de la pareja ocultada, mentida, negada y secreta será susceptible de entenderse como infidelidad. Al hilo de lo expuesto, la infidelidad puede ir desde el coqueteo oculto entre personas conocidas o compañeras de trabajo, hasta salir con alguien a escondidas, pasando por chatear sin que la pareja lo sepa (Pittman, 2003). También se incluyen el mantenimiento de relaciones ambiguas con exparejas, relaciones no compartidas, no consensuadas, no negociadas, al igual que la pornografía. La infidelidad no será estrictamente una aventura sexual, sino que englobará también una aventura sentimental (Jauregui, 2018). Un consenso general puede extraerse en lo referente al concepto de infidelidad, entendida como el incumplimiento de un convenio donde se infringen acuerdos de exclusividad relacional; una violación del convenio relacional, sea cual sea este. De ahí la infidelidad como traición y fraude (Pittman, 2003). Walter Risso nos explicita: “Cuando los pactos se cumplen, hay fidelidad, y cuando se incumplen de una manera solapada, hay trampa” (Risso, 2010, p. 32). Lo que define en esencia la infidelidad es la forma en que se hace la ruptura del convenio: unilateral, desigual, en secreto, mintiendo, ocultando, engañando, desorientando, desinformando. «Todo esfuerzo deliberado por desorientar a la pareja a fin de rehuir el inevitable conflicto en torno de una violación del convenio matrimonial» (Pittman, 2003, p. 20). La cuestión sobre la definición de infidelidad y fidelidad parece estar bastante clara: «Cuando los pactos se cumplen, hay fidelidad, y cuando se incumplen de una manera solapada, hay trampa» (Risso, 2010, p. 32). Y no parece haber diferencias significativas en cuanto a las consecuencias entre la infidelidad presencial y la virtual, en cuanto a su esencia (Hertlein y Piercy, 2006).

En la infidelidad parecen confluir fundamentalmente dos elementos fundamentales: el primero —y quizás principal—, el sexo; el segundo, el afecto, descrito fundamentalmente como sentirse amada y amar, así como escuchar y sentirse escuchada; otras personas hablan de comprensión y compañerismo (Jaramillo, 2014). No obstante, las personas infieles cada vez más, buscan romanticismo, chispa y afección tanto o más que sexo (Ibid). En definitiva, buscan enamorarse. Así pues, un patrón parece extraerse de las relaciones infieles, de tal forma que perfilan básicamente dos tipos de infidelidad: aquella que implica involucrarse afectivamente y otra muy distinta, en la que no hay una implicación afectiva, pero sí sexo.

Actualmente, en la clínica se observa cada vez con mayor frecuencia el tipo de infidelidad emocional, afectiva e íntima. La sexualidad, cuando llega, llega más tarde. Este tipo parece estar más ligada a entornos laborales, en los que la amistad entre colegas de trabajo se desliza hacia la confidencia y ésta hacia la aventura (Reyes, 2016), poniendo en jaque a la pareja, quizás porque en el fondo, se está iniciando un proceso de ruptura solapado y unilateral. La persona infiel se irá separando progresivamente de su pareja, a medida que profundice la relación con la persona amante. Esta modalidad de infidelidad será pues la culminación de una separación iniciada tiempo atrás. De alguna manera, la persona infiel ya ha iniciado un duelo estando aún en relación. Sin embargo, la persona infidelizada, inicia este proceso de duelo en el momento en que se entera de la relación extraconyugal. En estos casos, la ruptura del contrato parece simbolizar la ruptura de la relación.

La infidelidad también puede ser enfocada en tanto que síntoma, significando la expresión de conflictos psíquicos no resueltos (Jauregui, 2018). Así, es más probable que las partes involucradas en infidelidades románticas lo hagan en momentos críticos de su vida; momentos que demandan cambios estructurales importantes. La infidelidad en estos casos parece ser más un antidepresivo, una forma de desviar la depresión y la atención de aquello que debe modificar. Una cortina de humo. Un paso al acto —acting out—, es decir una acción fuera de la pareja para evitar tomar conciencia. Es la expresión de deseos y fantasías a través de la acción, en lugar de reflexión y sentimientos. En psicoanálisis, estos actos constituyen intentos para poner fin a conflictos infantiles no superados. Acciones impulsivas.

Consecuencias de la infidelidad

Las secuelas de la infidelidad generan toda una gama de malestares físicos, psicológicos, sociales y económicos que van desde un cuadro de ansiedad aguda o trastorno de estrés postraumático hasta la depresión e intentos de suicido, pasando por bajas laborales, absentismo laboral, trastornos somatoformes… A nivel psicológico puede desencadenar angustia, ataques de furia y sentimientos de humillación (Buunk y Van Driel, 1989; Daly y Wilson, 1988). No es excepcional que pueda llegarse a trastornos mentales como la depresión mayor (Cano y Leary, 2000).

Si bien es cierto que la infidelidad es uno de los principales motivos de separación y divorcio (Pittman, 2003), no todas las parejas que viven una infidelidad se separan; algunas se reconcilian y continúan su relación gestionando la situación como pueden. Pero la evidencia clínica pone al descubierto que, el proceso de reconciliación se ha revelado harto difícil y complejo, por lo que en ocasiones es necesaria la intervención terapéutica para llevarlo a cabo. En terapia de pareja, la infidelidad se considera uno de los más difíciles asuntos a tratar (Whisman, Dixon, y Johnson, 1997; Heintzelman, Murdock, Krycak, y Seay, 2014; Hall y Fincham, 2006). No todas las relaciones son rescatables, particularmente aquellas en las que solo uno de sus miembros está interesado en realizar cambios. Algunos investigadores argumentan que la infidelidad puede ofrecer una “oportunidad de crecimiento” a través del conocimiento y comprensión personal y de pareja (Balswick y Balswick, 1999, p. 423). Ciertos estudios sugieren que una pequeña proporción de parejas que han vivenciado la infidelidad permanecen juntas y dicen haber mejorado en sus relaciones, aumentando el conocimiento personal y la comprensión (Heintzelman, Murdock, Krycak, y Seay, 2014). De cualquier modo, la investigación empírica al respecto parece escasa.

Los síntomas hallados en numerosas investigaciones sobre las secuelas de la infidelidad orientan al trastorno de estrés postraumático: Estado de shock, negación, angustia, culpa, ansiedad, ira, rabia, venganza, resentimiento, depresión, flashback, autoestima baja y vergüenza (Jauregui, 2018).

Conceptualizar la respuesta ante la infidelidad como una reacción a un suceso traumático interpersonal ayuda en la formulación de aquellos casos difíciles, así como orienta en la realización del tratamiento (Baucom et al., 2006; Glass y Wright, 1997; Gordon y Baucom, 1998; Allen y al., 2005; Gordon y Baucom, 1999, Gordon y col., 2004, Lusterman, 2005). Este último autor describe las consecuencias de la infidelidad similares en la sintomatología a los indicios de que se ha dado un trauma: dificultades en el sueño, irritabilidad con ataques de ira, hipervigilancia para asegurarse de que no se van a dar de nuevo los problemas, una exagerada respuesta de susto, una fuerte reacción fisiológica a los estímulos que le recuerden la traición, por ejemplo, películas, tv, comentarios, etc. Ortman (2005) acuña el término trastorno de estrés post-infidelidad para definir un tipo de trastorno de ansiedad que se desarrolla a partir del estrés extremo que sigue al conocimiento de la existencia de infidelidad por parte de la pareja. Las defensas psicológicas naturales terminan siendo abrumadoras, dejando a la persona incapaz de funcionar de manera saludable. La ansiedad asociada con el trauma posterior a la infidelidad parece ser crónica y persistente en casos. Los investigadores sugieren que la tasa de prevalencia está entre el 20% y el 40%. Hay terapias que tratan la infidelidad como un trauma interpersonal (Heintzelman, Murdock, Krycak, y Seay, 2014). Se enfoca en la mejora del funcionamiento interpersonal, vinculando los cambios de humor con los acontecimientos vitales o significativos perturbadores y cuyas consecuencias pueden revertirse (Bleiberg y Markowitz, 2014). Se reencuadra el estrés postraumático en tanto que evento de la vida que compromete el funcionamiento, y en el presente, de tal manera que disminuye la focalización en le acontecimiento traumático pasado, redirigiendo la atención a la situación y funcionamiento actuales. La validación de los sentimientos, así como la exploración de opciones, resulta un aspecto clave del trabajo terapéutico (Ibid). La terapia de pareja basada en la emoción afirma que las emociones que siente el miembro traicionado son una reacción consecuente al daño que se ha realizado al vínculo sobre el que se basa la pareja, similar al que se da entre los padres y los hijos (Johnson, 2005). El miembro traicionado ha perdido la base segura sobre la que podía realizar la exploración de nuevas conductas y obtener seguridad y apoyo en las dificultades que podría encontrar en su vida. Esa pérdida genera las reacciones que se han mencionado, tan fuertes como las que se dan en el trastorno de estrés postraumático, la persona infidelizada siente que sus relaciones en el mundo ya no son seguras; que cualquier persona puede hacerle daño, puesto que se lo ha hecho la persona que más quería, en quien más confiaba y que se había comprometido a ayudarla en todas las circunstancias. Esta perspectiva terapéutica, ofrece la ventaja de que se puede hacer ver a la persona que ha sido infiel que las respuestas de la pareja son fundamentalmente consecuencias de su infidelidad y como tales, normales y no patológicas.

Pero no todas las víctimas de infidelidad presentan esta sintomatología traumática particular. La reacción psicológica ante la infidelidad depende de muchas variables como la edad, las circunstancias, la estabilidad de la pareja, los recursos psicológicos, la red social o la propia personalidad.

En las parejas en las cuales la infidelidad salpica a la progenitura, ésta se ve envuelta en medio de un conflicto de fidelidades entre ambos progenitores. Las reacciones observadas son de diversa índole, dependiendo de muchos factores como la edad, el desenlace de la familia… Nos obstante, la respuesta típica suele ser la de reagruparse en torno al cónyuge abandonado (Pittman, 2003). A veces ocurre que los vástagos protegen a la persona víctima de infidelidad y se vuelven cuidadores, dependiendo mucho de los estados anímicos de ambos cónyuges.

Si la progenitura está en edad infantil, hasta los 12 años aproximadamente, la situación puede que no se agrave, pues no acaban de entender bien el concepto mismo. Lo que suele ocurrir en estas edades es que pueden somatizarse o concretarse, los efectos, en trastornos del comportamiento tanto en casa como en la escuela. Estos comportamientos disruptivos parecen tener como finalidad, inconscientemente, distraer la atención del conflicto que la infidelidad ha generado en la pareja progenitora.

Quizás la época más frágil sea la adolescencia y el principio de la edad adulta. En estos momentos y por el desarrollo evolutivo, la pérdida de autoridad de los padres se hace más patente, sobre todo la de la persona infiel. La pérdida de calidad en el contacto con la persona infiel suele generar auto o heteroagresividad, porque se vive como una pérdida. El vástago hasta entonces tenía dos progenitores. Y de la noche a la mañana, dependiendo, puede pasar a tener uno o ninguno. La persona infiel puede centrarse tanto en su nueva relación que pierde de vista su progenitura Y la persona víctima de infidelidad está imbuida de tanto dolor que no puede ocuparse de sus vástagos como antes. En algunos casos, la persona infiel que decide vivir con la persona amante directamente se desliga de su progenitura y forma una nueva familia con sus propios vástagos. En otros casos, la persona infiel pretende que los vástagos de la anterior relación acojan a la persona amante, cuando este proceso requiere tiempo; a veces años.

Estas edades son críticas porque se desidealiza las figuras parentales. En el caso de la infidelidad, esta desidealización llega a cobrar la forma de pérdida de confianza y caída de la imagen que se tenía de la figura parental infiel. La/el adolescente puede sentir el engaño no solo hacia el cónyuge, sino también hacía sí. La decepción puede ser mayúscula, significando un distanciamiento, un cuestionamiento y reproches, perdiendo además del respeto, la confianza básica.

Una situación particular y potencialmente delicada sucede cuando los vástagos se convierten en cómplices indirectos de la infidelidad, ya sea por ser testigos presenciales o por confidente (Pittman, 2003). Esta situación suele marcar mucho, al punto de desconfiar de personas del mismo sexo que el progenitor infiel, generando conductas defensivas o incluso de retraerse a la hora de formar pareja. La infidelidad parental suele crear vívidas impresiones que conducen a reacciones oscilando entre dos extremos: perpetuar el patrón de infidelidad o rehusarlo (Glass, 2003).

La realidad empírica del tratamiento de parejas por infidelidad nos ha dirigido, además de hacia el estrés postraumático, hacia la realización de un trabajo de duelo. Trabajo que no siempre culmina con la aceptación de lo ocurrido, lo que puede significar el fin de la relación. La infidelidad suele ser vivenciada como una gran pérdida que afecta a muchos actores, generando así duelos harto complejos en todos ellos.

El duelo en la infidelidad

La infidelidad emocional suele socavar los cimientos de las relaciones porque este acto parece ser una propuesta, habitualmente de manera inconsciente, de separación. Lo cierto es que esta modalidad de infidelidad es vivenciada por los miembros de la pareja en momentos diferentes como una pérdida amorosa. En efecto, lo que se observa en la práctica clínica es que la persona que inicia una relación sentimental fuera de la pareja, en realidad ya comenzó hace tiempo un proceso de separación con respecto a la relación oficial. A medida que profundiza en intimidad en la relación extraconyugal, debilita los lazos de unión con la relación oficial. La infidelidad en estos casos, parece más bien la culminación de una separación iniciada desde hacía tiempo por la persona infiel pero que, por cuestiones psicológicas sin resolver, no se atrevía a concretarla, haciéndole falta apoyarse sobre el bastón de la infidelidad para realizarla. Para cuando inicia la infidelidad, el proceso de duelo hasta entonces solapado, emerge a la superficie llegando así a su finalización. Sin embargo, lo paradójico y confuso de estas situaciones es que no es frecuente que la ruptura se lleve a cabo. Al contrario, en bastantes ocasiones la persona infiel afirma no querer separarse de la pareja oficial y en algunos casos en que ha habido una separación de facto, la persona infiel regresa a la relación, rompiendo lo establecido con la amante. Es poco frecuente que la ruptura de la pareja se lleva a cabo porque la persona infiel inicia una relación formal con la amante. Y menos frecuente aún, que se lleve a cabo la ruptura con ambas, la amante y la oficial. No solo algunos autores mencionan —según testimonios de personas entrevistadas— la comodidad que supone la relación oficial, sino que muchos relatos escuchados en consulta apuntan en esa dirección.

Como consecuencia de la brecha explícita o implícita que puede traer consigo la infidelidad, tratar el duelo aparece como un elemento a tener muy en cuenta, haciendo más compleja aún la labor terapéutica. La evidencia clínica pone de relieve que la infidelidad suele desencadenar toda una gama de pérdidas no sólo de personas, sino psíquicas. Y, si entendemos el duelo como un proceso de adaptación que sigue a las pérdidas, ya sean éstas simbólicas o físicas, comprendiendo tanto las repercusiones directas de las pérdidas como las acciones que se emprenden para gestionar las consecuencias para adaptarse (Rando, 1993), es fácilmente entendible que un trabajo de duelo sea necesario en la terapéutica por infidelidad.

En el caso de la infidelidad, el proceso de adaptación a las pérdidas se ha revelado en la práctica dificultoso, no sólo por la cantidad de personas involucradas en el fenómeno, sino por la cantidad de dimensiones implicadas. Por un lado, al menos tres personas se pueden encontrar sufriendo duelo por la pérdida de un ser querido en un mismo período de tiempo. Por otro lado, hay toda una serie de pérdidas como la confianza, la imagen ideal del cónyuge (idealización), los valores, las creencias… Algunas pacientes han hablado de “pérdida de la inocencia”. En esta dimensión psicológica de la pérdida, también incluimos la pérdida identitaria. Algunos estudios postulan que las mujeres definen su identidad a través de sus relaciones, por lo que el duelo en la infidelidad no sólo puede significar la pérdida de la persona significativa, sino también una sensación de pérdida de sí misma (Zaiger, 1985). Otros estudios hablan del rol masculino en tanto que padre y sostenedor de la familia. Perder este rol, es también perder una parte de la “identidad masculina” (Herrera, 2010).

El duelo puede ser motivo de demanda e intervención cuando las personas no consiguen seguir adelante con sus vidas porque la pérdida interfiere en ella significativamente. Al principio del duelo es normal una dificultad para gestionar el dolor, pero mantenido en el tiempo, más allá de un año o dos, podría convertir el duelo en patológico o complicado. En este sentido, podríamos entender este tipo de duelo por infidelidad como una intensificación del dolor, de manera que la persona está y se siente psicológicamente desbordada, por lo que recurre a conductas —tildadas de— desadaptativas que, de alguna manera, la mantienen en un bloqueo en el proceso de duelo, sin poder resolverlo (Horowitz, 1980). De ahí que la complicación del duelo en la infidelidad, hace que se hable casi indistintamente de duelo complicado (no resuelto), duelo patológico o duelo traumático.

El concepto de duelo traumático nace en la década de los ‘80 de una nueva área de estudios que combina la traumatología con la tanatología, debido a las semejanzas existentes entre los síntomas del duelo y del trauma (Nader, 1997). Un duelo se considera traumático por la particularidad de la pérdida en el sentido de sorpresiva e inesperada, desencadenando mecanismos de supervivencia postraumáticos, además de los comunes del duelo. Prigerson y colaboradores utilizaron el término de duelo traumático por la combinación de trauma con respuestas de duelo (Jacobs, 1999; Prigerson et al., 1997; Shear et al., 2001). Incluye síntomas similares al trastorno de estrés postraumático, pero específicamente enfocados en la persona infiel, incluyendo la preocupación intrusiva y angustiosa por la pérdida, la exploración hipervigilante del entorno, la ansiedad de separación, la futilidad sobre el futuro, una visión del mundo destrozada, la ira y un funcionamiento social deteriorado.

