Erick Daniel Granados Monroy
Licenciado en Filosofía, Master en Desarrollo Humano y Doctor en Gestalt. Profesor de la Universidad Latina, Campus Sur, Distrito Federal, México. Colaborador de las revistas electrónicas Mundo Gestalt, Filosofía Mexicana y Razón y Palabra.
Resumen
Este artículo retoma una de las fases de la obra de Wilhelm Reich, la denominada Psicología política o Economía sexual. Con base en los enunciados reichianos, reflexionamos en torno a la posibilidad de la Individualidad, desde las condiciones coercitivas y cosificadoras que imponen los neocolonialistas en sus neocolonias.
Palabras clave: Wilhelm Reich, psicología política, irracionalidad, ideología, neocolonialismo.
Abstract
This Article takes one phase of the work of Wilhelm Reich, called Political Psychology or Sexual Economy. Based upon statements of Reich, we reflect on the possibility of individuality as from the coercive and reification conditions imposed by neo-colonialist in its neo-colonies.
Keywords: Wilhelm Reich, political psychology, irrationality, ideology, neocolonialism.
Introducción
Este documento parte de una interpretación filosófica que se muestra insuficiente explicativamente en cuanto al uso del concepto individuo. Debido a esa parcialidad explicativa, se pretende complementarla en su relación dialógica [1] —en un esfuerzo interdisciplinario—, con elementos del pensamiento de Wilhelm Reich, los cuales nos permitirán trascender la parcialidad teórica e insuficiencia explicativa de una sola postura interpretativa, de un solo paradigma explicativo. Nos referimos a “individuo” en el sentido que le concede el filósofo británico Stephen Priest, entendido como singularidad, genuinidad y unicidad: un humano con características que lo hacen totalmente distinto a los demás. Priest, en su texto Teorías y filosofías de la mente, explica que
El problema de la individualidad es el problema de la propia existencia. Nótese que no puede tener una explicación científica (por ejemplo, biológica). Del hecho de que ciertos padres tengan un hijo no se sigue que el niño sea o vaya a ser usted. Tampoco se trata de un trivial asunto del lenguaje modal. Es necesario que lo que es, sea idéntico a sí mismo. [2]
Según lo anterior, los individuos existen y es un enigma su existencia; el que de una persona, de dos personas, surja una diferente, totalmente distinta, un individuo.
Desde nuestra perspectiva, el concepto individuo en el sentido filosófico manejado por Priest es incorrecto e insuficiente.
Nos encontramos viviendo en una situación límite; México, como neocolonia, se encuentra infestado de luchas de poder, brutalidad, corrupción, utilitarismo, nepotismo, violencia e iniquidad. Esta situación social imperante tiene como consecuencia un angostamiento de la subjetividad, una restricción del sujeto, de la individualidad. La circunstancia, actual y problemática nos invita a realizar el siguiente cuestionamiento: ¿Es posible en las actuales circunstancias —y más allá de las reflexiones filosóficas y propuestas humanistas— concretar un proyecto existencial que posea un carácter de genuinidad, de unicidad, de individualidad?
El propósito de este artículo es reflexionar en torno al concepto individuo, en diálogo con las interpretaciones sociales y humanas que devienen del pensamiento de Wilhelm Reich.
Nuestra metodología de investigación es la documental; utilizamos el Método doxográfico basándonos primordialmente en los textos Análisis del carácter, Psicología de masas del fascismo y La revolución sexual”, usando complementariamente otros documentos que se ubican dentro de la fase teórica de Reich denominada Psicología política. [3]
Esta reflexión reconstruye la noción de individualidad, sustentándonos para ello en el pensamiento de Reich. Para analizar la noción de estudio es necesario repasar la estructura teórica de la Psicología política con el propósito de acceder a sus explicaciones y análisis, los cuales nos proporcionan un particular significado del concepto individuo.
El esquema teórico que estructurará nuestra interpretación sobre la propuesta de Reich es el siguiente:
– El término y fenómeno de irracionalidad deviene del proceso ideológico; a su vez, la noción de racionalidad se concretiza en el proyecto denominado democracia laboral
– Valiéndonos de interpretaciones materialistas, exponemos al sector capitalista como conformador de las estructuras y características sociales.
– A continuación examinamos la conformación de la maquinaria ideológica, entendida como la herramienta y estrategia principal de los elementos corporativos para sostener y perpetuar su hegemonía, vía implantación de parámetros irracionales.
– La ideología contará con diversas expresiones o instrumentos condicionadores: las instituciones educativas, el aparato teológico, los medios de comunicación —que en realidad lo son de desinformación—, la estructura política, pero amén de lo anterior —y de manera primordial—: la familia y el matrimonio, todos ellos estructurados y orientados a disponer a la persona en el ámbito social y laboral esclavista, explotador e injusto.
– Por último se refiere el papel de la represión sexual en el proceso homogeneizador y de condicionamiento irracional del animal humano.
Este artículo se encuentra constituido por cinco apartados: Introducción, Desarrollo, Conclusiones, Referencias y Referencias bibliográficas.
Tras haber presentado nuestro esquema introductorio procedemos a desplegar la postura reichiana.
Desarrollo
A continuación presentamos las fases epistemológicas que desarrolló Reich a lo largo de su existencia.
Psicología política es la designación usada por Wilhelm Reich para una etapa o modalidad de su pensamiento. Bajo esta interpretación, la obra de Reich atraviesa siete momentos principales:
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Formación médica.
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Psicoanálisis.
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Análisis del carácter o Caracterología.
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Psicología política o Economía sexual.
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Vegetoterapia.
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Orgonoterapia u Orgónterapia.
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Física Orgónica. [4]
La propuesta que más coincide con nuestros planteamientos, y que utilizaremos para referenciar nuestro argumento, es la Economía sexual o Psicología política [5], que nos servirá para reflexionar en torno a la verdad contenida en el concepto “individualidad”.
Los textos que abarcan esta fase de pensamiento reichiano son:
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Materialismo dialéctico y psicoanálisis.
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La irrupción de la moral sexual.
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La lucha sexual de los jóvenes.
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Análisis del carácter.
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Psicología de masas del fascismo, y
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La revolución sexual. [6]
Comenzamos con la revisión teórica de la postura reichiana.
Para Reich, toda entidad animada, todo mecanismo biológico fluctúa permanentemente en dos momentos que subyacen al proceso que denominaba “pulsión vital”:
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Expansión, entendida como un movimiento desde el centro del organismo hacia el ambiente (centrífugo), al que el autor ser refería también mediante el vocablo “emoción”, en el cual generalmente se experimenta agrado o placer.
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Contracción, observada en el desplazamiento centrípeto, en la cual existe un movimiento restrictivo y protector hacia el centro del organismo. Reich la denominaba también “remoción”, en la que predominaba un displacer causante de angustia.
Serán manifestaciones observables o pragmáticas de la pulsión aquellos impulsos y actos requeridos para mantener las constantes vitales: alimentación, defecación, respiración, reposo, hidratación, huida, genitalidad, etc.
Otra manera de referirse a la pulsión se explica en el siguiente esquema:
Tensión > Carga > Descarga > Relajación
Bajo la anterior representación existe una secuencia que comienza en un estado de apacibilidad que da paso a una acumulación eléctrica y física dentro del organismo, consistente en materia sobrante o procesada que finaliza en una des-tensión —relajación— resultante de la eyección de la sustancia (semen, excremento, orina) que anteriormente se encontraba oprimiendo alguna de las paredes internas del cuerpo causando displacer, y que de este modo es sustituido por el placer de la liberación y la relajación. Se considera que la expansión abarca los momentos de tensión y carga. Por su parte, la contracción consiste en la descarga y relajación.
Cada fase (emoción-remoción) es importante y necesaria, y por ende no es correcto priorizar ninguna. Si se mantiene la cadencia y fluctuación natural, el organismo crecerá y se desarrollará adecuadamente: estará sano. Lo incorrecto, lo que causará un tipo o grado de distensión, la fuente de la neurosis —entendida como el estado resultante de la represión temprana y constante de un impulso, y también definida como “Éstasis de motilidad”—, será la interrupción de alguno de los momentos de la pulsión vital.
Si bien ésta interrupción la provocará de manera directa el propio organismo, en el caso del humano incidirán también los factores grupales. Este fenómeno de rigidez, de no-fluidez pulsional, fue designado por Reich con diferentes palabras, pero en el fondo mantenía la definición original. Fue denominado “Armadura muscular”, “Estructura caracterológica” [7] [8], “Éstasis de motilidad del Orgón corporal” o “Anorgonía” [9].
Los conceptos de “racionalidad” e “irracionalidad” están ligados al de pulsión. Una primera definición de ellos aparece en la nota a pie de página número 46 del texto Materialismo dialéctico y Psicoanálisis, en el cual Reich expresa que “Racional” se usa aquí para referirse a lo que tiene sentido y es útil, e “irracional” para lo que no tiene sentido y es inútil. [10] Explica que bajo una secuencia temporal, lo racional antecede a lo irracional, en el sentido de que es una tendencia del organismo a ejecutar actos de los cuales obtendrá alguna gratificación; el mismo acto se convertirá en irracional cuando es objeto de supresión o de algo semejante. Lo racional es lo primero. [11] De acuerdo a éste primer acercamiento al término, lo racional serán aquellas acciones que satisfarán de manera directa y genuina una necesidad del ser. Por contra, lo irracional serán las manifestaciones conductuales determinadas por factores externos a la persona. Un siguiente acercamiento a los conceptos, donde se hace una explicación del origen de la irracionalidad, expresa que
Todas las discusiones acerca del tema de si el hombre es bueno o malo, si es un ser social o antisocial, son en realidad pasatiempos filosóficos. Que el hombre sea un ser social o una masa protoplasmática de reacciones irracionales, depende de si sus necesidades biológicas fundamentales están en armonía o en conflicto con las instituciones que el mismo ha creado.
Por ello es imposible relevar al hombre trabajador de su responsabilidad por el orden o el desorden, o sea, de la economía, individual y social, de la energía biológica. Delegar entusiastamente esa responsabilidad en algún Führer o político, se ha convertido en uno de sus rasgos esenciales, puesto que no puede ya entender ni a sí mismo ni a sus propias instituciones, de las cuales sólo tiene miedo. Fundamentalmente es un ser desvalido, incapaz de libertad, y que clama por autoridad, pues no puede reaccionar espontáneamente; está acorazado y espera órdenes, porque está lleno de contradicciones y no puede confiar en sí mismo.
La burguesía europea culta del siglo XIX y principios del XX, había adoptado las compulsivas formas de conducta moral del feudalismo, convirtiéndolas en el ideal de la conducta humana. Desde la era del racionalismo, los individuos comenzaron a buscar la verdad y clamar por la libertad. Mientras las instituciones morales compulsivas estuvieron en vigencia —fuera del individuo como leyes compulsivas y opinión pública, dentro del mismo como conciencia moral compulsiva— había algo así como una calma de superficie, con erupciones ocasionales desde el volcánico mundo subterráneo de las tendencias secundarias. Mientras eso se mantuviera así, las tendencias secundarias sólo eran curiosidades que únicamente interesaban al psiquiatra. Se manifestaban como neurosis sintomáticas, actos neuróticos criminales o perversiones. Pero cuando los cataclismos sociales comenzaron a despertar en los europeos ansias de libertad, independencia, igualdad y autodeterminación, ellos se encontraron naturalmente impelidos hacia la liberación de las fuerzas vitales dentro de sí mismos. La cultura y la legislación sociales, el trabajo de avanzada en las ciencias sociales, las organizaciones liberales, todos trataron de traer la «libertad» a este mundo. Después que la primera guerra mundial destruyó muchas de las instituciones autoritarias compulsivas, las democracias europeas trataron de «conducir a la humanidad hacia la libertad». Pero ese mundo europeo, en su pugna por la libertad, cometió un gravísimo error de cálculo. No tomó en cuenta que la destrucción de la función viviente en el ser humano durante miles de años, había engendrado un monstruo; olvidó el profundamente arraigado defecto general de la neurosis del carácter. Y entonces, la gran catástrofe de la plaga psíquica, esto es, la catástrofe del carácter humano irracional, emergió en la forma de las dictaduras.
Las fuerzas que habían sido exitosamente contenidas por tanto tiempo bajo el barniz superficial de la buena educación y el autocontrol artificial, dentro de las mismas multitudes que estaban clamando por libertad, irrumpieron ahora en acción. En los campos de concentración, en la persecución a los judíos, en la destrucción de toda decencia humana, en la matanza de poblaciones civiles por monstruos sádicos para quienes era un deporte encantador ametrallar a los civiles y que sólo se sentían vivir cuando desfilaban al paso de ganso, en el gigantesco engaño de las masas allí donde el Estado pretende representar el interés del pueblo, en el aniquilamiento y sacrificio de cientos de miles de adolescentes que, lealmente, creían servir un ideal; en la destrucción de trabajo humano evaluado en billones, una fracción de los cuales hubiera sido suficiente para desterrar la pobreza de la faz de la tierra; brevemente, en una danza de San Vito que continuará mientras los poseedores del conocimiento y del trabajo no consigan desarraigar, tanto dentro como fuera de sí mismos, la neurosis de masas que se denomina «política» y que prospera a base de la invalidez caracterológica de los seres humanos.
Entre 1928 y 1930, en la época de las controversias con Freud que describí antes, yo no sabía más del fascismo que el término medio de los noruegos en 1939 ó de los norteamericanos en 1940. Sólo entre 1930 y 1933 fue cuando llegué a conocerlo en Alemania. Me encontré perplejo cuando me enfrenté con él y reconocí en cada uno de sus aspectos el tema de la controversia con Freud. Gradualmente comencé a comprender la lógica de todo eso. Esas controversias habían girado en torno a una estimación de la estructura humana, al papel desempeñado por el ansia humana de felicidad y al irracionalismo en la vida social. En el fascismo, la enfermedad psíquica de las masas se revelaba sin disfraces. Los enemigos del fascismo, demócratas liberales, socialistas, comunistas, economistas marxistas y no marxistas, etc., buscaban la solución del problema ya fuera en la personalidad de Hitler o en los errores políticos de los diversos partidos democráticos alemanes. Tanto lo uno como lo otro significaba reducir la plaga psíquica a la miopía del individuo humano o a la brutalidad de un solo hombre.
En realidad, Hitler no era más que la expresión de un conflicto trágico en las masas, el conflicto entre el anhelo de libertad y el miedo real a la libertad. El fascismo alemán decía de muchísimas maneras que estaba operando no con el pensamiento y el conocimiento del pueblo, sino con sus reacciones emocionales infantiles. Lo que lo llevó al poder y le aseguró luego la estabilidad no fueron ni el programa político ni ninguna de sus innumerables y confusas promesas económicas: fue, esencialmente, su llamado a oscuros sentimientos místicos, a un anhelo indefinido, nebuloso, pero sin embargo extremadamente potente. No comprender eso, significa no comprender el fascismo, que es un fenómeno internacional. [12]
De acuerdo a lo anterior, la irracionalidad —la insatisfacción individual deliberada, temprana y constante—, deviene en fascismo —esquemas conductuales masivos de irresponsabilidad y destructividad—, desde la instauración de cierto tipo de pautas sociales e intersubjetivas tradicionales e inalterables, que pueden y de hecho son utilizadas para movilizaciones utilitarias, mercantilistas y colonialistas. [13] Expresado en diferentes términos: el fascismo es un estado social irracional, enfermo, neurótico, y sobre todo utilitario que estructuran los capitalistas para mantener su predominio. Para ello produce personalidades enfermas, neurosis individuales que soportarán y perpetuarán la situación capitalista.
Otra explicación sobre la categoría irracionalidad, su origen, lo deliberado y utilitario de su conformación, desarrollo e implantación, se explica en los siguientes párrafos:
Las condiciones económicas de una ideología explican su base material, pero no nos enseñan nada sobre su núcleo irracional. Lo que constituye directamente este núcleo es la estructura caracterológica de los hombres sometidos a las condiciones económicas respectivas, y que reproducen de este modo el proceso histórico-económico de la ideología.
Al crear las ideologías, los hombres se transforman a sí mismos; es en el proceso de formación de la ideología donde encontramos su núcleo material. La ideología aparece, pues, con un doble fundamento material: uno indirecto en la estructura económica de la sociedad, y uno directo en la estructura típica de los hombres que la producen y que, a su vez, está determinada por la estructura económica de la sociedad. Es evidente, pues, que las formaciones ideológicas irracionales estructuran a los hombres de modo irracional. [14]
Según lo citado, el irracionalismo individual deviene del fascismo —del irracionalismo social, de un tipo de estructura antropológica configurada por los grupos dominantes en pos de mantener su hegemonía—; el irracionalismo en la persona y en la comunidad surge de la ideología, que será primordialmente separativa, excluyente, magnificadora, minimizadora y utilitaria, y que configurará personalidades irracionales.
Cuando analiza las estructuras capitalistas —imperialistas e irracionales— y su instrumento legitimador, el Estado —cómplice primordial del proceso ideologizador—, Reich comenta lo siguiente:
La diferencia fundamental entre el individuo políticamente reaccionario y el demócrata autentico es su actitud respecto del poder estatal. Sobre la base de esta actitud puede evaluarse de modo objetivo el carácter social de una persona, sea cual fuere el partido al que pertenece. De acuerdo con esta evaluación hay verdaderos demócratas entre los fascistas y auténticos fascistas entre los seguidores de partidos democráticos. Del mismo modo que la estructura de carácter, esta actitud respecto del poder estatal atraviesa todos los grupos políticos. También en esta cuestión el maniqueísmo, es decir, la atribución mecánica de determinada mentalidad a determinada pertenencia partidaria, es erróneo e inadmisible desde el punto de vista sociológico.
Es típico del reaccionario el postular que el poder estatal esté por encima de la sociedad; aboga por la “idea del Estado”, que lleva en línea recta al absolutismo dictatorial, cualquiera que sea la forma estatal que lo represente: un absolutismo monárquico, ministerial o abiertamente fascista.
El demócrata auténtico, que conoce y aboga por la democracia laboral natural como la base natural de la cooperación internacional y nacional, siempre está empeñado en convertir en superflua la dominación estatal-autoritaria de los problemas de la convivencia social, a través de la eliminación de las causas sociales de esos problemas. (Es este empeño el que le caracteriza como demócrata auténtico). Esto exige una fundamentación exhaustiva del desarrollo y de la función racional inherente al Estado autoritario.
Es estéril y no tiene sentido que combatamos una institución social irracional si no nos preguntamos por qué esta institución puede mantenerse e incluso parecer necesaria, pese a su irracionalidad.
El desarrollo estatal ruso nos ha enseñado que el aparato de Estado fue convirtiéndose en una necesidad. Y no era muy difícil reconocer que, pese a toda su irracionalidad, tenía también la función racional de mantener unida a la comunidad lingüística rusa y de dirigirla después de que las masas hubieron fracasado en el terreno social.
