El fenómeno de la homosexualidad desde una perspectiva materialista

Erick Daniel Granados Monroy
Licenciado en Filosofía, Master en Desarrollo Humano y Doctor en Gestalt. Profesor de la Universidad Latina, Campus Sur, Distrito Federal, México. Colaborador de las revistas electrónicas Mundo Gestalt, Filosofía Mexicana, Razón y Palabra y Revista de Psicología y Humanidades.

Resumen

En este documento se realiza un acercamiento explicativo al fenómeno de la homosexualidad desde la vertiente Monista materialista; interpretación que busca complejizar el enfoque sobre el objeto de análisis y trascender argumentaciones moralistas, inductivistas y esquemáticas.

Palabras clave: Homosexualidad, Psicología Fisiológica, Neil Carlson, Etología, Psicología Humanista.

Abstract

This text takes an explanation of the homosexual phenomenon from the standpoint of Materialistic Monistic.  This interpretation seeks to complicate the approach on the subject of analysis and transcend moralists arguments, inductive arguments and schematic arguments.

Keywords: Homosexuality, Physiologic Psychology, Neil Carlson, Ethology, Humanistic Psychology.

Introducción

En las condiciones históricas actuales es posible encontrar y experienciar elementos actitudinales —académicos, teóricos y de la cotidianeidad— que ostentan posiciones parciales, excluyentes, ofensivas e incomprensivas en torno al fenómeno de la homosexualidad.

Debido a esas problemáticas tan reales, cercanas y palpables se pretende mostrar en este artículo una visión alterna sobre el tema de estudio; consideramos necesario exponer una visión distinta sustentada primordialmente en el Monismo materialista, y complementariamente por la Etología y la Psicología Humanista, en pos de proporcionar hechos y argumentos que colaboren a la reconfiguración de las posturas mayoritarias y tradicionales que encauzan el tema con enfoques que niegan o patologizan el suceso.

Para la elaboración de esta reflexión partimos del cuestionamiento: ¿Es posible argumentar una postura no excluyente sobre la homosexualidad desde disciplinas materialistas, que contra-argumente a las visiones poláricas, irracionales y excluyentes sobre el objeto de estudio?

El propósito de este artículo es reflexionar en torno al fenómeno de la homosexualidad, en diálogo con interpretaciones materialistas, con base a la Psicología Fisiológica.

Nuestra metodología de investigación es la documental; utilizamos el Método Doxográfico basándonos principalmente en el texto “Fisiología de la Conducta”, de Neil Carlson.

Esta reflexión interpreta a la homosexualidad como una vertiente existencial válida y respetable, que deviene de una cierta configuración encefálica. [1]

Nuestro trabajo se encuentra dividido en cinco apartados: Introducción, Desarrollo, Conclusiones, Notas y Referencias bibliográficas.

A continuación, en la sección Desarrollo, proporcionamos una explicación sobre los géneros y la identidad sexual, desde la perspectiva materialista —desde la Psicología Fisiológica—; posteriormente exponemos un acercamiento al fenómeno de la homosexualidad con base en las posturas Fisiológicas, Etológicas, y sobre los procesos intersubjetivos, según los postulados del Enfoque Centrado en la Persona, la Psicología Rogeriana.

Desarrollo

Existen diversas interpretaciones en torno a nuestro objeto de estudio, no obstante, consideramos que ya sean de índole metafísica o biologicista, lo que predomina en esos enunciados es un matiz de negatividad, exclusión e incomprensión en torno a las personas que discurren y existen bajo esa modalidad conductual. Esa incomprensión y aversión se denota no sólo en la cotidianeidad, sino también en el ámbito académico; existen personas que sin comprender el fenómeno, partiendo de prejuicios y pre-reflexiones, catalogan a la persona con designaciones desvalorizantes y ofensivas.

Una definición elemental que manejaremos sobre la homosexualidad será: una inclinación para gratificar y gratificarse, en sentido sensorial y/o afectivo, con personas del mismo género, proceso al que denominaremos también Tendencia Genital-Afectiva Intragenérica.

En este documento buscamos trascender la visión aversiva y ofensiva sobre la homosexualidad, utilizando argumentos que naturalicen y clarifiquen dicha situación.

En primer lugar, nos valdremos de los descubrimientos que aporta la Psicología Fisiológica, una disciplina que es primordialmente materialista, que explica a las personas, su comportamiento, ideas, sueños, proyectos, todo lo que hacen y pueden hacer, basándose en el cuerpo, en la materia: en el cerebro. [2]

Las explicaciones que exponemos a continuación son primordialmente materialistas, la identidad sexual vista desde la Psicología Fisiológica.

Bajo esta perspectiva, todos los seres humanos en las fases iniciales de nuestra conformación, al ser fetos, empezamos por ser mujeres, es decir, de inicio todos somos hembras, pero pasado cierto tiempo, el feto puede continuar siendo hembra o, con ciertas ordenes electroquímicas, ese feto (que originalmente es mujer) empieza a desarrollar características de varón, al mismo tiempo que desaparecen o se reducen las características femeninas. Nos dice Carlson que “El género de los órganos sexuales internos de un feto viene determinado por la presencia o ausencia de las hormonas segregadas por los testículos”. [3] Es decir, que cuando el gen “Y” que aporta el hombre en la fertilización comienza o promueve la aparición de testículos, éstos posteriormente van a ser una de las fuentes que segregarán hormonas (junto con otras fuentes de hormonas: el cerebro, las suprarrenales, etc.). En los cuerpos masculino y femenino la conformación y la activación de las funciones corporales y de las conductas será debido a la segregación y al influjo de hormonas; dos de los principales tipos de hormonas son: andrógenos y estrógenos.

Los andrógenos se definen como hormonas esteroides sexuales masculinas, es decir, que provocan efectos masculinizantes; por su parte, los estrógenos son tipos de hormonas sexuales que provocan la maduración del fenotipo femenino (genitales, mamas, caderas), dicho en otras palabras es una hormona que provoca estructura y conducta femenina o feminizante. En este sentido, características de macho o hembra, hombre o mujer, surgen de una base anatómica que deviene de la especie a la cual pertenece el ser [4].

Todas las personas tenemos andrógenos y estrógenos. Los hombres tienen andrógenos y estrógenos. Las mujeres tienen andrógenos y estrógenos.

Dependiendo el ciclo hormonal de la persona [5, 6], en tal o cual momento habrá mayor presencia de andrógenos o de estrógenos; en diversos momentos las personas (por el influjo hormonal) tendrán más conducta masculina o femenina. Los varones podrán ser más femeninos o masculinos, y la mujer será más masculina o femenina por el influjo o predominancia del andrógeno o del estrógeno. En ese sentido, todas las personas somos bisexuales, o bigenéricas, manifestando comportamiento de uno u otro sexo.

Coincidiendo con la anterior afirmación en cuanto al comportamiento sexual y su dependencia de las diferencias y actividad del cerebro, MacCulloch y Feldman enunciaron que:

La evidencia a partir de la sexología animal es que el comportamiento sexualmente dimórfico no es únicamente masculino o femenino; tiende a ser bisexual en potencia pero en su manifestación es principalmente masculino o femenino. (Beach, 1947; Whalen, 1968). Cada sexo en algún momento despliega elementos de comportamiento sexual inapropiados para el otro sexo. Money y Ehrhardt (1971) han sugerido un diseño de investigación para probar el rol de los efectos de hormonas en ratas recién nacidas, en el cual a 12 grupos experimentales se les deja o se les da andrógenos o estrógeno en la pubertad, para un total de 36 grupos experimentales. Cada uno de estos 36 grupos de ratas tendrían que comprobarse en cuanto al comportamiento con parejas de ambos sexos, en total de 72 grupos.

Algunos componentes de este diseño se han efectuado con animales, y la evidencia hasta la fecha indica que la forma de comportamiento sexual en el adulto está gobernada en dos formas (1) por medio de “centros sexuales cerebrales” y (2) por las gónadas, el aparato sexual y la naturaleza de las hormonas circulantes. Hay una relación entre las formas 1 y el 2 que está comprendida por el hecho de que el desarrollo, pasado un tiempo después de la concepción, tiene lugar no solo bajo la influencia del anelage (o sea la constitución genética) que produce ovarios o testículos, sino también bajo la influencia de la ejecución hormonal metabólica de la unidad fetoplacenta.” [7]

Según los autores, el ser y sus pautas comportamentales devienen de una constitución fisiológica cerebral y del influjo de los mecanismos hormonales, influjo que no será homogéneo sino que en su variabilidad inclinará al macho o a la hembra [8] hacia conductas mayor o menormente masculinas o femeninas.

La sexualidad, es un hecho fisiológico, una conducta natural, un comportamiento manifestado en TODAS las formas de vida.

Desde la línea de pensamiento presentada, las personas tendremos inclinación a contacto afectivo y/o sexual con hombres o mujeres dependiendo la actividad hormonal.

Así mismo, bajo esta perspectiva, no existen los heterosexuales puros, ya que en diversas circunstancias hormonales concatenadas con situaciones contextuales, la persona podrá sentirse inclinada a mayor o menor o diferente interacción con personas de su género o con las del otro género.

Adelantándonos un poco a nuestra argumentación, enunciamos que la bisexualidad se manifiesta en todo el reino animal; hay muchos ejemplos en aves, reptiles y mamíferos. En los humanos no es la excepción, hay bisexualidad por la presencia e influjo de andrógenos y estrógenos.