En cuanto al duelo complicado, Horowitz y col. (1980) lo definió como aquel cuya intensidad llega a un nivel tal que la persona está desbordada, recurriendo a conductas desadaptativas, o permaneciendo inacabablemente en este estado sin avanzar en el proceso de duelo hacia su resolución. Muchas personas infidelizadas permanecen fijadas a la pérdida, a cómo ocurrió la infidelidad, e incluso la recuerdan con dolor en muchos casos, pasado mucho tiempo. Incluso la desconfianza generada por la infidelidad frecuentemente se extiende a otras relaciones, de manera que sentimientos de resentimiento, por ejemplo, dificultan la posibilidad de entablar nuevos vínculos. Therese A. Rando (1993) ha desarrollado su propio modelo de intervención en el duelo basándolo en seis estadios, agrupados en tres categorías emocionales: evitación, confrontación y acomodación. El duelo complicado es aquel en el que no se llega a la acomodación por una intensidad y duración prolongada en el tiempo (Worden,1991).

El duelo patológico, es definido como un proceso de duelo que, por la intensidad y lo prolongado del mismo, no se logra trascender el dolor a pesar del tiempo transcurrido, por lo que es susceptible de intervención psicológica. En estos casos, el síntoma de tristeza va adquiriendo mayor connotación e intensidad conforme pasa el tiempo, llagando a desarrollarse cuadros de depresión mayor. En psicoanálisis particularmente este tipo de duelo está constituido fundamentalmente por una constante reconstrucción del recuerdo del objeto [2], al que ahora atribuye unas supuestas cualidades que en el pasado nunca tuvo y que en el presente echa de menos. El malestar que se vive genera un anhelo de un tiempo pasado y un objeto idealizados. Condición que lleva a diferenciar la fijación primaria al objeto, es decir, previa a la pérdida, de la fijación secundaria, esto es fijación a un objeto fantaseado construido en el presente y considerado como la causa de un pasado de supuesta felicidad (Bleichmar, 2012). Según el autor los sentimientos de impotencia e indefensión constituyen un aspecto esencial del duelo patológico. Esta fijación en la infidelidad nos hablará de un antes —idealizado— y un después de la infidelidad —desidealizado—. Hay una desesperanza en la persona herida por la infidelidad de su pareja que se refleja en la imposibilidad de dar marcha atrás y regresar a los tiempos anteriores a la infidelidad. Esta situación es quizás el “talón de Aquiles” que bloquea el proceso de duelo en la infidelidad cuando la pareja desea continuar y que reaviva la rabia y la impotencia.

Las dos clasificaciones utilizadas para los desordenes mentales, CIE-10 y DSM-5 incluyen un diagnóstico específico para los procesos de duelo anormales. Pero un grupo de expertos en el campo del duelo acordó nuevos criterios para el diagnóstico de este tipo particular de duelos llamados “trastorno por duelo prolongado” (PGD) (Prigerson et al., 2009) definido como una forma patológica de duelo que se caracteriza por síntomas crónicos y funcionalmente incapacitantes mucho después de una pérdida. Este nuevo diagnóstico, PGD, incluye síntomas como ansiedad por separación, intenso anhelo por la persona perdida, dolor y pena profunda a diario durante más de seis meses, dificultad para aceptar su pérdida, dificultad para avanzar en la vida, sensación de vacío y sinsentido desde la pérdida. A ello, se añaden síntomas cognitivos, conductuales y emocionales como evitar lugares, personas y símbolos que recuerdan lo perdido (en general la pareja antes de la infidelidad), sentimientos de aturdimiento o parálisis (bloqueo), confusión acerca del papel en la vida, dificultad para confiar en los demás, amargura… Para este diagnóstico, la persona que lo sufre debe continuar mostrando a diario niveles incapacitantes de estos síntomas al menos seis meses después de la pérdida en los ámbitos doméstico, social o laboral.

Particularidades del duelo por infidelidad

Es importante señalar que, en la infidelidad, el duelo no parece tratarse de un proceso convencional. Aunque no hay fallecimiento e incluso muchas parejas siguen adelante juntas, puede hablarse de un duelo amoroso porque hay una pérdida real que se deriva de la infidelidad. En el caso de ruptura como consecuencia de la infidelidad, se han hallado sensibles diferencias entre quienes terminaron el vínculo a causa de la infidelidad, presentando mayor hostilidad y desesperanza en comparación con otras razones como desacuerdos o falta de tiempo (Sánchez y Martínez, 2014). Estas autoras en particular destacan en este tipo de duelo las fases de negociación, hostilidad, desesperanza y pseudoaceptación.

La negociación la definen como “el primer periodo posterior al rompimiento amoroso que se caracteriza por pretensión cognoscitiva y conductual de llegar a un acuerdo de reconciliación con la expareja. Esta intención se basa en el extrañamiento y anhelo de dicha persona, así como en el rechazo a lo que sucede (negación), lo que facilita, por un lado, que la persona reconozca que pudo haber hecho algo mal con respecto a la relación, y por otro, favorece la experiencia de depresión y otras emociones como la desesperación, la frustración y la ansiedad” (Ibid, p. 1338). Durante esta fase es frecuente manifestar signos claros de negación y de búsqueda de soluciones para evitar la pérdida. Es precisamente en este momento cuando muchas parejas suelen acudir a terapia.

La hostilidad parece ser el segundo estadio del duelo romántico en que se dan comportamientos hostiles, “incluyendo el intento de chantaje a la pareja, inventar cosas que no sucedieron o tratar de vengarse, lo que hace evidente que la persona se encuentra desorganizada en su yo” (Ibid, p. 1339). Además, es frecuente que aparezca una tendencia al aislamiento tratando de evitar a la gente, “lo que proporciona la oportunidad de sumergirse en su tristeza, llorar, dejar de comer y auto-flagelarse” (Ibid). Este escenario hace que sea difícil para la persona afectada buscar distracciones, interactuar o manejarse con tranquilidad, contribuyendo con ello a pensar que el rompimiento se dio por la presencia de un tercero o falta de amor. Durante este período no es excepcional que la persona infidelizada se muestre agresiva, desorganizada y emocionalmente decaída al no recibir una respuesta adecuada a su necesidad de continuar la relación.

La desesperanza propia de la fase depresiva del duelo se caracteriza por “un conglomerado emocional que involucra emociones como la desesperación, la frustración, la ansiedad, la decepción, la resignación y la desilusión, en ausencia de emociones que favorecen el bienestar como gusto, entusiasmo, esperanza, calma, entre otras” (Ibid).

La pseudo-aceptación es la última etapa del duelo romántico que “incluye pensamientos de desprecio y arrogancia con respecto a la ex pareja (…)” (Ibid) al mismo tiempo que la persona trata de resignarse, pues ve que no puede hacer nada al respecto, a pesar de tratar de distraerse y adaptarse a la nueva situación. Es frecuente en esta etapa la hostilidad hacia la pareja infiel permanezca, a pesar de los intentos por reorganizar y aceptar la ruptura. Se intentan gestionar emocionalmente las razones por las cuales no se ha conseguido una negociación exitosa. Con frecuencia nos encontraremos con que la víctima de infidelidad va llegando a una resignación, es decir, permanece enojada con la situación. Esta resignación la he encontrado con frecuencia en la clínica con las parejas que han seguido juntas tras la infidelidad. En la terapéutica del duelo por infidelidad lo difícil es llegar a una aceptación.

Duelo en las personas afectadas por la infidelidad

Duelo en la víctima de infidelidad

Es quizás el duelo más complejo porque en él se involucra sintomatología propia del estrés postraumático además de la del duelo. En él se adecuan bastante bien los criterios diagnósticos del trastorno por duelo prolongado (PGD).

La dificultad reside en la persistencia de la rabia e ira, los pensamientos rumiantes y los flashbacks. Estas personas entran en bucle y preguntan obsesivamente buscando un sentido y una comprensión a la que no llegan. Parecen fijadas en una inestabilidad emocional agotadora, ancladas rígidamente en una concepción de la pareja inmaculada. Como se suele decir no pasan página. Algo les impide seguir hacia adelante aceptando lo ocurrido. La aceptación y el perdón se producen difícilmente. Aquellas que llegan a la aceptación, afirman no poder olvidarlo. En el mejor de los casos, aprenden a vivir con ello.

Duelo en la persona amante

En ciertos casos, veremos que este duelo se produce en plena fase de enamoramiento, por lo que suele asemejarse a un duelo amoroso o duelo romántico.

Según el estudio realizado por Rozzana Sánchez Aragón y Rebeca Martínez Cruz (Ibid), existen diferencias entre la experiencia de un duelo ante la muerte de un ser querido y la muerte simbólica que representa la separación amorosa. Una de las diferencias está en la inestabilidad emocional (montaña rusa), ya que, en la infidelidad, se puede mantener la esperanza de retorno durante mucho tiempo e incluso intentar conectar, saber de la persona infiel, lo que hace que las emociones se reactiven. Ante la muerte de un ser querido, hay una certeza: la muerte es un hecho irreversible. En cambio, en las relaciones amorosas, la reversibilidad es posible, lo que hace que la esperanza se alargue. Por ello, este tipo de duelos presente una mayor dificultad de elaboración.

La ruptura de una relación romántica representa una muerte simbólica ante la cual las personas amantes experimentan la esperanza del retorno y con ello la vivencia de emociones y ejecución de conductas con dicho propósito, dando cabida a una pseudo-aceptación, pudiendo abrirse escenarios como la depresión, debido a una expectativa poco realista de que se continúe en relación o de que se pueda restablecer el vínculo.

Duelo en la persona infiel

En la persona infiel el duelo puede llegar a complicarse dependiendo de la decisión que tome.

Puede ocurrir que decida dejar a la pareja oficial e irse con la amante, en cuyo caso, el duelo suele ser complejo, porque el duelo de la pareja oficial puede verse interrumpido o diferido. En estos casos, suelen presentarse cuadros de ansiedad y estados bajos del ánimo —bajones— sin razón aparente porque, de alguna manera, el proceso de duelo se ve interrumpido por la euforia de comenzar la nueva relación. También pululan sentimientos de culpabilidad que sostenidos en el tiempo pueden acarrear la ruptura de la nueva pareja y la vuelta a la pareja oficial.

En el caso de que decida seguir en la pareja oficial y dejar a la amante, se iniciará un duelo con respecto esta última con su consiguiente fenómeno de ambivalencia. Debemos entender que, estructuralmente, todas las infidelidades forman un triángulo perverso en el que, aunque él o la otra desaparezcan, se mantiene una triangulación fantasmagórica, por lo que será indispensable trabajar terapéuticamente con estos fantasmas. Y este duelo se mezclará con el duelo de la pareja oficial en el proceso de reconstrucción.

Por último, y realmente excepcional, la persona infiel se puede encontrar haciendo el duelo de las dos relaciones porque ha decidido vivir en soledad. En este caso los duelos se solapan, coincidiendo con una serie de duelos relacionados con la reconstrucción de la nueva individualidad.

Duelo en la progenitura

A menudo, los vástagos tienen que hacer frente a muchos cambios en la familia cuando los progenitores se ven envueltos en situaciones de infidelidad, especialmente si se separan. Por lo que necesitarán tiempo y asistencia para ajustarse.

Los vástagos se verán abocados a hacer un proceso de duelo, particularmente cuando la persona infiel decide abandonar la familia, en particular como consecuencia del distanciamiento emocional y físico por parte de la persona infiel. El proceso de duelo en estos casos suele teñirse de sentimientos de abandono y de culpabilidad, traduciéndose en trastornos del comportamiento, fracaso escolar e inadaptación social. El duelo por pérdida también puede desencadenarse como consecuencia del distanciamiento emocional del cónyuge infidelizado, produciéndose fenómenos como el de parentificación, que es cuando alguno o alguna de las hijas se convierte en cuidador del adulto. También en la clínica encontramos relatos de hijos e hijas que han decidido distanciarse física y afectivamente del progenitor infiel en su proceso de duelo.

Al igual que en los adultos, las pérdidas no son solamente interpersonales, sino que incluyen pérdidas psicológicas y simbólicas diversas.

La pérdida de la confianza suele ser una variable que puede afectar en las relaciones futuras de los vástagos, ya sea porque tienden a repetir el patrón de infidelidad, ya sea porque en la elección de la pareja futura se tiene en cuenta este fenómeno con el fin de evitarlo. En estos casos, la incertidumbre y la inseguridad están presentes, al punto de establecer criterios rígidos en las futuras relaciones interpersonales. En estos casos suele predominar el estilo de apego ansioso.

Otra de las pérdidas que influye en el proceso de duelo de la progenitura tiene que ver con el poder adquisitivo y el estatus, confiriendo al duelo cierta sintomatología relacionada con el sentimiento de inferioridad, la vergüenza y la baja autoestima.

Hemos observado que el lugar que ocupan padres y madres tiende a tambalearse y a vivirse como pérdida en el caso de la infidelidad. La pérdida de la autoridad moral parental se hace en muchos casos patentes, precipitando el proceso de desidealización como parte integrante del duelo.

No obstante, no hay mucha literatura al respecto. Los diversos autores que han tratado el tema de la influencia de la infidelidad en la progenitura, hacen referencia a las consecuencias de la infidelidad, pero no al proceso de duelo.

Otras pérdidas que se aúnan en el proceso de duelo por infidelidad

Robert A. Neimeyer (2000), uno de los más relevantes en la actualidad y máximo exponente del enfoque constructivista, señala que la pérdida de un ser querido supone un cambio sustancial en el mundo interno y externo de cada uno de nosotros, porque las cosas no volverán a ser iguales, ni las vamos a ver de la misma manera.

En la infidelidad existen otras pérdidas que van más allá de las interpersonales.

Pérdida de confianza

Una de las pérdidas fundamentales es la de la confianza debido a la traición, el engaño, la ocultación y la mentira.

La infidelidad suele darse en secreto y ello implica traición a lo pactado más o menos tácito, lo que acarrea la ruptura de la confianza necesaria y básica sobre la que se establece la relación. Nos encontramos aquí con uno de los objetivos terapéuticos más difíciles de conseguir: la restauración de esa confianza (Lusterman, 2005). Confianza que en algunos casos no acaba de restablecerse. El trabajo consiste en entender que la infidelidad no es algo personal, contra alguien y, por lo tanto, no requiere una exhaustiva vigilancia del cónyuge infiel, sino más bien un posicionamiento. Como volver a empezar en una relación nueva, desde una perspectiva que incluye la finitud.

Pérdida de la inocencia

Siguiendo el mito de la caída de Adán y Eva, esta caída en la infidelidad abre una importante puerta: la toma de conciencia.

Quizás es que se había elevado a la pareja y/o a la relación al rango de Dios y se vivía de espaldas a la muerte. Quizás es que se había idealizado el amor. La infidelidad hace emerger un aspecto profundamente vulnerable en el ser humano que es el de la finitud: de la pareja, del amor, de la pureza… Quizás es que se habían puesto las esperanzas en recrear el paraíso perdido. Quizás es que se había abordado la pareja desde el pensamiento mágico, aquel que no tiene la mediación del trabajo entre la realidad y el deseo, confundiendo ambas dimensiones. Porque quizás, el proceso de duelo que genera esta pérdida de la inocencia es en realidad un proceso de maduración, una superación de lo egótico, del narcisismo primario [3] que supone la recreación del paraíso perdido entre la madre y el bebé en la pareja presente donde las primigenias heridas como el abuso, el abandono, la negligencia, el rechazo… son subsanadas, cuidadas y reparadas. El proceso de duelo de la infidelidad permitiría evolucionar desde una inmadurez adolescente y narcisista que la caracteriza, hacia una realidad y una toma de conciencia de que la infidelidad era una posibilidad. Y es que en toda relación existe la posibilidad de ruptura y de infidelidad. Así pues, la infidelidad parece representar una herida narcisista en los diferentes egos: ni somos tan importantes ni tan especiales, ni tan únicos, ni tan invulnerables, ni tan perfectos, ni tan amorosos, como creíamos. La infidelidad en ese sentido, introduce ese principio de realidad y una buena parte de los protagonistas implicados en el fenómeno infiel están atascados en ese no soltar esa realidad idílica y egótica. La infidelidad baja a muchas personas de un pedestal. Para algunas, representa un duro golpe para el ego. Darse cuenta de que el amor no es para siempre y de que esa promesa de “ser fiel hasta que la muerte nos separe” se vuelve una tragedia.  La realidad acaba por imponerse. Hay mucha ingenuidad en el pensamiento mágico que predomina en muchas parejasEsa pérdida de inocencia nos hace vulnerables.  Nos enfrenta a darnos cuenta de que el amor puede perecer como todo. En el momento de darnos cuenta del engaño, todo lo construido pierde sentido. La duda y un gran pesar invaden al no saber quién es esa persona que duerme al lado. Vienen pensamientos catastróficos. De pronto toda la historia de amor se re-ordena, se re-evalúa. De lo ideal a lo real hay sólo un paso: la muerte. Se muere la esperanza, la certidumbre, la estabilidad, la confianza y en muchos casos, el respeto. Y también muere lentamente un ego: esa parte invulnerable que no acepta perder. Y justamente ahí, es donde le podemos dar un sentido de crecimiento personal, incluso con lo lastimados que pueden quedarse. Este golpe tiene la posibilidad de dar una lección de vida y aterrizar en el terreno de la incertidumbre, la vulnerabilidad y la muerte. En definitiva, la finitud.

Pérdida de valores

La infidelidad es vista como una patología moral, entendiendo esta como todo acto o comportamiento que genera sufrimiento en otro con quien se tiene una relación y con el que existe un compromiso afectivo y emocional. En la mayor parte de las patologías, los comportamientos son interferidos por éstas, afectando a la voluntad y a la razón. No hay intencionalidad de causar daño. En cambio, en la infidelidad, además de haber aspectos relacionados con dificultades psicológicas, afectivas y emocionales, que pueden ser inconscientes, hay una conciencia del engaño. Quien es infiel es consciente de estar mintiendo; sabe que está traicionando a alguien. Esto lleva a muchos autores y profesionales a considerar la dimensión moral a la hora de intervenir en esta vasta problemática. No olvidemos que la infidelidad es una decisión que implica ocultación, mentira, engaño y, por lo tanto, intencionalidad. Por ello, dicho fenómeno es complejo; porque confluyen dimensiones morales, patológicas y culturales. Y por supuesto, los terapeutas no están exentos de prejuicios a la hora de valorar el fenómeno. Como consecuencia sería un requisito importante el adquirir una formación al respecto en la que suspendan sus prejuicios sobre la infidelidad para evitar comprometer el proceso terapéutico.