No vacilaríamos en condenar como irracional la conducta de una madre que tratara a su hijo neurótico con un rigor autoritario. Comprenderíamos que este rigor enferma al niño, pero no debemos dejar de ver que un niño que se ha vuelto neurótico en un contexto familiar neurótico no irá a la escuela, por ejemplo, si no se le obliga a ello por medios autoritarios. Este es el punto clave en el combate contra la educación autoritaria. Por lo tanto, el rigor autoritario de la madre presenta también un aspecto racional, aunque condicionado y limitado. No es racional por principio. Deberemos confesar esta función racional limitada si queremos abrigar la esperanza de que algún día podamos convencer al educador que utiliza por necesidad el principio autoritario, de que este principio puede ser eliminado previniendo las enfermedades neuróticas en los niños.
El carácter condicionada y limitadamente racional también se aplica al Estado autoritario, aunque no nos guste confesarlo y por peligrosa que esta afirmación pudiera ser en boca de un dictador místico. Podría decir: “¡Escuchad! Hasta los demócratas sociales libertarios confiesan la necesidad y racionalidad del liderazgo autoritario.” Ahora sabemos que la “legitimidad” de la dirección autoritaria de la vida está dada por la estructura caracterológica irracional de las masas.
No hay otra manera de poder comprender la dictadura, y esta comprensión es la única esperanza para erradicarla de la vida de las personas. Pues sólo al reconocer la irracionalidad en la estructura de las masas humanas obtenemos los fundamentos sociales necesarios para combatir la irracionalidad y, junto con ella, la dictadura… para combatirlas no con ilusiones, sino objetiva y certeramente.
Cuando se perturba la convivencia social, siempre se fortalece el poder del Estado. Esto se corresponde con el método moralista-autoritario de resolver las dificultades de modo superficial. Es obvio que este método no elimina el mal, sino que sólo lo coloca en un segundo plano, desde el cual más adelante prorrumpe con mejor violencia y extensión. Si no hay otros medios para acabar con los crímenes sádicos aparte de la ejecución de los criminales, se empleará precisamente este método. Es esta la naturaleza del orden estatal autoritario.
La cuestión básica de la democracia laboral es, en cambio, averiguar cómo puede impedirse el desarrollo de un sadismo criminal. Tan sólo cuando comprendemos el origen de la compulsión a los crímenes, a la par de condenarlos, obtenemos una perspectiva clara y nítida del problema.
Obviamente, la prevención de los males sociales es uno de los medios principales para lograr la extinción del Estado. Según todos los indicios, la dirección social moralista-autoritaria seguirá en funciones en tanto no pueda sustituirse por los métodos del autogobierno. Esto vale para el Estado en general, así como para todas las otras áreas de la vida social.
El Estado, si bien es esencialmente una maquinaria opresiva, posee también otros aspectos. Al mismo tiempo es una suma de relaciones sociales autónomas. Este había sido incluso su origen, en el que era idéntico a la sociedad; provino de ella y se enajenó cada vez más, convirtiéndose en un poder violento por encima y en contra de ella.
Mientras existía una organización social como la sociedad gentil, que no padecía graves contradicciones internas, no hacía falta tampoco un poder especial encargado de mantener unido el organismo de esta sociedad. La naturaleza de la sociedad es tal que necesita un poder que evite su disgregación, su hundimiento y su disolución cuando se ve hendida por las poderosas contradicciones y dificultades de la vida. [15]
Es decir que las estructuras gubernamentales-punitivas-moralistas sólo serán necesarias para mantener el “orden cívico”, desde el mismo esquema rígido que ellas mismas han implantado, pero no es natural ni necesario el aparato coercitivo en una comunidad de personas racionales; otras modalidades de convivencia fuera de lo neurótico harían superflua a la autoridad.
Desde la perspectiva de la Psicología política, la resolución de las problemáticas sociales hace inútil la presencia y papel de Estado punitivo; entonces, si cierto sector se beneficia con los privilegios que devienen del puesto y autoridad burocrática, se infiere que esos sectores no desean perder sus prerrogativas, y para ello mantienen a la comunidad hundida en problemáticas creadas, mantenidas, que en verdad no se desea resolver y que sirven como espléndida excusa para continuar con dinámicas autoritarias. Se mantiene la contradicción para no dar oportunidad a nuevos esquemas de convivencia que dejen obsoleto a las instituciones policiacas. [16]
Continúa Reich analizando las estructuras sociales y expresa que
Podemos ganar claridad en medio del caos de funciones estatales, si al evaluar cualquiera de ellas nos preguntamos qué es lo que corresponde a su función originaria de cumplir encargos sociales y qué a su función —adquirida a posteriori— de recortar la libertad de los integrantes de la sociedad. La policía de Nueva York o de Berlín había nacido con la tarea de proteger a la comunidad contra los asesinatos y los robos. A ese respecto siguen siendo funciones útiles y autónomas a la sociedad. Pero cuando la policía de seguridad se arroga la facultad de prohibir juegos inofensivos en casas particulares, dictaminar si una persona puede recibir sola en su casa a una persona del otro sexo, y determinar cuándo debe levantarse y cuando deben acostarse, tenemos ante nosotros el cuadro de un poder estatal tiránico y autoritario, un poder estatal que está por encima de la sociedad y contra la misma.
La eliminación de las funciones de la administración social que actúan sobre y contra la sociedad es una de las tendencias inherentes a la democracia laboral.
El proceso democrático-laboral natural no tolera otras funciones administrativas que las que sirven para mantener unida la sociedad y facilitar sus funciones vitales. De esto se infiere claramente que no podemos adoptar una actitud mecánica “a favor” o “contra” el “Estado”. Debemos trazar la distinción mencionada. Está claro, además, que el aparato de Estado de nuevo se convierte y tiene que convertirse en el órgano ejecutivo de la sociedad cuando actúa cumpliendo sus funciones laborales naturales en interés del conjunto de la sociedad. Con ello deja de ser “aparato de Estado” y pierde precisamente aquellas funciones que lo enajenan de la sociedad, lo colocan por encima y contra ella y lo convierten así en el germen de dictaduras autoritarias. Ésta es la genuina extinción del Estado. Se extinguen simplemente sus funciones irracionales. Las funciones racionales son vitalmente necesarias y, por ende, persisten. [17]
Según la anterior cita, los regímenes económicos, los esquemas sociales, las instituciones y las estructuras de convivencia aparecen como racionales cuando sirven a la comunidad, son parte de ella, una parte necesaria puesto que cumplen un papel vitalmente necesario para el desarrollo y crecimiento del grupo y de sus integrantes; en contraposición, se designarán como irracionales, cuando se erigen como tiranos que utilizan, perjudican y restringen a la comunidad.
Así, en Reich lo racional implica situaciones, acciones y ambientes que favorecen la pulsión vital; e irracional, designa aquellos actos, hábitos o procesos que restringen o impiden el desarrollo biológico. Dadoun coincide con nuestra interpretación sobre el concepto irracional, cuando dice que Reich
Considera que lo político es, muy específicamente, el ámbito en que, de diferentes maneras, se fabrica, se mantiene, se reproduce la irracionalidad social: las instituciones represivas atentan contra la integridad vital del individuo al prohibírsele una vida sexual auténtica, al someterle a un trabajo mortífero, al organizar y proteger los procesos de explotación económica y de alienación social que se presentan como los aspectos más evidentes, más deslumbrantes de lo irracional; diversos aparatos se dedican a la elaboración de ideologías, es decir, de las formaciones irracionales por excelencia, que sirven para desviar al hombre de sus intereses vitales, para justificar o para camuflar sus frustraciones, para canalizar sus aspiraciones hacia todo tipo de figuras o construcciones ilusorias y alucinantes, meros señuelos; y estructuras específicas como la familia, la escuela o la Iglesia se encargan de anclar esas múltiples cunas de irracionalidad modeladas por la sociedad, en la sustancia orgánico-psíquica del sujeto; sustancia que, en su forma vital original, es la razón de ser, el ser de razón del hombre.
La irracionalidad política irrealiza lo real, es decir las fuentes vitales, la estructura humana racional, sus prácticas espontáneas y sus antagonistas concretos y temibles, y esa irrealidad política se realiza en la estructura humana irracional que alimenta a su vez la irracionalidad política. Es un círculo, estima Reich, del cual estamos lejos de poder salir. [18]
Es decir, que las élites (las altas esferas corporativocráticas) se valen de sus instrumentos —ideológicos, gubernamentales, coercitivos [19]— para crear Estados sociales fascistas que engañan, pervierten y explotan a la persona. La persona es transformada en irracional, de tal manera que defiende, anhela y se gratifica en y por la institución irracional.
Continuando con nuestra revisión de la Psicología política y su interpretación sobre la noción de individuo, afirmamos que la categoría racional enlaza con el concepto “Democracia laboral” [20], que es entendido de la siguiente manera:
La democracia laboral no es un sistema ideológico. Tampoco es un sistema “político” que pueda ser impuesto a una sociedad mediante la propaganda de partidos, políticos individuales o grupos cualesquiera con una ideología común. No hay una sola medida política formal mediante la cual pueda “introducirse” la democracia laboral. No puede ser introducida del mismo modo que se instaura una república o una dictadura totalitaria, y esto por un simple motivo: La democracia laboral está siempre presente y funciona sin cesar, más allá de tal o cual partido político o grupo conozca o no, de su existencia. El proceso de la democracia laboral natural puede estar en total contradicción con las instituciones sociales o estar de acuerdo con ellas en mayor o menor grado. Pero en todas partes donde funciona este proceso de la democracia laboral, exige que las ideologías e instituciones sociales armonicen con las necesidades y relaciones interhumanas naturales, del modo en que se expresa claramente el amor natural, en el trabajo social vitalmente necesario y en la ciencia natural.
Estas funciones sociales vivas pueden ser refrenadas o fomentadas; los hombres trabajadores pueden tener, o no, conciencia de ellas. Pero jamás se las puede destruir. Por tanto, constituyen la base sólida de todo proceso social racional.
Los sistemas ideológicos políticos se basan sobre visiones del proceso natural de la vida. Pueden refrenar o fomentar el proceso vital natural. De todos modos, ellos mismos no funcionan en el fundamento de la sociedad humana. Pueden ser democráticos; en ese caso fomentan el proceso vital natural de los hombres. Y pueden ser dictatoriales y autoritarios; en ese caso se verán envueltos en un conflicto mortal con este proceso.
La democracia laboral no puede imponerse como sistema político. En todos los trabajos vitalmente necesarios, los que trabajan son conscientes de su responsabilidad por el acontecer social, o esta conciencia crece orgánicamente, como un árbol o el cuerpo de un animal.
Este crecimiento de la conciencia de la responsabilidad social es la condición más importante para que los sistemas políticos no proliferen como tumores en el organismo social; tales sistemas políticos tarde o temprano tienen que provocar el caos social. Por otra parte, esta conciencia de la responsabilidad es la condición más importante para que las instituciones de la sociedad humana vayan armonizando poco a poco con las funciones naturales de la democracia laboral. Los sistemas políticos nacen y mueren sin que cambien cosas esenciales en el fundamento de la vida social y sin que ésta deje de funcionar. Sin embargo, el pulso de la sociedad humana se detendría para siempre si las funciones vitales naturales del amor, el trabajo y el conocimiento se interrumpieran durante un solo día.
El amor natural, el trabajo necesario para la vida y la investigación de la naturaleza son funciones vitales racionales. Por esencia no pueden ser sino racionales. Por tanto, se oponen diametralmente a cualquier tipo de irracionalidad.
El irracionalismo político, que infesta, desfigura y destroza nuestra vida es, en el genuino sentido psiquiátrico, una perversión de la vida social, una perversión provocada por el no-reconocimiento y la exclusión de las funciones vitales naturales de la regulación y determinación de la vida social.
Todo tipo de dominación totalitario-autoritario se funda sobre el irracionalismo inculcado en las masas humanas. Toda concepción política dictatorial, sea quien fuere el que la represente, odia y tema a su enemigo mortal: odia y teme las funciones del amor, el trabajo y el conocimiento. No pueden coexistir. La dictadura sólo puede reprimir las funciones naturales de la vida, o explotarlas para sus propósitos de dominación; pero jamás las puede fomentar o proteger y, menos aún, ejercerlas ella misma, sin cavarse su propia fosa. [21]
Según lo enunciado, lo democrático es lo racional y la democracia laboral se explica como aquellos procesos que coadyuvan en el desarrollo vital humano, siendo su antinomia lo irracional, el esquema social de interacción dictatorial y autoritaria que desconoce, aplasta y excluye las funciones vitales en pos de intenciones económicas. Reich dice que si las masas manifiestan una falta de responsabilidad en la construcción de la libertad e instauración de lo racional, es debido a una milenaria opresión de la pulsión vital, del pensamiento racional, de las funciones naturales del amor y de la comprensión científica de lo vivo; el adoctrinamiento irracional ha hecho a las personas dependientes y coparticipes del fascismo, del fraude, de la mentira y del autoritarismo.
Desde nuestra perspectiva, las instituciones evitan el surgimiento y desarrollo de la democracia laboral —de la autogestión, del autocrecimiento y del autoaprendizaje—, debido a que al volverse autónoma la persona, se vuelve inútil el rol del “especialista”: no haría falta una dirección sino un colaborador; y puesto que ellos no quieren trabajar, resulta más cómodo e igualmente gratificante vivir del trabajo de los demás.
Bajo la Psicología política se explica el estado de irracionalidad, de neurosis colectiva —violencia, intransigencia, dogmatismo y desconsideración—, desde las siguientes premisas:
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La humanidad está biológicamente enferma.
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La política es la expresión social irracional de esta enfermedad.
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Todo lo que sucede en la vida social está determinado activa o pasivamente, voluntaria o involuntariamente, por la estructura de las masas.
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Esta estructura del carácter se ha formado a través de procesos socioeconómicos, que a su vez son cimentados, perpetuados por aquella. La estructura caracterológica biopática de los hombres no es más que la fosilización del proceso histórico autoritario, es la reproducción biofísica de la opresión de las masas.
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La estructura humana está animada por la contradicción entre el anhelo de libertad y el temor a la libertad.
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El miedo a la libertad de la masa humana se expresa en la rigidez biofísica del organismo y en la inflexibilidad del carácter.
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Toda forma de liderazgo social no es sino la expresión social de una u otra cara de esta estructura de las masas.
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Lo que ha arruinado el funcionamiento biológico de los hombres no es el tratado de paz de Versalles, o los pozos petrolíferos de Bakú, o doscientos o trescientos años de capitalismo, sino cuatro o seis milenios de civilización mecanicista y autoritaria.
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Las ambiciones de dinero y de poder son un sustituto de la felicidad de amor no satisfecha, sustentadas por la rigidez biológica de las masas. [22]
Según estos incisos, la historia, la sociedad y nuestra personalidad se encuentran deformadas entre el impulso y el miedo a la libertad, inhibición que es producto de condiciones directivas-utilitarias-irracionales, y de las cuales, no obstante, somos copartícipes, cómplices de nuestra propia tendencia a la obediencia, a la docilidad acrítica, a la sumisión irreflexiva, a la irracionalidad.
No somos víctimas, somos partícipes de nuestra homogenización, de nuestra falta de individualidad. Recordemos, es importante tener claridad en cuanto a los conceptos planteados, que pese a haber sido acuñados en la Alemania de 1933, poseen vigencia y verdad: un proceso, contexto o dinámica intersubjetiva es racional cuando promueve y atiende la pulsión, cuando permite y fomenta los procesos vitales. En contraposición, la irracionalidad serán aquellas circunstancias, acciones, ideas, tradiciones o decisiones que obstaculizan o impiden el desarrollo biológico. En este sentido, nuestro entorno, las actuales circunstancias de México en 2012 son fascistas, neuróticas e irracionales. [23]
Cerramos los párrafos dedicados a la racionalidad e irracionalidad, y procedemos a analizar el siguiente concepto que se enlaza con ellas: “la ideología”.
La irracionalidad introyectada y concretizada en los actos de la persona provoca que ella misma restrinja su proceso de Tensión-Carga-Descarga-Relajación, inhibición vital que provocará neurosis —una estructura caracterológica irracional— Sin embargo, el origen de esa irracionalidad no es personal ni azarosa, es contextual, generalizada y deliberada. Dicho en otras palabras, la neurosis individual es un producto, una implantación de la neurosis colectiva por medio de la “ideología” dominante. La neurosis será uno de los instrumentos ideológicos que utilizarán los grupos económicamente poderosos para estructurar una determinada modalidad cognitiva-conductual en la persona.
Respecto al propósito del condicionamiento esclavizante del imperialismo en los habitantes-trabajadores de sus feudos, Reich dice que
En relación con la función sociológica de la formación de carácter, debemos estudiar el hecho de que determinados órdenes sociales corresponden a ciertas estructuras humanas promedio, o bien —para decirlo de otra manera— que todo orden social crea aquellas formas caracterológicas que necesita para su preservación.
En la sociedad de clases, la clase gobernante asegura su posición con ayuda de la educación y las instituciones de la familia, haciendo de sus propias ideologías las ideologías rectoras de todos los miembros de la sociedad.
Pero no se trata meramente de imponer a los miembros de la sociedad ideologías, actitudes y conceptos. Más bien se trata de un proceso de profundos alcances en cada nueva generación, de la formación de una estructura psíquica que corresponda al orden social existente, en todos los estratos de la población. La psicología y caracterología científico-natural posee, pues, una tarea claramente definida: debe descubrir los medios y mecanismos con los cuales la existencia social se transforma en estructura psíquica y, con ella, en ideología.
Se debe distinguir entre la producción social de ideologías y su reproducción en los miembros de la sociedad.
Estudiar el primer proceso es tarea de la sociología y la economía; estudiar el segundo, de la caracterología psicoanalítica. La caracterología tiene que estudiar los efectos de la situación económica inmediata (alimentos, vivienda, vestido, proceso productivos), así como los efectos de la llamada superestructura social, esto es, de la moral, las leyes e instituciones, sobre el aparato de los instintos; debe definir, en forma tan completa como sea posible, los numerosos eslabones intermedios entre “base material” y “superestructura ideológica”. [24]
En el texto anterior se distingue entre el propósito cosificador de las ideologías y la manera como éstas serán implantadas en la persona, siendo ésta segunda tarea, la que encarará Reich. Propone también el esfuerzo complementario de su labor elucidativa, en pos de complejizar las explicaciones que sociología, economía y filosofía efectúan en torno al fenómeno estudiado; de esa manera, la de Reich aparece como una reflexión que busca ser interdisciplinaria.