En la homosexualidad, la inclinación a tener contacto genital y/o afectivo con personas del mismo sexo, es atribuida en la Psicología Fisiológica a la configuración particular de ciertas áreas del cerebro. [9]

Respecto al origen cerebral de la orientación sexual heterosexual y homosexual, y en contra de explicaciones inductivistas de la Filosofía y de la Psicología, Carlson explica que:

Algunos investigadores creen que la homosexualidad es el resultado de las experiencias infantiles, especialmente de las interacciones entre el niño y sus padres. Un estudio llevado a cabo a gran escala con varios centenares de varones y mujeres homosexuales por Bell, Weinberg y Hammersmith (1981) intentó evaluar los efectos de esos factores. Estos investigadores no hallaron ninguna prueba de que los homosexuales hubieran sido criados por madres dominantes o por padres sumisos, como habían sugerido algunos clínicos; el mejor predictor de la homosexualidad adulta era la propia manifestación de sentimientos homosexuales, que solía preceder a la actividad homosexual en unos tres años. Los investigadores concluyeron que sus datos no apoyaban las explicaciones sociales de la homosexualidad sino que eran consistentes con la posibilidad de que ésta estuviera, al menos en parte determinada biológicamente.” [10]

Es decir, que no son las experiencias infantiles ni el tipo de mamá o ausencia de padre lo que inclinarán a alguien a la homosexualidad, sino un factor cerebral. Será pues la influencia temprana, la exposición a andrógenos, lo que provocará la homosexualidad; de acuerdo con Carlson:

Una causa biológica más probable de la homosexualidad, podría ser la existencia de diferencias sutiles en la estructura cerebral, causadas por diferencias en el grado de exposición prenatal a los andrógenos. Es posible, pues, el cerebro de los homosexuales varones no esté ni masculinizado ni desfeminizado, el de las mujeres homosexuales esté masculinizado y desfeminizado, y el de los bisexuales esté masculinizado, pero no desfeminizado.” [11]

Bajo la perspectiva anterior, sustancias químicas influirán en las fases de desarrollo y en las características que mantendrán y desarrollarán uno y otro fetos expuesto a los andrógenos. Una situación contextual se comprenderá como causa de la producción y exposición hormonal. Dicha situación será el estrés.

Según la Psicología Fisiológica: “Si la orientación sexual se ve, de hecho, afectada por diferencias en la exposición a los andrógenos del cerebro en desarrollo, ¿qué factores pueden provocar que haya variaciones en esta exposición? Probablemente, algo debe provocar la disminución de los niveles de andrógenos prenatales a los que un varón homosexual está expuesto e incrementar los niveles a los que están expuestas las mujeres homosexuales.

Estudios llevados a cabo con animales de laboratorio sugieren un acontecimiento que podría interferir potencialmente con androgenización prenatal de los machos: el estrés maternal. Ward (1972) sometió a ratas gestantes a períodos de estrés confinándolas y exponiéndolas a una luz muy brillante, lo que suprime la producción de andrógenos en fetos machos. Las ratas machos nacidas de madres sometidas a estrés mostraban, comparadas con los sujetos de control, una probabilidad menor de manifestar conducta sexual masculina y más probabilidades de manifestar conducta sexual femenina cuando recibían inyecciones de estradiol y progesterona. En otro estudio (Ward y Stehm, 1991) se mostró que la conducta de juego en ratas macho jóvenes cuyas madres habían sido sometidas a estrés durante la gestación se parecían más a la de las hembras que a la de los machos –es decir, los animales mostraban menos cantidad de peleas. Por lo tanto, los efectos conductuales provocados por el estrés prenatal no se restringen a cambios en la conducta sexual.

Otros estudios con animales de laboratorio han mostrado que más allá de los efectos conductuales, el estrés prenatal reduce el tamaño del núcleo sexualmente dimórfico del área preóptica, que normalmente es mayor en machos que en hembras y que (como veremos posteriormente en esta sección) juega un papel importante en la conducta sexual del macho (Anderson y cols., 1986).

Aunque no se puede asumir que el estrés prenatal tenga efectos similares sobre cerebro y la conducta de los humanos y de los animales de laboratorio, los resultados de los trabajos mencionados son consistentes con la hipótesis de que la homosexualidad masculina podría estar relacionada con acontecimientos que reducen la exposición prenatal a los andrógenos.” [12]

Según lo citado, la homosexualidad masculina podría ser causada debido a circunstancias ambientales estresantes que provocan que la mujer embarazada segregue un tipo de sustancia química que va a inhibir la acción de los andrógenos —de hormonas masculinizantes—, de esa manera la persona —el feto hombre—, no será masculinizado ni desfeminizado, quedándose con características femeninas y sin desarrollar conductas masculinas. Entonces, llegado el momento, no buscará una mujer, sino que se enfocará en construir interacciones con otros seres de su mismo género. No se masculinizó, y por tanto, no ejecuta el comando biológico, la programación de especie en la cual hombre busca a mujer.

Respecto a la vertiente homosexual femenina, Carlson enuncia lo siguiente:

El informe Kinsey sobre la sexualidad de la mujeres (Kinsey y cols., 1943) indicó que aproximadamente un 10% de las mujeres americanas habían tenido algún contacto sexual con otra mujer a la edad de 20 años; en la muestra de mujeres expuestas a andrógenos prenatales, el porcentaje era al menos cuatro veces mayor. Los resultados sugieren por lo tanto que la exposición del feto femenino a unos niveles de andrógenos anómalamente altos, afectan la orientación sexual.

En un estudio llevado a cabo por Lijima y sus colaboradores (2001), encontraron que la androgenización prenatal podría ser responsable de otras conductas sexualmente dimórficas, más allá de la orientación sexual. Los investigadores pidieron a niños pequeños, incluyendo niñas con Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC) [13], que hicieran dibujos. Normalmente, es más probable que los niños hagan dibujos utilizando colores oscuros y fríos y que incluyan objetos en movimiento tales como coches, camiones, trenes y aviones, mientras que las niñas es más probable que usen colores luminosos y cálidos y que incluyan personas, flores y mariposas.

Los investigadores encontraron que la probabilidad de que aparecieran motivos masculinos en los dibujos de las niñas con HSC era muy alta.

Una posible explicación de la alta proporción de orientación sexual masculina en mujeres con HSC es que los andrógenos afecten el desarrollo del cerebro.

Sin embargo, debemos recordar que estos andrógenos también afectan los genitales; posiblemente los cambios en los genitales juegan un papel en el modelado del desarrollo de la orientación sexual de las niñas.

Si las diferencias manifestadas en la orientación sexual están causadas por los efectos de los andrógenos prenatales sobre el desarrollo del cerebro, entonces podríamos concluir razonablemente que los andrógenos prenatales son también responsables del establecimiento de la orientación sexual.” [14]

Con base en lo anterior, se sigue la vertiente elucidativa que afirma que los elementos conductuales devienen de la base anatómica, primordialmente del encéfalo; y si ciertas condiciones generan exposición del nonato a sustancias químicas que alterarán la conformación corporal general y cerebral específica, entonces al verse modificada la anatomía, lo será también el comportamiento, y entre ellos, el comportamiento afectivo y sexual.

El Monismo materialista explicará qué sustancia y su efecto en el ser, actúa de la siguiente manera:

Como no resulta posible realizar experimentos controlados en humanos, algunos investigadores han centrado la atención en nuestros parientes cercanos, los monos, para ver si la exposición prenatal a los andrógenos ejerce efectos conductuales duraderos. Goy, Bercovitch y McBrair (1988) administraron inyecciones de testosterona a hembras gestantes. La hormona pasó a la circulación sanguínea de los fetos, masculinizándolos, y las hembras que habían sido expuestas a andrógenos durante la etapa temprana del desarrollo fetal nacieron con genitales masculinizados; los genitales de las que habían sido expuestas a andrógenos más tarde eran normales. Ambos grupos mostraron diferencias en su interacción sociosexual con los compañeros, mostrando una proporción de conductas sexuales masculinas más elevadas que la de las hembras normales. Por ejemplo, incluso siendo ya adultas jóvenes, las hembras de grupo con genitales normales seguían montando a sus compañeros más a menudo que las hembras normales. Estos resultados sugieren que los cambios en los genitales no pueden explicar todos los efectos conductuales de la exposición prenatal a los andrógenos en primates. Otra cuestión, por supuesto, es si los primates humanos comparten estas características.” [15]

Continuando con su secuencia argumentativa, Carlson enunciará que de manera similar a la masculina, la homosexualidad femenina se explica desde el estrés al que es sometido la mujer que se encuentra gestando, lo que provoca que segregue entre otras sustancias Testosterona, hormona que pasa por el torrente sanguíneo a la bebé y provoca una masculinización del producto: una persona femenina que llegado el momento manifestará desde su conformación, desde cierto tipo de estructuras cerebrales influidas por la testosterona, ciertas conductas masculinas, entre ellas la necesidad, anhelo, inclinación, gusto, búsqueda de convivencia afectiva y genital con una mujer. [16] Si una conformación encefálica promueve la aparición de una conducta, otro tipo de estructura cerebral se inclinará a estructuras de comportamiento diferentes, simplemente diferentes, distintos. Entonces, en el feto masculino, el estrés maternal provoca que se suprima la producción y acción de andrógenos. En el feto femenino, el estrés causa que la mujer gestante segregue testosterona que masculinizará a la bebé.