Pérdida simbólica

Originariamente la palabra símbolo, symbolon, hacía referencia a un objeto partido en dos, siendo cada mitad conservada por dos personas diferentes unidas por un vínculo.

Estas dos partes del medallón servían para reconocer a los portadores del símbolo su compromiso o su deuda.

Los símbolos son fundamentales en el ser humano en general y por supuesto, también para la pareja. Crean sentido. Una relación es una construcción de sentido y significados y por ello los símbolos son fundamentales. Una canción, una cama, un casco de moto, un edificio, lugares… es algo exclusivo de la pareja.

En la infidelidad los símbolos suelen también romperse porque ya no son exclusivos de la pareja. Y eso genera muchísimas dificultades a la hora de hacer el duelo. ¿Qué ha pasado con estos símbolos nuestros? ¿Los habrá compartido? ¿Qué otros símbolos se habrán creado con la persona amante? Muchas preguntas, muchas dificultades. ¿Cómo recomponer esto? Esta recomposición suele generar muchos problemas en terapia. Crear nuevos símbolos, deshacerse de los anteriores, romper la asociación de símbolos a la persona amante… Esta dimensión suele acarrear consecuencias económicas importantes, puesto que en muchos casos supone mudarse de casa, rehabilitación del inmueble, cambiar de (puesto de) trabajo, emigrar, cambiar a los vástagos de colegio, denuncias…

Aspecto identitario de la pérdida

En la vida adulta, cuando se elige estar en pareja, el ser y la evolución individual entran en una dimensión de desarrollo en la que la presencia del otro se incorpora en la constitución de sí mismo. En otras palabras, la experiencia existencial en pareja sobrepasa la individualidad y la catapulta a niveles evolutivos de una mayor complejidad vital. Por lo tanto, entendemos la relación afectiva como una construcción en donde solo se incluyen a dos personas y de manera conjunta, dejan fuera todas las voces intrusivas, para crear una historia y una convivencia con sentidos exclusivos, propios y de intimidad. La relación de pareja requiere de manera permanente la mutualidad y reciprocidad explícita en todos los ámbitos. De lo contrario, lo individual al no ser puesto en común ni contrastado con el otro en la pareja, se convierte en interlocutor privado, abriendo así una brecha entre los miembros de la pareja. Empiezan los diálogos internos que se van volviendo más gruesos y más desviados de lo común de la pareja, creando historias individuales silenciadas que se retroalimentan dando un sentido de realidad a lo fantaseado privadamente sin involucrar al otro en la intimidad de la pareja. En este sentido, la pareja deja de crear significados simbólicos de la relación y emergen significados fantasmagóricos individuales que se traducen en dos historias paralelas que nunca se encuentran y funcionan como fugas que vacían de contenido la intimidad de la pareja. La pareja deja de ser sostenida desde dentro para empezar a ser sostenida desde fuera con un cúmulo de responsabilidades, obligaciones y compromisos que ejercen una presión tácita. A partir de esta perspectiva entendemos por qué la presencia de terceras/os comienza a cobrar importancia para los miembros de la pareja y que de ahí se genere ruido. Y este ruido comienza a deteriorar paulatinamente el vínculo porque no permite una genuina conversación, en la medida en que crea barreras infranqueables en la forma de crear significados desde dentro de la relación.

Conclusión

El duelo en el caso de la infidelidad no hace referencia estrictamente a la ruptura de la pareja “oficial”, sino a las pérdidas que se ocasionan en consecuencia. Debido a la particularidad de las pérdidas por infidelidad, en el abordaje del tratamiento terapéutico, tanto en caso de ruptura como de continuidad, resulta importante el trabajo de duelo. Que se haga este trabajo siguiendo los modelos basados en etapas, fases o tareas, la infidelidad requiere un abordaje particular, puesto que parece, muchos casos, desencadenarse un trastorno por duelo prolongado.

Notas

1. @Inmaculada Jauregui Balenciaga. Email: inmajauregui@gmail.com www.psicologiajauregui.com

2. El concepto de objeto en psicoanálisis hace referencia al sujeto amado.

3. Freud definió el narcisismo primario como un estado en donde el sujeto dirige su libido hacia sí mismo para posteriormente dirigirlo hacia el exterior. Un estado indiferenciado en donde no hay separación entre el mundo externo y el sujeto. Todo forma una unidad. El llamado paraíso perdido. La fusionalidad entre la madre y el bebé.

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Covid-19: Delta, Omicron y el resto del alfabeto griego…

Alejandro Klein
Profesor en la Universidad de Guanajuato (México). Associate Research Fellow-Oxford Institute of Population Ageing

Pasan los meses, la pandemia continúa y procesos que preocupaban por su ominosidad y por su carga de totalitarismo y paranoia, no se han ido sino consolidando cada vez más.

Como una ráfaga incontenible, es como si nada ni nadie pudiera contener la supremacía del Estado sobre el sujeto, de lo instituido sobre lo instituyente, el miedo y el terror sobre la capacidad de pensar y reflexionar, la necesidad de obedecer sobre la capacidad de discrepar y abjurar.

No me refiero a las consecuencias sanitarias del coronavirus, ciertamente preocupantes, sino a como el coronavirus es utilizado como la excusa de un pasmoso experimento social donde tendencias sofocantes del siglo XX se han consolidado, tal vez (ojalá que no) irreversiblemente.

En primer lugar, la instauración de lo instituido. Los desarrollos de Habermas y Castoriadis ya parecen cuentos ingenuos de hadas, donde lo instituyente y lo emancipatorio, es decir, la capacidad de decidir, discrepar, ser diferente, generar la propia biografía, apostar a lo subjetivo, guardar zonas de privacidad y potenciar capacidad de decisión y capacidad de cambio social, se han ido evaporando con una velocidad pasmosa y terrorífica.

El coronavirus ha sido la excusa perfecta para que el Estado culmine su política de excrecencia invasiva sobre la vida privada de la gente, para que el orden, la norma y la ley se vuelvan espacios sagrados e incuestionables, para que se consolide una obediencia más allá de lo que es necesario obedecer, todo lo cual nos hace estar inmersos en una sociedad totalitaria. El malestar sobrante se ha vuelto condición de estructura, no accidente de estructura. Nuevamente, las descripciones de Marcuse y Hanna Arendt y Orwell parecen jardines celestiales frente a lo que estamos viviendo.

En un momento en que nuestra sociedad se jacta, pletórica de orgullo y vanidad, que es la mejor sociedad del mundo y la historia ya que es plenamente democrática, plenamente inclusiva, plenamente tolerante, en ese mismo momento, se genera la perversa división diádica entre vacunados y no-vacunados.

Los vacunados son gente adulta, con cubre bocas, ciudadanos reconocidos, responsables, recompensados en su altruismo y entrega a la virtud pública. Los desinfectados, los limpios, los puros, los arios del siglo XXI. Hijos irreprochables que miran con desdén y malhumora los que van sin mascarilla por las calles.

Los no-vacunados son los culpables del Covid, degenerados, irresponsables, psicópatas, a los que hay que deportar (¿a Auschwitz?), a los que se les niega la visa, la entrada a restaurantes y museos, a baños, a trenes. Una versión 2021 de la Leyes de Nuremberg 1935. Emmanuel Macron los va a “emmerder”, o fusilar o expatriar o algo por el estilo. Trágico giro lingüístico de una persona que tiene un nombre que significa: “Dios con nosotros”…

Vacunados-no vacunados remite a una estructura diádica, como negros-blancos, judíos-cristianos, feministas-machistas, e implica reducción y empobrecimiento de pensamiento. Implica anular la posibilidad de pensar con claridad para acentuar solo la crispación del odio, el rencor, la idealización, la denigración, todos aspectos de un psiquismo primitivo e infantil, tal como lo demostró Melanie Klein y continuó desarrollando Bion con su teoría de los supuestos básicos aplicada a los grupos y las instituciones.

En una primera etapa el agente culpable de la enfermedad fueron los viejos, luego se intentó que los jóvenes fueran los chivos expiatorias, plataforma que no tuvo mucho éxito y ahora, en el paroxismo de la histeria colectiva y estatal, los no-vacunados son los chivos expiatorios de este Covid 19, y además (¿por qué perder la oportunidad?) de la pobreza, del malestar colectivo, en fin: de Todo. Nada ha cambiado, ni hemos aprendido nada y decir que esta es una sociedad de tolerancia es un insulto a la inteligencia del ser humano.

Los no-vacunados ya no pueden entrar a cafés ni restaurantes, ni trenes, ni cines.

¿Cuánto falta para que no puedan entrar a supermercados y farmacias?

Muy poco.

¿Cuánto falta para que la vacuna sea obligatoria?

Nada.

En un mundo donde los adultos están desconcertados, en un mundo donde los adolescentes deambulan como zombis, en un mundo donde la precariedad cronificada nos hace actuar por el miedo, en un mundo donde la solución del mundo es reír maníacamente y no poder dejar de estar pegoteados a la ludopatía aterradora de las redes e internet, ya no falta nada

Todo son reglas, obediencia. Y el ser humano obedece y se somete y a pesar de eso es expulsado y es inintegrable. La valiosa descripción de Castel se ha mostrado acertada y adecuada.

Se trata de un mundo donde no podemos decir lo qué pasa y mucho menos, explicarlo

Se dice que vivimos en una sociedad de consumo, pero no es así, vivimos en una sociedad signada por lo endeudante. La gente vive endeudada, los padres viven endeudados, los hijos están en falta, los adultos decepcionan, los niños desesperan. Haga lo que se haga, la experiencia del mundo es estar endeudado y en falta decepcionante.

Todo está controlado. El uso de las tarjetas de débito/crédito no tiene nada que ver con una economía sana y de mercado, tiene que ver con una sociedad totalitaria donde cada movimiento del sujeto es registrado, procesado, catalogado.

Creemos que usamos a internet e internet nos usa a nosotros para armar tendencias, generar opinión, generar prácticas y robar datos privados para armar manipuladoras campañas electorales y seductoras ventas de chocolates y electrodomésticos, entre tantas otras banalidades.

Pero, ¿no es que votamos cada cuatro años? ¿No es acaso eso la democracia? Claro que votamos cada cuatro años, pero nunca más cierta la observación de Lewkowicz de que la democracia occidental no es el ejercicio del poder por el pueblo, sino el proceso por el cual el pueblo (transformado ahora en ciudadano), delega su capacidad de decisión en otros, a un pequeño grupo, una élite…

No hay más que acudir a las hermosas páginas de Castoriadis y Hanna Arendt sobre lo que era la democracia clásica, para entender que esto en lo que vivimos se acerca más la gerusía espartana que al demos ateniense.

Bien indicaba Hanna Arendt que el miedo es una forma eficaz de sostener los totalitarismos. Y bien que los Estados se han encargado de inflamar, difundir, explotar el miedo en todas sus formas y variedades: que el gel, que la mascarilla, que el contagio, que la economía recesiva, que el desempleo, que los migrantes, que el déficit de las arcas públicas, que las salas de hospitales ya no pueden más y están siempre a punto de colapsar…Y los medios de comunicación se hacen eco y multiplican esta versión miserable del horror, transformado en el goce sádico de asustar al Otro de forma siempre renovada.

Pero volvamos a la perorata de la sociedad inclusiva y tolerante, una dónde la única vacuna reconocida es la que administran y controlan los europeos, donde lo que hacen los chinos y los rusos es despreciado, donde lo que viene de Latinoamérica por supuesto es salvaje y “corrupto”. ¿Y de África? No, de África, ya ni se habla. Que se queden allí y que de allí no salgan.

¿Europa ha aprendido la lección? ¿Europa ha aprendido la lección de su arrogancia, de suponerse la supremacía de la civilización blanca, la adalid del progreso, las buenas costumbres, la detentora de los valores cultos y refinados que encumbran a la “Humanidad”? ¿Realmente alguien puede ser tan ingenuo para decir que Europa ha aprendido algo…?

Las vacunas han fracasado. Pero nadie se atreve a decirlo

La mascarilla ha fracaso. Pero nadie se atreve a decirlo.

Por más gel en las manos y por más mechero de Bunsen, las estrategias de prevención han fracasado.

La verdad, la dolorosa verdad es que estamos antes un darwinismo social, atroz y avergonzante.

Pero hace tanto que nada se dice cómo es, que nada se explica cómo es, que parece titánica cualquier otra tarea.

Por ende: vayamos al refuerzo, a la tercera dosis, la cuarta dosis, la quinta dosis.

Recorramos pues con los ojos emplastados, el corazón lleno de espanto y la mente vencida por la obnubilación, las 24 letras del alfabeto griego…

Pero, ¿qué pasará cuando lleguemos a la 25…?

Del analista restaurante al analista restaurado | Algunos señalamientos a la obra de Kohut

Alberto Sanen Luna
Doctor en Salud Mental. Psicoanalista. Catedrático de Grado y de posgrado. Coordinador de Enseñanza en Psicología. Adscrito al Hospital Psiquiátrico Infantil ‘Dr. Juan N. Navaro’ | México

Tras las constantes divisiones que surgieron dentro movimiento psicoanalíticos, se constituyeron diversas corrientes que fueron adaptadas a ámbitos socioculturales y económico políticos y respondiendo a estos hicieron modificaciones a la técnica psicoanalítica, comenzando a realizar propuestas teóricas que respondían a las demandas de su entorno, aun cuando no se vincularan con los postulados planteados por Freud.

De igual manera estas modificaciones estuvieron encaminadas a intervenir psicoanaliticamente con psicopatologías que comenzaban a ser estudiadas o enunciadas, como los trastornos de personalidad de tipo limite o las denominadas enfermedades mentales como la esquizofrenia, la manía o la depresión y en otros casos a realizar ajustes en cuanto a la edad de los pacientes, promoviéndose con ello el trabajo con niños.

A gran parte de estos se les denomino postfreudianos y en una aproximación individual (como todas) comenzaron a trabajar distintos aspectos de la obra de Freud, tomando elementos de manera parcial en algunas ocasiones o en su caso dando una vuelta de ciento ochenta grados a los postulados sobre la técnica y la teoría.

Un punto nodal de elaboraciones teóricas estuvo ligado en cuanto a lo que se ponía en juego respecto a la figura del psicoanalista, al como llevar a cabo su labor y cual era el papel que este tenia dentro del proceso, cual era su sitio, un sitio real, una condición imaginaria, el lugar de donde devenía el conocimiento o siendo su papel el de la enunciación.

Estas confusiones e interpretaciones no representan un hecho nuevo ya que es en el mismo Freud quien lo detona en sus escritos, en su obra el psicoanalista se juega en diferentes lugares, el del que debe de saber, el del sujeto supuesto saber, el de aquel que tiene que llevar a cabo una cuestión educativa, el de seductor ese que sugestiona y orienta hacia su propio interés. Estos son lugares visibles mas aquel espacio inconsciente queda de lado oscuro, el del deseo del analista se pierde o se oculta, pero como ocultar algo que le constituye a uno mismo, ya lo dice Freud “más aquel que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto” (Freud, 2003b, 68)

El analista es un ser deseante que muestra su deseo por lo menos en dos vertientes que podemos enunciar en este momento en aquello que quiere escuchar, por algo estar allí y en la satisfacción narcisista de tener ese lugar, de que ese sitio le sea asignado. Si bien esto podría ser aplicable a cualquier analista de cualquier corriente, existe una vertiente que en sus postulados de trabajo deja de manifiesto su deseo y posición casi o completamente omnipotente, los psicoanalistas de yo, siendo abanderados por Kohut.

Estos “desarrollos post-freudianos “heterodoxos” afirman reconocer en Heiz Kohut a uno de los más recientes pilares fundamentales” (Harari, R, 1993, 160) del trabajo psicoanalítico, Un Kohut, lector de Lacan y Freud, pero que deja en el camino a los sujetos como veremos más adelante y que en todo caso se liga de manera importante con la satisfacción narcisista que mencionábamos, la cual esta demás mencionar que nunca se logra.

Pero, que nos dice Kohut en sus textos que nos lleva a que denominemos como omnipotente la postura teórica y practica que argumenta, Para comenzar menciona que únicamente hay dos ocasiones en la vida en las que se puede lograr una constitución adecuada, la relación temprana que se de con la madre y el padre y la segunda cuando se encuentra con el analista, hay aquí el deseo del analista de ser otro que no es un supuesto saber, es el saber en si, con lo cual se supondría que se estableciera una reorganización de los elementos psíquicos, dejando de lado la historicidad del sujeto y la manera inconsciente que se ha estructurado su psiquismo

Pero también podemos distinguir con ello otra jugada, la de poder ser como analista del yo el lugar del saber, es decir el gran Otro, mas un gran Otro sin barra, un gran Otro que puede organizar como ley y no como representante de ella, pues el representante el nombre del padre ya se ha encontrado en juego en su primera experiencia, de tal manera como lo propone Kohut el momento analítico es un retorno al nirvana, no un lugar de juego de transferencias, sino un lugar de completud.

Y por otra parte, para el analizando es como si se abriera un espacio en el tiempo en el que fuera posible el reencuentro con el objeto perdido, mas “no hay ninguna forma de encontrar el objeto sino es la continuación de una tendencia en la que se trata de un objeto perdido, un objeto que hay que volver a encontrar” (Lacan, J, 1984, 14), porque se abre este espacio del tiempo por el mismo juego del analista de mostrar por un acto de prestidigitación que esto es posible, que en este sitio si se puede retornar al objeto e incluso tenerlo, esto es solo una ilusión. Lo que se coloca en juego es el propio fantasma del psicoanalista de que inconscientemente si se abre la posibilidad de encuentro para el analizando especularmente se abre la posibilidad para él mismo.

Aun cuando lo anterior es su apuesta principal para lo que se da en el trabajo psicoanalítico, es el propio Kohut el que nos continua dando pistas de la distancia en la postura del psicoanalista y lo hace a partir de lo que considera como los puntos de diferencia con el psicoanálisis tradicional donde recalca “la psicología del si-mismo no difiere del psicoanálisis tradicional en su caracterización de lo que acontece entre analista y paciente para desembocar en una cura; si difiere en lo siguiente: a) la explicación que da del proceso de la cura, y b) las teorías, que al menos en ciertos casos, fundan las explicaciones” (Kohut, H., 1990, 159-160).