Con relación al uso del término ideología —comprendido como aquel elemento que mueve a la persona a convergir hacia ciertos moldes y fines socioeconómicos—, detectamos que el vocablo y su definición básica devienen del pensamiento marxista. Sin embargo, Vargas (en un artículo de 1982) afirma al respecto que
La problemática de la ideología fue planteada por primera vez en su sentido moderno por Marx y Engels y en su obra encontramos las bases para una explicación teórica de este fenómeno. Pero a la vez deberíamos agregar que en las obras de Marx y de Engels no existe una teoría sistematizada de la ideología y sólo quedaron plasmados en ella una serie de problemas no resueltos pero que definen, en cierta medida, el campo semántico en el que se debate la concepción de la ideología en el marxismo contemporáneo. ¿Cómo podría resumirse la aportación de Marx a la teoría de las ideologías? A mi juicio, en la obra de Marx existe una evolución semántica del concepto de ideología. En su aparición explícita, este concepto puede ser localizado en:
a) La Ideología Alemana (1845-1846) en donde significa «conciencia invertida de la realidad», alude al hegelianismo y define lo opuesto al materialismo histórico. En esta etapa se analizan las causas de la aparición de la ideología y se ubican en la contradicción entre trabajo manual e intelectual; la lucha de clases y la legitimación del poder del Estado.
b) En el prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, de 1859, esboza la famosa imagen de la relación base-superestructura y se habla de la ideología como «formas de conciencia» que acompañan al todo social. El arte, la religión, la filosofía serían estas formas. Mientras en el primer momento se conserva el carácter negativo de la ideología, carácter que toma Marx de la célebre crítica de Napoleón a Destut de Tracy y su grupo; en el segundo se acentúa el carácter de reflejo de las contradicciones sociales.
El tercer momento (c), sería el formado por El capital y los Grundrisse, en que se habla de la función social que cumple la ideología, ya no en el sentido de reflejo sino en el de constituyente. Aparece el concepto de dominación junto al de determinación.
El problema es que en Marx el concepto de ideología no pierde sus características negativas, y en cambio, utiliza otros conceptos que hoy entendemos como referidos a la ideología pero que en su concepción no adquieren ese carácter. Este juego de conceptos son los de enajenación (Entfremdting), fetichismo (Fetichismus), cosificación (Versachlichimg) y reificación (Verdinglichung). Pero también los contraconceptos de crítica, conciencia de clase e interés.
Marx abrió una serie de problemas en torno a la cuestión de la ideología que podríamos enlistar así: el problema de la definición de la ideología; el tema de la forma en que se interrelacionan la base económica de la sociedad y las superestructuras política e ideológica; la forma en que se relacionan ideología, ciencia, filosofía y política en su propia obra; las características de la estructura ideológica de la sociedad capitalista; la relación entre ideología y filosofía; la relación entre ideología y enajenación; la relación entre la ideología y el arte, y la literatura y las demás creaciones de la cultura; el condicionamiento social de la ciencia y el carácter ideológico del conocimiento científico-social. [25]
Desde lo anterior se expresa que el término ideología fue esbozado por Marx y Engels pero no definido de manera apodíctica, no obstante, es posible identificarlo en la siguiente interpretación: un conglomerado humano capitalista y capitalizado se encuentra constituido por dos elementos primordiales:
-
Base o Infraestructura material o económica.
-
Superestructura inmaterial o ideológica.
La infraestructura estará conformada por las directivas de los dueños de los medios de producción que establecerán las medidas necesarias desde las cuales puedan mantener y aumentar sus recursos económicos. Un término contemporáneo utilizado por nosotros para referirnos a los propietarios de los medios de producción, es el de “corporaciones”, bajo el cual designamos al conjunto de grupos, de grandes capitales, que sin limitarse a un área geográfica específica, inciden con sus intereses en distintas latitudes.
La manera como inciden las corporaciones en una comunidad es mediante la superestructura, que consiste en las presiones desde las cuales las personas de las clases media y baja de ese entorno social van a verse involucrados y presionados para colaborar con una inversión de su tiempo y fuerza en el desarrollo de mercancía y bienes que van a aumentar el poderío monetario de los propietarios. Dentro de los componentes-manifestaciones básicos de la superestructura se encuentran el arte, la religión, la filosofía, la literatura y la ciencia. Con relación a la estructuración-división antropológica entre poseedores y desposeídos, Reich expresa que
Desde que la sociedad se escindió en los poseedores de los medios de producción y los poseedores de la mercancía poder de trabajo, todo orden social ha sido establecido por los primeros, pasando por alto o contra la voluntad de los segundos.
Puesto que este orden forma la estructura psíquica de todos los miembros de la sociedad, se reproduce en la gente. Dado que esto se hace utilizando y alterando el aparato instintivo, también llega a anclarse efectivamente en el pueblo. El primero y más importante lugar de reproducción del orden social es la familia patriarcal; ésta crea en los niños una estructura de carácter que les hace susceptibles a las influencias posteriores de un orden autoritario. El papel desempeñado por la educación sexual dentro de la totalidad del sistema educativo muestra que se trata principalmente de intereses y energías libidinales mediante los cuales tiene lugar el anclaje del orden social autoritario.
Las estructuras de carácter de las personas pertenecientes a una determinada época o determinado orden social no son, pues, sólo reflejos de este orden: mucho más importante aún, representan el anclaje de este orden. [26]
Es necesario aclarar que los términos “aparato instintivo” y “energía libidinal” posteriormente van a ser integrados al de pulsión y en último sentido al de Anorgonía, sin embargo también atañen a la enunciación sobre la restricción o impedimento de la satisfacción de los requerimientos vitales. Ya sean unos u otros términos, se enfocan en la explicación sobre el papel de las estructuras de convivencia humana como parte y sustento de la ideología explotadora. Es decir, la persona que se ubica dentro de la clase que únicamente posee su fuerza de trabajo para aportar en el proceso productivo y que es educada para producir y ser explotado, se encuentra ahí, debido al influjo de la superestructura; no es un proceso automático, más bien es consecuencia, es el resultado del candado psíquico, de la cárcel mental denominada ideología. Respecto a la función nulificadora y castrante de la ideología, Reich dice que
Según todas las reflexiones anteriores, la alternativa marxista de «naufragio en la barbarie» o «ascensión hacia el socialismo» dependía de si la estructura ideológica de las clases dominadas responde a su situación económica, o si diverge de ésta, ya sea porque la explotación se soporte pasivamente, como en las grandes sociedades de Asia, ya porque la ideología de la mayoría de los sojuzgados sea contraria a su situación económica, como hoy día en Alemania.
El problema fundamental estriba, pues, en qué es lo que condiciona la divergencia descrita o, dicho de otro modo, qué es lo que impide la consonancia de la situación económica con la estructura psíquica de las masas. Por consiguiente, todo depende de que se capte la naturaleza de la estructura psicológica de las masas y su relación con la base económica de la que surgió.
Para comprender esto, debemos liberarnos en primer lugar de las concepciones marxistas vulgares que obstruyeron el camino hacia la comprensión del fascismo. Son esencialmente las siguientes:
El marxismo vulgar separa esquemáticamente el ser económico del ser social en general, y afirma que el ser económico determina por sí solo y de modo inmediato la «ideología» y la «conciencia» de los hombres. Así llega a una contraposición mecanicista de economía e ideología, de «base» y «superestructura»; hace depender la ideología esquemática y unilateralmente de la economía e ignora que el desarrollo de la economía depende de la ideología. Se cierra ante el problema de la llamada “repercusión de la ideología”. Pese a que habla del “retraso del factor subjetivo” tal cual lo entendía Lenin, en la práctica no puede dominar este retraso porque antes lo hizo surgir unilateralmente de la situación económica, sin buscar en primer lugar las contradicciones de la economía en la ideología y en segundo lugar, sin considerar la ideología como una fuerza histórica.
De hecho, el marxismo vulgar se resiste a captar la estructura y la dinámica de la ideología, motejándolas de “psicología”, que sería «no-marxista», y deja librada la manipulación del factor subjetivo, de lo que se llama «la vida del alma» en la historia, al idealismo metafísico de la reacción política, a los Gentile y a los Rosenberg, que ven en el «espíritu» y en el «alma» los únicos motores de la historia, con lo cual, por extraño que parezca, tienen un éxito descomunal. El descuido de esta parte de la sociología es un proceder que Marx ya le había criticado en su época al materialismo del siglo XVIII. Para los marxistas vulgares la psicología es a priori y en sí un sistema metafísico, y se niegan a separar el carácter metafísico de la psicología reaccionaria de los elementos fundamentales que esclarece la investigación psicológica revolucionaria y que debemos seguir desarrollando.
El marxismo vulgar simplemente niega, en vez de ejercer una crítica productiva, y se siente «materialista» cuando desecha por «idealista» hechos como «impulso», «necesidad» o «proceso anímico». Al hacerlo, chocan con innumerables dificultades y no cosechan más que fracasos, puesto que en la práctica política se ven obligados constantemente a hacer psicología práctica, hablando de las «necesidades de las masas», de la «conciencia revolucionaria», de la «voluntad huelguística», etc. Cuanto más niegan la psicología, tanto más se hunde en el psicologismo metafísico o, lo que es peor, en un estéril couéismo, por ejemplo explicando una situación histórica a partir de la «psicosis hitleriana», o consolando a las masas al decirles que confíen en ellos, que pese a todo se está avanzando, que la revolución no puede ser vencida, etc.
Finalmente se hunden inyectando ánimos quiméricos, sin decir en verdad algo objetivo respecto de la situación, sin comprender lo que realmente ha sucedido.
“Nunca dejará de ser un misterio para ellos que jamás habrá una situación sin salida para la reacción política, y que una crisis económica aguda puede llevar tanto a la liberación social como a la barbarie”.
En vez de deducir su pensamiento y su acción de la realidad social, los marxistas vulgares transforman la realidad en una fantasía que se corresponda con sus deseos.
Nuestra psicología política no puede ser sino la búsqueda de este «factor subjetivo de la historia», de la estructura caracterológica de los hombres de una época y de la estructura ideológica de la sociedad que ellos forman. [27]
De acuerdo a lo anterior, se hace necesario hacer distinciones entre las diversas disciplinas; así como se separa a la filosofía idealista de la materialista, hay que distinguir entre la psicología metafísica y la propuesta política que elabora Reich.
Un elemento que nos parece extremadamente importante de los párrafos anteriores, es la enunciación que hace Reich acerca de la no-inexorabilidad de la caída espontánea del régimen imperialista. Por sí, por ellos, los grandes capitales no se colocarán en una situación sin salida. Acentuarán alguno de los elementos restrictivos, aumentarán la plusvalía directa o indirecta, y si bien pueden aumentar el aparato policiaco, permitirán derrames o desarrollos en ciertos sectores poblacionales o áreas fácticas. No sólo con garrote o moral se mantendrán, también concederán algunas bondades o bienes a los asalariados, y así evitarán colocarse en una situación sin salida. No defendemos el régimen, pero nos parece necesario no minimizarlo ni subestimarlo, ya sea para elaboración de esfuerzos teóricos o la instrumentación de proyectos fácticos. En lo párrafos anteriores Reich denota un realismo que es necesario para cualquier disciplina o esfuerzo social.
Continuando con su labor analítica sobre la tendenciación y determinación del factor humano, Reich agrega:
Si una ideología “repercute sobre el proceso económico” es porque se ha convertido en una fuerza material.
Si una ideología se convierte en fuerza material cuando se apodera de las masas, debemos seguir preguntando: ¿de qué modo sucede eso? ¿De qué modo un estado de cosas ideológico, por ejemplo una teoría, puede producir un efecto material que conmocione la historia? La respuesta a esta cuestión debe ser a la vez la respuesta a la cuestión de la psicología de masas reaccionaria, es decir la eliminación de la “psicosis hitleriana”. [28]
La ideología de cada formación social no solo tiene la función de reflejar el proceso económico de la sociedad en cuestión, sino sobre todo la de enraizarlo en las estructuras psíquicas de los hombres de esa sociedad.
Los hombres están sometidos a sus condiciones existenciales por vía doble:
Directamente, por el influjo inmediato de su situación económica y social, e indirectamente por la estructura ideológica de la sociedad; por tanto, siempre tienen que desarrollar en su estructura psíquica, una contradicción que se corresponde con la existente contradicción entre el influjo de la situación material y el de la estructura ideológica de la sociedad. El obrero está expuesto tanto a su situación laboral como a la ideología general de la sociedad. Pero dado que los hombres de las diversas capas no son sólo objetos de estos influjos, sino que también los reproducen como hombres activos, su pensar y su actuar tiene que ser tan contradictorio como la sociedad de la que surgen. [29]
Ahora bien: una ideología social, al modificar la estructura psíquica de los hombres, no sólo se ha reproducido en el interior de estos hombres, sino que además —y esto es aún más importante—, en la forma del hombre así concretamente modificado y que por lo tanto actúa de modo distinto y contradictorio, esta ideología se ha convertido en fuerza activa, en poder material.
Así y solamente así se explica la repercusión de la ideología de una sociedad sobre la base económica de la que ha surgido. La “repercusión” pierde su carácter aparentemente metafísico o psicologista cuando se le puede captar en su forma funcional como la estructura caracterológica del hombre que actúa socialmente. Como tal se convierte entonces en objeto de la investigación caracterológica científica. Adquiere aquí determinada precisión la constatación de que la “ideología” se modifica más lentamente que la base económica. Las estructuras de carácter, que corresponden a determinada situación histórica, se forman en sus rasgos fundamentales en la primera infancia, y tienen un carácter muchos más conservador que las fuerzas productivas técnicas. De ello resulta que con el tiempo las estructuras psíquicas van retrasándose respecto del desarrollo de las condiciones sociales que les dieron origen y que evolucionan rápidamente, y entran en conflicto con las formas ulteriores de vida.
Éste es el rasgo fundamental de la llamada “tradición”, es decir de la contradicción entre la vieja y la nueva situación social. [30]
Según estos párrafos, la ideología conforma un tipo de subjetividad que difundido e impuesto a las mayorías económicamente no poderosas, los hará constituirse como operadores de los medios de producción, empleados de las corporaciones, y desde su desfase existencial-caracterológico-económico, permitirá la subsistencia del estado contextual contradictorio: la persona será imbuida de parámetros de normalidad, obviedad y necesariedad, apariencia de inexorabilidad de la estratificación económica, la cual le será implantada y evitará que sea consciente de sus circunstancias contemporáneas expoliadoras, al estar permanentemente evaluándolas con criterios pretéritos, “normales”, insustentados y ventajosos para los dueños; pero perjudiciales para él. La persona se guía con criterios pretéritos pero “verdaderos” o “valiosos” que son producto de “su educación”, que desde los tabúes o introyecciones evitan actitudes contestatarias y transgresoras ante la injusticia vivida.
Aunque la ubicación geográfica cambie, aunque las condiciones espaciotemporales sean aparentemente distintas, en cualquier sociedad de clases (sea occidental, oriental, presente, pasada, socialista o capitalista) la persona seguirá guiándose por las implantaciones conductuales pretéritas, que son irracionales: benéficas para las clases altas, perjudiciales para él. A esto es a lo que Reich se refiere como un desfase: avanza el tiempo y los contextos, pero el ser continuará guiándose por parámetros esclavizantes.
Ampliando los enunciados anteriores, interpretamos a un conjunto antropológico estructurado de la siguiente manera:
Corporaciones que usan tres dispositivos para mantener su hegemonía:
-
Instrumentos legalizadores-gubernamentales.
-
Aparato coercitivo.
-
Maquinaria ideológica.
De acuerdo a esta lógica, las corporaciones —con su poderío económico perpetuado y mantenido de manera generacional entre los integrantes de una élite que domina una comunidad o área geográfica—, configuran la estructura gubernamental, la política de la sociedad en la cual han invertido su capital.
Así, las leyes serán promulgadas o eliminadas según convenga a sus intereses sin importarles las consecuencias sobre los bienes o la vida de los integrantes o asalariados de la comunidad.
Los ministros, presidentes, secretarios, diputados, senadores, en suma todos los altos funcionarios estatales son en realidad empleados de los grandes intereses, forman parte del “aparato legalizador gubernamental”: teatro burocrático y administrativo que finge, simula obrar con propósitos racionales y nacionales, cuando en realidad sólo disfraza el acomodo, los proyectos y beneficios de las élites económicas a las que sirven, pese a que verbalicen lo contrario: lo importante para entender el sustrato burocrático es ir más allá del discurso y centrarse en los actos, la conducta por encima del eslogan o la etiqueta institucional.
Los “instrumentos coercitivos” son las diversas instituciones encargadas de mantener “la ley y el orden” (ejército, fuerza aérea, marinos, policías) y que nuevamente, más allá de sus roles y etiquetas oficiales, actúan a favor de los grandes capitales y nunca apoyando los bienes e intereses de los asalariados; esto es posible gracias al proceso formativo al que son expuestos, y gracias a las divisas extras que reciben. [31]
La “maquinaria ideológica” será efectivamente la religión, el arte, la literatura, la filosofía y la ciencia, y a ellos se agregarán los actos-productos de los propietarios de los medios de comunicación, que pueden ser las mismas corporaciones diversificadas o una herramienta de ellas.
Es necesario aclarar que bajo la perspectiva reichiana el gobierno se encuentra al mismo nivel que la religión o que la televisión, todos ellos sirviendo a la corporativocracia, al reino humano, al tipo de comunidad establecida desde las conveniencias e intereses de las corporaciones; por ende, un cambio de partido, gobernante o caudillo, no va a modificar las relaciones entre patrones y empleados, dado que en el fondo y en la altura, las decisiones las seguirán tomando los mismos grupos de poder económico que, pese al cambio de régimen, mantendrán una estructura social dicotómica y dependiente. [32]
A la facción enajenadora, Reich añade las estructuras, las modalidades de interacción social, los tipos de convivencia intersubjetiva. Para Reich, son parte de la maquinaria ideológica:
-
La escuela.
-
La religión.
-
El ámbito laboral.
-
Los medios de comunicación —que en realidad lo son de desinformación—.
-
La estructura política.
Pero amén de lo anterior —y de manera primordial—:
-
La familia.
-
El matrimonio.
-
Las pautas de genitalidad; la sexualidad de la persona.
En el “aparato educativo” encontramos como constante —sin importar el nivel en el cual nos enfoquemos: primaria, posgrado, o cualquier otro—, un esquema intersubjetivo en el que imperan relaciones asimétricas, verticales, autoritarismo disfrazado en conceptualismos que a la par de imbuir habilidades técnicas que la corporativocracia necesita para armar sus cuadros medios (jefes de línea, gerentes y semi-directivos; porque se entiende que los directivos de las transnacionales son extranjeros), inicia y mantiene los patrones conductuales de hábitos pasivos que las autoridades laborales necesitan para hacer uso de un buen obrero: acrítico, indiferente en cuanto al ámbito político y a las penurias de sus propios compañeros, y obediente. Es decir, el Aparato educativo en general, funciona como centros de adiestramiento laboral y social. Respecto del rol inculcador que juega la escuela, nuestro dialogante comenta lo siguiente:
Comparemos el pequeño número de jóvenes que llevan una vida sexual satisfactoria con los que no han podido liberarse de la influencia de la familia burguesa, de la escuela y de la iglesia, que viven de forma continente, se masturban o se enredan accidentalmente en el llamado amor platónico que los hunde en devaneos y quimeras. Observemos que los jóvenes que tienen ideas claras sobre los problemas sexuales, cuya mayoría procede del proletariado, se rebelan abiertamente contra el hogar, la escuela y la iglesia, mientras que los jóvenes sexualmente inhibidos, que proceden esencialmente de la pequeña burguesía, son generalmente “muy prudentes”, tanto muchachos como muchachas. Esto no ocurre por azar, tiene una verdadera significación.