Bajo esta lógica, la homosexualidad masculina y femenina provienen de una configuración cerebral específica que a su vez deviene de determinadas condiciones ambientales; es un fenómeno que tiene una base biológica, tiene un tipo de funcionalidad y se manifiesta en otras especies de animales, por tanto, no es una aberración, no es algo antinatural, simplemente es un tipo de conformación:

Una configuración anatómica produce la heterosexualidad y otra promueve la homosexualidad. Desde lo fisiológico, las identidades sexuales son formas naturales de vivir y desarrollar nuestra convivencia, lo sexual y lo afectivo. Bajo esta perspectiva materialista, lo heterosexual y lo homosexual son simplemente dos modalidades de existencia que surgen de dos tipos de características cerebrales.

Respecto a precisar cuáles son esas características encefálicas, Carlson enuncia lo siguiente:

El cerebro humano es un órgano sexualmente dimórfico. Este hecho se sospechaba ya hace tiempo, incluso antes de la confirmación a través de estudios anatómicos y los estudios de metabolismo cerebral regional mediante TEP y RMf [17]. Por ejemplo, los neurólogos descubrieron que los dos hemisferios del cerebro de una mujer parecen compartir las funciones cerebrales en mayor medida que los del cerebro de los varones. Si un varón sufre un accidente que daña el hemisferio izquierdo de su cerebro, tiene una probabilidad mayor de mostrar deterioro del lenguaje que una mujer con un daño similar. Probablemente, el hemisferio derecho de la mujer comparte las funciones lingüísticas con el izquierdo, de manera que el daño en un hemisferio es menos devastador que en los varones. [18, 19, 20]. El cerebro de los varones es como promedio algo mayor —aparentemente debido al hecho de que generalmente el cuerpo de los varones es más grande que el de las mujeres—. [21] Además, los tamaños de algunas regiones concretas del telencéfalo y el diencéfalo son distintos en varones y mujeres, y la forma del cuerpo calloso también puede ser sexualmente dimórfica. (Para referencias específicas véase Breedlove, 1994, y Swaab, Gooren y Hofman, 1995).

La mayoría de los investigadores creen que el dimorfismo sexual en el cerebro humano es el resultado de la exposición diferencial a los andrógenos prenatales y durante el período postnatal temprano. Por supuesto, también pueden ocurrir cambios adicionales durante la pubertad, cuando se produce otra oleada de andrógenos. Las diferencias pueden incluso deberse al distinto ambiente social entre varones y mujeres. Puesto que no podemos manipular los niveles de hormonas de los humanos antes y después del nacimiento, como lo podemos hacer en los animales de laboratorio, puede pasar mucho tiempo antes de que se puedan recoger suficientes pruebas que nos permitan llegar a conclusiones definitivas.

Varios estudios han examinado el cerebro de varones heterosexuales y homosexuales y de mujeres heterosexuales, fallecidos. Hasta el momento, estos estudios han encontrado diferencias en el tamaño de tres subregiones diferentes del cerebro: el núcleo supraquiasmático, un núcleo sexual dimórfico del hipotálamo, y la comisura anterior (Swaab y Hofman, 1990; LeVay 1991; Allen y Gorski, 1992). El lector ya está familiarizado con el núcleo supraquiasmático desde el capítulo 9; la comisura anterior es un fascículo que interconecta partes de los lóbulos temporales izquierdo y derecho. Los resultados mostraron que el núcleo supraquiasmático era mayor en los varones homosexuales que en los varones heterosexuales y las mujeres; un núcleo sexualmente dimórfico del hipotálamo (el tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior, o 3-NIHA) era mayor en los varones heterosexuales y menor de los varones homosexuales y las mujeres heterosexuales; se encontró asimismo que la comisura anterior era mayor en varones homosexuales y mujeres heterosexuales y más pequeño en varones heterosexuales. Sin embargo, un estudio posterior no pudo replicar estos datos. Byne y cols. (2002) encontraron que el 3-NIHA era mayor en los varones heterosexuales que en las mujeres pero no encontraron una relación entre el tamaño de este núcleo y la orientación sexual en los varones.

Aunque en esta sección se ha estado tratando la orientación sexual —el sexo de la persona hacia la que un individuo se siente atraído romántica y sexualmente— hay otra característica sexual que se relaciona con diferencias estructurales del cerebro. Zhou y cols. (1995) hallaron que el tamaño de una región concreta del prosencéfalo, la subdivisión central del núcleo del lecho de la estría terminal (NET) es mayor en varones que en hembras. También encontraron que este núcleo era menor en varones transexuales que en mujeres. El tamaño de este núcleo era del mismo tamaño en varones homosexuales y heterosexuales. Por lo tanto, su tamaño está relacionado con la identidad sexual, no con la orientación sexual (véase la figura 10.16). Los varones transexuales son hombres que se consideran mujeres atrapadas en cuerpos de hombres. Algunos llegan a buscar ayuda médica para conseguir hormonas sexuales femeninas y operación de cambio de sexo. (La mayoría de los varones homosexuales tienen identidad sexual masculina; aunque se sienten atraídos sexual y románticamente hacia otros varones, no se consideran a sí mismos como mujeres, ni tampoco desean serlo). La investigación futura deberá confirmar si el NET juega de hecho un papel en la identidad sexual de la persona.

No se puede concluir de modo definitivo que ninguna de las regiones cerebrales mencionadas en este apartado están implicadas directamente en la orientación sexual de las personas (o en la identidad sexual), pero los resultados sugieren los siguiente: los cerebros de las mujeres heterosexuales, los varones heterosexuales, y los varones homosexuales pueden haber sido expuestos a distintos patrones prenatales de hormonas.

Las diferencias reales —si es que es cierto que la orientación sexual está de hecho determinada por la exposición prenatal a los andrógenos— podría residir en cualquier otro lugar del cerebro, pero tenemos al menos indicaciones de que las diferencias existen y de que la exposición a hormonas prenatales ejerce marcados efectos sobre la naturaleza de la sexualidad de una persona.” [22]

Con base en lo citado, existen indicios, desde las diferencias de tamaños de estructuras encefálicas, que apoyan el enunciado sobre la infraestructura cerebral del comportamiento humano, genérico, intergenérico e intragenérico. Diferencias que produce la estructuración encefálica serán la identidad sexual y la orientación sexual; identidad en el sentido del actuar e identificación con los roles conductuales del propio género, y orientación en el sentido del enfoque, objetivo, anhelo, deseo afectivo y genital. La base material y su configuración por lo contextual-hormonal producirá vertientes existenciales homo, hetero, bi o transexual.

Precisando un poco más la enunciación sobre roles, enfoques y manifestaciones emocionales y sexuales, MacCulloch y Feldman enunciarán que:

Green (1975) ha conceptualizado que la identidad sexual humana tiene al menos tres componentes: (1) la identidad morfológica, la concientización que tiene el individuo de pertenecer a una de dos categoría de individuos humanos —hombre o mujer—, (2) el comportamiento de rol genérico —comportamiento sexual dimórfico— “masculinidad” y “femeneidad” y (3) la orientación sexual (anatomía del compañero preferido), descrita en términos de heterosexualidad, homosexualidad, y bisexualidad.” [23]

Guiándonos con lo referido, Identidad implica el reconocerse dentro de una de las estructuras de Género, Rol el manifestar alguno de los comportamientos arquetípicos mayoritarios del Género, y Orientación la inclinación afectiva y/o sexual sobre un tipo de persona.

Algo que es necesario reconocerle a Carlson, es su apertura, su actitud de no-dogmatismo, no linealidad ni esquematismo biologicista o cientificista. Carlson expresa de manera tentativa, inferencial e hipotética sus enunciados, con todo y que a nuestro parecer él supera el nivel de hipótesis y accede al rango de teoría, aunque sin convertirse en ley.

La de él es una postura flexible y falibilista, no incurre en autoritarismos teoréticos, en moralismos o en visiones uniperspectuales sobre el tema o la interpretación, cuestión que si se aprecia en otros estudiosos que desde el área biológica analizan el fenómeno de la homosexualidad. Un acercamiento distinto al objeto de estudio lo proporciona Pardo, que enunciará respecto a la homosexualidad animal y humana, lo siguiente:

Aunque quizá sea una simplificación, podríamos decir que es homosexual la persona que, en su tendencia y comportamiento sexual, muestra inclinación hacia personas del mismo sexo 1. Esta definición nos permite aclarar de entrada algunas cuestiones.

La primera es que, propiamente hablando, no existe homosexualidad en los animales. Pero esto no implica que su conducta sea exclusivamente heterosexual. De hecho, se ha observado que la conducta sexual animal, al menos en los mamíferos más evolucionados, es muy abigarrada: además del complejo control fisiológico de la reproducción (especialmente hormonal)2 , en la conducta sexual animal intervienen factores conductuales distintos a los meramente reproductivos. Concretamente, puede intervenir el juego durante la edad juvenil (primates), o las conductas de sometimiento a los machos dominantes durante la edad adulta (cánidos, etc.). Además, la vida en cautividad, al suprimir muchos estímulos de la vida silvestre, propicia una mayor frecuencia de conductas sexuales entre individuos del mismo sexo, como bien saben los ganaderos 3. Existe, por tanto, una interacción de varios impulsos instintivos y circunstancias ambientales que terminan configurando el comportamiento sexual animal.

Por razones de supervivencia, el instinto reproductor de los animales siempre se dirige hacia individuos del sexo opuesto. Por tanto, el animal nunca puede ser propiamente homosexual. Sin embargo, la interacción con otros instintos (especialmente el de dominio) puede producir conductas que se manifiestan como homosexuales. Tales conductas no equivalen a una homosexualidad animal: significan que la conducta sexual animal incluye, además la reproductora, otras dimensiones.

La conducta sexual humana es más compleja que la animal; aunque ésta nos puede instruir acerca de algunos aspectos presentes en el hombre, en éste hay elementos propios, inexistentes en los animales. Mencionaremos los tres más relevantes.