Es, sin embargo con esta distinción, que se aleja de la cuestión teórica en todos o casi todos los campos con el trabajo psicoanalítico y para interés de nosotros marca una distancia con uno de los agentes operantes en el trabajo analítico, tanto clínico como teórico, el psicoanalista.

Al cambiar este ultimo, al adoptar otro papel o al ser colocado en otro sitio, acontece la separación negada por Kohut, dándose una cadena de diferencias, si el analista es distinto: la relación terapéutica que es posible establecer con el paciente será distinta, la teoría que deberá de sustentar los cambios en la apuesta de explicación de los fenómenos tendera por fuerza a desplazarse a otro sitio, los manejos que se hagan de la teoría así como las distintas interpretaciones que se hagan de la misma se encaminaran a territorios que en inicio la apuesta psicoanalítica ha dejado de lado. Así tenemos la oportunidad de asistir a un proceso “psicoanalítico” diferente que por ende lleva a pensar la cura como algo muy alejado de lo que podrían ser las enseñanzas freudianas.

Pero avancemos con calma, como ya observamos se desprenden distintas líneas de trabajo, mas por extensión nos ubicaremos en un solo punto, el psicoanalista, que tiene que hacer y como debe de hacerlo, cuestionándonos en cada punto, mas no por dar una certera respuesta de quien esta mal o bien o que es adecuado o no, sino para dejar señalados una serie de problemas teóricos y prácticos que el trabajo del “psicoanalista” del si-mismo plantea mas no resuelve.

Una manera de acercarnos a nuestro objeto de estudio el psicoanalista del si -mismo, es por medio de los textos que han elaborado teniendo por tanto que mostrar el texto del cual se han desprendido las reflexiones que componen nuestro trabajo

“He llegado a la conclusión de que en estos casos la situación psicoanalítica no produce la activación a largo plazo del caos central del si-mismo dentro de una transferencia operativa (…) Para alcanzar la cura causal del proceso terapéutico tendría que penetrar por debajo de las capas organizadas del si-mismo (…) Es sin duda concebible que, incluso en la vida adulta, la experiencia repetida de una frustración optima dentro de un medio de objeto-si-mismo homeostático arcaico, como el que ofrece la situación psicoanalítica, conduzca al nacimiento de un si mismo nuclear, según sucedió e la primera infancia. No obstante no puedo imaginar que un individuo se somete a la disolución de estructuras defensivas que lo han protegido a lo largo de toda su vida, y acepte por propia voluntad las inenarrables angustias que acompañan lo que, para él, es la tarea de enfrentar un estado prepsicologico que si permaneció caótico es por que el medio de objeto/si-mismo de su vida temprana carecía de la respuesta empatica que hubiera permitido al niño organizar su mundo y preservar su innata autoconfianza. Se que talvez este describiendo mis limites personales como psicoanalista, y por ende mi aceptación de la existencia de psicosis y de estados fronterizos (…) sea como fuere, mi experiencia clínica me sugiere que nos es posible lograr la disolución psicoanalítica de las estructuras defensivas formadas en torno de esa persistente oquedad en el centro del si-mismo del paciente, ni siquiera en los casos en que esta oquedad central es vivenciada por el aspirante a analizando como algo doloroso…Como ya dije, en la base de esta convicción mía este el sentimiento de que yo no seria capaz de mantener un lazo empatico confiable con el paciente cuando, al termino hacia la trayectoria hacia la transferencia básica, el debiera tolerar la prolongada experiencia del caos prepsicologico y tomar en préstamo –no en forma temporaria sino por largos periodos- la organización de la personalidad del analista para poder sobrevivir. Desde luego el hecho de que un terapeuta no sea capaz de acompañar a su paciente a los terrenos del caos prepsicologico no significa que no le pueda servir de ayuda. Aunque sea imposible crear en la terapia el si-mismo nuclear, aun así el paciente puede utilizar al terapeuta como objeto si-mismo a fin de deconstruir nuevas estructuras defensivas y en especial afirmar las ya existentes. En otras palabras, se establece una transferencia con el objeto/si-mismo en que le son expuestas al terapeuta las estructuras defensivas amenazadas para su aprobación especular, o en que la personalidad del terapeuta objeto/si-mismo es utilizada, a través de una fusión gemelar de objetivos idealizadores, para fortalecer las estructuras defensivas del paciente. Además, como consecuencia de actividades educativas directas del terapeuta, el paciente puede aprender como sacar el mejor provecho de dichas estructuras” (Kohut, H., 1990, 23- 24)

Si bien del presente párrafo se pueden extraer cuestiones relativas para todo lo que implica el trabajo psicoanalítico nos centraremos en la figura de quien se supone lo ejerce el psicoanalista

Algo de lo primero que encontramos en el texto es la noción de cura causal, cuestión que sin duda nos remite a la condición de enfermedad causal por su contrario, sin embargo esta noción fue abandonada tempranamente por Freud, entre otras cosas por que remitía a la condición medica y a la mirada que esta tenia de la enfermedad. De esto podemos inferior que esa es precisamente la idea de Kohut y de los analistas que le siguen, los enfermos están así por una causa, es condición de causa-efecto, el discurso impresiona pavloviano.

Cuestión que quizás nos podamos explicar por la necesidad de taxonomizar los padecimientos de este tipo de corrientes, pero que al taxonomizarlas inscriben al sujeto en el apartado de que solamente existe una dirección de la cura, la que determine el analista, que para si- mismo esto es lo que el ya ha alcanzado, una cura causal.

Otra cuestión que se nos presenta a la entrada es la condición de las “frustraciones optimas”, estos actos o discursos que el analizando lanza en un momento dado y que según Kohut dan cuenta, de las condiciones psíquicas de autonomía de los sujetos y que deben de ser esperadas por el analista y no ser vistas como resistencia. El no verlas como resistencia nos llevaría a preguntarnos porque. La respuesta que nos viene a la mente es por la propia resistencia de mirarse en falta del analista, de no poder enfrentarse a que ha cometido algo en el proceso terapéutico que estaba fuera del orden del mismo y por una vuelta en la perilla esto del orden del error lo lleva a recrudecer su postura de completud, estoy completo puesta hasta fallo.

El analista también debe saber manejar una tolerancia hacia una prolongada experiencia de caos prepsicologico. Ese que se supone es en el que se encuentra el paciente mas sin embargo cuando pensamos en un paciente psicotico este ya se encuentra en este caos que en realidad para él representa un orden y cuando hablamos de un paciente borderline, este también tiene un orden o incluso quizás dos ordenes. Entonces a que caos psicológico se refiere Kohut, es entonces el analista el que deberá tolerar su propio caos prepsicologico, esa situación que se le presenta como del orden de lo real y le enfrenta con su real mismo, como manejar esto sino es por medio de un fantasma de omnipotencia, de esta fantasía de se que así les sucede a ellos, los pacientes a mi no pues ya pase por las frustraciones optimas y poseo un si-mismo fuerte y nuclear.

Debe de mantenerse un lazo empatico con el paciente y aun más allá debe de ser confiable. Como inmediatamente se nos presenta la cuestión es la perdida de la neutralidad, esta ha desaparecido del panorama psicoanalítico, si bien seria casi (sino totalmente) imposible trabajar psicoanaliticamente con alguien que fuese de nuestro desagrado, aquí debe de fomentarse lo contrario, debemos de ser empaticos. El lazo empatico debe ser lanzado por el analista, es un analista seductor, debe simpatizar a su paciente, pero para que el sostén de la empatia sino para no sufrir una herida narcisista, saberse en falta y por tanto abandonar su posición de amo en la situación analítica y su paciente debe de ser lo suficiente mente confiable como para no dejarle, para no abandonarlo.

En este punto vale la pena agregar los factores que se consideran se juegan en la cura y que tiene que ver con la construcción empatica que tiene que ir fomentando el analista:

1. La presencia del analista, el que debe de encontrarse siempre en el juego analítico. Es decir comportarse como tal fuera del espacio analítico.

2. La atenta escucha. Lo cual deja en una encrucijada lo que se denomina como atención flotante.

3. El callado espejamiento. Nos coloca en una mirada que se considera silente sin que uno se dé cuenta que inconscientemente puede estar literalmente gritando.

4. La silenciosa serenidad, que es la manera de detenerse frente las afrentas del paciente, sin embargo esto nos enfrenta directamente con lo que expusimos en el punto anterior.

5. Fortaleza para plantear lo que se suscita en las sesiones

Dar en préstamo por largos periodos la organización de la personalidad. Y Lacan (2000) señalaba que la organización de la personalidad o mejor dicho la personalidad misma esta jugada en lo que conoceríamos bajo el nombre de la paranoia. Y es esa personalidad la que debe de tomar el analizando una paranoia prestada, que acaso no le baste con la propia, esta organización de la personalidad esta envuelta en el caos prepsicologico del analista. Además entra a jugar aquí otro elemento, esta personalidad únicamente es manifiesta por la ortopedia del Yo, el analista solo mostrara su yo ortopédico de tal manera que “permite al analista operar por identificación, dando al sujeto su propio yo” (Lacan, J., 1983, 369), el analizando se toma una ilusión que se encuentra montada sobre una alucinación para supuestamente desde allí crear su ilusión misma No hay marcha atrás se da lo que no se tiene en este momento de interacción “Yo soy completo y te ofrezco la posibilidad de que tu lo seas”.

Colocarse en posición de objeto si-mismo. Aun cuando pareciera observarse en los párrafos anteriores que se ha tratado solo de relación de sujeto analista y objeto analizando y que en este momento se invirtieran los papeles, esto es sumamente engañoso, a lo que asistimos es a la posibilidad de ser todo por parte del analista, ser el objeto de deseo, el objeto perdido y no el ser el objeto a (causa de deseo), no puede ser de otra manera ya que el implica la posibilidad de reestructuración de las relaciones gratificantes, es la nueva oportunidad de encuentro con el objeto. Que significa esto que él al colocarse como el objeto puede ser aprendido por quien inconscientemente lo ha dejado en ese lugar, siendo de esta manera rescatado de su propio caos.

Pero además que se otorga en esta relación sino es la gratificación de la que ha carecido el paciente y también el analista, esta nueva oportunidad de reencuentro con el objeto en estos términos es imposible pues como menciona Lacan “no se trata en absoluto del objeto considerado por la teoría moderna como objeto plenamente satisfactorio, el objeto típico el objeto por excelencia, el objeto que da al hombre una base para una realidad adecuada, prueba de madurez” (Lacan, J., 1984, 14). Así por un lado la dificultad y la fantasía, el fantasma de ser objeto perdido, ya que abre la posibilidad de ser encontrado y esto quizás es el fantasma inconsciente que más se manifieste, el analista se convierte en el falo de alguien que lo ha perdido aun cuando nunca la tuvo permitiéndole con ello acceder al lugar del gratificador, del que da, del que es demandado sin que logre observar que el demanda ser demandado, del que tiene el poder sin que pueda asumir su lugar de esclavo, del garante a manera de renegar de ello y de objeto de deseo sin reconocer su deseo propio, el es él que impone la ley, el que la ejerce y quien da los dones, no hay nadie después ni antes de él.

Dar la aprobación especular que le es solicitada. Esta aprobación o negación están jugadas ineludiblemente con la mirada, esa que constituye, jugada en lo que se denomina el estadio del espejo que es “un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación: y que para el sujeto presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante” (Lacan, J., 2003, 90).

Es entonces con la mirada de la madre con la que quiere encontrarse el sujeto y es esa mirada de la madre la que desea ocupar el analista para poder cumplir con su deseo de ser uno mismo, demando que me demandes, demando que demandes mi aprobación, mas paralizándose en este momento se llega a la enajenación tú eres el analizando (que no analizante) y yo soy el analista, asigna lugares mas no muestra sujetos, pues con la enajenación de la mirada se da la enajenación del discurso mismo, estableciéndose una relación de Yo a Yo, Yo y semejante y viceversa sin que se vislumbre en el panorama el sujeto mismo.

En el plano de la mirada que uno de los que se nos presenta en este punto se observaría una única relación posible, una relación ortopédica entre dos yo, que sin reparar, en el sujeto únicamente nos devuelven nuestro propio mensaje de manera invertida y que nos alienan a esa imagen que nos devuelven, atrapando a ambos en el juego de los espejos.

Se introduce una dimensión de Yo a Yo, que nos lleva a pensar en realidad en un acto de moldeamiento y modelamiento, una dimensión conductual que sin duda se aleja del trabajo psicoanalítico y si en cambio se inscribe en el ámbito de lo que se conoce como Análisis Conductual Aplicado, en donde se menciona que el modelamiento es, “el mostrar al sujeto en repetidas ocasiones la conducta deseada, reforzándola constantemente” y el moldeamiento que es “definir cual es la conducta final que deseamos obtener (….) el paso siguiente consiste en restringir la amplitud de estas conductas y hacerla cada vez más parecida la conducta deseada, mediante un reforzamiento de índole diferencial” (Ribes, E., 1980, 29-30).

Colocándonos entonces en una determinada posición la de la vuelta a la experiencia psicoanalítica freudiana desde la mirada de Lacan, con este modelo se constata lo que sostiene este último en cuanto que:

“De manera innegable que la concepción del psicoanálisis se ha inclinado allí hacia la adaptación del individuo hacia la circunstancia social, la búsqueda de los patterns de la conducta y toda la objetivación implicada en la noción de las humans relations (…) Así pues a la distancia necesaria para sostener semejante posición es a la que puede atribuirse el eclipse en el psicoanálisis de los términos más vivos de su experiencia, el inconsciente, la sexualidad” (Lacan, J., 1984, 235).

Se ha perdido con ello entonces el inconsciente mismo y todo lo que le implique, en tanto construcciones inconscientes, las pulsiones, los objetos internos, las identificaciones…etc.

Si bien nos queda claro con ello la alineación del ser cabe resaltar la posición que tiene entonces el analista, ya que su labor será la de determinar las conductas a tratar, los problemas psíquicos a resolver, es un analista completo, por lo menos en su fantasía, y en ese modelo, ese Ideal en el que se ha autocolocado y que cree ser, se da con toda la violencia que esto implica la alineación discursiva, donde es aún más patente la desaparición del sujeto y la puesta en marcha de un modelamiento clásico, devenido de las técnicas de modificación de la conducta (Ribes, E., 1980, 29-30).

Con lo anterior se cancela la condición del sujeto ya que este habita en el Otro y la intervención analítica que observamos se establece bajo la premisa de una relación imaginaria, que obstruye el paso del mismo, en un encuentro entre semejantes pero en potencia de similares, abriendo la ilusión del encuentro con la totalidad.

Coloca entonces esta persona la imagen grandiosa del psicoanalista en una fusión gemelar con aquellas idealizaciones que se han tenido a lo largo de la vida, es decir se metaforiza al analista con otros personajes que han sido relevantes en la existencia, esto le sirve al analista para cubrirse, para tener una coraza que impida que el analizando le ataque, ya que por un lado menciona lanzara agresiones a las figuras que no le han sido garantes e su infancia y al analista le tomara como ejemplo de cómo debe de comportarse alguien que si tiene un si-mismo nuclear, es decir cuando se gana, gana el analista y refuerza con ello su estructura narcisista, cuando se pierde, el fantasma del analista inmediatamente vela esta realidad atribuyéndola a la desorganización del si mismo, a la vez que considera que él ha motivado esta frustración optima

En todo momento también se encuentran presentes actividades directas educativas por parte del analista, es aquí en que se ponen en juego las propias ideas de Freud cuando señala en su obra “en esta labor educativa, la mejor intelección del medico, difícilmente desempeñe un papel decisivo (…) digamos que el médico en su obra educativa se sirve de algunos componentes del amor” (Freud, S., 2003, 319). Mas sin embargo ya Lacan, lo coloca en su dimensión de problema mencionando que:

“Es la tentación que se le presenta al analista de abandonar el fundamento de la palabra, y esto precisamente en terrenos donde su uso, por confinar con lo inefable, requeriría más que nunca su examen: a saber la pedagogía materna, la ayuda samaritana y la maestría dialéctica. El peligro se hace más si le abandona además su lenguaje en beneficio de lenguajes ya instituidos” (Lacan, J., 2003b, 233).

Esta tentación psicoeducativa, que se presta a discursos hegemónicos de poder, en los cuales la condición de productividad es la única asociada a estar sano o tener salud, es la que se ve reflejada en una postura tendiente a pensar como estar curado igual a estar adaptado. En este juego el analista esta curado pues se ha adaptado a una dinámica de producción.

Ahora bien para acércanos al final de estas líneas que le lleva a Harari a decir que es un psicoanalista restaurante primer enunciado que componen nuestro titulo, precisamente las pretensiones del análisis Kohutiano, mencionando “se procura la expresión creativa y alegre de un Self activo, por medio de la restauración de lo fragmentado o deficitario. Así al analista Kohutiano cabe denominarlo, con toda propiedad, un analista restaurante” (Harari, R., 1993, 162)

A la par de ello nos indica lo que considera como el punto motor del análisis Kohutiano y que se empareja a lo que venimos planteando, organizando su postura a partir de una nota al pie de página en donde se dice lo siguiente:

“La conducta orgullosa o afirmativa de algunos animales… se expresa por movimientos antigravitacionales… ¿Es la postura “erecta”… la que, como la más reciente adquisición en la secuencia del desarrollo, se presta mejor para convertirse en el acto simbólico que expresa la sensación de orgullo triunfante? El sueño y la fantasía de volar podrían entenderse entonces como la expresión individual del deleite de la raza… ante el hecho de que la cabeza se eleva ahora por encima del suelo, de que el ojo que percibe, órgano central del Self, se ha desplazado hacia arriba, ha superado la influencia de la gravedad” (p. 88). Aquí está no sólo el qué quiere hacer Kohut de su analizante, sino también el qué quiere que el analizante haga de él”

Ahora bien que nos lleva a nosotros el declarar que el analista operando de esta manera es restaurado, inicialmente el es quien envía un mensaje de esperanza al analizando, de posibilidad de encuentro con el objeto, esperanza que se juega en el mismo “si tu tienes esperanza yo también”, no hay en este sentido reconocimiento de falta o en todo caso de la posibilidad que existe de una constante negación de ella.