En efecto, en nuestro tiempo la familia y la escuela, desde un punto de vista político, no son otra cosa que talleres del orden social burgués destinados a la fabricación de sujetos discretos y obedientes. [33]
Expresa Reich que la escuela cumple su rol restrictivo-condicionante al producir personas pasivas, resignadas y obedientes a la autoridad.
No obstante, al evolucionar su pensamiento [34], difiere de este esquema dicotómico elemental proletariado-burguesía; enunciará que podrán existir obreros reaccionarios y burgueses liberales. Así, el aspecto medular en la conformación de la personalidad deviene de la manera, intensidad y factores que convergieron en el desarrollo de la persona; en el modo como las estructuras antropológicas y su grado de ideologización particular influyeron y deformaron a lo humano.
Coincidiendo con la enunciación sobre el propósito esquematizador de las instituciones educativas, Goodman expresa que
La otra perspectiva —que para ser franco, me parece ser la finalidad que se propone la propia casta monacal educativa—, es una uniformización y lavado de cerebro progresivos, basados en principios científicos, conducentes directamente hacia un fascismo de centro en “1984”. [35] [36]
Siguiendo con el mismo razonamiento, señala que
En sus primeras fases, las escuelas no son más que un servicio de guardería infantil durante un periodo de colapso de la familia configurada al estilo de antaño y durante una época de extrema urbanización y movilidad urbana.
En sus grados medio y superior son un auxiliar de la policía al proporcionar agentes y campos de concentración subvencionados en el presupuesto bajo el epígrafe de «Departamento de Educación».
La función educativa estriba en conjunto en suministrar con cargo al presupuesto público y familiar, formación profesional para las distintas empresas, para el gobierno, y para la misma profesión de enseñante, así como en disciplinar a los jóvenes —según palabras del propio Encargado del Departamento de Educación de Nueva York— «para solventar de forma constructiva sus problemas de sujeción a la autoridad». [37]
Y concluye
Se ha dicho que nuestras escuelas funcionan de acuerdo con los «valores de la clase media», pero éste es un uso terminológico falso y desorientador. Las escuelas representan cada vez menos cualquier tipo de valores humanos, y sí representan un simple acatamiento a un sistema mecánico. [38]
Según las citas anteriores, Goodman —literato, anarquista, crítico social, autor del Tomo I del texto fundacional de la Psicoterapia gestalt, y admirador y apologista de la obra de Reich—, considera al aparato educativo ordinario como uno de los instrumentos homogenizadores de las clases altas; la escuela como parte del aparato ideológico, que posee el propósito fundamental de mantener un estado de orden e inercia explotadora.
La siguiente manifestación del aparato condicionante, la “religión”, sigue emergiendo como una de las herramientas adoctrinadoras que si bien ha diversificado y flexibilizado sus técnicas, y pese a que aparentemente en los territorios urbanos su influjo es nulo o mínimo, en otros ámbitos sigue poseyendo poder, autoridad e influencia sobre las masas irreflexivas, a través de un proceso de chantaje emocional y alienación vital. Quizás en un primer momento la experiencia subjetiva teológica pudo haber poseído un sentido y significados vitales, pero al institucionalizarse y convertirse en instrumento de los poderosos, ese sentido existencial quedo derrotado y pisoteado, totalmente trastocado. Acerca de esa enajenación cultural que convierte a la persona en enemiga de su propio cuerpo y vida, alienación que la iglesia promueve y exalta desde la infancia del humano, Reich dice que
No hay por qué preocuparse acerca de cuáles serán las formas que la Vida en su marcha elegirá para su existencia. Puede elegir cualquiera; en cuanto sea liberada del crónico Asesinato de Cristo, elegirá lo que es bueno para ella, y aprenderá por su propia experiencia lo que tiene que abandonar. La Vida es productiva, la Vida es flexible, la Vida es decente. Por consiguiente, no hay por qué preocuparse de lo que la Vida elegirá hacer. La única preocupación es cómo liberarla para la acción contra el asesinato de Cristo, contra aquellos que han perdido la percepción de la Vida en sus cuerpos.
Ningún trueno ni ningún terremoto acompañarán al despertar de la Vida en nuestros niños. Será un lento proceso de crecimiento, franco y limpio si es que la plaga ha de ser eliminada, difícil y tortuoso si la plaga escapa a la total extinción.
Es absolutamente evidente que en ningún caso la Vida deberá o podrá elegir una forma de existencia que sea anti-Vida, contra los niños, contra el deleite de vivir feliz, contra la realización y el pleno florecimiento de la iniciativa innata de cada portador de la chispa de la Vida. El primer paso hacia la libertad y la paz sobre la tierra será dejar a la corriente de la Vida libre y sin los impedimentos de las distorsiones que la hacen perversa y asesina. Este pedacito de comprensión en si mismo hará que la libertad se encienda en acción. La preocupación por el bienestar del bebé recién nacido que trae, del ciclo a la tierra, a Cristo dentro suyo, es demasiado general y nada hay que pueda superarla; demostrará tener un poder de tremendas dimensiones, dejando atrás todo aquello que los perversos han tratado de inventar para matar a la Vida.
Crecerá un nuevo tipo de hombre y transmitirá sus nuevas cualidades, que serán las cualidades de la Vida sin restricciones, a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
Nadie puede decir cómo será esta Vida. No importa cómo sea, será ella misma y no el reflejo de una madre enferma o de un pariente pestilente. Será ella misma, y tendrá el poder de desarrollar y corregir lo que impidiere su propio desenvolvimiento.
Nuestra tarea es proteger este proceso de la plaga dañina, salvaguardar su crecimiento, aprender a tiempo qué es lo que distingue a un niño que crece como la Vida manda, de un niño que crece como el interés de esta o aquella Cultura o Estado o Religión o Costumbre o extravagante idea de la vida. A menos que esto se cumpla, no habrá esperanza alguna de dar fin a la matanza masiva. [39]
En este proceso utilitario y deformador ejercido por las instituciones fascistas, el aparato teológico aparece como una de las vías condicionadoras que aún posee influencia y efectividad, amén de seguir funcionando a nivel empresarial. Reich define la función de la mística de distraer de las penurias de lo cotidiano, de “liberarnos del mundo”, es decir, de impedir una rebelión contra las verdaderas causas de la miseria. [40] Y amén de eso… los oprimidos dan a la iglesia, sin la menor duda, los medios financieros para continuar siendo esclavos.· [41] Magnífico sistema: nosotros mismos pagamos y compramos nuestra correa y bozal; un rosario que nos distrae de las problemáticas vitales, y que desdibuja, invisibiliza a aquellos que crean y se benefician de las problemáticas.
El “ámbito laboral” [42] aparece como el fin, el objetivo, la consumación de los esfuerzos e inversiones ideológicos.
El propósito de los proyectos corporativocráticos es mantener a la persona en los procesos de producción y en relaciones de clase, pero sin conciencia de clase.
¿El fin de la persona? La producción y el consumo (que favorecerá específicamente a los dueños de los medios de producción) y que definirá al humano, que nacerá, vivirá y morirá por y para trabajar y comprar lo que le determinen.
Puesto que la teoría económica marxista explica el proceso económico pero no el aspecto subjetivo desde el cual la persona soportará el fetichismo y la explotación sin verse impelido por sus circunstancias económicas, por las contradicciones, por su hambre, a un acto de revolución o sabotaje, Reich incorpora una elucidación que explica la supeditación del humano a un patrón expoliador.
Para Reich, la familia es el inicial y primordial centro de adiestramiento donde la persona aprehende y practica los esquemas conductuales, los roles pasivo-activo, de obediencia-directividad, irreflexividad-liderazgo que denotará en su trato con los gerentes, jefes de línea, coordinadores, directores, licenciados, etc. Bajo esta perspectiva, el ámbito laboral es el eslabón final que comienza en el hogar; así
La posición del padre en el Estado y en la economía se refleja en su actitud patriarcal con respecto al resto de la familia. El padre representa en la familia al estado autoritario, con lo cual aquel se convierte en el instrumento más valioso del poder estatal.
La posición autoritaria del padre reproduce su papel político y revela la relación de la familia con el estado autoritario.
El padre ocupa en la familia la misma posición que su superior jerárquico frente a él en el proceso de producción. Y reproduce su situación de súbdito ante la autoridad en sus hijos, sobre todo en los varones. [43] De estas circunstancias proviene la actitud pasiva, servil, del pequeño burgués ante toda figura de líder. [44]
Entonces, el ámbito laboral se sostiene desde los esquemas que el padre en representación del poder implanta en sus hijos, que al ser criados en esa dinámica autoritaria, aceptarán el mismo trato al crecer e ingresar a trabajar.
Los “medios de comunicación”, (televisión, radio, cine, internet, etc.) constituyen otro de los elementos importantes del aparato ideológico, ellos bombardean con tempranos, intensos, diversos e ininterrumpidos estímulos visuales, táctiles y auditivos, que establecen paulatina y progresivamente cierto tipo de procesos cognitivos específicos desde los cuales la persona condicionada por dichos estímulos, considera normal, natural y de hecho obligado, cierto tipo de situaciones sociales (tales como la actividad laboral explotadora e injustamente pagada), en las cuales es convertido en un objeto, en una herramienta cuyo único valor es la producción; es decir, el humano es convertido tan sólo en una pieza desechable del engranaje productivo. Los medios de comunicación son productores de arquetipos conductuales que promueven personas sin reflexión y satisfechas con su rol social. [45]
Tras su jornada laboral, el humano es impelido a utilizar las pocas monedas que adquiere con su trabajo, para adquirir fetiches, objetos inútiles y caros que los medios de comunicación le han hecho creer que le proporcionarán satisfacción y estatus [46]; esta tendencia de consumo superfluo se origina debido a la presión incesante de la televisión, cine, radio e internet, en suma, debido a la presión continua e ininterrumpida de los instrumentos del aparato ideológico.
A este proceso enajenante también se le denomina ideologización, enajenación, fetichismo, cosificación o reificación, entendiéndolo como un mecanismo coercitivo que utilizan los grupos de poder para aumentar y mantener su dominio, al homogenizar al integrante de su sociedad para que pueda ser utilizado. La persona y la comunidad son cosificadas, convertidas en piezas y presas desde el condicionamiento vía la influencia sensorial de la tecnología de la información usada de modo reaccionario.
En lo que respecta al “Estado”, para Reich es la fuente de la neurosis colectiva, la autoridad que dirige la orquesta irracionalizante, el poder interesado en el poder y en el uso de las masas para sus propios caprichos. Afirma que
El psicoanálisis nos revela los efectos y los mecanismos de la represión y la inhibición sexuales así como los detalles de sus consecuencias patológicas. La sociología basada en la economía sexual va más allá: ¿por qué motivo de orden social está reprimida la sexualidad en la sociedad e inhibida en el individuo? es la pregunta que se plantea. La Iglesia responde: en interés de la salvación eterna; la filosofía moral mística: a causa de la naturaleza moral eterna del hombre; la filosofía cultural freudiana dice: en interés de la «cultura». Uno puede llegar a preguntarse con escepticismo en qué puede obstaculizar a la instalación de estaciones de gasolina o a la producción de aviones, la masturbación de los niños o las relaciones sexuales entre los adolescentes. Tenemos la impresión de que no es la actividad cultural la que está en peligro, sino la forma actual de esa actividad, cosa que estaríamos dispuestos a sacrificar gustosamente a ese precio, para poner fin a la inmensa angustia de los niños y de los adolescentes.
De este modo queda claro que el problema no es cultural, sino de orden social. Si examinamos la historia de la represión sexual descubriremos que su nacimiento no coincide con el de la cultura, que no es una condición de la formación de la cultura, sino que ha aparecido relativamente tarde, tras la instauración del patriarcado autoritario y el nacimiento de las clases. En ese momento se comienza a poner al servicio de la minoría los intereses sexuales de todos; el matrimonio y la familia autoritaria le han dado a esta situación una nueva forma de organización. La sensibilidad del hombre se modifica con la restricción y la represión sexuales y, de este modo, aparece la religión que niega la sexualidad y que, poco a poco, instala su propia organización de política sexual: la Iglesia, con todos sus precursores, dedicada especialmente a la extirpación del placer sexual y de la escasa felicidad sobre la tierra. No es preciso añadir que esta evolución no carece de significación social si se la estudia bajo el punto de vista de la explotación, entonces floreciente, de la fuerza humana de trabajo.
Para comprender bien esta relación es importante hacerse una idea muy clara de la institución central social donde convergen las situaciones económica y socioeconómica de la sociedad patriarcal y autoritaria. Sin tomar en consideración esta institución es imposible comprender la economía sexual y el proceso ideológico del patriarcado. El psicoanálisis de individuos de todos los países y de todas las capas sociales muestra que la conjunción de las estructuras socioeconómica y sexual de la sociedad así como su reproducción estructural se producen a lo largo de los cuatro o cinco primeros años de la vida por los cuidados de la familia autoritaria. A continuación, la Iglesia no hace otra cosa que perpetuar esta función.
Al Estado autoritario le interesa por tanto sobre todo perpetuar la familia autoritaria: ella es la fábrica en la que se elaboran su estructura y su ideología. [47]
Basándonos en lo anterior, el Estado dirigirá los esfuerzos teoréticos y manipuladores de las disciplinas cognitivas y de las herramientas metafísicas, en pos de configurar andamiajes antropológicos que encuadren, dirijan y reproduzcan personas aptas para el infantilismo que permitirá ejercer el autoritarismo por parte de aquel.
Debemos de recordar que a lo largo del tiempo ha ido sustituyéndose un yugo por otro: una lanza por un misil, una cadena por un chip. En su momento, los ancianos actuaron como autoridades, luego los místicos, la iglesia institucionalizada, el monarca, el gobernante —que es el tipo de régimen, el correspondiente poder que conoció Reich en su época—, hasta llegar a la corporación, nuestro dueño, el león que se encuentra en la cima de la pirámide y que dispone, organiza y controla a las hienas que en su momento tuvieron el liderazgo pero que ahora sólo apoyan a ese poder superior para seguir usando a las masas y obtener una fracción del botín.
A continuación analizamos dos de las categorías principales de la Psicología política, las cuales nos permitirán reflexionar en torno al concepto individuo y criticar su lógica filosófica: los planteamientos reichianos acerca de la familia y el matrimonio.
La institución conocida como “familia”, aparece en Reich como una categoría importante puesto que desempeña un papel principal —es el primordial órgano de ideologización—. La familia es, en efecto, el más conspicuo centro de adiestramiento laboral, es el lugar donde se coartan las capacidades reflexivas, críticas y creativas del humano. La familia —como la conocemos en su ámbito machista, intransigente e irracional—, inicia su misión con la siguiente dinámica intersubjetiva:
La lucha contra la sexualidad de los niños y adolescentes por parte de la sociedad autoritaria, y su tributaria, la lucha en el interior del propio yo, se desarrolla en el marco de la familia autoritaria, que hasta ahora ha probado ser la mejor institución para llevar a cabo con éxito dicha lucha. Las necesidades sexuales impulsan naturalmente a todo tipo de contacto con el mundo, a un contacto íntimo y multiforme. Si se las reprime, no les queda sino el marco familiar para manifestarse.
La inhibición sexual es la razón del aislamiento familiar del individuo, del mismo modo que constituye la base de la conciencia individualista de la personalidad. Hay que tener muy en cuenta que el comportamiento metafísico, individualista, y el apego sentimental a la familia, no son más que diversos aspectos del mismo proceso fundamental de rechazo de la sexualidad, mientras que un pensamiento realista y antimístico se acompaña siempre de una actitud laxa con respecto a la familia y, cuando menos, de indiferencia ante una ideología sexual ascética.
Lo que importa es que la inhibición sexual constituye la atadura con la familia autoritaria, y que la obstrucción del camino a la realidad sexual moldea la ligazón biológica originaria del niño con la madre y también la de la madre con sus hijos, transformándola en una fijación sexual indisoluble y en una incapacidad para contraer otros vínculos. [48]
El vínculo con la madre actúa en el núcleo de la unión familiar. En su núcleo subjetivo-emocional, las nociones de patria y de nación son las nociones de madre y de familia. La madre es la patria del niño en la burguesía, así como la familia es su “nación en miniatura”. [49]
Con base en esta perspectiva, al prohibírsele a la persona desde su infancia y juventud el descubrimiento de su propio cuerpo (prohibición o descalificación de la masturbación) y la satisfacción espontánea de la genitalidad, no tendrá más opción que dirigir su requerimiento sensorial, su necesidad relacional en las personas que se encuentran cercanos a él: su padre o madre. Fundándose así una dependencia o apego a ese lugar o personas en donde puede acceder a un poco de satisfacción corporal y afectiva; pero, dada la previa situación adoctrinada de los padres, el niño-joven se verá obligado a soportar y adoptar los mismos patrones ideológicos que previamente fueron inoculados en los padres y que ellos están perpetuando en él: si quiere atención, aceptación y cariño, tendrá que adaptarse a los estándares del grupo, por más irracionales, bizarros o hirientes que puedan ser.
Los humanos somos seres en los cuales se manifiesta el sentido gregario [50]: necesitamos para desarrollarnos el diálogo, la convivencia, escucha, acompañamiento, afecto y sexualidad que sólo puede darse con y desde el otro. Las corporaciones se valen de ese sentido gregario para insertar en la persona deseosa y necesitada de relación, elementos enfermizos que habrá inculcado en el grupo al que se acercará el Ser en su necesidad de desarrollo, enfermando al nuevo, que a su vez incidirá sobre otros. Una comunidad enferma crea seres enfermos. Y como es imposible para los humanos el desarrollo aislado, su manipulación vía lo grupal, está casi garantizado.
Podría pensarse que las dinámicas intersubjetivas sexistas, machistas, cosificadoras e ideologizantes ya no existen; pero basta con echar un vistazo dentro y fuera de nosotros para descubrir que tanto en las nuevas como en las viejas generaciones hay constantes en estructuras caracterológicas chauvinistas, autoritarias, dogmáticas e intransigentes.
El proceso alienante se inicia así, pero seguirá desarrollándose y refinándose de la siguiente manera: la categoría familia en Reich se encuentra vinculado con el concepto matrimonio, y a su vez, ambos se contraponen con el concepto-fenómeno de individualidad; por ello consideramos conveniente plasmar el siguiente apartado en pos de la sustentar nuestra argumentación:
El principal lugar de incubación de la atmósfera ideológica del conservatismo es la familia autoritaria.