El principal es que la conducta sexual humana (al igual que cualquier otra conducta humana) puede ser objeto de decisión, puede ponerse o no por obra. Una decisión así no está dentro de las capacidades del animal: éste obra llevado por sus pulsiones instintivas y las circunstancias ambientales 4. Por esta razón, la conducta humana está en una permanente tensión entre las tendencias y las decisiones. La educación humana no es, como en los animales, domesticación (creación de condicionamientos que se apoyan sobre los instintos), sino cultivo de la inteligencia y de la afectividad que permite al hombre decidir libremente, de modo que pueda resistir sus inclinaciones cuando le dificulten obrar bien, o fomentarlas cuando le ayuden (piénsese en el control de la ira para permitir la convivencia social o en el fomento del afecto maternal para permitir la educación de los hijos).

El segundo elemento es la relativa independencia del hombre con respecto al medio en que vive. Mientras que el animal depende de su dotación íntegra física e instintiva para sobrevivir, el hombre puede tolerar graves carencias físicas y tendenciales, pues cuenta con su inteligencia para resolver los problemas que la vida plantea. Así, mientras que cada animal se encuentra adaptado a un medio concreto, y no puede sobrevivir fuera de él, el hombre se encuentra por todo el planeta 5. Por esta razón, los genes del hombre relacionados con la conducta no se encuentran, como los de los animales, exquisitamente controlados por las circunstancias externas. En el caso del hombre, las tendencias innatas, ligadas a la dotación genética, pueden descabalarse hasta cierto punto, sin que esto ponga a la especie en peligro de extinción: la inteligencia suple. Así, en el terreno de la sexualidad, mientras que un animal con un error instintivo en su conducta sexual no se reproduce, el hombre con una inclinación innata no dirigida hacia el otro sexo sí puede hacerlo, con lo que puede transmitir su dotación natural alterada. Debido a este segundo factor (herencia no gobernada exclusivamente por el ambiente) en el hombre puede haber verdadera homosexualidad innata, que sería imposible en un animal.

Y, en tercer lugar, el desarrollo psicológico humano no consiste en la simple interacción de inclinaciones innatas y decisiones libres: interviene también la educación. En el terreno de la sexualidad, dentro de la influencia educativa, debemos contar el desarrollo psicoafectivo, en el que influye decisivamente el ambiente familiar. De hecho, se ha postulado como una de las posibles causas de la homosexualidad (psicológica en este caso) la existencia de psicopatología familiar (madre hiperprotectora y padre indiferente, etc.)6. [24]

De acuerdo a lo enunciado por Pardo sobre la homosexualidad animal, se interpreta como manifestada de manera eventual y con elementos que complementarán a otras tendencias instintivas, tales como actos de domino o la reproducción. Menciona que existirán tres elementos unívocamente humanos, que no se manifiestan en la sexualidad de otros seres: lo deliberado de lo genital; autonomía contextual que permite una herencia no-gobernada; y ontología vía autoconstrucción y vía educación. Expone además un argumento intrafamiliar para el origen de lo homosexual.

A nosotros nos parecería que su interpretación sobre la conducta animal se ubica dentro de una tendencia mecanicista rígida que desconoce o niega otros factores fuera de los programados-congénitos-estructurales, para explicar el proceder de los seres vivos; es decir, no considera que existen diversas especies de animales que manifiestan otras motivaciones digamos afectivas, creativas o meramente placenteras en su trato con seres del mismo o del otro género.

Cuando habla de “resistir sus inclinaciones” denota un moralismo que busca acoplar un impulso natural y de hecho necesario, a criterios institucionales, sin analizar la verdad y validez de esos dispositivos y elementos legalizados y esquematizadores.

Y su argumento sobre el origen de lo homosexual se ubica dentro de una vertiente psicológica posiblemente freudiana (o más bien bajo una interpretación freudiana esquemática, lineal, quizás de Ana Freud) en la que no atiende ni a los elementos neuronales ni a los históricos-contextuales.

Posteriormente, Pardo enuncia su visión sobre la disciplina médica y el enfoque que el ejecutante de ese paradigma habría de ostentar en torno al objeto de estudio:

La Medicina no persigue la felicidad del hombre. Ésa es una cuestión de la que, tradicionalmente, se han ocupado la ética y la religión: saber cuál es la conducta, libremente decidida, que lleva al hombre a su plenitud humana. El médico se ocupa sólo de los aspectos médicos de la vida humana: la salud y la enfermedad. El médico no es un consejero moral.

Sin embargo, el médico, cuando intenta tratar a sus pacientes, no puede hacer caso omiso de que son hombres, con capacidad de decisión y, por tanto, con cuestiones morales en su vida, que, sobre todo en los pacientes que acuden al psiquiatra, pueden tener una gran relación con los trastornos psicológicos. Hay tendencias en psiquiatría, actualmente bastante difundidas, que consideran éticamente irrelevante la conducta del paciente en materia sexual. Consecuentemente, queriendo hacer desaparecer el factor ético, han suprimido la inclinación homosexual de los prontuarios de enfermedades psiquiátricas 13 mientras que, paradójicamente, han dejado otras desviaciones de la tendencia sexual (paidofilia, voyeurismo, etc.).

Parece más coherente el siguiente modo de actuar: el médico, cuando su paciente presenta un problema de homosexualidad, tiene obligación de atenderle. No debe discriminarle en razón de su tendencia o inclinación sexual: el médico se debe a todos sus pacientes por igual. Ahora bien, esa igualdad de trato no significa indiferencia hacia el estilo de vida que lleve el paciente. Porque el médico sabe que ese estilo de vida puede tener relación muy directa con los problemas psicológicos que aqueja el paciente. Reducir el problema a su dimensión puramente psicológica es incompetencia médica.

La escuela psiquiátrica de Victor Frankl ha dado nombre al enfoque que tiene en cuenta ese aspecto humano del paciente: la logoterapia 14. Su idea de fondo consiste en afirmar que la libre decisión de la voluntad puede tener una influencia muy importante en la psicopatología. Consecuentemente, no desdeña plantear al paciente un horizonte de exigencia si ve que un enfoque humanamente inadecuado de la vida personal es la raíz de sus problemas psicológicos.

No es falta de realismo que el médico plantee a su paciente el control de sí mismo y de su tendencia hacia personas del mismo sexo.

Del mismo modo que cabe el control de la tendencia hacia el sexo opuesto en quienes no sufren una perturbación de la tendencia heterosexual, debe abrirse la posibilidad a este tipo de consejo en el caso de la homosexualidad. Plantear la sexualidad como algo de ejercicio completamente irrefrenable resulta un enfoque humanamente equivocado y poco realista. De hecho, lo normal es que el hombre sea dueño de sus actos; ¿por qué excluir la sexualidad del homosexual de esta ley general?

A veces, los problemas psicológicos que presentan este tipo de pacientes se derivan de su falta de autocontrol. Indudablemente, la vivencia de la tendencia hacia personas del mismo sexo ya resulta de por sí bastante turbadora. Pero si a este factor se suma una práctica desaforada de la sexualidad, la sensación de culpabilidad se acrecienta, y es difícil mantener una estabilidad psicológica: se impone acudir al médico. Por tanto, dentro de la atención médica correcta a estos pacientes, debe figurar un intento de restablecer la confianza en sí mismos, intento que pasa por proponer al paciente, de modo adecuado a sus circunstancias, el control de su peculiar inclinación 15.[25]

Según Pardo, si bien la Medicina es una actividad que debe mantenerse dentro de rangos de objetividad, será necesario que encare con una visión axiológica, el suceso atendido. Propone atender al homosexual considerando el factor de la sexualidad, como un aspecto que puede incidir en la salud o enfermedad de la persona, y que puede permitir o impedir la salud, desde un correcto encauzamiento de la necesidad y experiencia.

Por nuestra parte, consideramos que este autor maneja el fenómeno estudiado como “tendencia” o “inclinación” negativa o insana, basándose únicamente en inferencias o aprioris, y deja de lado totalmente herramientas, paradigmas o interpretaciones materiales que sustenten su elucidación. Es decir, obra desde una disciplina biológica pero no atiende a los elementos biológicos; deja de lado la materia y se reduce a inferir desde elementos institucionales del tipo irracional; es médico, pero obra desde una metafísica parcial, desde un pensamiento mágico excluyente y polárico.

Equivale la configuración encefálica del ser homosexual, con un problema psicológico, algo “humanamente inadecuado”, es decir, como una condición que de alguna manera afecta a la persona y no es “natural”.

Habla de control de la Tendencia genital-afectiva intragenérica —de la homosexualidad—, como un elemento distendido de la personalidad que es necesario controlar. Es decir, Pardo invalida una postura, una vía existencial, sin comprenderla plenamente, sin presentar argumentos materiales, sin satisfacer la relación epistemológica [26]; presenta un argumento, pero éste no correlaciona el concepto con el objeto; su enunciado no se adecúa en sentido material, no hace referencia a hechos, a cosas. Patologiza, casi criminaliza, algo que no entiende y que evalúa con base a criterios institucionales irracionales que devienen de la neurosis colectiva que han implantado las corporativocracias: ideas excluyentes, divisorias, que evitan la fraternidad, la unión y la conciencia social.

Su lógica del control de los homosexuales es engañosa: no se controla la interacción que se pueda desarrollar entre heterosexuales, sino la actividad destructiva e irracional que se pueda dar entre dos seres. Así, si no hay elemento de distensión, no hay daño ni dolor ni imposición entre dos hombres o dos mujeres, es improcedente que se prohíba y se penalice la interacción.