Esto se da negando la demanda misma, ya que la demanda es quedar frustrado, es la no-aparición del objeto, en esta frustración que conlleva toda demanda me encuentro con la ausencia del objeto y ala vez que la demanda pueda ser frustrada abre la posibilidad del deseo, pero en el analista con las características que venimos enunciando, lo que aparece es el fantasma de esperanza de no tener demanda sino solo quedarse en el ser demandado sin que se percate que es su propia demanda la que se le presenta.

Aparece entonces el analista como un ser completo ya que al estar en el papel del saber, al tomar la posición de la madre, toma por ello el lugar del objeto perdido y fantasmaticamente se coloca en un estado nuevamente de completud, “si soy la madre y también el hijo no me hace falta nada”, esta jugado en directo con su deseo de reintegración, su deseo Edipico que se cumple en la fantasía inconsciente.

Que hay entonces con el analista del si-mismo, este que se coloca en el lugar del Gran Otro, de esa A mayúscula, tesoro de significantes pero sin barra, es tan perfecto, que deja ver que se equivoca, esta completo, asume todas las posiciones, es el padre imaginario, el padre simbólico, el padre real, el deseo de la madre, la falta misma, a él no le hace falta nada, por eso puede ser padre, falo, maestro, sujeto, objeto, madre, hermano, amigo, compañero, cómplice etc. El gran problema se hace presente pues desconoce que lugares puede ocupar. Y aun con ello así es como se muestra, más como sabemos todo eso que se muestra es ortopédico, se acomoda a la situación, no se es todo en todo momento.

Con todo esto se ira marcando una gran distancia con respecto a aquello que será trabajado por Lacan, en distintas partes de su obra, y que estará bajo la denominación del deseo del analista y aun cuando queda sin resolverse la cuestión de cual es, si nos deja algunas puntas al respecto de con que cuestiones no se engarza o no debiera de engarzarse, quizás una puntuación de ello sea lo siguiente:

“El analista no actúa en función de un ideal sea cual fuere; por ejemplo, a partir de una representación del hombre, que la neurosis, la psicosis o la perversión vendrían a corromper y que se trataría de recuperar. Tampoco se actúa partir de lo que seria una hipotética pulsión de curar, aspiración samaritana cuyo efecto solo podría ser fastidioso. Por ultimo si ha llevado lo más lejos posible su cura, se puede suponer que se ha librado de la captura del fantasma en tanto regla la realidad de cada uno, y que en particular es menos dependiente de ese Otro del que, en el fantasma, cada uno se hace objeto” (Chemama, R., 2001, 96 – 97)

Tomando en cuenta lo anterior observamos que cae entonces el analista reducido a objeto de deseo de ese Otro, es dependiente de ese Otro y por tanto solo puede mostrarse como yo, es decir ni siquiera en la actitud de modelamiento puede ser sujeto, como mencionábamos en un inicio los sujetos han quedado fuera de la jugada, pero además en Otro como inconsciente también ha quedado eliminado como lo muestra nuestro esquema, insistiríamos los vértices han desaparecido.

De esta manera lo que se manifiesta en el acto “psicoanalítico” es una pantomima psíquica, la imposibilidad de ambos de mostrarse como sujetos se pone de manifiesto y es cubierta por el fantasma de una buena adaptación, adaptación que lleva del analista restaurante a un analista restaurado.

Referencias bibliográficas

CHEMANA, R. (2001) Diccionario del psicoanálisis. Argentina. Amorrortu.
FREUD, S. (2003) “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico” en AE tomo XIV. Argentina. Amorrortu.
FREUD, S. (2003b) “Fragmento de análisis de un caso de histeria” en AE tomo VII. Argentina. Amorrortu.
HARARI, R. (1993) “El analista restaurante” en ¿Cómo se analiza hoy? Argentina. Manantial.
KOHUT, H. (1990) ¿Cómo cura el análisis? Argentina. Paidós.
LACAN, J. (1983) “Introducción del gran Otro”, Seminario 2. Argentina. Paidós. 1983.
LACAN, J. (1984) “Teoría de la falta de objeto”, Seminario 4. Argentina Paidós.
LACAN, J. (2000) De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. México, Siglo XXI.
LACAN, J. (2003) “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” en Escritos 1. México. Siglo XXI.
LACAN, J. (2003b) “Función y campo de la palabra” en Escritos 1. México Siglo XXI.
RIBES, E. (1980) Técnicas de Modificación de Conducta. México. Trillas.

La pista del dinero lleva hasta la varita mágica de la pandemia

Fabio Vighi
Profesor de Teoría Crítica e Italiano en la Universidad de Cardiff | Reino Unido
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Un año y medio después de la llegada del virus, algunos habrán empezado a preguntarse por qué las élites gobernantes, habitualmente sin escrúpulos, decidieron congelar la maquinaria mundial de obtención de beneficios ante un agente patógeno que se dirige casi exclusivamente a los improductivos (mayores de 80 años). ¿Por qué tanto celo humanitario? ¿Cui bono? Sólo aquellos que no están familiarizados con las maravillosas aventuras de GloboCap pueden engañarse pensando que el sistema decidió cerrarse por compasión. Seamos claros desde el principio: a los grandes depredadores del petróleo, las armas y las vacunas les importa un bledo la humanidad.

En los tiempos pre-covid, la economía mundial estaba al borde de otro colosal colapso. He aquí una breve crónica de cómo se iba acumulando la presión:

Junio de 2019: En su Informe Económico Anual, el Banco de Pagos Internacionales (BPI), con sede en Suiza, el “Banco Central de todos los bancos centrales”, hace sonar las alarmas internacionales. El documento destaca el “sobrecalentamiento […] en el mercado de préstamos apalancados”, donde “los estándares crediticios se han deteriorado” y “las obligaciones de préstamos colateralizados (CLO) se han disparado, lo que recuerda el fuerte aumento de las obligaciones de deuda colateralizada [CDO] que amplificó la crisis de las hipotecas de alto riesgo [en 2008]”. En pocas palabras, el vientre de la industria financiera vuelve a estar lleno de basura.

9 de agosto de 2019: El BPI publica un documento de trabajo en el que pide “medidas de política monetaria no convencionales” para “aislar la economía real de un mayor deterioro de las condiciones financieras”. El documento indica que, al ofrecer “crédito directo a la economía” durante una crisis, los préstamos del banco central “pueden sustituir a los bancos comerciales en la concesión de préstamos a las empresas”.

15 de agosto de 2019: Blackrock Inc, el fondo de inversión más poderoso del mundo (que gestiona alrededor de 7 billones de dólares en fondos de acciones y bonos), publica un libro blanco titulado “Dealing with the next downturn”. Esencialmente, el documento da instrucciones a la Reserva Federal de Estados Unidos para que inyecte liquidez directamente en el sistema financiero para evitar “una caída dramática”. De nuevo, el mensaje es inequívoco: “Se necesita una respuesta sin precedentes cuando la política monetaria se agota y la política fiscal por sí sola no es suficiente. Esa respuesta implicará probablemente ir directamente: encontrar la manera de que el dinero del banco central llegue directamente a las manos de quienes gastan en el sector público y privado”, evitando al mismo tiempo la “hiperinflación”. Los ejemplos incluyen la República de Weimar en la década de 1920, así como Argentina y Zimbabue más recientemente.

22-24 de agosto de 2019: Los banqueros centrales del G7 se reúnen en Jackson Hole, Wyoming, para debatir el documento de BlackRock junto con las medidas urgentes para evitar el inminente colapso. En palabras premonitorias de James Bullard, presidente de la Reserva Federal de San Luis: “Tenemos que dejar de pensar que el año que viene las cosas van a ser normales”.

15-16 de septiembre de 2019: La desaceleración se inaugura oficialmente con un repunte de los tipos repo (del 2 al 10,5 por ciento). “Repo” es la abreviatura de “acuerdo de recompra”, un contrato en el que los fondos de inversión prestan dinero contra activos de garantía (normalmente valores del Tesoro). En el momento del intercambio, los operadores financieros (bancos) se comprometen a recomprar los activos a un precio más alto, normalmente a un día. En resumen, los “repos” son préstamos con garantía a corto plazo. Son la principal fuente de financiación de los operadores en la mayoría de los mercados, especialmente la galaxia de los derivados. Una falta de liquidez en el mercado de repos puede tener un efecto dominó devastador en los principales sectores financieros.

17 de septiembre de 2019: La Fed comienza el programa monetario de emergencia, bombeando cientos de miles de millones de dólares a la semana en Wall Street, ejecutando efectivamente el plan “ir directo” de BlackRock. (Como era de esperar, en marzo de 2020 la Fed contratará a BlackRock para gestionar el paquete de rescate en respuesta a la crisis del covid-19).

19 de septiembre de 2019: Donald Trump firma la Orden Ejecutiva 13887, por la que se crea un Grupo de Trabajo Nacional para la Vacuna contra la Gripe cuyo objetivo es desarrollar un plan nacional de 5 años para promover el uso de tecnologías de fabricación de vacunas más ágiles y escalables y acelerar el desarrollo de vacunas que protejan contra muchos o todos los virus de la gripe”. Esto es para contrarrestar “una pandemia de gripe”, que, “a diferencia de la gripe estacional […] tiene el potencial de extenderse rápidamente por todo el mundo, infectar a un mayor número de personas y causar altas tasas de enfermedad y muerte en poblaciones que carecen de inmunidad previa”. Como alguien adivinó, la pandemia era inminente, mientras que en Europa también estaban en marcha los preparativos.

18 de octubre de 2019: En Nueva York, se simula una pandemia zoonótica mundial durante el Evento 201, un ejercicio estratégico coordinado por el Centro de Bioseguridad Johns Hopkins y la Fundación Bill y Melinda Gates.

21-24 de enero de 2020: Se celebra la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), en la que se habla tanto de economía como de vacunas.

23 de enero de 2020: China pone en aislamiento a Wuhan y otras ciudades de la provincia de Hubei.

11 de marzo de 2020: El director general de la OMS califica el covid-19 de pandemia. El resto es historia.

Unir los puntos es un ejercicio bastante sencillo. Si lo hacemos, podríamos ver surgir un esquema narrativo bien definido, cuyo resumen sucinto dice lo siguiente: los confinamientos y la suspensión global de las transacciones económicas tenían como objetivo 1) Permitir a la Reserva Federal inundar los maltrechos mercados financieros con dinero recién impreso a la vez que se aplazaba la hiperinflación; y 2) Introducir programas de vacunación masiva y pasaportes sanitarios como pilares de un régimen neofeudal de acumulación capitalista. Como veremos, los dos objetivos se funden en uno solo.

En 2019 la economía mundial estaba plagada de la misma enfermedad que había causado la crisis crediticia de 2008. Se asfixiaba bajo una montaña insostenible de deuda. Muchas empresas públicas no podían generar suficientes beneficios para cubrir el pago de los intereses de sus propias deudas y se mantenían a flote únicamente mediante la concesión de nuevos préstamos. Las “empresas zombi” (con baja rentabilidad interanual, caída de la facturación, márgenes reducidos, flujo de caja limitado y un balance muy apalancado) surgían por doquier. El colapso del mercado de repos de septiembre de 2019 debe situarse en este frágil contexto económico.

Cuando el aire está saturado de materiales inflamables, cualquier chispa puede provocar la explosión. Y en el mágico mundo de las finanzas, “tout se tient”: un aleteo de mariposa en un determinado sector puede hacer caer todo el castillo de naipes. En los mercados financieros alimentados por préstamos baratos, cualquier aumento de los tipos de interés es potencialmente cataclísmico para los bancos, los fondos de cobertura, los fondos de pensiones y todo el mercado de bonos del Estado, porque el coste de los préstamos aumenta y la liquidez se seca. Es lo que ocurrió con el “repocalipsis” de septiembre de 2019: los tipos de interés se dispararon hasta el 10,5 por ciento en cuestión de horas, el pánico se desató afectando a los futuros, las opciones, las divisas y otros mercados en los que los operadores apostaban tomando prestado de los “repos”. La única forma de desactivar el contagio fue arrojando toda la liquidez necesaria al sistema, como si los helicópteros lanzaran miles de galones de agua sobre un incendio forestal. Entre septiembre de 2019 y marzo de 2020, la Fed inyectó más de 9 billones de dólares en el sistema bancario, lo que equivale a más del 40 por ciento del PIB estadounidense.

Los confinamientos salvaron a los mercados financieros

Por lo tanto, la narrativa dominante debería invertirse: el mercado de valores no se derrumbó (en marzo de 2020) porque se tuvieran que imponer confinamientos; más bien, se tuvieron que imponer los confinamientos porque los mercados financieros se estaban derrumbando. Con los confinamientos llegó la suspensión de las transacciones comerciales, que drenó la demanda de crédito y detuvo el contagio. En otras palabras, la reestructuración de la arquitectura financiera mediante una política monetaria extraordinaria estaba supeditada a que se apagara el motor de la economía. Si la enorme masa de liquidez bombeada al sector financiero hubiera llegado a las transacciones sobre el terreno, se habría desencadenado un tsunami monetario de consecuencias catastróficas.

Como afirmó la economista Ellen Brown, fue “otro rescate”, pero esta vez “al amparo de un virus”. Del mismo modo, John Titus y Catherine Austin Fitts señalaron que la “varita mágica” del covid-19 permitió a la Fed ejecutar el plan de “ir directo” de BlackRock, literalmente: llevó a cabo una compra sin precedentes de bonos del Estado, mientras que, en una escala infinitesimal, también emitió “préstamos covid” respaldados por el gobierno a las empresas. En resumen, sólo un coma económico inducido proporcionaría a la Reserva Federal el espacio necesario para desactivar la bomba de relojería que estaba haciendo tictac en el sector financiero. Cribado por la histeria de las masas, el banco central estadounidense tapó los agujeros del mercado de préstamos interbancarios, esquivando la hiperinflación, así como el “Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera” (la agencia federal para la supervisión del riesgo financiero creada tras el colapso de 2008). Sin embargo, el proyecto de “ir directo” también debe enmarcarse como una medida desesperada, ya que sólo puede prolongar la agonía de una economía global cada vez más rehén de la impresión de dinero y la inflación artificial de los activos financieros.

En el centro de nuestro predicamento se encuentra un impasse estructural insuperable. La financiarización apalancada por la deuda es la única línea de fuga del capitalismo contemporáneo, la inevitable ruta de avance-escape de un modelo reproductivo que ha alcanzado su límite histórico. Los capitales se dirigen a los mercados financieros porque la economía basada en el trabajo es cada vez menos rentable. ¿Cómo hemos llegado a esto?

La respuesta puede resumirse de la siguiente manera 1. La misión de la economía de generar plusvalía es a la vez la de explotar la fuerza de trabajo y la de expulsarla de la producción. Esto es lo que Marx llamaba la “contradicción móvil” del capitalismo (1). Aunque constituye la esencia de nuestro modo de producción, esta contradicción hoy en día es contraproducente, convirtiendo la economía política en un modo de devastación permanente. 2. La razón de este cambio de suerte es el fracaso objetivo de la dialéctica trabajo-capital: la aceleración sin precedentes de la automatización tecnológica desde los años 80 hace que se expulse de la producción más fuerza de trabajo de la que se (re)absorbe. La contracción del volumen de los salarios hace que el poder adquisitivo de una parte creciente de la población mundial disminuya, con el endeudamiento y la inmisericordia como consecuencias inevitables. 3. Como se produce menos plusvalía, el capital busca rendimientos inmediatos en el sector financiero apalancado por la deuda en lugar de hacerlo en la economía real o invirtiendo en sectores socialmente constructivos como la educación, la investigación y los servicios públicos.

La conclusión es que el cambio de paradigma en curso es la condición necesaria para la supervivencia (distópica) del capitalismo, que ya no es capaz de reproducirse a través del trabajo asalariado de masas y la utopía consumista que lo acompaña. La agenda pandémica fue dictada, en última instancia, por la implosión sistémica: la caída de la rentabilidad de un modo de producción que la automatización desenfrenada está haciendo obsoleto. Por esta razón inmanente, el capitalismo es cada vez más dependiente de la deuda pública, los bajos salarios, la centralización de la riqueza y el poder, el estado de emergencia permanente y las acrobacias financieras.

Si “seguimos al dinero” veremos que el bloqueo económico atribuido taimadamente a un virus ha logrado resultados nada despreciables, no sólo en términos de ingeniería social, sino también de depredación financiera. Destacaré rápidamente cuatro de ellos.

1) Como se preveía, ha permitido a la Reserva Federal reorganizar el sector financiero imprimiendo un flujo continuo de miles de millones de dólares de la nada; 2) Ha acelerado la extinción de las pequeñas y medianas empresas, permitiendo a los grandes grupos monopolizar los flujos comerciales; 3) Ha deprimido aún más los salarios laborales y ha facilitado un importante ahorro de capital mediante el “trabajo inteligente” (que es especialmente inteligente para quienes lo aplican); 4) Ha permitido el crecimiento del comercio electrónico, la explosión de las grandes tecnologías y la proliferación de la industria farmacéutica, que también incluye la tan denostada industria del plástico, que ahora produce millones de nuevas mascarillas y guantes cada semana, muchos de los cuales acaban en los océanos (para alegría de los “nuevos comerciantes verdes”). Sólo en 2020, la riqueza de los cerca de 2.200 multimillonarios del planeta creció en 1,9 billones de dólares, un aumento sin precedentes históricos. Todo ello gracias a un patógeno tan letal que, según datos oficiales, sólo el 99,8 por ciento de los infectados sobrevive, la mayoría de ellos sin experimentar ningún síntoma.