Mientras que las teorías conservadoras hacen de la familia la base, la “célula” de la sociedad humana, el estudio de sus variaciones en el curso de la historia y de sus funciones sociales permanentes revela cuál es el resultado de constelaciones económicas determinadas. Nosotros no consideramos, pues, a la familia como piedra angular y la base de la sociedad, sino como el producto de su estructura económica (familia matriarcal, zadrouga, patriarcado poligámico y monogámico, etc.). Cuando la sexología, la moral y el derecho conservadores persisten en ver en la familia la base del “Estado” y de la “sociedad”, tienen razón en el hecho de que la familia autoritaria forma efectivamente parte integrante y condición del Estado autoritario y de la sociedad autoritaria. Esta familia posee las significaciones sociales siguientes:
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Desde el punto de vista económico, fue en el nacimiento del capitalismo la unidad de producción económica, tal cual subsiste en el campesinado y el pequeño comercio.
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Desde el punto de vista social, su papel en la sociedad autoritaria es proteger a la mujer y a los hijos, desprovistos de derechos económicos y sexuales.
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Desde el punto de vista político, mientras que en la fase precapitalista de economía doméstica y en los balbuceos del capitalismo, la familia se enraizaba en la economía familiar (como aún existe en la pequeña explotación agrícola), el desarrollo de las fuerzas productivas y la colectivización del modo de producción se han acompañado de un cambio de función de la familia. Su enraizamiento económico ha perdido importancia en la medida en que la mujer ha sido incorporada al proceso de producción. Su función política ha aparecido correlativamente y, sobre todo, es esa función cardinal que mantienen y defienden la ciencia y el derecho conservadores: se trata de su papel de fábrica de ideologías autoritarias y de estructuras mentales conservadoras.
Constituye el aparato de educación por el que todo individuo de nuestra sociedad debe pasar desde su primer vagido.
Forma al niño la ideología reaccionaria, no solamente gracias a la autoridad que se ha institucionalizado, sino por la virtud de su propia estructura; es la correa de transmisión entre la estructura económica de la sociedad conservadora y su superestructura ideológica: su atmósfera reaccionaria y su superestructura ideológica:
Su atmósfera reaccionaria impregna necesaria e inextricablemente a cada uno de sus miembros.
Por su propia forma y por influencia directa, transmite las ideas conservadoras y las actitudes extendidas a propósito del orden social en vigor; pero, además, por su forma sexual, su estructura particular sobre la que reposa su existencia y que ella mantiene, ella ejerce una acción conservadora directa sobre la sexualidad del niño. No es por azar por lo que la actitud favorable u hostil al orden social reinante corresponde en el adolescente a una actitud favorable u hostil a la familia. Tampoco es por azar por lo que la juventud conservadora y reaccionaria es, por regla general, muy apegada a la familia, teniendo la juventud revolucionaria en revancha una actitud de despego de hecho y de hostilidad de principio a su respecto.
Todo esto está ligado a la atmósfera y a la estructura antisexuales de la familia, así como a las relaciones de sus miembros en lo que tienen de más íntimo. Por tanto, si examinamos el papel educador de la familia, debemos estudiar separadamente dos órdenes de hechos:
La influencia de las ideologías concretas en la juventud por intermedio de la familia.
La influencia directa de la “estructura triangular” por sí misma.
1. La influencia de la ideología social
Cualesquiera que sean las diferencias entre las familias de las diferentes clases sociales, tienen en común la importante propiedad de estar sometidas a la misma atmósfera moralizadora desde el punto de vista sexual, influencia que no contraría la moral de clase, la que coexiste o pacta con este moralismo sexual.
El tipo predominante de familia, la familia de las capas inferiores de las clases medias, se extiende mucho más allá de esta misma clase; es decir, el tipo “pequeñoburgués” de familia vale no solamente para la pequeña burguesía, sino también para las clases superiores e incluso para la clase obrera.
La base de la familia de las clases medias es la relación de tipo patriarcal del padre con la mujer y los hijos. Es en cierto modo el intérprete y el símbolo de la autoridad del Estado en la familia. La contradicción entre su papel de subordinado en la producción y de amo en la familia le confiere el aspecto típico del ayudante-jefe: servil hacia los superiores, se impregna de la ideología dominante (lo que explica su tendencia a la imitación), y reina en amo sobre sus inferiores; transmite las concepciones políticas y sociales y contribuye a reforzarlas.
En lo que concierne a la ideología sexual, existe coincidencia entre la ideología conyugal de la familia pequeño-burguesa y la idea de familia en general, es decir, la unión monogámica definitiva.
Por miserables y desesperadas, por dolorosas e insoportables que sean la situación conyugal y la constelación familiar, los miembros de la familia están condenados a justificarla, tanto hacia el interior como el exterior de la familia. La necesidad social de esta actitud conduce a enmascarar la miseria y a idealizar la familia y el matrimonio; engendra igualmente la difusión del sentimentalismo familiar, con sus clichés de “felicidad familiar”, de “hogar protector”, de “puerto de la paz y la felicidad” que la familia está llamada a representar para los hijos.
El hecho de que en nuestra propia sociedad la situación es aún más lamentable fuera del matrimonio y de la familia, donde la vida sexual pierde absolutamente todo apoyo material, legal o moral, se interpreta torcidamente como que significa que la institución familiar es natural biológica. El desprecio por el verdadero estado de cosas, así como las consignas sentimentales que contribuyen a crear la atmósfera ideológica, son sicológicamente indispensables, ya que permiten al siquismo soportar la intolerable situación familiar. Por ello, el tratamiento de las neurosis, barriendo las ilusiones y poniendo al desnudo la verdad de las situaciones, es susceptible de destruir lazos conyugales y familiares.
El objetivo de la educación, desde su origen, es criar a los hijos con vistas al matrimonio y la familia. La educación de carácter profesional es muy tardía. El sistema de educación que niega y rechaza la sexualidad no está solamente dictado por la atmósfera social: es también la consecuencia de la represión sexual de los adultos. Ya que sin una extrema resignación sexual, es imposible la existencia en el seno del medio familiar coercitivo.
En la familia conservadora típica, la formación de la sexualidad reviste un aspecto definido, constituyendo la base de una mentalidad “matrimonial y familiar”. En efecto, por la atención excesiva concedida a las funciones alimentarias y excretoras, el niño se encuentra fijado a los estadios eróticos pregenitales, mientras que la actividad genital se halla firmemente inhibida (prohibición de la masturbación). Fijación pregenital e inhibición genital operan un desplazamiento del interés sexual en el sentido del sadismo. Además, la curiosidad sexual del niño se ve activamente reprimida. Pero esto se halla en contradicción con las condiciones de habitación, con el comportamiento sexual de los padres en presencia de los hijos y con el medio familiar, cuyo carácter sexual es inevitablemente pronunciado. Inútil decir que los niños perciben todo esto pese a la distorsión de sus impresiones e interpretaciones.
La asfixia práctica e ideológica de lo sexual al combinarse con la observación de los actos íntimos de los adultos, crea en el niño las bases de la hipocresía sexual. Ese fenómeno se ve algo atenuado en las familias obreras, donde las funciones alimenticias son menos enfáticas y la actividad sexual más acentuada y menos prohibida. Para los niños de estas familias, los conflictos son, pues, menores, y los accesos a la genitalidad menos estorbados. Ahora bien, esto tiene por origen la situación económica propia de la familia laboriosa. Si, por ejemplo, un trabajador accede a los escalones elevados de la aristocracia obrera, sus hijos serán sometidos a la presión de la moral conservadora.
Mientras que en la familia conservadora la represión sexual es más o menos efectiva, en los medios de los trabajadores de la industria se contraría por el hecho de que los hijos están menos controlados.
2. La estructura triangular
La familia ejerce sobre el niño una influencia orientadora hacia la ideología social.
Pero, además, la propia constelación familiar, con su estructura triangular, ejerce una influencia propia que está igualmente orientada en el sentido de tendencias conservadoras de la sociedad.
Freud descubrió que, allí donde se encuentra esta estructura triangular, el niño desarrolla afecciones sexuales determinadas, a la vez tiernas y sensuales, respecto a sus padres, descubrimiento capital para la comprensión del desarrollo sexual del individuo. El “complejo de Edipo” designa todas esas relaciones, determinadas en su fuerza y sus secuelas por la familia y el entorno.
El niño dirige sus primeros impulsos amorosos genitales hacia el ambiente inmediato, es decir, casi siempre, hacia los padres. De forma típica, el niño ama al padre del sexo opuesto, y odia al del mismo sexo. Esos sentimientos de odio y de celo se complican rápidamente con temor y culpabilidad. El temor se halla primitivamente ligado a los sentimientos genitales que se dirigen al padre del otro sexo y persiste con la imposibilidad de satisfacer el deseo incestuoso, suponiendo con ello la represión de este deseo. Esa represión se encuentra en la base de la mayor parte de los trastornos de la vida sexual ulterior.
Hay que prestar atención a dos hechos esenciales para la salida de esta experiencia infantil.
Ante todo, no se produciría ninguna represión si el muchacho, aunque sufriendo la prohibición del incesto, estuviera, sin embargo, autorizado a practicar el onanismo y el juego genital con las niñas de su edad. No se quiere reconocer que el juego sexual (jugar “al doctor”, etc.) aparece siempre cuando se deja a los niños bastante tiempo solos y juntos; puesto que esos juegos están condenados por el ambiente, se acompañan pues, de sentimientos de culpabilidad y son objeto de fijaciones libidinales enojosas. El niño que no se atreve a iniciarse en esos juegos cuando la ocasión se le presenta da prueba de una buena adaptación al esquema de educación familiar, pero por el contrario no dejará de desarrollar ulteriormente graves alteraciones de su vida sexual. No es ya posible desconocer estos hechos y eludir sus consecuencias; éstas, ciertamente, no pueden controlarse en el marco de la sociedad autoritaria, en la que motivaciones económicas y políticas determinan la educación familiar.
La represión de las pulsiones sexuales primarias está determinada, cualitativa y cuantitativamente, por las maneras de pensar y de sentir de los padres, su grado de rigorismo, actitud ante la masturbación, etc.
El hecho de que el niño, en la crítica edad que va de cuatro a seis años, desarrolle su genitalidad en el medio parental, le conduce a una solución típica de la educación familiar. Un niño que fuera criado en comunidad con otros niños y sin sufrir la influencia de las fijaciones a los padres, desarrollaría muy diferentemente su sexualidad. No hay que olvidar que la educación familiar contraría la educación colectiva, incluso cuando el niño pasa varias horas por día en una guardería. Efectivamente, la ideología familiar domina el jardín de niños mucho más que este último influye en la educación familiar.
El niño no puede escapar a la fijación sexual y autoridad respecto de los padres. En efecto, se halla oprimido por la autoridad parental, aunque solamente sea por su pequeñez corporal, cualquiera que sea la moderación de esa autoridad. Muy pronto, la fijación por la autoridad expulsa la fijación sexual y la fuerza a la existencia inconsciente; mas tarde, cuando los intereses sexuales traten de orientarse hacia el mundo extrafamiliar, la fijación por la autoridad se levantará como factor poderoso de inhibición entre el interés sexual y el mundo real. Y precisamente porque esta fijación autoritaria es esencialmente inconsciente, ya no es accesible a las resoluciones conscientes. Importa poco que esta fijación inconsciente a la autoridad parental se exprese a menudo por su opuesto, la rebelión de tipo neurótico. Esta no es susceptible de aliviar las tensiones sexuales, salvo quizás bajo la forma de acciones sexuales impulsivas, compromiso patológico entre la sexualidad y el sentimiento de culpabilidad. La solución de esta fijación es, por tanto, la primera condición de una vida sexual normal. En el estado actual de las cosas, pocos individuos consiguen efectuarla.
La fijación parental, bajo su doble aspecto de fijación sexual y de sujeción a la autoridad del padre, hace difícil, incluso imposible, el acceso a la realidad sexual y social en la época de la pubertad. El ideal conservador del gentil muchacho y de la joven buena ama de casa, atrapados sin esperanza en el infantilismo hasta en su vida de adultos, es del todo contraria a la idea de una juventud libre e independiente.
Otro rasgo característico de la educación familiar es que los padres, y en particular la madre, si no trabaja en el exterior, ven en sus hijos la gran satisfacción de su vida, para desgracia de estos últimos. Como se sabe, los niños juegan el papel de simpáticos animales domésticos que se pueden amar, pero también maltratar a voluntad: la afectividad de los padres los vuelve ineptos para la tarea educadora.
La miseria conyugal, que no se agota en los conflictos de la pareja, se extiende sobre los hijos. Este es un nuevo atentado a su autonomía y a su estructura sexual, pero también es un nuevo motivo de conflicto, conflicto entre la aversión para el matrimonio salido de esta participación en la miseria conyugal de los padres, y la obligación económica ulterior de casarse. Se producen frecuentes tragedias en la época de la pubertad, cuando los niños salvados del naufragio organizado por la educación sexual infantil, buscan también romper las cadenas de la familia.
La restricción sexual que los adultos deben imponerse para poder soportar la existencia conyugal y familiar repercute, pues, sobre los hijos. Y como, mas tarde, motivaciones económicas les harán caer a su vez en la vida familiar, la restricción sexual se transmite de generación en generación.
Puesto que la familia coercitiva, desde el punto de vista económico e ideológico, forma parte integrante de la sociedad autoritaria, sería ingenuo esperar desenraizar los malos efectos en el marco de esta sociedad. Tanto más cuanto que esos efectos residen en la propia situación familiar y están inextricablemente anclados en cada individuo gracias a los mecanismos inconscientes de la estructura pulsional.
A la inhibición sexual que resulta directamente de la fijación a los padres, vienen a añadirse los sentimientos de culpabilidad que derivan de la enormidad del odio acumulado en el curso de años de vida familiar.
Si este odio se mantiene consciente, puede convertirse en un poderoso factor revolucionario individual: impulsará al individuo a romper las ligaduras familiares y podrá servir para promover una acción dirigida contra las condiciones productoras de ese odio.
Si, por el contrario, este odio es reprimido, da nacimiento a las actitudes inversas de fidelidad ciega y obediencia infantil. Estas actitudes constituyen, bien entendido, un peso inconveniente para el que quiere militar en un movimiento liberal; un individuo de este género podrá muy bien ser partidario de una libertad completa y al mismo tiempo enviar a sus hijos a la escuela dominical, o continuar frecuentando la iglesia “para no apenar a sus viejos padres”; presentará síntomas de indecisión y de dependencia, secuelas de la fijación a la familia. No podrá verdaderamente combatir por la libertad.
Pero la misma situación familiar puede también producir el individuo “neuróticamente revolucionario”, espécimen frecuente entre los intelectuales burgueses. Los sentimientos de culpabilidad ligados a los sentimientos revolucionarios, hacen de él un militante poco seguro en un movimiento revolucionario.
La educación sexual familiar es condenada a deteriorar la sexualidad del individuo. Si tal o cual individuo, a pesar de todo, logra acceder a una sexualidad sana, lo hace de ordinario a expensas de los lazos familiares.
“La represión de las necesidades sexuales provoca la anemia intelectual y emocional general, y en particular la falta de independencia, de voluntad y de espíritu crítico. La sociedad autoritaria no está ligada a la ‘moral en sí’, sino más bien a las alteraciones del ser síquico, que, destinadas al anclaje de la moral sexual, constituyen en primer lugar la estructura mental que es la base síquica colectiva de toda sociedad autoritaria”.
La estructura servil es una mezcla de impotencia sexual, de angustia de aspiración a un apoyo, a un Führer, de temor a la autoridad, de miedo de la vida y de misticismo. Se caracteriza por una lealtad devota mezclada con revuelta. El miedo de la sexualidad y la hipocresía sexual caracterizan al “burgués”. Los individuos que tienen esta estructura son inaptos para un modo de vida democrático y anulan todo esfuerzo destinado a instaurar o mantener organizaciones regidas por principios verdaderamente democráticos. Constituyen el terreno sicológico sobre el que pueden proliferar las tendencias dictatoriales o burocráticas de los dirigentes democráticamente elegidos.
En suma, la función política de la familia es doble:
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Se reproduce a sí misma mutilando sexualmente a los individuos. Perpetuándose, la familia patriarcal perpetúa la represión sexual y todo lo que se deriva: trastornos sexuales, neurosis, demencias y crímenes sexuales.
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Hace al individuo medroso para la vida y temeroso ante la autoridad y renueva, pues, sin cesar la posibilidad de someter poblaciones enteras a la férula de un puñado de dirigentes.
He aquí por qué la familia reviste para el conservador el significado privilegiado de cimiento del orden social en el que cree. Se explica también por qué la sexología conservadora defiende tan ardientemente la institución familiar. Es que ella “garantiza la estabilidad del Estado y de la sociedad”, en el sentido conservador, reaccionario, de estas nociones. El valor atribuido a la familia, se vuelve, pues, la clave de la apreciación general de cada tipo de orden social. [51]
Entonces, de acuerdo con Reich —con base en la Psicología política—, la particular estructura de relaciones intersubjetivas, intergenéricas [52] e intergeneracionales que se implanta en cada espacio humano, responde a intereses utilitarios, en pos de los fines e intereses económicos de los neocolonialistas. Las estructuras sociales forman parte del aparato ideológico desde el cual la corporativocracia implanta los comandos cognitivo-conductuales en las clases medias y bajas que los impelerán a enfocar sus capacidades vitales en los procesos de producción y consumo. La familia poseerá el propósito principal de crear caracteres infantiloides, desresponsabilizantes —que desde el marco del aparato familiar/patriarcal—, inserte en la persona los esquemas desde los cuales responderá a los requisitos autoritarios y cosificadores de los intereses económicos: en el ámbito laboral y político el adulto se acostumbrará a obedecer, dado que en su infancia su familia lo condicionó a ese tipo de conductas irreflexivas y autoritarias. Y en este sentido, los padres y madres aparecen como cómplices o instrumentos de la Ideología: “enseñaran” a sus hijos —o en sentido estricto repetirán el mismo comando desde el cual ellos fueron homogenizados— a no robar, no matar ni mentir, aspectos conductuales que responden a la necesidad de los poseedores de los medios de producción de proteger sus intereses e inmuebles; aspectos que obviamente ellos mismos no respetarán ni acatarán. [53]
Así, la familia estándar, tradicional, se encontrará al mismo nivel que la televisión, el ejército o la iglesia: instrumentos del aparato ideológico, que forman parte de la superestructura y cuya misión es enfocar los procesos elucidativos de la persona con vistas a perpetuar el poderío económico de las corporaciones.
Por cierto, respecto a las campañas sobre “valores”, sobre “el valor de la familia”, Reich señala que
En épocas de crisis el poder dictatorial siempre refuerza la propaganda en favor de la “decencia” y de la “consolidación del matrimonio y de la familia”, dado que la familia autoritaria es el puente que une la situación social miserable de la pequeña burguesía con la ideología reaccionaria. [54]
Entendemos que al aumentar la intensificación de la expoliación económica y la subsecuente pauperización de la sociedad, se hace necesario enraizar de una manera más efectiva la obediencia y pasividad de las clases medias y bajas, a través del adoctrinamiento familiar: sus “valores” o más bien anti-valores (ya que van en contra del desarrollo vital, de la libertad y genuinidad de la persona). Éste trastrocamiento del uso laborista de la familia disfrazado bajo nociones sentimentaloides o trascendentales, lo afirma Reich cuando dice que Dado que la sociedad autoritaria se reproduce en las estructuras individuales de las masas a través de la familia autoritaria, ésta debe ser considerada y defendida por la reacción política como la base del “Estado de la cultura y de la civilización”. [55] Es decir, que se aducen sentimientos para enmascarar fines monetarios, se barniza de humanista una institución que es utilitarista, empresarial, cruel e hipócrita.