Denota falta de empatía, de comprensión y de cognición al enunciar que “por sí” la tendencia intragenérica homosexual es dañina o angustiante. Obra con supuestos que no define, no analiza y mucho menos problematiza o sustenta con argumentos más allá de su subjetividad insolidaria.

La de Pardo, es una postura que puede apreciarse en el ámbito académico, en algunas hermenéuticas biológicas y filosóficas, y finalmente en la cotidianeidad: postulados sin sustento y sin humanidad. Pre-reflexiones dañinas. Intuiciones tóxicas.

Pardo denota en su actitud un esquematismo, incomprensión y falta de empatía humana para con la experiencia y existencia del otro. Obra bajo apriorismos e inductivismo que descalifican sin conocer, excluyen sin comprender el sentir de la persona que busca y necesita satisfacer su necesidad de querer y ser querido ya sea con otro hombre o con otra mujer.

Incluso MacCulloch y Feldman incurren en una postura reduccionista sobre el fenómeno estudiado, cuando enuncian que “Está bastante claro que los homosexuales primarios están, desde un punto de vista evolutivo, mal adaptados, ya que fracasan en aparearse de manera que lleve a la descendencia. Lo mismo es cierto de los transexuales.” [27] Según lo citado, se infiere que los homosexuales se cuentan dentro de una modalidad menos apta, ya que no pueden cumplir el emparejamiento que producirá nuevos seres.

El error de lógica de los autores es que parecería que los humanos sólo se acercarían unos a otros cuando tendrían la necesidad o decisión de tener descendencia; nos preguntamos, ¿los autores sólo se acercaron a mujeres cuando quisieron tener hijos?

Tal parece que el elemento intersubjetivo, el mero placer sexual y el elemento afectivo no existieran o no fueran lo suficientemente importante. Aquí tendríamos una muestra de postura biologicista: una explicación que atiende a lo fisiológico pero no considera otros elementos más allá de su lógica y paradigma.

Por otro lado, existen algunos indicios que podrían sugerir que la homosexualidad posee un cariz hereditario; así como existen elementos que respaldan aseveraciones sobre el factor genético del alcoholismo y la diabetes, así existen elementos que comentan la manifestación de la conducta en linajes, en algunas familias. [28]

Disciplinas que contrastarían con la visión patológica de la homosexualidad, son la Etología, y la Psicología Humanista. Comentaremos brevemente esas interpretaciones.

La Etología es el estudio del comportamiento animal. Consideramos que posee un grado de utilidad acercarse a esa área de estudio, dado que los Homo Sapiens, al pertenecer al linaje de los Homínidos, Mamíferos y Cordados, compartimos algunos elementos comportamentales con otros seres con los que en mayor o menor grado nos encontramos relacionados.

Un etólogo alemán que ha estudiado varias especies y que utilizaremos como dialogante es Vitus V. Dröscher [29], él enunciará respecto a la conducta, que ésta se encuentra motivada u originada en parte por el elemento hormonal, ejemplifica la cuestión con el caso de ciertas aves, los “falaropos” de Wilson (especie en la cual la hembra posee plumaje vistoso y manifiesta conducta agresiva y poliandria, en contraposición con el macho que tiene plumaje sencillo y roles maternales), señalará Dröscher que:

En cada ser circulan varias hormonas sexuales masculinas y varias hormonas sexuales femeninas. Cualquier animal y también cualquier persona tienen en sí algo de hermafrodita. Pero, en general, preponderan en las hembras todas las hormonas femeninas y en los machos todas las masculinas.

No sucede así en los falaropos de Wilson, los falaropos picogruesos, los torillos y las agachadizas pintadas. Entre estas aves las hembras poseen la cantidad de hormonas femeninas que les basta para estimular la producción de huevos, fabricarlos y de este modo ser, por definición, una hembra. Aparte estas hormonas predominan en las hembras de falaropo de Wilson las hormonas masculinas. En el macho la situación es exactamente la inversa, como voy a mostrar ahora con mayor detalle.

El ovario de la hembra en las aves citadas segrega en la sangre una gran cantidad de hormonas sexuales masculinas. Esto provoca el crecimiento del plumaje vistoso de tipo masculino, un tamaño superior, una musculatura masculina y un aumento de la agresividad, con el reforzamiento del comportamiento masculino. Ésta es la trinidad que se observa en muchas otras aves: masculinidad, belleza y agresión, pero que en este caso aparece en la hembra.

El macho de falaropo de Wilson por su parte produce en la glándula pituitaria una gran cantidad de prolactina, o sea la hormona que en los mamíferos estimula en la época de la lactancia la producción de leche. Esta hormona determina en estas aves la caída de muchas plumas del pecho en la época del celo. Llega entonces a esta zona desnuda mucha sangre, para calentarla, y aparecen las llamadas manchas del celo, que sirven para calentar los huevos y los pollitos en el nido. Por lo tanto, el macho es el único que puede llevar a cabo esta actividad. Además estas hormonas femeninas predestinan al macho de falaropo de Wilson a un comportamiento pacífico y femenino.” [30]

Basándonos en lo referido, el comportamiento estará influido o dirigido por la acción de determinadas sustancias químicas, presentes o ausentes en el organismo masculino y femenino.

Dröscher coincidirá con la postura materialista, con la Psicología Fisiológica en cuanto al influjo hormonal en lo conductual; considérese que las líneas anteriores aparecieron originalmente en 1974.

Comenta este investigador alemán que la conducta homosexual no es extraña e inusual en el reino animal, todo lo contrario, se manifiesta en diversas especies y con diversos propósitos, uno de ellos puede ser en cuanto a la estratificación social (como en el ejemplo que a continuación se refiere) y primordialmente en cuanto a la manifestación del sentido gregario, del instinto de relación, fuerza diferente y en ocasiones opuesta a los instintos de agresividad y de sexualidad. Respecto a la observación de conducta homosexual en cierta variedad de ovejas, la Etología refiere que:

Las ovejas de las montañas Rocosas ocupan a este respecto un lugar especial: la única norma social que conocen en sus manadas de las montañas Rocosas es la división entre animales, territorios y mojigatos dominantes y dominados. En cambio, nunca acaban de entender la diferencia entre macho y hembra, ni siquiera cuando se aparean.

Las hembras adultas se comportan durante la mayor parte del año como jóvenes primales. El tamaño de sus cuernos demuestra que pertenecen a esta clase. Sin embargo, los dos días al año que están en celo, se apodera de ellas la fiebre del combate. De repente las hembras se comportan como carneros, y pronto encuentran a otros exaltados.

Estalla la lucha. Ambos contrincantes se levantan sobre sus patas traseras, se precipitan el uno contra el otro y entrechocan estrepitosamente sus cuernos. El golpe es tan fuerte que los animales sufren perturbaciones de la conciencia y han de tomarse una pausa para reflexionar antes de atacarse de nuevo. Por otra parte, el combate se lleva a cabo con tanta corrección que ningún animal ataca sin que el otro esté ya de pie y en la postura reglamentaria de partida.

Cuando los contrincantes son de la misma categoría, la lucha puede prolongarse durante horas. En ocasiones el combate se decide rápidamente. En cualquier caso el vencido se agacha delante del vencedor y deja que se le monte y copule con él. Ninguna oveja de las montañas Rocosas se deja penetrar por un macho sin haber sido vencida en combate caballeresco.

Son auténticas Brunildas del reino animal.

Si el combate presenta un resultado inverso, o sea si la hembra vence al macho, lo cual no es raro, el macho se agacha sumisamente y la hembra se lo monta para llevar a cabo una seudocopulación.

Es mucho más frecuente que dos carneros se lancen al desafío amoroso, y sea cual fuere el resultado de esta lucha, termina siempre con un autentico acto homosexual.” [31]

Es decir, que así como se manifiestan cambios en los roles arquetípicos de macho y hembra, de manera usual, en la naturaleza, también se encuentra el acto genital entre dos seres del mismo género, como parte de una dinámica natural, esto es, no forzada, ni inusual ni extraordinaria, sólo una modalidad de convivencia, ajustada o enfocada a las características de la comunidad.

Aquí tenemos un hecho que contra-argumenta la inferencia, la inducción que afirma que “la homosexualidad es un acto anti natura”, lo cual no es así: en la naturaleza, en otras especies, si hay sexo entre dos machos o entre dos hembras.

Un ejemplo más pretende apoyar esta naturalización y “validación” de la postura-configuración homosexual.

Respecto a las consecuencias del desarrollo o no del instinto de relación, y el papel que juegan en los procesos de convivencia, Dröscher enunciará que:

Es terrible el número de matrimonios que están actualmente en crisis. La vieja pregunta de Mefisto ‘¿Dime más bien por qué el hombre y la mujer se aguantan tan poco?’ es hoy en día más actual que nunca. La falta de contenido sentimental y en consecuencia de contenido espiritual, la autorrepugnancia permanente, las desavenencias y los divorcios en el minigrupo social del matrimonio convierten en un infierno a este sistema, que podría ser, si no un séptimo cielo para toda la vida, por lo menos un polo tranquilo de seguridad anímica. [32]

No vamos a entrar aquí en todas las consecuencias de un matrimonio descompuesto, en los defectos sociales y espirituales que quedan impresos de modo indeleble sobre unos hijos que deben de crecer en el clima insoportable e inhumano de dos padres que se odian. Recordemos únicamente a este respecto que la forma del matrimonio, su armonía o su fracaso, es la fuente de las fuerzas sociales o de todas las tensiones que pueden echar a pique al mundo.