Hacer el capitalismo de otra manera

El motivo económico de la “caza” del covid debe situarse en un contexto más amplio de transformación social. Si rascamos la superficie de la narrativa oficial, empieza a tomar forma un escenario neofeudal. Masas de consumidores cada vez más improductivos están siendo regimentadas y desechadas, simplemente porque el Sr. Global ya no sabe qué hacer con ellas. Junto con los subempleados y los excluidos, las clases medias empobrecidas son ahora un problema que hay que manejar con el palo de los cierres, los toques de queda, la vacunación masiva, la propaganda y la militarización de la sociedad, en lugar de con la zanahoria del trabajo, el consumo, la democracia participativa, los derechos sociales (sustituidos en el imaginario colectivo por los derechos civiles de las minorías) y las “vacaciones bien ganadas”.

Por lo tanto, es ilusorio creer que el propósito de los confinamientos es terapéutico y humanitario. ¿Cuándo se ha preocupado el capital por el pueblo? La indiferencia y la misantropía son los rasgos típicos del capitalismo, cuya única pasión real es el beneficio, y el poder que conlleva. Hoy en día, el poder capitalista puede resumirse con los nombres de los tres mayores fondos de inversión del mundo: BlackRock, Vanguard y State Street Global Advisor. Estos gigantes, situados en el centro de una inmensa galaxia de entidades financieras, gestionan una masa de valor cercana a la mitad del PIB mundial y son los principales accionistas de cerca del 90 por ciento de las empresas cotizadas. En torno a ellos gravitan instituciones transnacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, la Comisión Trilateral y el Banco de Pagos Internacionales, cuya función es coordinar el consenso dentro de la constelación financiera. Podemos suponer sin temor a equivocarnos que todas las decisiones estratégicas clave -económicas, políticas y militares- están, como mínimo, muy influenciadas por estas élites. ¿O queremos creer que el virus les ha cogido por sorpresa? Más bien, el SARS-CoV-2 -que, según admiten el CDC y la Comisión Europea, nunca ha sido aislado ni purificado- es el nombre de un arma especial de guerra psicológica que se desplegó en el momento de mayor necesidad.

¿Por qué deberíamos confiar en un megacártel farmacéutico (la OMS) que no se encarga de la “salud pública”, sino de comercializar productos privados en todo el mundo a las tarifas más rentables posibles? Los problemas de salud pública se derivan de las pésimas condiciones de trabajo, de la mala alimentación, de la contaminación del aire, del agua y de los alimentos y, sobre todo, de la pobreza galopante; sin embargo, ninguno de estos “patógenos” figura en la lista de preocupaciones humanitarias de la OMS. Los inmensos conflictos de intereses entre los depredadores de la industria farmacéutica, las agencias médicas nacionales y supranacionales, y los cínicos ejecutores políticos, son ahora un secreto a voces. No es de extrañar que el día en que el covid-19 fue clasificado como pandemia, el FEM, junto con la OMS, lanzara la Plataforma de Acción contra el covid, una coalición de “protección de la vida” dirigida por más de 1.000 de las empresas privadas más poderosas del mundo.

Lo único que le importa a la camarilla que dirige la orquesta de la emergencia sanitaria es alimentar la máquina de obtener beneficios, y cada movimiento se planifica con este fin, con el apoyo de un frente político y mediático motivado por el oportunismo. Si la industria militar necesita guerras, la industria farmacéutica necesita enfermedades. No es casualidad que la “salud pública” sea, con mucho, el sector más rentable de la economía mundial, hasta el punto de que las grandes farmacéuticas gastan en grupos de presión el triple que las grandes petroleras y el doble que las grandes tecnológicas. La demanda potencialmente interminable de vacunas y brebajes genéticos experimentales ofrece a los cárteles farmacéuticos la perspectiva de flujos de beneficios casi ilimitados, especialmente cuando se garantizan con programas de vacunación masiva subvencionados con dinero público (es decir, con más deuda que caerá sobre nuestras cabezas).

¿Por qué se han prohibido o saboteado criminalmente todos los tratamientos covid? Como admite cándidamente la FDA, el uso de vacunas de emergencia sólo es posible si “no hay alternativas adecuadas, aprobadas y disponibles”. Un caso de verdad oculta a la vista. Además, la actual religión de las vacunas está estrechamente vinculada al auge del fármaco-dólar, que, al alimentarse de las pandemias, está llamado a emular las glorias del “petrodólar”, permitiendo a Estados Unidos seguir ejerciendo la supremacía monetaria mundial. ¿Por qué toda la humanidad (¡incluidos los niños!) debe inyectarse “vacunas” experimentales con efectos adversos cada vez más preocupantes pero sistemáticamente minimizados, cuando más del 99 por ciento de los infectados, la gran mayoría asintomáticos, se recuperan? La respuesta es obvia: porque las vacunas son el becerro de oro del tercer milenio, mientras que la humanidad es material de explotación de “última generación” en modalidad de cobaya.

En este contexto, la puesta en escena de la pantomima de la emergencia tiene éxito gracias a una manipulación inaudita de la opinión pública. Todo “debate público” sobre la pandemia está descaradamente privatizado, o más bien monopolizado por la creencia religiosa en comités técnico-científicos financiados por las élites financieras. Todo “debate libre” se legitima mediante la adhesión a protocolos pseudocientíficos cuidadosamente purgados del contexto socioeconómico: se “sigue la ciencia” mientras se finge no saber que “la ciencia sigue el dinero”. La famosa afirmación de Karl Popper de que la “ciencia real” sólo es posible bajo la égida del capitalismo liberal en lo que él llamaba “la sociedad abierta” (2), se está haciendo realidad en la ideología globalista que anima, entre otros, la Open Society Foundation de George Soros. La combinación de “ciencia real” y “sociedad abierta e inclusiva” hace que la doctrina covid sea casi imposible de desafiar.

Para el covid-19, pues, podríamos imaginar la siguiente agenda. Se prepara una narrativa ficticia basada en un riesgo epidémico presentado de tal manera que promueva el miedo y el comportamiento sumiso. Lo más probable es que se trate de un caso de reclasificación diagnóstica. Todo lo que se necesita es un virus de la gripe epidemiológicamente ambiguo, sobre el que construir un relato agresivo de contagio relacionable con zonas geográficas en las que el impacto de las enfermedades respiratorias o vasculares en la población de edad avanzada e inmunodeprimida es elevado, quizás con el agravante de la fuerte contaminación. No hay que inventar mucho, puesto que las unidades de cuidados intensivos de los países “avanzados” ya se habían colapsado en los años anteriores a la llegada del covid, con picos de mortalidad para los que nadie había soñado con exhumar la cuarentena. En otras palabras, los sistemas de salud pública ya habían sido demolidos y, por tanto, preparados para el escenario pandémico.

Pero esta vez hay método en la locura: se declara el estado de emergencia, lo que desencadena el pánico, provocando a su vez el atasco de hospitales y residencias (con alto riesgo de sepsis), la aplicación de nefastos protocolos y la suspensión de la asistencia médica. Et voilà, ¡el virus asesino se convierte en una profecía autocumplida! La propaganda que recorre los principales centros de poder financiero (especialmente Norteamérica y Europa) es esencial para mantener el “estado de excepción” (Carl Schmitt), que se acepta inmediatamente como la única forma posible de racionalidad política y existencial. Poblaciones enteras expuestas al fuerte bombardeo mediático se rinden por autodisciplina, adhiriéndose con grotesco entusiasmo a formas de “responsabilidad cívica” en las que la coacción se transforma en altruismo.

La prueba PCR es el motor de la pandemia

Todo el guión de la pandemia -desde la “curva de contagio” hasta las “muertes de covid“- se apoyan en la prueba PCR, autorizada para la detección del SARS-CoV-2 por un estudio elaborado en tiempo récord por encargo de la OMS. Como muchos sabrán a estas alturas, la falta de fiabilidad diagnóstica de la prueba PCR fue denunciada por su propio inventor, el premio Nobel Kary Mullis (desgraciadamente fallecido el 7 de agosto de 2019), y reiterada recientemente por, entre otros, 22 expertos de prestigio internacional que exigieron su retirada por claros fallos científicos. Obviamente, la petición cayó en saco roto.

Funciona a través de los infames “umbrales de ciclo“: cuantos más ciclos haga, más falsos positivos (infecciones, muertes por covid) producirá, como admitió imprudentemente incluso el gurú Anthony Fauci al afirmar que los hisopos no tienen valor por encima de los 35 ciclos. Ahora bien, ¿por qué durante la pandemia se llevaron a cabo rutinariamente amplificaciones de 35 ciclos o más en los laboratorios de todo el mundo? Incluso el New York Times -que ciertamente no es una guarida de peligrosos negadores del covid- planteó esta cuestión clave el verano pasado. Gracias a la sensibilidad del hisopo, la pandemia puede abrirse y cerrarse como un grifo, lo que permite al régimen sanitario ejercer un control total sobre el “monstruo numerológico” de los casos y las muertes por covid, los instrumentos clave del terror cotidiano.

Todo este alarmismo continúa hoy en día, a pesar de la flexibilización de algunas medidas. Para entender por qué, debemos volver al motivo económico. Como se ha señalado, los bancos centrales han creado varios billones de dinero recién impreso con unos pocos clics de ratón y los han inyectado en los sistemas financieros, donde han permanecido en gran parte. El objetivo de la fiebre de impresión era tapar los calamitosos déficits de liquidez. La mayor parte de este “dinero mágico” sigue congelado en el sistema bancario en la sombra, en las bolsas de valores y en varios esquemas de moneda virtual que no están destinados a ser utilizados para el gasto y la inversión. Su función es únicamente proporcionar préstamos baratos para la especulación financiera. Esto es lo que Marx llamaba “capital ficticio”, que continúa expandiéndose en un bucle orbital que ahora es completamente independiente de los ciclos económicos sobre el terreno.

La conclusión es que no se puede permitir que todo este dinero en efectivo inunde la economía real, ya que ésta se recalentaría y desencadenaría una hiperinflación. Y aquí es donde el virus sigue siendo útil. Si al principio sirvió para “aislar la economía real” (citando de nuevo el documento del BPI), ahora supervisa su tímida reapertura, caracterizada por la sumisión al dogma de la vacunación y a los métodos cromáticos de regimentación masiva, que pronto podrían incluir el bloqueo climático. ¿Recuerdan cómo se nos dijo que sólo las vacunas nos devolverían la “libertad“? Como era de esperar, ahora descubrimos que el camino hacia la libertad está plagado de “variantes”, es decir, de iteraciones del virus. Su objetivo es aumentar el “recuento de casos” y, por lo tanto, prolongar los estados de emergencia que justifican la producción de dinero virtual por parte de los bancos centrales para monetizar la deuda y financiar los déficits. En lugar de volver a los tipos de interés normales, las élites optan por normalizar la emergencia sanitaria alimentando el fantasma del contagio. El tan publicitado “tapering” (reducción del estímulo monetario) puede, por tanto, esperar, al igual que el “pandexit”.

En la Unión Europea, por ejemplo, el “programa de compras de emergencia para la pandemia” del Banco Central Europeo, de 1,85 billones de euros, conocido como PEPP, está previsto que continúe hasta marzo de 2022. Sin embargo, se ha insinuado que podría ser necesario ampliarlo más allá de esa fecha. Mientras tanto, la variante delta está causando estragos en la industria de los viajes y el turismo, con nuevas restricciones (incluida la cuarentena) que interrumpen la temporada de verano. Una vez más, parece que estamos atrapados en una profecía autocumplida (especialmente si, como han insinuado el premio Nobel Luc Montagnier y muchos otros, las variantes, por leves que sean, son consecuencia de agresivas campañas de vacunación masiva). Sea como fuere, lo fundamental es que el capitalismo senil sigue necesitando al virus, cuya única posibilidad de supervivencia depende de generar un cambio de paradigma del liberalismo al autoritarismo oligárquico.

Aunque su crimen dista mucho de ser perfecto, hay que reconocer a los orquestadores de este golpe global una cierta brillantez sádica. Su juego de manos ha tenido éxito, tal vez incluso más allá de las expectativas. Sin embargo, cualquier poder que pretenda la totalización está destinado a fracasar, y esto se aplica también a los sumos sacerdotes de la religión covid y a las marionetas institucionales que han movilizado para desplegar la psicopatología de la emergencia sanitaria. Después de todo, el poder tiende a engañarse a sí mismo sobre su omnipotencia. Los que están sentados en la sala de control no se dan cuenta de hasta qué punto su dominio es incierto. Lo que no ven es que su autoridad depende de una “misión superior”, a la que permanecen parcialmente ciegos, a saber, la autorreproducción anónima de la matriz capitalista. El poder actual reside en la máquina de hacer beneficios, cuyo único propósito es continuar su temerario viaje, que podría conducir a la extinción prematura del Homo sapiens. Las élites que han embaucado al mundo para que obedezca al covid son la manifestación antropomórfica del autómata capitalista, cuya invisibilidad es tan astuta como la del propio virus. Y la novedad de nuestra época es que la “sociedad cerrada” es el modelo que mejor garantiza la reproducibilidad de la máquina capitalista, independientemente de su destino distópico.

Notas

1. Karl Marx, Grundrisse (London: Penguin, 1993), 706.
2. Karl Popper, The Open Society and its Enemies, 2 volumes (Princeton: Princeton UP, 2013).

Por gentileza de mpr21 y The Philosophical Salon

 

El psicoanálisis: una resistencia a lo medible y observable *

* Pasantía de Grado

Carlos Andrés Acosta Ochoa
Estudiante de último semestre de Psicología
Semillero de investigación: psicoanálisis y sociedad | Fundación Universitaria Los Libertadores | Bogotá | Colombia.
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Resumen

Resumen

El presente artículo abordará el debate académico del estatus científico que actualmente tiene la psicología, pero paralelamente excluyente al psicoanálisis, por lo cual se pretende hacer un análisis de la aversión obtenida hacia este dispositivo terapéutico , que durante mucho tiempo ha participado en acalorados debates relacionados con su vigencia en la actualidad, por lo tanto, nuestra primera cuestión será el ¿para qué? de este rechazo, siendo el que ocasiono el cierre argumental de su mismo discurso, frente a la cuestión mental ofrecida en el abordaje del malestar psíquico. De entrada, se recalca la frontera actual entre el psicoanálisis y la misma psicología, trazada incluso por intelectuales de cada lado, dejando distorsionado el panorama de la participación y relevancia de este dispositivo teórico, investigativo y terapéutico. Según su trayectoria en la historia del estudio mental ha despertado pasiones y acalorados debates, siendo cuestionado por teorías positivistas, que pretenden instrumentalizar la conciencia humana dando a luz a paradigmas emergentes, como fuerzas alternativas de estudio de la mente, comportamiento u objeto de estudio según sus ambiciones, cuando en realidad carecen de la objetividad que tanto exclaman, por lo que, empieza a surgir la necesidad de replantearse nuevos horizontes para la psicología.

Palabras clave: psicoanálisis, ciencia, positivismo, mente, conciencia, paradigma.

Abstract

This article will address the academic debate on the scientific status that psychology currently has, but in parallel excluding psychoanalysis, so we intend to make an analysis of the aversion obtained towards this therapeutic device, which for a long time has participated in heated debates related to its validity at present, therefore, our first question will be the why? of this rejection, being the one that caused the argumentative closure of his same speech, against the mental question offered in the approach to psychic discomfort. From the outset, the current frontier between psychoanalysis and psychology itself is emphasized, drawn even by intellectuals from each side, distorting the panorama of the participation and relevance of this theoretical, research and therapeutic device. According to its trajectory in the history of mental study, it has aroused passions and heated debates, being questioned by positivist theories, which pretend to instrumentalize human consciousness giving birth to emerging paradigms, as alternative forces of study of the mind, behavior or object of study according to their ambitions, when in reality they lack the objectivity they so much exclaim, therefore, the need to rethink new horizons for psychology begins to emerge.

Keywords: science, psychoanalysis, positivism, mind, consciousness, paradigm.

Introducción

En la historia se han caracterizado las teorías de la psique, más conocidas como escuelas psicológicas, diseñadas para abordar los malestares del sujeto actual, que en su afán de solucionar angustias y fenómenos sociales del presente, configuraron saberes, rifando el estatus científico a los postulados más acoplados al clima intelectual de cada época, como si fuera un premio o cuya exclusividad solamente podría ser utilizada, para imponer calificativos tácitos de verdades no cuestionadas en aquel entonces.

Ahora bien, podemos hallar en los trabajos científicos más ovacionados algunas metodologías que al criterio general, y analizadas minuciosamente, se convierten en desaciertos epistemológicos, por no dar coherencia al cuerpo filosófico que exponen, como por ejemplo: examinar objetos de estudio relacionados con la conciencia, creando un constructo no identificado del todo y que el psicoanálisis ha tratado de examinar, otorgándole toda la rigurosidad para no aceptar verdades incompletas, sino al contrario, replantear nuevas preguntas para hallar respuestas en coherencia hacia las interrogantes mal estructuradas.

Esto también lleva la indagación sobre métodos ideográficos a un terreno investigativo, el cual sigue siendo blanco de ataques académicos, que sumergidos en el pragmatismo teórico y no reconocen los aciertos de esta disciplina llamada psicoanálisis. Sin embargo, la cuestión se complica cuanto este problema de plantear buenas preguntas al investigar, no solamente está en los campos asociados a la mente humana, y por lo tanto es necesario recurrir a conocimientos interdisciplinares de otros campos del saber para rellenar huecos argumentales que la psicología actual aun no puede solucionar de forma independiente.

Ahora bien, ¿es oportuno recibir conocimiento de otras disciplinas para que subsanen las dudas que la psicología no ha podido contestar sola? O por lo contrario reconocer que el psicoanálisis lo ha marcado desde el principio, como desaciertos que ha tenido la psicología. Algunos piensan que es un acto desalentador creer que la psicología pueda llegar a resolver sus propias dudas con los métodos que ha diseñado propiamente, incluso es llamativo que se consolide una psicología moderna con aportes de otros departamentos académicos, creando un híbrido nomotético que pueda otorgar fórmulas de acción rápida para los problemas cotidianos.

El contexto histórico de donde emerge un conocimiento logra introducir elementos muy característicos que van impresos, como una firma dentro de un planteamiento o teoría, que si preferimos llamarlo de otra forma seria una huella histórica que reorienta la visión del intelectual, según la época que expone su argumento y paso a paso lo perfecciona, es decir; para defenderlo y compartirlo al mundo, incluso hasta configurar un lenguaje, pues este logra articular ontogénicamente cada grupo disciplinario que estudia algún fenómeno, llevándolo a pensar que está ligado al tiempo donde se exponen, francamente (…) convirtiéndose en limitaciones del mismo, que se representan como problemas sociales o fantasmas culturales.