Ahora. ¿Por qué Reich, le otorga tanta importancia a la actividad sexual natural y espontánea?
Debido al ciclo celular —desde nuestra configuración fisiológica— y la especie a la que pertenecemos, necesitamos interactuar con el entorno y con los otros, de una manera continua e ininterrumpida para mantener la homeostasis interna, manipulando los ámbitos natural y social con vistas a homogenizarlo y satisfacer de manera más sencilla y segura nuestros necesidades vitales; así obtenemos oxígeno, alimento, humedad, descanso, temperatura, protección-seguridad y eliminamos residuos. Queda el punto (marcado desde el nivel celular) de la reproducción.
Desde la influencia de los mecanismos e instrumentos de poder, control y violencia (surgidos de la extrapolación [56] humana en su afán de homogenizar el ambiente para asegurar el proceso homeostático), ciertas actitudes —o en este caso funciones vitales—, pueden restringirse, tergiversarse o menospreciarse, debido a la valoración contextual, a la carga conceptual que se les confiere, y que en este caso son filtrados por un matiz negativo, destructivo, indeseable o sucio; esa construcción conceptual con carga sensorial de desagrado intenso se enfoca en algunos contextos —en algunos aparatos de dominación antropológica—, a la actividad genital.
Entonces, si bien el resto de requerimientos vitales (alimento, descanso, sentido gregario, seguridad, etc.) estarán satisfechos por lo menos dentro de un rango medio, ése aspecto relegado, restringido o disminuido [57] será una fuente, un punto de distensión, desde el cual el humano —por ser un organismo interrelacionado e interdependiente con sus numerosos sistemas internos—, padecerá algún tipo de trastorno por esa situación particular, por la insatisfacción del requerimiento vital genital, de la sexualidad restringida, frustrada o insatisfecha. Insatisfecha por la presión de esquemas de violencia e incomprensión contextuales que al ejercer intolerancia moldean e imponen arquetipos y parámetros conductuales intransigentes en la persona, que movido por la violencia y su sentido gregario, aceptará acríticamente las nociones sobre él impuestas.
En nuestro contexto de neocolonia tercermundista, en la clase media-baja y baja satisfacemos pobremente la mayoría de los requerimientos vitales, exceptuando (en ocasiones) al desfogue natural y espontáneo de la programación sexual. Ésta puede encontrarse restringida desde nociones varias, entre ellas enfermedades de transmisión sexual —la difusión del fenómeno denominado SIDA—, embarazos, ideales religiosos, separatividad y prioridad entre nociones y sensaciones, etc. [58] Así, podemos estar satisfechos en el resto de los requerimientos, pero con un aspecto del cual adolezcamos, desde esa deficiencia (actividad muscular, descanso, proteínas, afecto o sexo), nuestro organismo, y por ende nuestros procesos cognitivos-conductuales van a sufrir una distensión que en diversos grados modificará nuestro proceder, ideas, perspectivas, comprensión y conocimiento, y por tanto nuestro contacto con la realidad.
Un solo aspecto en deficiencia, y caeremos en una tendencia que nos volverá alienados, rígidos y en ocasiones intransigentes, dado el estado de tensión e insatisfacción experimentadas [59]. Expresado de manera metafórica: un beso, o la falta de él, pueden alterar el universo, puede condenarnos a existencias grises y frías, por esa necesidad, por esa conducta rechazada, reprimida o menospreciada.
No debemos minimizar o desconocer o menospreciar el papel del elemento genital, y también de lo afectivo —de las conductas emocionales—, en la conformación y desarrollo de nuestra personalidad. Desde una retrospección e introspección, me parece que será posible ubicar instantes, experiencias de nuestro devenir personal, donde por causa de la ausencia, insatisfacción o distensión de lo emocional o sexual, perdimos perspectiva, decaímos, nos desbarrancamos, desertamos o simplemente fuimos destrozados por eso que no fue, que resultó de una manera bizarra, dolorosa o destructiva: relaciones que no alimentaron sino que afectaron a la persona tanto, que sus ámbitos laborales o académico o epistemológicos fueron distorsionados, impedidos o tendenciados. No enunciamos que la vida gira alrededor del coito o de un abrazo, sino que así como es un factor lo fisiológico y lo contextual, lo es la experiencia o la afectación de lo corporal y afectivo en el ser; todos ellos factores importantes que como animales de grupo, nos conciernen y nos tocan.
Continuando con la argumentación, Reich concede tanta importancia a esa actividad biológica porque es una herramienta, una vía de restricción que el capitalismo brutal utilizó y ha utilizado para manipular la conducta de las masas. En situaciones ordinarias y cotidianas no puede restringir el acceso al descanso o a la respiración, pero puede, por medio de la ideología —miedo, culpa u objetivos trascendentales metafísicos—, distorsionar y encauzar el desarrollo y proceder humanos.
No es que la sexualidad sea algo divino o suprahumano o trascendente, no. Reich enunciaba que debíamos alejarnos de los dos extremos usuales: el mecanicista y el metafísico. El mecanicista que examina lo genital desde perspectivas supuestamente objetivas, que extraen del acto coital el elemento emocional y placentero, enunciándolo como exclusivamente “algo” para reproducir la especie. Y el metafísico, aquella postura que se caracteriza por magnificar e idealizar el acto con tintes mágicos o teológicos, siendo que en primera instancia es necesario y saludable reconocer que los humanos somos animales; con mayores o diferentes funciones cognitivas y motoras, pero animales al fin y al cabo.
Desde la economía sexual, el sexo es un acto físico como dormir, comer o ir al baño, pero, desde la restricción de la función —controlando el acceso a la necesidad—, es posible manipular la conducta humana. Otro ejemplo en el esclarecimiento de la manipulación de la conducta humana lo tenemos al controlar el acceso al baño, a una letrina; condicionar su uso, sus características, el tiempo y modo de uso: todo ello llevaría a tensiones y disfunciones en la ejecución del acto o necesidad de defecar. Al condicionarse el acto sexual, se crea una distorsión-tensión corporal por la interrupción de la consecución natural de la acción que satisfará, que cumplirá uno de los momentos del ciclo celular, la expansión, la liberación de tensión, el orgasmo. Esa tensión podría utilizarse para fines racionales, pero en nuestro contexto se lo usa de modos decididamente irracionales: para manipular, debilitar, cosificar y explotar.
Algunas personas podrían pensar que las situaciones descritas son anacrónicas, que se refieren a hechos que ya están superados, que ya no existe explotación, que las clases medias y bajas existen en condiciones materiales decorosas o por lo menos decentes. Según Reich, si bien puede ser cierto que las clases poderosas han concedido, o las clases bajas han “conseguido” mejores circunstancias de vida, se deberá a una estrategia específica, a un acto deliberado que buscará impedir estallidos sociales; explica que
En el capitalismo temprano, la frontera ideológica y sobre todo estructural entre la burguesía y el proletariado era tan pronunciada como la económica. La inexistencia de cualquier tipo de política social, la enervante jornada de trabajo de dieciséis e incluso de dieciocho horas, el bajo nivel de vida de la clase obrera industrial, tal como Engels lo describió de modo magistral en Situación de la clase obrera en Inglaterra, impedían que surgiera una aproximación estructural del proletariado a la burguesía. La estructura del proletariado del siglo XIX se caracterizaba por una humilde resignación ante el destino. El estado de ánimo de ese proletariado, incluido el campesinado, estaba marcado por una apatía indiferente desde el punto de vista de la psicología de masas. Los afanes burgueses eran inexistentes; por eso esta apatía no impedía que estallaran sentimientos revolucionarios que parecían surgir de la nada, desencadenados por acontecimientos determinados, y que lograban desarrollarse con una intensidad y unanimidad inesperadas. En el capitalismo tardío, en cambio, la situación se modificó.
Cuando el movimiento obrero organizado lograba conquistas político-sociales tales como la reducción de la jornada laboral, el derecho a voto y el seguro social, se producía por una parte un fortalecimiento de la clase, pero por otra comenzaba un proceso contrario: la elevación del nivel de vida conllevaba el acercamiento estructural a los sectores medios; la evolución de la posición social generaba la “mirada hacia arriba”.
Este aburguesamiento se ha intensificado en las épocas de prosperidad; en los momentos de crisis económica actúa como un severo obstáculo para la expansión del sentimiento revolucionario. [60]
Este fenómeno en el cuál los capitalistas gratifican y reifican al mismo tiempo, se explica y actúa en varios niveles:
Por un lado, al cebar e ilusionar a las clases trabajadoras con algunas migajas más, con un poco más de croquetas en el plato y algunos eslabones más en el grillete —dejando ver una posibilidad de acercamiento a mayores y “deseables” capacidades pecuniarias—, se garantiza una lealtad por interés de parte del trabajador. Esa lealtad facilita el acuerdo y conformidad del empleado con su situación, disminuyendo la posibilidad de estallidos de violencia e inconformidad que dañen los intereses y posesiones de los dueños. Es bajo esta programación y manipulación de las condiciones de vida que se utilizan fenómenos tales como el del turismo: inyectar mediante los medios de comunicación una imagen deseable del viaje —bajo los cánones que marcan las clases altas—, mediante la cual las personas que puedan sufragar el correspondiente gasto, accederán a una sensación gratificadora en la que adoptan y crean una imagen de hombre-mujer glamorosas, exitosas, interesantes. El turismo opera como acto pacificador al asemejar a la clase media con el estatus y tipo de vida de la clase alta —o por lo menos en ciertos momentos— y aumentar la conformidad vía oportunidades y logros “concedidos” y “alcanzados”.
Entonces, la persona y las clases medias y bajas no consiguen o se apropian de mejores condiciones de vida, no: las corporaciones las programan, las van dosificando con vistas a los procesos que quieren complejizar y las ganancias que desean incrementar. [61]
Por otro lado, se crea el proceso de identificación, de proyección, donde una persona que generacionalmente ha padecido situaciones de disminución existencial, vislumbra la posibilidad de trascender un poco su realidad al formar parte de un organismo superior.
Ésta disminución existencial deviene de la restricción cognitiva-afectiva-práctica que se mantiene y perpetúa de manera generacional, y con el propósito de mantener débiles, cautivas y dependientes a las masas.
Entonces, al integrarse a una institución ya sea gubernamental o privada, el humano traslada las capacidades, superioridad y grandeza de la empresa o dependencia en la cual va a prestar sus servicios, a su propia persona, supliendo y sustituyendo sus deficiencias económicas y personales, con las cualidades del conjunto. El proceso va acompañado del adoctrinamiento particular, de la “filosofía” de la institución, lográndose: identificación, lealtad, defensa y justificación de las políticas laborales por el propio empleado, que ve en la empresa una autoridad que lo protege y fortalece. De ésta manera aparece el fenómeno conocido como enajenación: la persona elije someterse, ser cómplice con el dominante, partícipe y apologista de su propia explotación. A este proceso de identificación también se le denomina “deseo institucional”.
A su vez se programan, edifican y promocionan eventos sociales (fútbol, bailes, corridas de toros, conciertos, etc.) en los cuales la persona acude —al igual que en el proceso de consumo básico, donde compra fetiches inútiles, impulsado por las estrategias de los dueños de los medios de comunicación—, y en donde libera motilidad y tensión producto de las condiciones laborales y familiares. Se descarga una parte de la insatisfacción y malestar en esos eventos; otro tanto desde la sensación producida por sustancias etílicas o de efecto similar y otro poco en los estallidos de violencia injustificada (sadismo). Así, la persona descarga algo de malestar, de su frustración económica y existencial, y de nuevo, al iniciar la semana, contará con la elemental tranquilidad-pasividad para enfocar la mayor parte de su día y de sus energías en el proceso laboral.
Con el recurso de la literatura, Traven expresa algo similar cuando se refiere a la alienación sufrida por los habitantes de las grandes ciudades:
Los hombres y las mujeres civilizados, todos esos tan orgullosos de su alta cultura y avanzadas ideas, gozan de los complicados aparatos de estos días, gozan de las complicadas máquinas que parecen tener cerebro humano y se creen felices porque poseen un radio de onda corta, un aparato de televisión o aviones gigantescos en los que pueden viajar con la comodidad y lujo de un hotel de primera clase y llegar de New York a Londres en veinticuatro horas. Nosotros admiramos y gozamos de los hermosos y maravillosos productos de estos tiempos, porque hemos perdido nuestra verdadera patria. La pérdida de nuestra patria nos deja tan lisiados que podemos soportarla nada más porque nuestra mente se ha vuelto tan perezosa que no le es dado reconocer su magnitud.
Para poder olvidar nos intoxicamos, tratamos de borrar nuestras penas, nuestras tristezas, con gasolina que se traduce en velocidad, en rapidez. Tan intoxicados estamos, tan nublada se encuentra nuestra mente, que cada vez que necesitamos de mayor velocidad para huir de las interminables penas de nuestro corazón y de nuestra alma. [62]
Refiere Traven que no importa que el humano construya trenes, aviones o torres inalámbricas, pues la persona seguirá sin permitirse (o no le permitirán) tiempo para respirar, mirarse, reflexionar, escuchar, comprender, autoanalizarse y analizar sus actos y sus prioridades, las cosas que realmente cuentan, las que necesita, no las que le imponen. Buscar lo que le han quitado, y que le pertenece: su propio Ser, sus decisiones, su vida.
No es posible pensar que la explotación ya no existe, que somos más libres o menos infelices; simplemente la ideología, la represión se ha flexibilizado, se ha refinado y metamorfoseado, pero sigue presente, constante y efectiva.
Conclusiones
Cerramos este artículo señalando que si bien existen limitaciones en la obra de Reich [63], eso no implica que los temas a que los concedió atención no hayan sido analizados con profundidad. Consideramos que sus temáticas y reflexiones fueron elaboradas con seriedad y compromiso. Si bien es cierto que hubo dimensiones que no abarcó (digamos, una reflexión amplia sobre la institución educativa se encuentra ausente), en contraposición demostró conciencia social y ella se denotó en el tiempo, energía, atención y recursos que concedió a las clases trabajadoras. Palmier, sociólogo francés y estudioso de nuestro autor, para el cual la etapa psicoanalítica de Reich fue simple e inútil, que considera a la categoría Orgón y al tiempo y obras dedicado a ella como una basura —como la manifestación de un Reich demente y disminuido—, en cambio considera a la Psicología política como una fase de enorme importancia. Palmier considera que lo más conspicuo de Reich fue su análisis de las estructuras antropológicas y su interés por comprender y coadyuvar a resolver el dolor y la miseria de las clases bajas; relatando los conflictos que mantuvo con el ala derecha y burguesa del movimiento freudiano. Palmier, en un texto de 1970, señala que
Sus relaciones con los miembros de la asociación psicoanalítica empeoran todavía más: su actividad política inquieta a todo el movimiento. Temen que desacredite al psicoanálisis, al asociarlo de este modo a las luchas políticas. Cuando Reich toma la palabra entre los analistas que componían el círculo de Freud, subraya, a cada instante, la importancia de las condiciones sociales y materiales en la génesis de los transtornos neuróticos.
La mala fe y la inconsciencia de sus colegas le exasperan.
¿Cómo se puede buscar en las experiencias infantiles el origen de conflictos psíquicos, cuando la vida entera misma se ha convertido en invivible por la sórdida pobreza, el trabajo esclavizante y la desesperación?
¿Es tan sorprendente que una pareja que vive con varios hijos es una misma habitación presente inhibiciones sexuales?
¿Es necesario buscar en el nivel del Complejo de Edipo la aparición de unos transtornos neuróticos cuando la situación material es un infierno?
Reich estudia las tesis de Theodor Reik y denuncia su carácter simplista. ¿Cómo se puede afirmar que los niños y los adultos se convierten en delincuentes o criminales por necesidad de autopunición, cuando se es testigo de su miseria?
¿Cómo podrían estar bien encaminados estos muchachos de los barrios obreros de Viena, hambrientos y abandonados a sus solas fuerzas?
¿Hay que invocar la gracia del espíritu santo?
En su trabajo sobre El carácter impulsivo (1925), Reich analizaba este tipo de individuos de superyó débil, susceptibles de, en ciertas condiciones, llegar a criminales. Esta contribución al psicoanálisis del crimen es infinitamente más rica que todos los trabajos de Reik, Stekel y Alexander sobre el mismo tema. [64]
Ese contacto con las masas, con su miseria material, cognitiva y afectiva, y la comprensión de esa situación, es uno de los aspectos que Palmier le reconoce y admira a Reich. Menciona que Se consagró a su servicio, olvidando su clientela particular en pro de estos dispensarios gratuitos. Únicamente esto bastaría para asegurarle una gloria póstuma. [65] Es decir, implica un enorme grado de compromiso humanista el hecho de que alguien se centre en una actividad que no le proporcionará beneficio pecuniario, aplausos o cargos y que de hecho afecta negativamente las propias actividades laborales. Se trata de una muestra de verdadero interés y preocupación por el otro, por la persona.
Algo irónico es que tanto el Partido Comunista Alemán (en 1932) como la Sociedad Psicoanalítica (en 1934), lo desterraron de sus filas queriendo congraciarse con la autoridad nacionalsocialista. Todo inútil: ambas entidades fueron disueltas, de nada les sirvió su zalamería y servilismo.
Fue por sus críticas a la sociedad, la familia, las autoridades y en suma al sistema político y económico por lo cual Reich generó hostilidad, desconfianza y exclusión; no obstante, consideramos que sus críticas fueron reales, verdaderas y más aún, contemporáneas, ya que siguen teniendo vigencia.
Con base en lo expuesto consideramos la imposibilidad de la individualidad.
La postura filosófica de Priest considera que sí existe, pero no considera la relación dialógica: no analiza el entorno ni las facciones que configuran el contexto social, que matizan a la persona. En este sentido, la postura filosófica es abstracta, parcial y cómoda: elaborada por personas empotradas en cubículos o institutos de investigación que han perdido interés y contacto con las instancias ajenas al ámbito académico.
Por otro lado, Reich enuncia lo contrario: no existe el individuo.
Es improbable que pueda desarrollarse un proyecto humano, una existencia genuina, original, individual. Es imposible ser Individuo en las actuales circunstancias político-económicas. Las afirmaciones filosóficas humanistas sobre la unicidad, genuinidad y libertad del humano son ingenuas, apriorísticas, estériles, al no considerar la influencia de los trasfondos económicos en la disposición de la vida social.
La postura filosófica priestiana es parcial, ingenua e irresponsable. Existe un proceso de configuración de la personalidad desde las estructuras económicas y sistemas político-sociales. Las personas estamos hechas en serie, humanos por tiraje, sin genuinidad ni espontaneidad. Somos productos aun más homogenizados en las estructuras antropológicas fascistas.