Me atrevo a afirmar que hoy en día el número de matrimonios que entra en crisis es tan elevado porque se concertaron bajo condiciones falsas. Se continúa considerando a la sexualidad como la única clave de una felicidad matrimonial duradera, aunque esta sexualidad se manifieste según el carácter de cada cual en un amplio espectro de colores distintos: desde las formas bastas hasta las de mayor refinamiento erótico.

Quien entiende por amor únicamente la sexualidad está tan equivocado en relación con la futura armonía del matrimonio, como quien concierta un llamado matrimonio de razón atendiendo a las ventajas materiales o sociales.

Las estrellas de moda cantan al amor, los poetas lo explican en sus versos. En los dramas, las novelas, las películas, las obras de televisión, todo gira alrededor del amor. Pero, al final, todo desemboca en una gran tragedia, porque muchos contemporáneos consideran que la sexualidad es el único ombligo del mundo, mientras que su desconocimiento interior de las fuerzas que realmente nos ligan raya en lo grotesco.

Si la sexualidad no es superada por el poder ancestral de la relación personal de simpatía, el matrimonio se concierta en condiciones que contienen el germen de la disolución y, con ello, el germen de una vida fracasada.

Ante esta evolución de graves consecuencias es interesante constatar dos fenómenos: en primer lugar que el elemento real de relación, el instinto de relación social, se ha descubierto precisamente en nuestros días, y en segundo lugar que este descubrimiento no lo han realizado filósofos o sociólogos en el hombre, sino zoólogos y en los animales, o sea entre seres cuya vida amorosa y cuyo comportamiento social se consideraba ‘animalesco’, primitivos y despreciables.

Hemos visto qué asombrosa solidez da al matrimonio de los Inseparables [33] el instinto de relación intensamente desarrollado. A continuación quiero investigar la vida matrimonial de algunos animales más, en los cuales el instinto de relación no actúa de modo tan seguro y que presentan a la luz del día más insuficiencias ‘humanas’.

Ya en lo periquitos, parientes cercanos de los Inseparables, el instinto de relación actúa de modo menos seguro. Estas aves practican un matrimonio monógamo estable, pero las aventuras extramatrimoniales están casi al orden del día, sobre todo por parte de los machos. Sin embargo, la apetencia sexual de los periquitos por los ‘frutos del jardín vecino’ no hace vacilar en absoluto los fundamentos del matrimonio. Para estas aves la relación personal dentro del matrimonio y la relación sexual son dos cosas completamente separadas. Esto determina con gran constancia que el padre que cuida con tanta fidelidad de sus hijos sólo en casos muy raros sea el padre carnal de ellos. Pero a ellos esto los tiene sin cuidado, porque ignoran los hechos. [34]

La separación entre la relación social y la relación sexual hace que entre los periquitos no sean raras las parejas homosexuales. Dos hembras o dos machos se casan para toda su vida. Si son dos hembras ponen juntas los huevos que les fecundan los machos en el mismo nido y los incuban juntas.” [35]

El autor enuncia que amén de la sexualidad (y la agresividad), será el instinto de relación —el sentido gregario—, la inclinación a interactuar desde la simpatía, similitud y sincronicidad, lo que permitirá procesos relacionales más profundos y duraderos que los que ligarán a dos personas por la sola llamarada de la sensualidad. De acuerdo a la Etología, la atracción sexual produce cierto acercamiento que si bien puede ser intenso, será breve. En cambio, lo relacional es un proceso fásico, paulatino, pero que construirá vinculaciones más profundas, amplias y abarcativas en cuanto a la interacción de los seres implicados.

Aparece aquí un argumento contra la postura homofóbica: no sirve de nada un matrimonio heterosexual cuando sus integrantes manifiestan conductas destructivas, injustas e irrespetuosas, en suma, neuróticas; el hecho de que un matrimonio sea heterosexual no implica que se manifieste o produzcan en él situaciones y decisiones saludables: de hecho en muchas ocasiones es totalmente lo opuesto.

Por otro lado, existe la posibilidad de que exista más humanismo, más cordialidad, afecto y respeto en un matrimonio gay. Y en ese sentido, es más saludable para los hijos un matrimonio homosexual afectuoso, que un matrimonio heterosexual neurótico.

A continuación exponemos la última postura que pretendemos utilizar como una contra-argumentación ante posturas académicas, contextuales y mayoritarias restrictivas, aversivas y excluyentes en torno a nuestro objeto de estudio.

Será el Enfoque Centrado en la Persona, la Psicología de Carl Rogers, la que utilizaremos para exponer a la homosexualidad simplemente como una vía existencial. Definiendo su propuesta, Rogers enunciará que:

Un enfoque centrado en la persona se basa en la premisa de que el ser humano es un organismo básicamente digno de confianza, capaz de evaluar la situación externa e interna, de comprenderse a sí mismo en su contexto, de hacer elecciones constructivas como los siguientes pasos en la vida y de actuar en base a esas elecciones.” [36]

Según lo anterior, se parte de una interpretación sobre el ser y su devenir, en la cual lo que impera es una visión positiva y constructiva sobre las capacidades y potencialidades del humano.

La Psicología Humanista de Carl Rogers puede aplicarse a diversos ámbitos de la experiencia humana, uno de ellos, el de las relaciones interpersonales. Sobre el caso de dos personas que aplicaron el enfoque rogeriano a su matrimonio, el autor comenta que:

Un clima que promueve el crecimiento ha significado para Bob y Carol una modificación completa de la política de su matrimonio. Ya no están controlados por las expectativas de la sociedad —que deben hacer todo juntos, que deben seguir un modelo convencional, que deben de someter sus vidas el uno al otro—. Se están convirtiendo en personas únicas y separadas, siguiendo diferentes caminos, y unidos por la comunicación y el amor mutuo, no por algún modelo convencional imaginado desde afuera.” [37]

De acuerdo con Rogers, se propone una modalidad de convivencia en la cual lo primordial no es la acatación y continuidad de los arquetipos y estereotipos contextuales, sino el proceso intersubjetivo en el cual la persona se descubre y crece con el otro y más allá del otro, en una dinámica de respeto y ecuanimidad.

En este mismo sentido humanista, la obligación de cumplir tradiciones machistas y poláricas en cuanto al tipo de convivencia genital y afectiva que las personas “deben” de elegir y vivir, no se sostendría, puesto que el proceso tradicional en ocasiones no posibilita el desarrollo ni la felicidad; es decir, se acata lo políticamente correcto, se asume el mandato institucional y con todo, no existe trabajo racional ni amor ni conocimiento, tampoco salud.

Continuando en su argumentación sobre una propuesta que busca construir relaciones humanas más allá de los roles históricos y mayoritarios, Rogers comenta lo siguiente:

La experiencia en una atmósfera centrada en la persona tiene otro resultado. Los roles y sus expectativas tienden a hacerse a un lado y a ser reemplazados por la persona quien escoge su propia manera de comportarse.

He aquí los roles esperados del hombre en una relación de pareja.

El hombre es la cabeza de la familia. El es el único que provee. El es el más fuerte de los dos, el individuo superior, aunque ayudado por “la pequeña mujer”. Sólo él puede, ocasionalmente, tener necesidad de un “amorío” fuera. El toma la iniciativa en toda actividad sexual. El es el que disciplina severamente a sus niños. Todos estos roles y expectativas se derrumban en una experiencia centrada en la persona. El hombre se vuelve el foco de atención como una persona individual, humana, cambiante, comportándose de acuerdo a sus sentimientos inmediatos y a sus objetivos a largo plazo.

Las expectativas de la mujer están igualmente abiertas a cuestionamiento.

La esposa es sumisa ante su marido. Ella encuentra una satisfacción completa en la casa y en los niños. Hace todo lo necesario para atender y mantener la casa en orden. A ella le toca construir el niño. En comparación con su esposo ella es físicamente débil e inferior intelectualmente. Es capaz de tener sentimientos pero no un pensamiento organizado. Ella subordina sus intereses a los de su esposo. Ella no debe tener relaciones sexuales extramaritales.

De nuevo, la conducta esperada para jugar estos roles se derrumba en un grupo de encuentro o en terapia centrada en la persona o en un grupo de concientización para mujeres.

La mujer individual surge con una personalidad claramente definida y que es sólo suya, comportándose de acuerdo con sus necesidades y con sus elecciones.

El rol sociológico pierde su fuerza en una experiencia centrada en la persona.

Raras veces los roles masculino y femenino son tan violentamente cambiados en la cultura contemporánea. Ellos han sido ya debilitados por fuerzas sociales. Pero los encontramos en forma implícita en nuestra estructura social. ¿Por qué a las mujeres se les permite llorar cuando se sienten heridas y a los hombres no? Aunque debilitados, estos roles aún están vivos y funcionando. Pero ellos pierden su fuerza por completo en un grupo de encuentro centrado en la persona. Aquí, encontramos a un hombre llorando y a una mujer con la fuerza para ayudarlo a poder salir de su dolor. Aquí encontramos a un hombre que se siente seguro sólo en su situación presente y a una esposa aventurera que da los primeros pasos hacia una nueva vida.

Encontramos que todas las expectativas usuales del rol son contradichas en la experiencia de hombres y mujeres que luchan por ser su propia experiencia. Esto lleva a un comportamiento que a veces está de acuerdo con las expectativas del rol y que a veces no, pero en ningún momento la conducta está gobernada por el rol que se espera que la persona juegue.” [38]

Con base en la Psicología Humanista, se busca desarrollar un proceso continuo de percepción, aprendizaje, cambio y crecimiento, que deviene de la experiencia, las decisiones y la búsqueda de modalidades genuinas y más amplias del ser. No un fin ni algo acabado ni automático, sino un esfuerzo por no reducirse a expectativas y tradiciones que cosifican y enferman.