Actualmente pareciera que la psicología solamente debe orientar su ruta hacia la verdad cuantificada, pero cualquier conocimiento del orden hermenéutico debe estar pre evaluado y encapsulado en la caverna académica, para que sus constructos se orienten únicamente hacia la poesía y literatura, sin que tenga la posibilidad de expresar su carácter disciplinar e investigativo que lo caracteriza en los hallazgos de otros campos del saber ideográfico. La psicología como toda disciplina joven aun “resbala” en sus mismas confusiones epistemológicas, pues el objeto de estudio de la misma nos arrastra al plano de discusión por sus mismas inconsistencias, es decir que, la personalidad, conducta, emoción y sentimiento parecieran ser elementos ya plenamente definidos y entendidos, incluso corroborado por la cantidad de investigaciones existentes en el mar bibliográfico que podemos encontrar por Internet, sin embargo (…) Si estudiamos los oportunos intentos que la psicología positivista ha intentado posesionarse en diferentes áreas del conocimiento humano podremos identificar que han podido colonizar la mayoría de los saberes prácticos exigiendo rigurosidad, evidencia, experimentación y la verdad a cada aspecto que goce del estatus de ser información académica, puesto que la psicología como un abordaje técnico a la realidad psíquica del sujeto, no se salvaría de enfrentar tal cruzada.

Parte 1

Debemos analizar que los exponentes del conocimiento que pasa a ser validado como científico, están ubicados como sujetos en un lugar muy particular de la historia, donde las ideas que promulgan están matizadas por el contexto histórico que afrontan y en cada lazo social del cual tienen contacto. Estamos hablando que las teorías que nacen en determinada época, las cuales llevan un poco de material político, social, tecnológico incluso hasta teológico, convierten al sujeto, en un individuo que arrastra una cantidad de esquemas y posturas con las que ha podido construir su conocimiento, exponiéndolo al mundo (…) “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (Lacan, 1953, p. 309), no obstante, aquel individuo también queda atrapado en sus propias contradicciones, pues este será transformado por su deseo de satisfacer resultados que le exige una institución, una empresa, o un círculo científico logrando evadir las aspiraciones iniciales que lo motivaron a conectarse con el mundo del conocimiento y que sin querer van a generar un impacto académico para las generaciones que le sigan, por consecuencia del abandono de sus convicciones intelectuales que llanamente se dilataron por influencia del entorno social.

Es importante que el psicólogo actual, o el que se instruya como profesional de la mente pueda contemplar la posibilidad que en su trayecto como aprendiz tendrá que colocar sus creencias en duda, y vaciar el cántaro de la moralidad que reposa en su personalidad ya definida, esto permitirá que pueda explorar diferentes perspectivas con otras miradas hacia el objeto de estudio que desee conocer en su enfoque psicológico. No es más que analizar los discursos que decoran las más llamativas teorías del comportamiento, y por más desquiciadas que aparenten, están hechas con rigurosidades amparadas por teóricos, científicos e instituciones que defenderán a muerte dichas verdades, será un duro trabajo empezar a diseccionar cada teoría y comprobar su verdad, ¿cómo realizarlo? (…) Debemos plantearnos el interrogante en que época estamos para poderlo hacer, y si tenemos acceso a las herramientas para cuestionarnos, pues esta posmodernidad en la que se vive actualmente ha planteado el método de la experimentación para comprobar dudas, trabajadas con tubos de ensayo, rayos gamma y microscopios, según todo lo que pueda ser real, y lo demás será desechado por no quedar enmarcado en una fórmula matemática o esquema nomotético. Realmente el discurso positivista de la realidad observable, medible y cuantificable puede llegar a reconocer casi todos los fenómenos de la naturaleza externa del hombre, pero (…) ¿la interna?, Como medir las experiencias que la vida mental le otorga a la existencia humana, que, si bien se han representado en el arte y la religión, por no mencionar cada aspecto humano retratado en el mundo tangible. La reducción de estas nociones teológicas y sensibles del alma humana, no se pueden pasar desapercibidas, por el contrario, el psicoanálisis existe para combatir tales criterios he incomodar las supuestas verdades que se tienen sobre la fenomenología psíquica del sujeto, para tal caso es indispensable que los estudios e investigaciones puedan ser contrastadas con las ideas que el autor está diciendo y con el contexto histórico en que está inmerso. Por eso algunos conceptos trabajados en el pasado ya nos acerca al término que podría responder y aclarar el conjunto de personas que valida y acepta los conocimientos en una comunidad y un tiempo en específico, tradicionalmente llamado como: “comunidad científica” pero que en realidad en los términos académicos es de otra forma de definir aquellas elites que se jactan de conocer los fenómenos sensibles de la mente humana (Simonetti, 2012).

La profesión nos exige explorar diferentes paradigmas que construyen los estudios en psicología, y que en sus inicios lograron popularizar el ejercicio de la terapia, amalgamada con la investigación, lográndose instaurar en la memoria de la colectividad, con aquellos imaginarios en los que el profesional de la psique tendría que llevar como su mayor victoria en un mundo de especulación o por lo contrario sería el arma de doble filo que lo llevaría a estructurar la crisis filosófica que hoy vive esta disciplina a la cual cada década pareciera que su definición se pierde más y queda en manos de los interés o grupos elites que no tienen nada que ver con ese constructo llamado psicología, la tradición académica nos remonta a conocer 3 fuerzas con las que se crearon las perspectivas del mundo civilizado actual, son 3 iniciales como el psicoanálisis, conductismo y humanismo. Estas teorías proponen una óptica diferente de la mente humana y su relación con los aspectos clínicos del sujeto, han acompañado la psicología como el corazón teórico para los avances y desaciertos que ha tenido la profesión, sin embargo desde hace unas décadas dichos paradigmas han sido sometidos a verificaciones académicas para analizar y concluir que tan científico son, y al dictaminar lo contrario rechazar dichos saberes, ya que estos conocimientos son realizados en unas épocas muy particulares de la historia de la psicología, iniciando una tradición de métodos introspectivos trabajados en laboratorios para estudiar la sensación y percepción, con la intención de medir variables psíquicas con métodos matemáticos, pero que al tiempo, en diferentes partes del mundo una disciplina del poder de la palabra tomaba muchísima fuerza para el tratamiento de la histeria y la aparición de la neurosis como malestares mentales, que al poco tiempo dicho método seria debatido por los estudios de la reflexología rusa, impulsando los inicios de las teorías del reflejo condicionado y la modificación de conducta que terminarían cambiando el objeto de estudio que inicialmente fue la conciencia, por la conducta… ¿por qué? Esta era observable medible y cuantificable, es decir, matematizar con fórmulas y tubos de ensayo la vida anímica del ser humano por el hecho que la conciencia no puede pasar por los instrumentos tecnológicos con los que experimentan y así poder verla (Bassols, 2014).

La justificación podría estar ambientada por las comunidades científicas que dictaminan los saberes y las verdades de las teorías, ya que en la psicología se gestarían congresos e importantes reuniones con el fin de socializar la información estudiada, en diferentes temas, estos círculos sociales pertenecen a una generación de pensadores que vienen siendo producto del tiempo en el que nacen, exponiendo una “forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de información se convierten en las fuentes fundamentales de productividad y poder debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico”(p. 51, Castells, 2000) y, por lo tanto, las sociedades de cada tiempo en resumidas son, ideas y valores muy característicos del momento histórico que se vive, ¿Dónde estaría ubicada los inicios de la psicología? Y ¿dónde está ubicada la psicología en la actualidad? Estas dos cuestiones no parecen tener mucha relevancia en el profesional actual, ya que, edifica su criterio en la línea positivista y pragmática que el desarrollo cultural y tecnológico ofrece, pues estamos viviendo en la era de la comunicación y la información, donde cada dato es un fundamental para capitalizar el modelo neoliberal del cual somos perteneciente. Este influye en la construcción de saberes dentro de la psicología actual, en esta época en particular crea el escenario perfecto para que la psicología adopte los esquemas políticos ya inmersos en las comunidades científicas que sin darse cuenta siguen lineamientos de la modernidad actual anteponiendo los valores éticos que tiene la promulgación científica en cada campo del saber humano, por tanto la bandera del positivismo en la psicología nueva, está proponiendo la reducción del individuo únicamente a la búsqueda del éxito y normalización de conductas, separando lo bueno y lo malo, sin antes estudiar las complejidades que conllevan establecer juicios dentro de una disciplina tan seria como la que estudia la mente y comportamiento humano. Estos valores son muy distanciados de los planteados al iniciar loes estudios de la mente humana, los cuales se enfocaban en estudiar las primeras manifestaciones anímicas relacionadas en intentar comprender la vida interna del hombre, por ejemplo: decir que en la época arcaica las sensaciones internas se orientaban al estudio del alma y los fenómenos que se relacionaban con ella, tanto como exotéricos, artísticos, y religiosos. Esto engloba un conjunto de saberes tradicionales en las primeras culturas existentes de la humanidad, así generando formas de pensamiento míticas para darle una explicación a las subjetividades inmersas en cada persona.

¿El Para qué?

Las intenciones que la psicología demanda en la actualidad son un conocimiento que tenga un valor pragmático, técnico y económico, debido a que la utilidad de la información adquirida se debe enfocar hacia un avance futurista, planteando metas y así en el camino se pueda ir obteniendo toda la sabiduría por medio de la experimentación. Por lo tanto, si no pasa por la rigurosidad del laboratorio o del análisis experimental será desechado sin ningún valor, ya que la tendencia del modelo positivista expone la búsqueda de la verdad por medio de la cuantificación estadística únicamente, creando así una serie de manuales con pasos específicos para que técnicamente se elabore la ruta que reduzca las complejidades a unidades manipulables, y por último poder obtener una ganancia monetaria por dichos esfuerzos. Se convertiría en una amenaza directa cualquier paradigma que pretenda cuestionar las bases teóricas de esta epistemología conceptual llamada psicología moderna, la cual viene constituida por las corrientes cognitivas, existenciales, motivaciones, conductistas y neurocientíficas que exponen un desarrollo de avances en la academia actual (Bassols, 2014).

Las hostilidades que padece el psicoanálisis como paradigma se han podido analizar desde la frontera que une el sistema social actual llamado posmodernidad, ya que, el neoliberalismo del siglo XXI expone una serie de ideales y valores muy particulares en la sociedad moderna, dicho contenido es instaurado de forma cultural en la masa, y desde los primeros años de la infancia se puede ver una tendencia política, que es enseñada al primer contacto con la sociedad que son las instituciones educativas. Dichos temas de la escala cognitiva en el aprendizaje del infante son un terreno bastante extenso que el psicoanálisis ha venido estudiando y ha podido sustentar con investigaciones del sujeto en sus primeros años de vida, y como este entra en conflicto con la moralidad social de un sistema económico político, que puede influir en un desarrollo inconsciente de la mente. Lo mencionado anteriormente la psicología lo conoce de mano, reconoce que la política de los estados y territorios a nivel global logran ejercer un control y modelamiento sobre el crecimiento intelectual de los sujetos, independiente de la nacionalidad, puede ser claro en afirmar que los niños que crecen en china continental no reconocerán las mismas motivaciones sociales que un neonato mexicano, ya que por obvias razones políticas los dos individuos se desarrollan en diferentes sistemas económicos totalmente opuestos.

Por otro lado la psicología en su intento de llegar a la verdad, decide que en sus inicios enfocar su investigación al estudio de la conciencia, y los fenómenos sensibles que ella involucra, pero con la introducción de la ciencia moderna y paradigmas emergentes, dichas intenciones se orientaron a cambiar el objeto de análisis por el de la conducta, apartando de lado la realidad psíquica que inicialmente que contemplaba la fenomenología, como un estudio riguroso y serio de la vida interna del hombre, y de este como interactuaba con su entorno, esto lleva a descubrir que la aversión teórica al freudismo, que está estrechamente relacionada con la imposibilidad de asemejarse a los principios técnicos y pragmáticos, por lo tanto no podría tener un valor científico, y cualquier conocimiento independiente fuera de este orden tendría que ser de otro conjunto académico (…) pero jamás psicológico, llegando a manifestar que la psicología es una disciplina que se limita únicamente a los aspectos conscientes del sujeto.

Rápidamente el psicoanálisis quedaría excluido del plano académico, y para garantizar que no se involucrara en los aspectos mentales, se categorizó sus intenciones como pseudocientíficas y poco confiables, utilizando todos sus elementos literarios que sirvieron para materializar la investigación del inconsciente, como posibles desaciertos y poco pragmáticos para el ejercicio de la investigación. Esto llevo a nombrar dichos resultados como conclusiones románticas, fantasiosas, incestuosas, pornográficas e inmorales, ya que, venían de una época arcaica y primitiva, como si las letras y los pensamientos allí reflejados no tuvieran ninguna relevancia en la psique de las personas, o peor aún (…) como si la conciencia humana estuviera estructurada solo con perfección y pureza moral.

Se logró encasillar al psicoanálisis en un contexto poco confiable, dejándole de lado, solo por no doblegar sus convicciones, y poderse adaptar a las que le ofrecía el supuesto mundo del progreso, para prueba de eso; en la cultura popular solo se les quiso mostrar los trabajos de la teoría sexual, los desaciertos que tuvo los tratamientos de la hipnosis, la experimentación de la cocaína, el Edipo y sus confusiones. La consecuencia de tal desprestigio, se encuentra en el lugar que ocupa el analista, quedando marcado para siempre, y poniendo a cuestionar si realmente hubo una intención sistemática para marginar un conocimiento de tal forma que solo se pudiese analizar bajo el mal criterio de los círculos científicos, o por lo contrario, le daría la razón total al psicoanálisis, reforzando la idea de que la naturaleza inconsciente de la civilización siempre está destinada a negar sus temores y miedos, a esconder por vergüenza sus verdaderos instintos ontogenéticos por encima de cualquier moralidad social. Por esas opiniones emergentes, las diferentes corrientes empezaron a remplazar las primeras ambiciones que tenía la psicología en sus inicios, y los representantes del psicoanálisis trazarían una frontera filosófica para separarse (Ferndez, 1999).

El psicoanálisis nace por la intención de establecer una teoría, una terapia y una forma de investigación a los fenómenos instaurados en la vida psíquica del sujeto partiendo de la noción del inconsciente pudieron establecer las primaras rutas de estudios, que llegarían a funcionar como una cura para los malestares cotidianos de la época, más allá del tratamiento a la histeria o las intervenciones clínicas que un psicoanalista le pueda hacer a una neurosis, cabe recordar que la teoría del inconsciente creada por Sigmund Freud, logro desarrollarse en un contexto bastante hostil, no solo por los ataques académicos a sus postulados, si no la realidad social que un judío en la Europa clásica, tendría que vivir en aquel sistema que imperaba en la época, permitiría realizar ciertas libertades políticas y artísticas, sin embargo, al mismo tiempo en aquella época se sometía al individuo a un balance casi alienante, sin ninguna contradicción que pusiera en duda sus creencias actuales o sacudiera su esquema moral familiar, debido al frecuente discurso moral eclesiástico, fue así el caso con la religión que en aquel entonces era más radical con las interpretaciones de la realidad que exponían los intelectuales, tratando de dejar el difícil legado del oscurantismo medieval, planteo su contradicción a los temas frente a la sexualidad y naturaleza humana, constituyéndose así como una institución dogmática donde el uso de la razón se vería orientado únicamente a los intereses internos de su círculo eclesiástico. Esto generaría que naturalmente los conocimientos religiosos se tomaran como esotéricos y místicos, ya que no abría las puertas al mundo científico y prefería centrarse en las creencias monoteístas, sin embargo, más adelante el modelo filosófico que manejaba la iglesia seria único e irrepetible, no por su verdad o discurso frente al mundo, si no por lo contrario, convirtiéndose en la piedra en el zapato de varios avances sociales que involucraban al hombre y su papel en el mundo. Es necesario recordar esa mirada religiosa radical, porque esa misma visión empezó a ser replicada dentro de los mismos paradigmas científicos de la época, ¿cómo sería posible que el dogmatismo filosófico criticado por años en la religión, ahora se convirtiera en un modelo para replicar dentro de los mismos círculos científicos ?, Esta pregunta compromete a conocer las razones del fanatismo existente dentro de la misma academia científica, y da a reconocer que el conocimiento que no es evaluado y examinado, se convierte en un problema deteriorando las buenas intenciones con las que pueda tener tal fin, creando una atmósfera de necedad por conceptos que atraen y poéticamente enamoran a la sociedad acompañado de loables promesas para los malestares del diario vivir más allá de eso, la ciencia como se conoce la podemos definir en diferentes perspectivas, que han evolucionado al paso de la historia algunos afirman que “la ciencia es valiosa como herramienta para domar la naturaleza y remodelar la sociedad; es valiosa en sí misma, como clave para la inteligencia del mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento, la disciplina y la liberación de nuestra mente” (p. 36, Bunge,1981). Partiendo de este principio técnico, dicho conocimiento humano podría enfrentar varios conflictos para intentar ser definido, generado una dicotomía entre lo que es y lo que no, así empezaría avanzar con los mismos pasos criticados en la religión, promoviendo algunas profecías de mejorar el mundo y crear una sociedad más civilizada, mencionando a los mesías del laboratorio, quienes no podrían ser criticados ni puestos en duda jamás, como si se tratase de también dichas doctrinas de los estudios realizados solo se podrían seguir al pie de la letra sin duda alguna, como un manual expuesto sobre un ritual que no era más que el estudio de la conciencia y los fenómenos relacionados con la mente, pero que dichos hallazgos solo se podrían trabajar de la manera en que la indicara el paradigma, o en este caso el intelectual, científico, psicólogo, analista, o como se le categorizara al sujeto que tuviera el poder de vender y ofrecer su verdad a la colectividad. Del mismo modo que un símbolo goza del estatus de deidad o ente superior, suelen tratar a los eruditos que diseñan las más atractivas teorías, y cada intento de debate o critica seria tomado como una blasfemia sin ningún valor académico, solo sería sumergido a la burla y poca cientificidad, estas consecuencias son producto del elevado fanatismo científico que en las últimas décadas la psicología y el mismo psicoanálisis adoptaron, pero cual fue el punto de quiebre definitivo que desencadenaría la separación definitiva de los postulados y convertida en dicotomía las formas de pensar de cada lado. A continuación, explicare dicho argumento.