Nicolas —otro estudioso francés de la obra de Reich— coincide en esta interpretación sobre la conformación estándar de los humanos cuando enuncia que
La estructura física no depende del individuo más que desde el punto de vista de las energías somáticas de que dispone, lo cual viene a decir que la organización de esta estructura depende del medio socio-económico, de suerte que el individuo se anula en la masa, cualquiera que sea la situación que ocupa en la colectividad. [66]
Según este pensador francés [67], el proceso económico estructura las funciones psíquicas de las personas convirtiéndolas en elementos aptos para la cosificación, el engaño y la violencia, en suma: la persona es masificada y deshumanizada.
Lo anterior coincide con nuestra posición y conclusión:
No hay individuos; sólo existen fichas, dados, cartas, engranajes y materia prima para las corporaciones:
Pasto para las reses, carne para los chacales, ovejas hechas a medida sin genuinidad ni criticidad ni elección. Eso somos; balas perdidas, talento desperdiciado, vidas que se van como suciedad en el sumidero. Sin sentido ni justificación; explotados, destrozados.
Finalmente enunciamos, en coincidencia con las interpretaciones antropológicas de Reich, que México aparece como una comunidad regida por transnacionales que forjan instituciones autoritarias, que primordialmente existen para cuidar los bienes de esos grandes intereses. El Estado es un aparato fascista y dictatorial que no se interesa por las personas que viven en el seno de la comunidad, puesto que no coadyuvan al bien particular y global, no previenen situaciones que provocan estados de neurosis, malestares y distensiones cognitivas y conductuales; y sus actos en pos de la población son parciales, superfluos, dado que no existe un interés genuino por la persona, su salud y desarrollo. [68]
Nuestras condiciones contextuales reproducen tradiciones ideológicas que nos mantienen bajo esquemas dualistas autoritarios-infantiloides que inhiben la reflexión, la autoconformación, el autogobierno, la autoadministración; y de esa manera se promueve y hace necesaria la figura del dictador duro, legítimo y elegido.
Aunque Reich se refiere en sus estudios a las situaciones que vivieron la ex-U.R.S.S y la Alemania de los años treinta, podemos percatarnos que las técnicas reaccionarias usadas por las élites económicas —por las corporaciones—, para mantener su control y prioridades son las mismas:
a) Se inventa un enemigo, como por ejemplo terroristas, narcotraficantes o secuestradores —Bin Laden o Chapo Guzmán—. [69]
b) Se sacrifican algunas reses humanas inocentes que no se encuentra implicadas en la actividad, pero que se afirma que sí lo estaban.
c) Con lo anterior se inicia, mantiene y utiliza un ambiente de miedo, desconfianza y hostilidad que aísla a la población —impidiendo el diálogo, la reflexión y la cohesión social—, y que facilita la aceptación, legitimación y mantención de un aparato represivo, de un sistema policiaco cada vez más enérgico y controlador.
No es casual la enorme difusión de asesinatos en la televisión y los periódicos, junto con el aumento de la cantidad de soldados, marinos, policías federales; todos ellos parte de instituciones cuyas funciones son irracionales, puesto que actúan contra y por encima de nosotros, y gracias a nuestro dinero. [70]
Debemos recordar y tener muy presente que los actos criminales son programados deliberadamente. Pensemos que nuestras cuentas de correo electrónico son continuamente escaneadas en busca de palabras clave sospechosas; los teléfonos fijos y móviles son rastreados y revisados, están intervenidos a fin de detectar información o conocer nuestras actividades. Desde los años setenta existe lo que ahora conocemos de manera comercial como Google Earth. Los que vivimos en colonias populares, sabemos —sin necesidad de ser detectives—, dónde venden artículos robados o dónde se ubican las narcotienditas; si nosotros sabemos todo ello sin contar con un aparato tecnológico de espionaje, ¿será que Sedena, P.F.P. Marina y demás, no lo saben? Es obvio que sí: esas actividades y personas son sostenidas por altos empleados burocráticos que responden a las grandes empresas. Lo “criminal”, lo “ilegal”, simple y llanamente es parte de la diversificación empresarial promovida por los elementos corporativos.
Si buscamos, si nos interesa de manera genuina la reflexión, el conocimiento y la individualidad que emanan de la libertad, se hace necesario buscarlos al margen de los criterios y objetivos de las instituciones fascistas, hipócritas y utilitarias.
Todo aparato, toda tradición, toda institución promueve lo irracional, dado que se encuentra inscrito dentro del poder y sigue sus pautas.
Sólo puede intentarse lo racional desde un esfuerzo subjetivo: por encima, con ella, pese a ella y más allá de la influencia de la enfermedad psíquica, de la neurosis colectiva, de las instituciones fascistas. [71]
Es una ingenuidad triste y peligrosa creer que los actos, las promesas y los compromisos de las instituciones algún día serán cumplidos; eso no ocurrirá.
Recordar —la memoria es primordial— es importante: las corporaciones y sus instrumentos no aceptarán la reflexión, la felicidad y la ecuanimidad que podrían proporcionar a costa de la disminución de su capital. No dejarán su poder, estabilidad y seguridad; no repartirán sus ganancias, no permitirán que se dañen sus intereses.
El último concepto reichiano que presentamos sirve para cerrar esta reflexión y denotar la insuficiencia filosófica: el concepto de “acto compulsivo”.
Un acto compulsivo es la conducta o decisión que busca lo racional por medios irracionales. No es un ojo por ojo, no es quitar a un caudillo para poner otro; es una acción que surge desde el reconocimiento de las condiciones de brutalidad, abuso, intransigencia, violencia e irracionalidad.
Es saber que los elementos corporativos y sus instrumentos coercitivos-legalizadores-ideologizantes, no aceptarán actos de buena voluntad para cambiar o ceder. Sólo queda hacer algo irracional, contestar lo irracional con algo irracional, pero con vistas a lo vital, buscando lo racional; como en algún momento se comentó.
Bien se podría usar lo negativo, el acto violento para algo positivo, para algo que promueva una vida mejor, más amplia, un mundo en verdad libre, una persona feliz y sana. Entonces, lo irracional (romper una ventana, quemar una urna de votos o destruir un edificio) puede conllevar, puede realizarse en pos de una intención racional: detener la crueldad expoliadora, eliminar las ideologías que implementan necesidades esclavizantes, desaparecer instituciones o grupos que se encuentran por encima del individuo y de la comunidad y que la usan, la destazan y destrozan.
Las buenas ideas, los rezos y las críticas radicales no sirven ante una persona que no atiende razones: contra los violentos, los maleantes, los asesinos de humanos, no sirve el diálogo. Las palabras nunca ayudarán contra ese tipo de maldad. La única posibilidad es el acto compulsivo: una acción irracional con un propósito racional. Pagarles, responderles con violencia, pero no para posesionarnos del trono y disfrutar ahora del banquete y la espada, no. Irracionalidad para desfasar la cadena de injusticias y dolor que se ha mantenido y perpetuado por milenios: No un dios por otro dios, ídolo por ídolo, caudillo por otro que se volverá dictador. No. Actos de fuerza para protegerse de irracionales, esfuerzos radicales para seres que obran sin corazón y se ríen de la esperanza. El acto compulsivo como una acción triste pero necesaria ante la brutalidad.
Algunos escuchan y comprenden, para ellos es el diálogo, la reflexión. A los que no escuchan ni respetan, les corresponde lo compulsivo. [72]
La opción que comentamos nos parece razonada, necesaria y con un grado de plausibilidad. Falta saber si nuestra estructura caracterológica, si nuestro adoctrinamiento, si nuestra educación es tan fuerte y rígida para permitirnos o impedirnos un intento, un cambio, flexibilidad, nuevas vías, otros intentos de vida e interacción. O quizás sólo estaremos colaborando, perpetuando el absurdo, siendo cómplices de los elementos corporativos y colaborando a estupidizar a las siguientes generaciones, impidiendo a la persona, matando al individuo.
La postura de filosófica ordinaria de Priest es ingenua e inútil para las neocolonias tercermundistas:
Aquí no hay individuos, no existe la individualidad; las clases altas no lo permiten: la aplastan.
La persona es destrozada, alienada y deformada: usada para sus fines y medios. Éste es un mundo irracional, una realidad dominada por una camarilla financiera que no atiende a razones y reflexiones, y que proyecta edificios y productos en serie para personas hechas en serie: homogenizadas, condicionadas, cosificadas, igualadas en su condición de explotadas, y que ignoran que son engañadas y manipuladas.
Referencias
1. Cfr. Nicol, Los Principios de la Ciencia, pp. 78-79. Que al respecto enuncia que… “En el sujeto solo no se puede fundar la objetividad; ni se puede, basándose sólo en él, explicar la relación del símbolo con el objeto, y su eventual comprensibilidad. Pero el concepto clave no es el de sujeto, sino el de comunidad, el de relación intersubjetiva. La objetividad no se consigue en una relación gnoseológica del sujeto con el objeto. La objetivación trasciende la esfera subjetiva individual: objetivar es manifestar o hacer patente un ser, en su realidad propia, independiente de quien la conoce, y ésta es una operación simbólica, que quiere decir lógica-dialógica. La verdad es objetiva porque es intersubjetiva.” De acuerdo a esta postura, es necesario el proceso dialógico, el proceso intersubjetivo, en pos de validar, refutar o complementar un esfuerzo epistemológico, al concatenarlo con la visión y reflexión del otro; es decir, con y desde el otro trascenderemos los elementos existenciales y cognitivos particulares, subjetivos. De tal manera, consideramos necesario complementar una sola visión —en este caso la filosófica—, con otra postura, con otro paradigma o visión que complemente la explicación; la opción que presentamos: la Psicología política reichiana. D. G. A partir de este momento, nuestros comentarios serán indicados y finalizados con las iniciales en mayúscula y cursiva D. G., es decir Daniel Granados, autor de esta reflexión.
2. Priest, Teorías y filosofías de la mente, p. 261.
3. Bajo esta lógica, dicho momento comienza aproximadamente en 1929 y finaliza en 1936. D. G.
4. En nuestra lectura de Reich, acotamos las siguientes características teoréticas en la vida de Reich: tras concluir su Licenciatura en Medicina, realizó una Especialidad en Psiquiatría; en ese momento se consideraba a sí mismo como Sexólogo. Interpretamos su etapa “Análisis del carácter” con una marcada influencia del Freudismo. “Psicología política” estructurada con varios elementos marxistas y antropológicos; es sobre todo una vertiente de crítica social. “Vegetoterapia” enormemente inclinada a una propuesta psicoterapéutica enfocada a los aspectos musculares (la cual después fue retomada por Lowen, aunque éste retrocediera políticamente respecto a Reich). “Orgonoterapia” en la cual se coloca en una línea elucidativa sustentada en postulados y metodologías biológicas. Y “Física orgónica”, de la que no poseemos nociones dado que no hemos encontrado material de esa fase de su pensamiento. D. G.
5. Utilizaremos primordialmente la designación Psicología política. Reich enunciaba que se trataba del mismo pensamiento (Economía sexual) denominado con distintos caracteres, por ende, para nosotros existe sinonimia entre los términos. Elegimos esa designación por ajustarse más al matiz económico-social-político que deseamos precisar. Ahora, Psicología política es una teoría, un esfuerzo reflexivo; aplicaciones de esta teoría son la Democracia laboral y la Política sexual. La primera buscar construir en las clases trabajadores un tipo de personalidad que los lleve a la autogestión, a la autorresponsabilidad que otorgue autonomía de la autoridad; a su vez, Sex-Pol es el esfuerzo para promover tipos de interacción entre los géneros, una modalidad de convivencia y sexualidad que no se encuentre dominada por elementos tradicionales irracionales. Clasificaciones posteriores ubican a Reich dentro del ala izquierda del Psicoanálisis, o también lo designan como Freudo-marxista, pero Reich nunca utilizó ese término, ni se ubicó a sí mismo como tal; en ese momento de su existencia él se refería a sí mismo como Economista sexual o Psicólogo político. D. G.
6. Estos documentos fueron publicados en el siguiente orden: Materialismo dialéctico, en 1929; La irrupción, en 1930 (texto sustentado en las investigaciones antropológicas de Malinowski; ahí se enuncia que lo edípico es cultural y producto de represiones sexuales contextuales con fines económicos); La lucha sexual de los jóvenes, en 1932; Análisis del carácter y Psicología de masas, en 1933; y La revolución sexual, en 1936, cuando ya se encontraba en Noruega. D. G.
7. Una definición más extensa de éste término enuncia lo siguiente: los patrones musculares-conductuales-cognitivos de rigidez crónica, producto de las influencias tempranas y permanentes de las instituciones reaccionarias; se entiende el concepto reaccionario como el proceder de un grupo de poder desde el cual implementan en una comunidad, dinámicas de convivencia que permiten cosificar al humano y dirigir su vida hacia modelos económicamente convenientes para ellos, en detrimento de la salud de la persona. Otro término que usaremos en sinonimia para éste tipo de estados, es el de fascismo. La estructura caracterológica tiene la función de proteger a la persona de peligros (angustia) exteriores o interiores, pero esa misma dureza rigidiza, disminuye la movilidad, la flexibilidad cognitivo-conductual de la persona (es en ese sentido cuando se habla de coraza o acorazamiento), automatizando muchos de sus actos e inclinándolo a pautas repetitivas que pueden resultar en decisiones y situaciones irracionales para el ser que las ostenta. La coraza caracterológica —que engloba a la armadura muscular—, se desarrolló como resultado crónico del conflicto entre las demandas instintivas (requerimientos vitales: comida, descanso, sexo, etc.) y el mundo exterior frustrante; los conflictos presentes que continúan entre las necesidades biológicas y el mundo exterior, le dan fuerza y razón a su existencia. Cfr. Reich, Análisis del Carácter, p 168.
8. Ampliando la descripción del papel de las restricciones contextuales en la satisfacción de los requerimientos vitales, Reich, en una nota de 1945 para una de las ediciones de su obra Análisis del carácter, p. 172, actualiza el concepto y escribe que: “Según la biofísica orgónica, diríamos: la frustración duradera de las necesidades primarias, naturales, conduce a una contracción crónica del biosistema (coraza muscular, simpaticotonía, etc.). El conflicto entre el impulso primario inhibido y la coraza lleva a la formación de impulsos secundarios, antisociales (sadismo, etc.). Los impulsos biológicos primarios irrumpen a través de la coraza; al hacerlo, se convierten en impulsos sádicos-destructivos.” Si bien esa enunciación sobre el origen de las conductas destructivas es plausible y valiosa, algo de mayor importancia para nuestro estudio surge del argumento que afirma que la frustración crea una rigidez que al disminuir la movilidad promueve la aparición y mantenimiento de patrones depresivos, compulsivos e inhibidos que como manifestación cotidiana vuelve a la persona sumisa y la priva de sus facultades críticas. Cfr. Ibíd., p. 173.
9. Éste término, que fue de los últimos que acuñó Reich se comprende como: “(falta de orgonidad): estado de contracción aguda debido a una defensa contra el movimiento de energía puesto que éste sobrepasa, por su grado de excitación, la capacidad de tolerancia del organismo. Parada súbita del movimiento de energía orgónica con pérdida de carga y de cohesión del organismo humano (síntomas: frío intenso, escalofríos, extremidades heladas y cianóticas, sudores fríos, palidez, miedo a caerse, náuseas, pérdida del equilibrio, desvanecimiento, shock).” A su vez, la Orgonidad se define como la cantidad de energía libidinal presente en el organismo (grado de descarga Orgonótica). Recordemos que el Orgón es el nombre usado por Reich para describir un tipo de energía cósmica que en su interacción con el ambiente, hace la diferencia entre sustancia animada e inanimada; una de las maneras de verificar la cantidad de Orgón presente en el entorno o en el organismo, es con un detector Geiger y con una prueba de sangre. Queremos dejar claro que si bien concordamos plenamente con la Psicología política la cual nos parece verdadera y contemporánea —nos centramos en ella—, no hemos estudiado con tanta continuidad los postulados conceptuales de la penúltima y última fase del pensamiento reichiano, en la cual el uso del término Orgón es medular. La cita fue extraída de la página: http://www.wilhelm-reich.org/clini.html de la Fundación Wilhelm Reich constituida por la Dra. Eva Reich (hija de Reich) y el Dr. Carlos Frigola, y con la ayuda personal del profesor Ramón Sarro en 1978. D. G.
10. Reich, Materialismo dialéctico y psicoanálisis, p. 51.
11. Ibíd., p. 53.
12. Reich, La función del orgasmo, pp. 184-186.
13. Mary Higgins, quien perteneció a la fundación Wilhelm Reich, coincide en nuestra interpretación y concatenación de los términos “Irracional” y “Fascismo”; define a éste último, en la Introducción a la obra de Reich, Psicología de masas del fascismo, p. 6, (a nuestro parecer, la principal y más importante obra de Reich en cuanto a la Psicología política), de la siguiente manera: “Entiende al fascismo como la expresión de la estructura caracterológica irracional del ser humano medio, cuyas necesidades e impulsos primarios y biológicos han sido reprimidos durante miles de años.” Así, la irracionalidad es el egoísmo, estupidez y brutalidad personal producida por el Estado irracional, por la institución fascista. Fascismo, es una estructura político-económica que provoca insensibilidad, destructividad, pasividad, acriticidad e infantilismo, en suma, irracionalidad, en los integrantes de una comunidad. Y todo ello en pos de su manipulación, para mantenerlos en esclavitud. D. G.
14. Reich, Psicología de masas del fascismo, p. 112.
15. Ibíd., pp. 310-312.
16. Las conductas criminales ejecutadas por las clases medias y bajas, los procesos jurídicos, el sistema penitenciario, la industria de las sustancias adictivas, son todas ellas situaciones que los grandes capitales no desean resolver: ellos las crean y las mantienen; si parece que se van a resolver, no es así, sólo las están paliando, sólo fingen su solución. Si la situación se mantiene, ellos se mantienen. No les conviene una sociedad saludable, porque el Ser saludable desecha a los charlatanes de la salud, del saber y de la justicia. D. G.
17. Reich, Psicología de masas del fascismo, pp. 317-318.
18. Dadoun, Cien flores para Wilhelm Reich, p. 304.
19. Cfr. Granados, Nociones sobre los límites de la actividad heurística, p. 3. En http://www.razonypalabra.org.mx/N/N79/V79/33_Granados_V79.pdf Revisado el día 24 de junio del 2012.
20. Recordemos que así como la Democracia laboral (propuestas sociales, académicas y principalmente laborales que denotan más racionalidad que la de los esquemas tradicionales) es una aplicación de la Psicología política, también lo será la Política sexual (Sex-Pol), nombre de las propuestas para el ámbito genital y emocional. D. G.