Si bien Rogers no enfoca sus postulados a la Tendencia genital-afectiva intragenérica —a la homosexualidad—, siendo congruentes con sus propios postulados enunciamos que son posibles interacciones entre dos hombres y dos mujeres, más allá de los esquemas que una institución o tradición o contexto quiera implantar en los habitantes de la comunidad. [39]

La propuesta rogeriana implica buscar, intentar y trabajar en un cierto tipo de proceso que verdaderamente pretende ser intersubjetivo, de desarrollo propio y mutuo, más allá de elementos introyectados, ideológicos o tradicionales. El proyectarse fuera de lo conocido, la cotidianeidad y lo mayoritario, aparece como un camino atrevido y riesgoso, pero lleno de crecimiento.

Víctor Velasco coincidiría con la propuesta de intentar procesos interpersonales saludables más allá de los seculares, cuando enuncia que:

Es importante señalar que hablar de Diversidad Sexual solo es posible para aquellas personas y grupos sociales que han logrado construir una ética sexual post-convencional, es decir que han logrado rebasar los límites estrechos de lo que su cultura y/o sus grupos familiares y de pertenencia consideran “correcto”. No es este un término que sea accesible ni entendible a personas cuya identidad y valores sexuales sean mera repetición de los de sus padres. Por eso, el termino identidad sexual se vuelve un desafío para las mentalidades infantiles y adolescentes, que requieren de prescripciones externas para actuar.” [40]

Desde la perspectiva de Velasco, es posible entender, vivir y respetar modos no tradicionales de convivir, cuando la persona ha superado la inercia de lo tradicional. Es decir, que pueden y deben intentarse los vínculos que si enriquecen y gratifican, pero reconociendo que lo que impera es la negatividad, la irreflexividad, dogmatismo, incomprensión y ofensividad, pero con todo, es preferible intentar esa posibilidad, a quedarse en lo arquetípico insustancial.

No queremos con esto idealizar la intersubjetividad homosexual y colocarla por encima o en prioridad a la hetero. No. Simplemente reconocemos la validez de uno y otro proceso intergenérico e intragenérico. En ambas modalidades pueden existir vicios y virtudes, en ambas modalidades puede haber personas racionales e irracionales: el vicio y la virtud no son particulares a un género.

Como personas y estudiosos de las Ciencias Sociales y las Humanidades, necesitamos estar puestos y dispuestos a conocer, comprender y explicarnos un fenómeno humano complejo, buscando no ser afectados por el esquematismo y la linealidad de la cotidianeidad y de las instituciones fascistas que buscan alejarnos y enemistarnos unos de otros, para mantenernos aislados y sojuzgados: blanco enemigo del negro, hombre atacando a la mujer, heterosexual desconociendo al homosexual, peleando entre nosotros pero respetando al amo.

Polarizando la existencia humana y a la comunidad, la corporativocracia impide la fraternidad que podría resultar en conciencia, organización y actuar social en contra del sistema de producción y consumo que nos aliena, devasta y desbasta.

Tras haber expuesto la postura del Monismo materialista —de la Psicología Fisiológica—, y comentado interpretaciones de la Etología y la Psicología Humanista en torno a nuestro tópico de estudio, procedemos a cerrar este artículo.

Conclusiones

Más allá de criterios institucionales y seculares, la persona no es buena o mala por el hecho de encontrarse dentro de un género o dentro de una vertiente intragenérica o intergenérica: lo es por su intencionalidad, actos y propósitos.

Consideramos que la homosexual es básicamente una vertiente existencial que deviene de una configuración encefálica; una manera de hacer el mundo y la vida. Una modalidad desde la cual alguien puede darle un poco de color, de vida e intensidad a una existencia que, de tan irracional y cosificada, puede ser gris, inicua y estéril.

La Tendencia afectiva-genital intragenérica aparece como una manera válida —y para algunos necesaria— de crear procesos intersubjetivos que permitirán desarrollar, descubrirse y conocerse desde, con y para el Otro. O la Otra.

Desde la perspectiva de la Psicología Fisiológica, la homosexualidad aparece como una configuración encefálica que enfoca ciertas modalidades comportamentales.

Según la Etología, se trata de una vertiente, una variabilidad conductual que se presenta en muchas y diversas especies y que puede aunarse tanto al Instinto de Sexualidad como al Instinto de Relación.

Con base a la Psicología Rogeriana, es una opción de desarrollo y crecimiento; un cierto tipo de proceso que puede ser intersubjetivo y por tanto saludable.

Consideramos que mientras exista un proceso intersubjetivo que permita el descubrimiento, el desarrollo, el conocimiento y el afecto —vivir una vida de un modo gratificante, cálido y amoroso—, no importa el género de las personas implicadas, puesto que lo intersubjetivo se trata precisamente de eso: el encuentro y crecimiento mutuo más allá de roles, tradiciones, razas, color, idioma o elementos clasistas. Dos personas encontrándose y acompañándose, hasta donde la romería existencial y la finitud humana lo permitan.