Si bien la psicología se adaptó a las demandas del medio académico, ya que este estaba influenciado directamente por un sistema político neoliberal que logro centrar las bases y principios de la ruta actual que continuara la disciplina, se empezaría a gestar una corriente de pensamiento diferente, generando oposición a los postulados actuales que tienen las disciplinas que estudian los procesos mentales. Emergen las posiciones psicoanalíticas que parten de la idea de los procesos inconscientes que desarrolla el sujeto en lo largo de su existencia, dando oportunidad a que la conciencia también ocupe un papel importante pero no decisivo para el tratamiento y comprensión de la psique humana, esto genera divisiones en las teorías que tradicionalmente contiene la psicología, ya que en su afán de experimentación de la objetividad de la realidad, no toma estudio de los contenidos inconscientes ya previamente analizados , y opta por tomar una posición más objetiva del ser humano en función de su mente, esto lleva a generar espacios de debate, donde la génesis de los conflictos psicológicos tienen un fundamento netamente consiente y las experiencias que el sujeto llegue a manifestar serán tratadas solamente en esta instancia, para eso, fue necesario que otras disciplinas pudieran interactuar y poder ayudar a solucionar tales conflictos , como la naturaleza humana, el lenguaje, la enfermedad mental, el desarrollo, el aprendizaje etc. Si se detiene y se opta por analizar los métodos para estudiar estas instancias del conocimiento científico se podrá llegar fácilmente a la conclusión que en la actualidad algunos de estos solo son científicos por la aceptación social que, en los paradigmas sociales, políticos incluso hasta religiosos fueron aceptados, cometiendo una falla crucial para limitar otras propuestas que se salgan del estudio netamente consiente y objetivo.

Exponiéndolo de esta forma existe un problema que aqueja a la psicología desde hace mucho y no es más que, la pobre interpretación que tiene sobre ella misma, eso quiere decir que no hay claridad de algún rumbo fijo y objetivo que pueda tomar en un futuro, el desespero por obtener la carrera hacia la verdad a sesgado grandes espacios de discusión , y es donde el malestar filosófico que tiene , empieza a evidenciarse, el enfoque actual de la disciplina solo apunta a un futuro distorsionado sin haber solucionado, las calamidades del pasado, y lo que no logra ver en sí, es el gran peso que está arrastrando por no solucionar los inconvenientes del pasado, por eso es más que necesario una reflexión histórica de lo que ha llevado la psicología y el psicoanálisis hacia los tiempos modernos, donde es más fácil dividir y dilatar los conceptos , antes que exponerlos y utilizarlos (García, 2007).

Si bien el psicoanálisis se opone al estudio netamente consiente de la mente humana, es de esperar que para desarrollar este discurso tenga que sacrificar varios estatus sociales e incluso generar contradicciones, se mantendrá esta visión para continuar militando hacia el camino de la verdad, el discurso del psicoanálisis genera las molestias que están nacidas en ese pasado confuso que la psicología no ha podido solucionar, cambiando los objetos de estudio solo por no comprenderlos suficientemente, cuando en realidad la supuesta ciencia que venerar y siguen existe que si no hay respuestas se debe cambiar el método sin tocar el objeto (…) es un error fatal que se sigue cometiendo y por tanto el psicoanálisis hace su aparición para intentar solucionar esto. Si el planteamiento inicial de Freud es estudiar los procesos inconscientes sin desviar los estudios a los contenidos consientes, porque no orientar esos fundamentos dentro de la psicología, es decir que el psicoanálisis pueda tener un lugar más dinámico en la ciencia de la conducta, o como suele llamarse en la actualidad nuestra disciplina, la ciencia del comportamiento humano, no sería tan complicado, partiendo de la idea que en el mismo psicoanálisis se han generado distintas escuelas de pensamiento que fundamentan su estudio en el yo del sujeto, esa parte consiente del individuo que claramente le pertenece al estudio de la psicología moderna, pero que en realidad puede nutrir el discurso freudiano, sirviendo como catalizador que ahorra suficiente trabajo en la comprobación de hipótesis del mismo freudismo, si, en realidad los aspectos cognitivos del hombre pareciera ser que los paradigmas actuales ya los tuvieran definidos, así les han dado el sello de científicos al convencerse del conocimiento que supuestamente tienen sobre ellos, por tanto si se explora este terreno consiente desde el ello del psicoanálisis , será más fácil comprobar las fatales consecuencias que tienen los postulados modernos de la psicología, que harían reconocer el valor teórico del psicoanálisis, abriéndole más participación y menos difamación, esto empezaría a dar mayor aceptación a los postulados freudianos, con más rigor y menos despreciados.

Se debe reconocer que la psicología por sí misma no ha podido entenderse y en cambio desecho los conocimientos que el psicoanálisis inicialmente aporto, quedándose únicamente con algunos modelos clínicos y aspectos éticos viéndolos como beneficiosos para su cuerpo teórico, sin embargo prefirió abrir puertas a la mate matización de la mente y la relevancia química por encima de la realidad psíquica del sujeto, que si bien logran interactuar no se puede poner por encima del objeto de estudio que es la psique humana, asi que para evitar estos conflictos el psicoanálisis opta por crear un escuela centrada en la idea del yo, para alivianar los conflictos que en la disciplina se puedan generar, dándole un rol más catedrático en la academia, no como una fase en la construcción de la psicología, por lo contrario, el corazón de la misma.

Un diván para el paradigma

El permitir que las demás ciencias tacitas puedan examinar e investigar los asuntos de la psicología, cada vez se vuelve un tema más popular, y empieza a generar malestar, al reconocer que la población en general le es más atractiva una propuesta facilista que involucre un estado de felicidad, el cual pueda dar solución a sus más mínimas dolencias, sin ni siquiera sentarse a reflexionar las valiosas cicatrices que deja una vida anímica caóticamente desarrollada. Se debe entender que la realidad contempla varios matices en diferentes estadios de la vida que puede afrontar un individuo, y por mas crisis que logren moldear su carácter frente al problema de la existencia, no se podrá ignorar ese valioso conjunto de experiencias que la mayoría de veces se llevan reprimidas en la mente y poco salen a flote por medio de las palabras, las cuales son el material de trabajo por antonomasia del psicoanalista. Los miedos reprimidos que fácilmente los charlatanes del hoy, pueden disfrazar como debilidades, por el simple hecho de que no son variables manipulables y por lo tanto entendibles, estos pseudo-mesenas de la posmodernidad con sus discursos sobre el éxito y la poca alusión al fracaso, han logrado disfrazar cualquier conocimiento de la psicología para usarlo a sus más ridículas intenciones mercantiles. El fracaso que, si bien mantiene una noción negativa en la actualidad, ya el psicoanálisis desde el pasado aún mantiene el concepto como una alusión al camino alternativo que la clínica y la investigación estarían llevando por no cumplir los estatutos que demanda la modernidad. En cambio, hemos perdido terreno como estudiadores de la mente y conducta, debido al exceso de contenido práctico en las metodologías que como profesionales se deben promover, se debe estructurar un conocimiento sólido, razonable y crítico que pueda hacer frente a los problemas que enfrenta la disciplina y volver a recuperar el lugar que perdió por las seducciones de la modernidad. Un aspecto solido consolidado de teorías y saberes que hayan podido ser examinados y cautelosamente estudiadas, con un soporte investigativo y clínico que dé cuenta de la rigurosidad de sus planteamientos, y que Allan podido pasar por el objeto de estudio que se cuestione, sin alteración del método, así lograr una coherencia epistemológica con lo que se plantea, Esto permitirá que las disciplinas que no han desarrollado un conocimiento solido de la mente puedan estar opinando y modificando los aspectos más importantes de la psicología.

En los últimos años la tendencia crece, al identificar que otras profesiones libremente estructuran teorías de la funcionalidad de la mente sin tener ningún bagaje investigativo valido, por lo contrario, logran configurar un lenguaje atractivo a las comunidades del mundo moderno, donde el uso de significantes basados en la felicidad y el éxito prometen una armonía pasajera a cualquier mal. Sin importar si es académico, económico, social o emocional. Para las nuevas teorías que salen de este conjunto de ideas se les facilita remplazar los conocimientos solidos del pasado, por el hecho de que se encuentren en una época muy alejada de la vida presente, separadas del aspectos tecnológicos y de fácil comprensión, sin siquiera detenerse a reflexionar los avances que se lograron desde atrás, es muy fácil encapsular la vieja psicología y el psicoanálisis en aquellos tiempos de grandes hechos sociales, como la segunda guerra mundial y las epidemias que jamás volveríamos a tener, y demás sacudidas sociales que registrarían la verdadera naturaleza del hombre, una instintiva, violenta, creadora y destructora a la vez. Esta tendencia a rechazar estos importantes datos recolectados en estas épocas, son la premisa que estructura el pensamiento moderno actual, un miedo sin mesura al reconocimiento de las tendencias del hombre y su naturaleza animal que podría entenderse en buenos términos para subsanar los problemas modernos, llevados por medio de un psicoanálisis bien definido y estudiado por la psicología actual que no genere brechas epistemológicas y por lo contrario permita la alianza a conocimientos de su mismo terreno y pueda así limitar los datos dudosos de la modernidad actual.

La profesión imposible

El mundo actual está sumergido en el desarrollo tecnológico que tecnifica cada conocimiento subjetivo y tácito que pueda contemplar la vida emocional del ser humano, construyendo un distanciamiento con pretensiones de acercamiento. Puesto que la comunicación ha puesto sobre la mesa todas las falencias negadas y avergonzadas que ha intentado ocultar muy penosamente algunos modelos psicológicos. La naturaleza del ser humano está siendo moldeada por la estética artificial que podemos observar en redes sociales, pues para nadie es un secreto que en la era actual se viene gestando un fenómeno cultural que ha empezado a conectar y generar malestar en la maza, donde la participación del sujeto es reiterativa a las demandas que el medio digital le dictamina, pero que si observamos con lupa, ese medio digital no es más que una fachada que contiene las más debatibles características humanas y que en la actualidad han sido decoradas con la toxicidad extrema del éxito y su vínculo con la felicidad positiva que podrá obtenerse con discursos mediocres de superación. Discursos los cuales no aceptan definiciones complejas, ni tampoco explicaciones debatibles, pues es más fácil articular métodos de entrenamiento “tutorializados” y de fácil acción, sin importar si solucionan los conflictos que un sujeto en su desarrollo no debería enfrentar. Tal criterio nace como si el conocimiento para dictar tales juicios fueran puros y verdaderos, con títulos de entrenadores mentales, coaching y gurús del saber, que pretenden conocer la realidades subjetivas de cada individuo, coartándolo de su libertad y su función para reconocer los altibajos de la vida, remplazando todo conocimiento razonable por una felicidad motivacional encaminada al éxito material y la espiritualidad egocentrista que el internet puede ofrecer, por tanto no sería raro pensar que aquí nuevamente como en cualquier paradigma , en este caso social, estos nuevos individuos que se jactan de exponer doctrinas falsas y soluciones fáciles al malestar humano se incomodaran por la aparición de la crítica filosófica, hacia los métodos que se usan para explorar los aspectos mentales de las personas. Sin duda alguna el psicoanálisis en la actualidad mantiene una vigencia sólida en sus convicciones y abriendo nuevas posibilidades a la exploración mental de nuevos fenómenos, que emergen del contacto de la realidad psíquica con las interacciones virtuales que un sujeto pueda tener. Para comprender esto deberíamos plantearnos la idea de: ¿qué es el psicoanálisis ahora?, ¿continúa siendo el mismo de hace 100 años? (…) o ¿el trayecto de su historia ha permitido articular nuevos escenarios para su aplicación? (…) se reconoce los desaciertos y abre nuevos horizontes para el tratamiento de la condición humana, sin descartar la definición misma que tiene el psicoanálisis que se contrapone a los valores que están en auge, y que la época actual mercantiliza a favor del interés individual positivista. De forma contraria el psicoanálisis es más simple si se define a través del negativismo y, por ende, señalando lo que no es el psicoanálisis, se podrá llegar más rápido a su comprensión, sin perder el sentido propio de su significado. El mundo actual prefiere otorgarle problemas de la vida mental a cualquier dispositivo que prometa la solución a los malestares, de forma práctica y fácil, dejando atrás la historia del sujeto y enfocándose en solo lo que está deseando materialmente, sin ni siquiera detenerse a reflexionar si aquello que desea el sujeto es lo que realmente quiere, negándole la posibilidad de que analice la situación que propiamente lo ha llevado a consultar la desdicha de sus síntomas, más allá de eso se ha podido confirmar que este escenario, donde las personas enfermas acuden al criterio de una teoría, religión, comunidad, o entrenamiento finalmente salen peor de trastornadas, dado que al ignorar los verdaderos deseos, son engañados por las motivaciones conscientes del éxito y la vanidad estética que el mundo del éxito le ofrece, y para terminar, se convierten en presas fáciles de las motivaciones personales del supuesto amo que los intentara ayudar, generando mucho malestar, empeorando la situación y generando confusiones. (Carreño, Gastaldi y Panero, 2020)

El último bastión del psicoanálisis

Es de esperar que en la era de la comunicación y la información se desarrollaran varias miradas en un escenario digital, con un impacto social bastante sólido, pues todo conocimiento está emparejándose con las tecnologías de la actualidad y los medios digitales están ofrecidos al nivel intelectual de la población, generando una gama de posibilidades para que el sujeto construya su realidad, basado en todos los datos que pueda obtener e intercambiar, dado que en las redes sociales existe un lenguaje donde el espectador podrá convertirse en aquello que sus deseos le dicten y podrá plasmar en la red toda su psicopatología de la vida cotidiana, esta vez en un plano digital, dándole el triunfo a sus conductas reprimidas, pasándolas por el canal de las palabras y finalmente llevando a estudiar que “El intercambio simbólico es lo que vincula entre sí a los seres humanos, o sea la palabra, y en tanto tal permite identificar al sujeto” (Lacan, 1954, p.215). Dichas aproximaciones de los psicoanalistas permiten identificar que el ser humano está constituido por una inclinación latente a comunicar su lenguaje, deseando ser escuchado, observado, y confrontado. Esto lleva a pensar que los espacios digitales muchas veces se convierten en refugios de la psique donde el usuario que las frecuenta, podrá sustituir todo aquello que lo aqueja, cambiándolos por elementos de su realidad interna aun no percibida conscientemente y que en la interacción con los demás podrá obtener el reconocimiento que por medios propios con dificultad no estarían al alcance. Las ciencias sociales están presentes en cualquier instancia y por más acercamiento que las herramientas virtuales le ayuden, el sujeto mismo tendrá que ir re direccionando nuevas estrategias mentales para obtener lo que busca. Esto somete a la persona a una situación complicada que afectara su estabilidad pulsional, y para una mayor solución a sus angustias recurrirá por fragmentos momentáneos, que logren satisfacer las demandas que afuera de la red no pueda conseguir, generando un bucle temporal que se mueva entre sus emociones y que de manera artificial lo coloque en una armonía social. (Campo, 2020)

Los contenidos mentales que afligen al sujeto en la época actual muchas veces se filtran a través de las plataformas tecnológicas, aun mas cuando son de carácter público, creando un personaje con el cual podrá moverse entre las demandas de la sociedad actual, dichos contenidos no son más que los atributos ontogénicos de nuestra especie llevados innatamente en cada uno de sus comportamientos y que forman parte de su esencia, donde se plasma toda su estructura de personalidad, y que por lo tanto pareciera que ha encontrado un sitio en las redes sociales, donde podrá proclamarse como un monarca del narcisismo o terminara siendo un esclavo de la angustia, dos posibles escenarios muy característicos de un individuo en construcción, dado que este fenómeno social de las redes, mantiene una desbocada tendencia a construir una imagen falsa que sustituya sus más oscuros temores. El acercamiento de las personas entre sí , no solo atrae sus virtudes sino también aquellas cosas con las que podrán generar o romper lazos sociales, es decir llevar y compartir los deseos de todos los sujetos en conjunto sin importar si son reales o simples motivaciones sin ninguna finalidad más allá de satisfacer sus propios deseos, por tanto “Si la constitución del yo se encuentra vacilante, mayor podrá ser la tendencia a atribuir carácter de realidad a la satisfacción hallada en la realidad virtual de la pantalla a despecho de una realidad externa que le resulta displacentera” (Sahovaler, 2009, p.37).

Conclusiones

Más allá de las diferencias conceptuales que puedan tener la psicología y el psicoanálisis, no se puede negar la influencia social, política y filosófica que introdujo la ciencia en estos dos paradigmas, al orientar sus propios discursos generando espacios del debate, donde se tuvo que reconocer los fracasos y victorias que han tenido en la cultura. Irónicamente lograron unir esfuerzos para solucionar las interrogantes de la mente humana, cada lado aportando sus diferentes perspectivas, en las que se puede analizar un sujeto inmerso en la sociedad y fue necesario crear corrientes psicológicas, que reconozcan las ideas que el psicoanálisis ha trabajado desde el inicio del estudio de la mente humana.

Ahora bien, el positivismo se ha convertido en el factor primordial para la ciencia, que determina la validez de los paradigmas, lo cual estropea todo aquello del ser humano que no es medible ni observable, causando un reduccionismo en la concepción de la psique. Es así que, se empieza a patologizar la cotidianidad, ya que, la psicología positivista no toma en cuenta la realidad del sujeto y su compresión.

El sujeto es puesto en unos parámetros de normalidad impuesta social y moralmente por la ciencia, por lo que, el psicoanálisis en contra de esto, rechaza todo tipo de noción generalizada y empieza a indagar la realidad humana de una forma introspectiva, en la cual, somete al ser humano a hacer una auto-reflexión de su vida, a través de las desdichas, emociones, vivencias, malestares y su objeto es esclarecer todo aquello que está oculto en el inconsciente y brindar estabilidad y equilibrio a su existencia.

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