21. Reich, Psicología de masas del fascismo, pp. 354-356.
22. Ibíd., p. 365.
23. Esto no es reciente: año tras año, sexenio tras sexenio, partido tras partido, han sostenido el continuum de engaño y explotación. Los fraudes electorales no son nuevos, el de Calderón no fue el primero; año tras año, cada gobierno desde Obregón a la fecha, ha mentido y defraudado, pero si la persona está tan lastimada o enajenada o beneficiada que no desea ver la mentira, entonces se la merece. D. G.
24. Reich, Análisis del carácter, p. 22.
25 Vargas, Ideología y marxismo contemporáneo, p 4.
26 Reich, Análisis del carácter, p 23.
27. Reich, Psicología de masas del fascismo, pp. 44-45.
28 Es necesario recordar que Reich hace la demarcación sobre el término fascismo, entendido como “la actitud emocional básica del hombre autoritariamente sojuzgado de la civilización maquinista y de su concepción vital místico-mecanicista”. Ibíd., p. 11; en éste sentido, el fascismo no es particular a una nación o época, será correcto aplicar el término a diversas circunstancias, latitudes, épocas o naciones: china, griega, americana, venezolana, cubana, etc. A su vez, el sustrato socioeconómico no es garantía esquemática de un tipo de subjetividad; podremos encontrar estructuras caracterológicas predominantes entre una u otra clase económica, existe la posibilidad de encontrar un académico derechista, reaccionario, y/o un teólogo revolucionario, con conciencia social. D. G.
29. Un pequeño ejemplo, contemporáneo y cercano de contradicción, es el de los fanáticos del fútbol: dedicación de tiempos y recursos a una actividad que en sentido estricto no los beneficia y para la cual no son considerados en los beneficios producidos. ¿Recuerdan la proyección de tantos fans ante el suceso de Cabañas? La ideología produce proyecciones de diversos tipos y grados. D. G.
30. Reich, Psicología de masas del fascismo, pp. 47-49.
31. Recordemos —la memoria es importante—, al iniciarse el mandato de Calderón, al subir los presupuestos para la “lucha contra la delincuencia” (que en otros países hubiese sido otro enemigo inventado, digamos terroristas; nosotros no tenemos al ficticio maleante Bin Laden pero tenemos a los ficticios narcos o secuestradores), al aumentarles el salario a todos los perros de ataque del régimen, aseguró con ello su lealtad; para ello tuvo que reorganizar el uso de las arcas estatales, y así disminuyó al mismo tiempo el presupuesto para escuelas públicas. Cuatro pájaros de un tiro: más dinero para el garrote, menos para la reflexión, más negocio a particulares, y los correspondientes impuestos. Más robots y perros rabiosos, menos reflexivos y propositivos contestatarios. Negocios, dividendos, pero sólo para algunos. Así, los coercitivos son deformados por su aparato “educativo” (colegio militar, escuela naval, colegio del aire, etc.) y mantenidos en lealtad con un plato de croquetas más abundante que el del obrero. D. G.
32. Desde ciertas perspectivas, ésta imposibilidad comenzó con el Tratado de Bucareli, al que fue obligado Obregón, con intercesión del embajador norteamericano; aunque es bastante probable que las restricciones industriales, productivas, comerciales y científicas lo estén desde acuerdos implícitos u ocultos. D. G.
33. Reich, La lucha sexual de los jóvenes, p. 105.
34. La lucha sexual de los jóvenes se publicó en 1932, el siguiente acercamiento e interpretación a las estructuras antropologías fue en 1933 Psicología de masas del fascismo, y un tercero La revolución sexual en 1936. Desde nuestra perspectiva, estos son los tres textos principales de Psicología política; existen otros documentos y párrafos de otros escritos en donde Reich realiza críticas sociales, pero dichas ideas son derivadas de las expresadas en los tres libros mencionados. Ahora, La revolución es el último texto de la etapa de Psicología política de Reich, fue publicado cuando el autor se encontraba en Oslo, enfocándose en las ideas y observaciones que lo llevarían a la Vegetoterapia y a la Orgonoterapia. D. G.
35. Se refiere a la obra de Eric Blair, conocido como George Orwell, titulada 1984, que versa sobre un mundo totalitario y fascista liderado por una figura mística y punitiva denominada Gran Hermano. Blair, también escribió un texto con una temática similar pero ambientada desde el género de la fábula titulado Rebelión en la Granja. D. G.
36. Goodman, La des-educación obligatoria, p. 15.
37. Ibíd., pp. 24-25.
38. Ibíd., p. 28.
39. Reich, El asesinato de Cristo, pp. 8-9.
40. Reich, Psicología de masas del fascismo, p. 161.
41. Reich, La lucha sexual de los jóvenes, p. 115.
42. Dimensión que deviene de la esfera familiar (que será explicada en párrafos posteriores) y de la formación educativa. D. G.
43. Ésta afirmación específica, es necesario ajustarla; en nuestro entorno de neocolonia tercermundista, en México del año 2012, el género femenino se encuentra igualmente alienado, ideologizado y explotado, a la par que el masculino. Los elementos corporativos no hacen diferencia entre géneros, ambos son igualmente adoctrinados —uno con color azul, otro con el rosa—. En recientes fechas (desde inicios del siglo XX), las mujeres han ingresado al ámbito laboral, a esa carrera de ratas que no conoce lealtades ni comprensión ni amistad, obteniendo las respectivas migajas y recibiendo su respectivo desgaste y daño gastrointestinal y cardiovascular producto de la presión y las exigencias: ¡Hermosa liberación! Ya son iguales hombres y mujeres…, al menos en lo que respecta a la degradación humana por parte del ámbito laboral: ¿Hay alguna diferencia entre una cárcel rosa y una azul? ¿en ser condicionada con una Barbie o con un Max Steel? Quien escribe opina que no. D. G.
44. Reich, Psicología de masas del fascismo, p. 85.
45. Recordemos que los medios de comunicación, como todo artilugio humano, puede utilizarse de manera racional (de tal manera que promueva el desarrollo biológico) o irracional (entendiéndose como aquellas decisiones o situaciones dañosas que impiden o restringen la secuencia de la pulsión vital); un lápiz, puede utilizarse de manera racional para dibujar, expresar y crear, o de modo irracional, siendo usado como un arma para asesinar y violar a alguien. En este sentido, expresamos que se está utilizando la tecnología de la información de manera irracional: con el objetivo de dañar, reprimir, engañar, esclavizar. D. G.
46. Las necesidades superfluas de las que ya hablaba Platón hace 2.500 años.
47. Reich, Psicología de masas del fascismo-b, p. 18.
48. “El “Complejo de Edipo” descubierto por Freud no es, pues, tanto la causa, sino más bien la consecuencia de la represión sexual social del niño. Pero los padres perpetúan las intenciones de la sociedad autoritaria de modo totalmente inconsciente.” Ésta nota a pié de página es original de Reich.
49. Reich, Psicología de masas del fascismo, pp. 88-89.
50. Desde la Etología, a la inclinación de los integrantes de una especie a agruparse para fortalecerse se le denomina instinto de relación, y según algunos investigadores dicho comportamiento se ubica anatómicamente en el hipotálamo. D. G.
51. Reich, La revolución sexual, pp. 82-90.
52. Hemos elaborado una pequeña hipótesis en cuanto al condicionamiento de los géneros: en la mayoría de especies de cordados, uno de los dos géneros es más fuerte o rápido o ágil o feroz que el otro; usualmente es la hembra quien es más apta. En los humanos existe una saturación de actividades y minimización-descalificación de las capacidades femeninas. Si bien el hombre es explotado en los procesos productivos, tiene el consuelo de contar con su minifeudo (que explica Reich, sirve para insertar los patrones de hábitos y pensamiento que respondan a la autoridad y lo laboral). La mujer, amén de ser explotada en la fábrica u oficina (igual que el hombre), es explotada en su casa, por sus padres, su madre, la religión, sus hermanos, marido, etc. Infiero lo siguiente: es probable que los elementos corporativos se hayan percatado de las capacidades cognitivas y epistemológicas de las mujeres, y hayan decidido refrenar su influjo —que podría verse iniciado y difundido por ellas en sus hijos y seres cercanos— estableciendo más pautas de adoctrinamiento en ellas que en lo hombres. Se les pone más zancadillas cognitivas, más trabas existenciales, menos espacios de desarrollo y decisión, más candados psíquicos, para que no desarrollen su comprensión —su reflexión crítica—, y no se conviertan en factor de cambio personal y social, en contra de esta neurosis colectiva, de esta plaga psíquica que padecemos las clases medias y bajas. Ésta es una mera intuición, no posee elementos empíricos que lo respalden, no obstante, no creo que los elementos corporativos sean tan ignorantes o ingenuos como para no percatarse de la influencia que supone un tipo de mujer, un tipo de madre:
Mujer adoctrinada hijos adoctrinados personas explotables.
Mujer reflexiva hijos reflexivos personas críticas e inconformes.
En síntesis, la mujer es más inteligente que el hombre, por ello es neutralizada, debe de ser estupidizada para que no extienda sus alas ni sea un catalizador reflexivo. No se acumulan millones ni se domina y consolida un imperio siendo descuidado o ingenuo. D. G.
53. En la “educación” de las clases medias y bajas, nuestros padres nos enseñaron a: No robar-No mentir-No matar. No obstante: Slim roba, Calderón miente y Elba Esther mata. El Estado como protección a la propiedad privada de las clases altas; las leyes como una lista de deseos de los esclavistas ricos. Educación, Estado, familia, leyes, instrumentos para proteger a los imperialistas y para mantener su hegemonía. D. G.
54. Reich, Psicología de masas del fascismo, pp. 128-129.
55. Ibíd., p. 137.
56. Definimos el vocablo “Extrapolación” de la siguiente manera: “La magnificación de la construcción subjetiva propia, y la minimización (explícita o implícita, directa o indirecta, violenta o pasiva) del pensar-sentir-hacer del otro; es decir, maximizar el Yo y menospreciar el Tú”. Intuyo que este fenómeno antropológico posee un sustrato biológico, es una estrategia de supervivencia, burda, pero efectiva: quitarle al otro su fruta para no gastar energía en acceder a la propia. La Extrapolación —la desconsideración por el otro—, esa actitud infiltra todas y cada unas de las actividades e interrelaciones humanas, enfocándolas usualmente hacia dinámicas intersubjetivas y grupales fuera de lo cordial y afable, y más bien dentro de rangos de egoísmo, intransigencia y desconsideración, convirtiéndose dicha actitud en actos dogmáticos, en violencia ejercida para con el otro. Me parece que, de una desconsideración ante el aparato cognitivo-conductual del otro, a empuñar una pistola y descargarla sobre esa misma persona, de un acto de intransigencia y falta de respeto al otro, sólo existe un pequeño paso. Y bajo el anterior sentido, decimos que los elementos corporativos extrapolan a las clases inferiores, usándolas y explotándolas. Transmiten esta pauta, modelan este comportamiento para hacer a la persona egoísta: evitar unión, acuerdos, fraternidades que podrían desembocar en movilizaciones sociales que puedan poner en peligro su hegemonía: desunidos caeremos, disgregados seguiremos siendo débiles. D. G.
57. De hecho el mismo resultado ocurrirá con cualquiera que sea la necesidad insatisfecha, en este caso es el aspecto genital, pero bien puede ser el requerimiento proteínico, respiración, o reposo. Condicionar cualquiera de esas necesidades, redundará en una distensión cognitiva y fisiológica; de ejemplo, referimos la situación que padecen los internos de alguna institución, digamos una cárcel o un cuartel militar, donde se utiliza la falta de sueño o su satisfacción para castigar, para enfocar la conducta de la persona hacia ciertos fines: “¿Quieres dormir o comer o tener sexo? ¡Bien! Pero antes de ello, nos gustaría que fueras e hicieras tal cosa.” Es un mecanismo conductista del más bajo nivel, y no obstante funciona, es efectivo y se sigue utilizando. D. G.
58. Un pequeño ejemplo del influjo del aspecto ideológico en las actuales generaciones, en los jóvenes que en éste momento tienen alrededor de veinte años, lo encontramos al percatarnos que en su convivencia intergenérica, en la interacción con su novio-novia, el acto genital se encuentra restringido o condicionado a ciertos momentos, requisitos o posiciones corporales; sin embargo, en momentos en los cuales abunda el alcohol u otro tipo de sustancia parecida en sus efectos, los/las jóvenes, utilizando el mareo, la sensación de pérdida o distorsión de conciencia, se valen de esa sustancia para satisfacer de manera desinhibida su necesidad. En situaciones estándar la tradición les pesa y moldea —aunque no lo acepten—; con la excusa del alcohol, viven lo que necesitan y sienten, auspiciándose en el elemento etílico. Y en otras ocasiones, es sólo desde una conducta de forzamiento donde podrán prestarse al acto genital: se ven impelidas, se ven “forzadas” a tener sexo, para de esa manera saltarse el alambrado, la barda impuesta por la presión de los ideales monogámicos y matrimoniales, que van en contra de su sentir y momento de juventud. Uno pensaría que las nuevas generaciones están menos lastimadas por los ideales reaccionarios, pero observando con un poco de atención, nos damos cuenta de que no es así: también están enajenados, también se encuentran esclavizadas pese a la aparente libertad y opciones con las que cuentan. D. G.
59. Recordemos el caso del perro que se ve confinado a una azotea en la cual le hace falta el movimiento muscular y el roce físico con otros de su especie; puede tener (en caso de que sea muy suertudo) una sombra, agua, comida y eventual convivencia con humanos, pero el estado de tensión sexual lo altera, y cuando baja o se escapa a la calle, es común verlos corriendo desaforadamente y en no pocas ocasiones mordiendo a personas. En sentido estricto, las personas que él muerde “no le han hecho nada”, pero reacciona con comportamientos sádicos, con actos de violencia debido a la constante insuficiencia vital a la que se ve expuesto, aunado a la imposibilidad para agredir a los causantes directos de su esclavitud: sus amos. Trasladando éste fenómeno al humano, las personas que estallan en violencia ante el mínimo roce en la calle o transportes públicos, reaccionan de esa manera debido a una insatisfacción vital crónica padecida. Y como desquite —para liberar algo de esa distensión—, agreden a otro empleado clase media-baja como él, que también va adormilado, cansado, frustrado y amargado en el mismo vagón de Metro, dado que no puede morder ni defenderse del dueño de la empresa: evidencia del adoctrinamiento infantilista-autoritario. Agredir a la familia o al que va junto a nosotros, es una pequeña liberación de tensión e insatisfacción acumuladas. Los actos vandálicos, destrucción de parques o jardines, se explican de la misma forma: masoquismo que nos hace soportar a las instituciones fascistas, y sadismo que libera tensión con nuestros hermanos, nunca contra los amos. D. G.
60. Reich, Psicología de masas del fascismo, p. 104.
61. Las campañas de alfabetización, los proyectos Telmex para ayudar al aprendizaje de computación, la concesión del voto femenino y la aceptación a que ocupen puestos de autoridad, se explican de la misma manera. El “reconocimiento” de los grupos homosexuales entran en esa programación: se les concede identidad para integrarlos más adecuadamente a las líneas de producción. La sospechosa facilidad para adquirir productos a crédito, sigue la misma lógica. Y antes de eso, la manera como la tecnología “surge”, se abarata, y es sustituida por algo “más nuevo” y desde luego más caro. Las tecnologías ya están desde hace tiempo: fuel injection, fotografía digital, G.P.S., telefonía móvil, etc., y esto “gracias” a las empresas de guerra, únicamente, se va dosificando su aparición. D. G.
62. Traven, La rosa blanca, pp. 287-288.
63. Dos son los puntos cuestionables que hemos encontrado en Reich: su manejo de la homosexualidad como una patología, explicada como una satisfacción sucedánea; y la poca atención que le concedió al fenómeno educativo: expresó intuiciones geniales acerca del papel fraudulento e ideologizador de la escuela, pero son pocos los párrafos que concede a esa problemática. D. G.
64. Palmier, Introducción a Wilhelm Reich, pp. 51-52.
65. Ibíd., pp. 53-54.
66. Nicolas, Reich, p. 115.
67. En estos autores encontramos una pequeña diferencia de apreciación en cuanto la obra de Reich. Para Palmier, la etapa psicoanalítica de Reich fue simplista, esquemática, sin aportes al paradigma freudiano; lo fundamental para él fue la etapa de la Psicología política. Para André Nicolas, en cambio, la fase freudiana de Reich aportó, trascendió, amplió y mejoró los elementos teóricos y terapéuticos de ese paradigma, y en contraposición, no reconoce mucho a la fase de Economía sexual. Por su parte, Dadoun considera que existe una constante reflexiva-crítica en toda la obra de Reich. Quien escribe se centra más en el aspecto político y deja de lado las otras etapas reichianas. D. G.
68. Pequeño ejemplo de ello es el teatro-fraude-empresa llamado Teletón, que no previene, sólo palía y exclusivamente a aquellos que lo puedan sufragar. Al mismo tiempo maneja propagandas humanistas chantajeadoras sobre una supuesta función social que en sentido estricto no cumple. Otro caso aparece en el ámbito educativo: no se fundan nuevas escuelas —ese dinero se utiliza en intensificar el Estado policiaco—, y se delega la actividad en particulares que convierten al proceso en algo empresarial; amén de utilitario y adoctrinador. D. G.
69. También se crean grupos de choque, paramilitares, guardias blancas, delincuentes que son pagados para agredir y amedrentar a las personas: Narcos, Zetas, etc.
70. Es necesario precisar que el sufrimiento que padece la persona explotada no es el objetivo primordial de los elementos corporativos, es decir, no aplican sus medidas buscando causar malestar en la persona, eso es un resultado secundario. Su objetivo es acrecentar su dominio y su dinero, el hecho de causar sufrimiento en el proceso es algo fortuito y que no les interesa en absoluto. D. G.
71. Consideramos que cualquier intento epistemológico o humanista se encuentra mediado por el aparato fascista; cualquier propuesta se encuentra limitada por los espacios y recursos que los elementos corporativos deciden concederle: si la propuesta les es útil, si le sirve para aumentar las ganancias y el control que ostentan, el proyecto tendrá recursos y espacio de influencia y desarrollo. Si por el contrario, la propuesta podría dañar su poder y sus intereses, será ignorada, limitada, interrumpida y desaparecida. Por otro lado, tenemos que recordar que existen personas dentro del ámbito académico o humanista, que en verdad no se interesan por el Ser. Realizan sus propuestas, desarrollan la disciplina, pero sin considerar, sin importarle la persona, o el conocimiento o la situación de crueldad, explotación y brutalidad. Son científicos o psicólogos o filósofos egoístas, autocomplacientes, que usan la disciplina como una manera de autoengrandecimiento; para ellos, las publicaciones, congresos o grados son la manera en que se proveerán de recursos, reconocimiento o poder, pero no se interesan, no se preocupan por la persona. En ocasiones enuncian que sí, pero es falso: incongruencia, deshonestidad; arrogancia y falsedad. No son humanistas, son epistemócratas, cómplices. D. G.
72. Granados, Nociones de Giroux, p. 4. En http://mundogestalt.com/nociones-sobre-giroux/ revisado el 3 de julio del 2011.
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