Notas

1. El Sistema Nervioso (SN) se divide básicamente en dos componentes: Sistema Nervioso Central y Sistema Nervioso Periférico:
SISTEMA NERVIOSO CENTRAL (SNC):
— Compuesto por el Encéfalo: que incluye el Cerebro en su conjunto, y los sistemas que se encuentran dentro del cráneo: Cerebelo (responsable de los movimientos), Tallo Cerebral (que controla funciones vitales como la frecuencia cardiaca y la respiración), etc.
— Y por la Médula Espinal, que se encuentra protegida por la columna vertebral. En la Médula Espinal se distingue la Sustancia Gris (formada principalmente por Somas y Dendritas que le confieren ese color), y la Sustancia Blanca (denominada así por el conjunto de Axones que presentan ese color por el contenido de Mielina, el aislante del axón).
SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO (SNP):
— Integrado por los Nervios Craneales (que se conectan a la base del Encéfalo).
— Y por los Nervios Raquídeos, que se derivan de la Médula Espinal y que constan de dos tipos:
– Nervios Sensoriales (sensación), denominados Aferentes, que entran en el Encéfalo por medio de la Médula Espinal, transmitiendo la información que los sentidos recaban del entorno.
– Nervios Motores (ejecución), también conocidos como Eferentes, que salen del encéfalo bajando por la Médula Espinal y que transmiten los movimientos musculares necesarios para que el organismo interactúe en y con el ambiente.
Cfr. Díaz, Fundamentos neurológicos y psicológicos para la investigación del comportamiento humano, p. 1.
2. El componente básico del SN es la Neurona misma, que se encuentra configurada por cuatro estructuras básicas:
— Dendrita, que son brazos o extensiones que conectan una célula neuronal con otra.
— Soma o cuerpo de la célula neuronal.
— Axón (que se encuentra forrado por una cubierta aislante y protectora denominada Mielina).
— Botón terminal; éste se encuentra al final del Axón. Son ellos los elementos finales de la neurona que se conecta con otra célula neuronal, formando la sinapsis. Sinapsis es el punto de unión, punto de encuentro de una neurona con otra.
Las neuronas se agrupan en tres configuraciones principales:
– Unipolar: en ella, la dendrita y el axón se unen en un mismo “cable”, y el soma se ubica de lado.
– Bipolar: cuando la dendrita forma un polo y el axón otro, unidos por el soma.
– Multipolar: consistente en múltiples dendritas que surgen del soma.
Cfr. Díaz, Fundamentos neurológicos y psicológicos para la investigación del comportamiento humano, p. 2.
3. Carlson, Fisiología de la conducta, pp. 341-342.
4. Recordemos que en algunas especies, la hembra es mayor, más fuerte y activa que el macho; esto deviene de las características del linaje evolutivo. D.G.
5. Tanto hombres como mujeres tenemos un ciclo de procesos electroquímicos que tiene una duración de entre aproximadamente 26 a 32 días; en la cotidianeidad, el ciclo hormonal de la mujer se refiere como factor de cambio conductual, pero también en el hombre ocurre un proceso similar que afecta su comportamiento. D.G.
6. Cfr. Valls, Banqué, Fuentes y Ojuel, Morbilidad diferencial entre mujeres y hombres, pp. 16-21.
7. MacCulloch y Feldman, Sobre la etología de la homosexualidad, p. 103.
8. Utilizamos los términos Macho y Hembra en sentido Etológico, comprendiéndose a Macho como aquel ser que produce esperma, y Hembra, como aquella forma de vida que produce óvulos. Cfr. Dröscher, La vida amorosa de los animales, p. 22.
9. Volviendo al SNC, el Encéfalo se subdivide a su vez en tres sistemas:
a. Prosencéfalo.
b. Mesencéfalo.
c. Rombencéfalo.
El Prosencéfalo se subdivide en:
— Telencéfalo (encéfalo terminal) que consta de:
– Corteza Cerebral.
– Ganglios Basales.
– Sistema Límbico.
— Diencéfalo (interencéfalo) que consta de:
– Tálamo.
– Hipotálamo.
El Mesencéfalo (encéfalo medio), consiste en sólo dos subsistemas:
– Tectum.
– Tegmentum.
El Rombencéfalo se subdivide en dos fracciones:
— Metencéfalo (encéfalo posterior) que consta de:
– Cerebelo.
– Protuberancia.
— Mielencéfalo (encéfalo medular) que contiene al Bulbo Raquídeo.
Cfr. Díaz, Fundamentos neurológicos y psicológicos para la investigación del comportamiento humano, pp. 3-4.
10. Carlson, Fisiología de la conducta, p. 358.
11. Ibíd., p. 359.
12. Ibíd., p. 362.
13. En el trastorno conocido como Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC), las glándulas suprarrenales segregan cantidades anómalas de andrógenos (hiperplasia significa ‘formación excesiva’). La secreción de andrógenos se inicia antes del nacimiento; por lo tanto, este síndrome provoca masculinización prenatal.
Los niños nacidos con HSC se desarrollan normalmente; los andrógenos sobrantes no parecen tener efectos significativos. Sin embargo, una niña con HSC nacerá con clítoris de gran tamaño y es probable que sus labios vaginales estén parcialmente fusionados.
Money, Schwartz y Lewis (1984) realizaron un estudio sobre 30 mujeres jóvenes con antecedentes de HSC. Todas ellas habían nacido con un clítoris de tamaño aumentado y con labios parcialmente fusionados, lo que había llevado al diagnóstico. Una vez establecido el diagnóstico, habían sido tratadas con fármacos que suprimieron la secreción de andrógenos suprarrenales, y en los casos necesarios, se había practicado la cirugía genital. Money y sus colegas pidieron a las jóvenes que describieran su orientación sexual. Un 37% de las mujeres se describía a sí misma como bisexual u homosexual, el 40% manifestó ser exclusivamente heterosexuales, y el 23% restante se negó a hablar sobre su vida sexual. Si se excluyen de la muestra las mujeres que no contestaron, la proporción de homosexuales o bisexuales se eleva aún 48%.” Carlson, Fisiología de la conducta (p. 359).
De acuerdo a lo citado, las personas con HSC fueron afectadas en su configuración anatómica, pero también en los elementos conductuales complejos (derivados del Encéfalo) tales como la inclinación a cierto tipo de procesos intergenéricos e intragenéricos. D.G.
14. Carlson, Fisiología de la conducta, p. 359.
15. Ibíd., p. 360.
16. Cfr. Carlson, Fisiología de la conducta, p. 360.
17. Las siglas se refieren a la tecnología que produce las pruebas Tomografía por Emisión de Positrones (TEP), y Resonancia Magnética Funcional (RMf); análisis no invasivo que actualmente permite examinar anatomía y función en tiempo real. D.G.
18. De manera básica, se considera que los hemisferios cerebrales, cada uno de los lados derecho e izquierdo del cerebro tienen diferentes funciones.
– El Hemisferio izquierdo (H.I.) se encarga de analizar información, procesa acontecimientos seriales (secuencias); coordina el hablar, escuchar, leer y escribir.
– El Hemisferio derecho (H.D.) sintetiza información, permite dibujar: captar y desarrollar funciones espaciales y procesos geométricos (lo tridimensional), la ubicación y construcción de objetos. D.G.19.
De manera general, el habla se produce gracias al trabajo conjunto de los dos hemisferios, cada uno enfocado en un elemento específico:
– El H.I. se encarga de lo amelódico: semántica y sintaxis; los símbolos.
– El H.D. construye lo melódico: las entonaciones; la carga emocional. D.G.
20. De manera específica el lenguaje hablado se produce con la conjunción funcional de:
– Corteza Auditiva Primaria, Área de Wernicke, Área de Broca y Corteza Motora Primaria.
El lenguaje escrito es desarrollado con base a la correcta estructuración y desarrollo de:
– Corteza Visual Primaria, Giro Angular y Giro Supramarginal, Fascículo Arqueado, Área de Broca, Área de Wernicke y Corteza Motora Primaria. D.G.
21. Desde la Psicología Fisiológica se enuncia que no importa tanto la masa y peso encefálico, lo importante es el área cortical. Aunque las mujeres tengan menos masa encefálica —un cerebro más pequeño y liviano—, poseen más cuerpo calloso, más comunicación interhemisférica, y un desarrollo ininterrumpido desde el cigoto. Las mujeres poseen más, mayores y más refinadas funciones cognitivas: intuición, reflexión, cálculo, etc. D.G.
22. Carlson, Fisiología de la conducta, pp. 361-362.
23. MacCulloch y Feldman, Sobre la etología de la homosexualidad, p. 107.
24. http://www.unav.es/cdb/dhbaphomosexualidad.html Página de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, de donde se extrajo el artículo “Aspectos médicos de la homosexualidad” del Dr. Antonio Pardo. Revisada el 5 de junio del 2012.
25. Ídem.
26. Cfr. Nicol, Los principios de la ciencia, pp. 42-47.
27. MacCulloch y Feldman, Sobre la etología de la homosexualidad, p. 108.
28. Cfr. MacCulloch y Feldman, Sobre la etología de la homosexualidad, p. 108.
29. Este autor enuncia que en los mamíferos superiores el comportamiento se encuentra compuesto por tres elementos principales que denomina instintos: Instinto de Agresividad, Instinto de Sexualidad e Instinto de Relación. Instinto de Agresividad es el impulso a ubicar y apropiarse de los elementos que necesitamos para mantener nuestras constantes vitales, nuestra homeostasis. Instinto de Sexualidad es aquel que produce gratificación y que en última instancia se utiliza en especies inferiores sólo para la reproducción, pero que en Mamíferos se ejecuta más allá de esa función biológica. El Instinto de Relación también denominada Sentido Gregario, y es el impulso que ciertas especies poseen, de relacionarse, agruparse, en pos de fortalecerse y desarrollarse desde la comunión con el otro. El Instinto de Relación se desarrolla más allá de la atracción y deseo genital, y surge desde la coincidencia, desde la similitud, desde la sincronicidad que se da entre dos seres. Es producto del afecto, y produce afecto. Bajo la lógica de Dröscher, el afecto surge desde aspectos compartidos, sendas similares entre dos seres. D.G. Cfr. Dröscher, La vida amorosa de los animales, p. 40.
30. Dröscher, La vida amorosa de los animales, pp. 108-109.
31. Ibíd., pp. 106-107.
32. Nos damos cuenta que Dröscher coincidiría en su visión oscura pero real de los matrimonios usuales y actuales, con la visión de Reich: estructuras antropológicas neuróticas, dañinas y útiles a los capitalistas. Familia que daña y deforma, más allá de sus barnices, sus justificaciones y autojustificaciones supuestamente positivas. D.G.
33. Los Inseparables son una variedad de aves en las cuales el Instinto de Relación produce una fraternidad, un acompañamiento, una relación de apoyo entre dos seres, relación que puede superar el paso del tiempo, los ataques externos, y las escapadas sexuales. En contraposición, se dice que cuando una interacción se basa primordialmente en el elemento pasional, la duración de la relación será menor y frágil. D.G.
34. Aquí podríamos insertar esa pequeña frase burlesca que enuncia “la paternidad, es un acto de fe”, o la letra de esa canción popular que reza: “Macho es el que deja hijos donde quiera; hombre el que los cuida, los educa, los mima y les da de comer”. En el sentido de que es más o puede ser más importante el elemento relacional, a la mera liga de consanguinidad. D.G.
35. Dröscher, La vida amorosa de los animales, pp. 218-219.
36. Rogers, El poder de la persona, p. 9.
37. Ibíd., p 32.
38. Ibíd., pp 34-35.
39. Cfr. Granados, Nociones sobre los límites de la actividad heurística, pp. 3-4.
40. http://www.cecash.org.mx/diversidad-sexual/65-para-saber-mas/61-que-es-diversidad-sexual.html Artículo “Diversidad sexual y prevención del VIH-SIDA” de Víctor Manuel Velasco. Revisado el día 5 de agosto de 2012.

Referencias bibliográficas

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DÍAZ, J. (2008): Fundamentos neurológicos y psicológicos para la investigación del comportamiento humano; Apuntes para el doctorado en Filosofía Gestalt. México, Universidad Gestalt de América.
DRÖSCHER, V. (1986): La vida amorosa de los animales. Traducción del alemán por Miguel Muntamer. México: Planeta. Segunda reimpresión.
MACCULLOCH, M. y FELDMAN, M. (1977): “Sobre la Etología de la Homosexualidad”. Revista Latinoamericana de Psicología, Vol. 9, nº 1. Colombia.
NICOL, E. (1997): Los principios de la Ciencia. México: Fondo de Cultura Económica. Cuarta Reimpresión.
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ROGERS, C. (2008): El poder de la persona. Traducido por Salvador Moreno López. Revisado por Juan Lafarga. México: El Manual Moderno. Decimosexta reimpresión de la primera edición.
VALLS, C.; BANQUÉ, M.: FUENTES, M. y OJUEL, J. (2008): Morbilidad diferencial entre mujeres y hombres. España, Centro de Análisis y Programas Sanitarios (Barcelona).
http://www.cecash.org.mx/diversidad-sexual/65-para-saber-mas/61-que-es-diversidad-sexual.html. Artículo “Diversidad sexual y prevención del VIH-SIDA”, de Víctor Manuel Velasco. Revisado el día 5 de agosto del 2012.
http://www.razonypalabra.org.mx/N/N79/V79/33_Granados_V79.pdf. Página de la Revista Razón y Palabra, donde se ubica el artículo “Nociones sobre los límites de la actividad heurística”, en el cual se expone el papel destructivo y manipulador de las ideologías. Revisada el 31 de julio del 2012.
http://www.unav.es/cdb/dhbaphomosexualidad.html. Página de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, de donde se extrajo el artículo “Aspectos Médicos de la Homosexualidad” del Dr. Antonio Pardo. Revisada el 5 de junio del 2012.