Un nuevo sintagma | Padre: Mercado. Sujeto, subjetividades y neoliberalismo

Beatriz Cardozo
Psicóloga y escritora
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“Así, como todo no se puede decir, pues algo debe faltar…
Todo no se puede ‘saber’, pues algo también, puede faltar…”

Estos enunciados quedan abiertos para que en una nueva trama de ideas; teniendo en cuenta Formulaciones Hipotéticas, den lugar a la formulación de una Tesis.

Esta abertura supone un resto como “causa de deseo”, en tanto, “No Todo es”.

Pues, se abandona la Metafísica como la manera de discurrir con excesiva sutileza entre las cosas que se discurren.

Es necesario, otra derivación de ésta acepción: ¿Qué es Metafisiquear? Decir sutilezas o discurrir con excesiva agudeza.

Esta idea relacionada con el poema de Daniel Freidemberg, en el comienzo del nuevo libro del pensador Jorge Alemán, Horizontes neoliberales en la subjetividad bordeará otras lecturas de otros textos del autor.

Mientras, tomemos el transitar de nuestra época pos-moderna de ciertos decires:

¿Se aman las cosas y se usan los sujetos? En una publicidad en el andén del subte de nuestra Ciudad de Buenos Aires, analizamos un enunciado:

“Ama tus cosas usa Blem”, se podría pensar que “amar objetos supone que tengan brillo, y sean amadas”. En cambio, “los sujetos se utilizan como objetos”.

Neoliberalismo que impera proponiendo “amar a los objetos y usar a los sujetos”.

¿No vemos aquí, en este ejemplo de expresión, todo el tiempo: “amar los objetos con el brillo de los “gadgets”? Este término en la enseñanza de Jacques Lacan proporcionó el origen de lathouses construida a partir de la idea de desecho.

La raíz de este término la encontramos en la palabra alethia, que según Heidegger significa arrancarse al ocultamiento, lo que se des-oculta.

Esta oposición entre lath Y aleth permitirá a Lacan construir lo que él designará mediante un neologismo alethesfera, bajo esa denominación comprenderá a “las esferas de la ciencia”, que de acuerdo al modo de producción capitalista, bajo esa denominación. -¿No resuena como “dominación”?-, término que nos lleva a pensar como la técnica está entregada a la producción desenfrenada de objetos destinados al Mercado, concebidos bajo la sombra de la ciencia.

Este desenfreno científico-técnico tiene la ilusión de que la verdad formal, la verdad de estructura científica y del cálculo, agota el problema de la verdad.

En todo caso, los objetos con brillo podrían ligarse con los gadgets que vemos en las vidrieras de los comercios. Por ejemplo… Daniel Freidemberg nos dice en su bello poema, algo esencial:

“El mundo se fue, eso que, alguna vez, llamaste ‘el mundo’ no está más, se fue: cosas quedan, palabras, igual que lo que deja, al retirarse, el mar”, como el discurrir con excesiva sutileza entre las cosas que, así, se circulan…

“El mundo se fue: cosas quedan palabras, igual que lo que deja, al retirarse el mar”. ¿Qué deja el mar? Basura, restos de peces muertos, tapas de almejas, restos de caracoles, berberechos, restos de cangrejos, piedras de mar… Nada o casi ¡nada vivo! Y sin embargo, restos con el que se pueden realizar cosas bellas, como una caja cubierta de tapas de almejas.

¿Qué ocurre con un tiempo en que las cosas u objetos eran para usarlos, y los sujetos eran para amarlos?

“Como la huella de un padre, que a través de una Ley simbólica, instaura “un orden social” para luego caer, o estar en franca decadencia, y sustituido, en su lugar vacío: el Mercado”. Se desvaneció… (Formulación de una hipótesis a demostrar, en lo que pretenderá ser una tesis, desde las ideas manifestadas primero por Freud y luego por Lacan. Como en “Tótem y tabú” en primer lugar y luego Lacan en “La familia”).

¿No vemos en éste tiempo globalizado, la prevalencia de la imagen sobre la autoridad de la palabra, al servicio del espectáculo del mundo… o bien al servicio de la sociedad de consumo, que consume al sujeto, en tanto, hablante ser?

Pensando a Heidegger: “que todo se vuelva metafísica admite que en La Técnica hay circulación a modo del discurso capitalista.

Dice Heidegger, que “construir” implica “que no habitar poéticamente, genera que la técnica circule”. En este punto técnica y metafísica es lo mismo, y la filosofía ya no tiene nada que hacer.

Dice Heidegger: “Tratar de pensar poéticamente es una topología, en la que se vislumbra una vecindad entre poesía y técnica. La serenidad es decir, que sí o que no a la técnica…

Mientras, no sólo revela al sujeto cartesiano, la técnica emplaza a la democracia… La técnica se muestra como una entidad. Alemán nos dice: que en “Ser y tiempo” hay una cura. Con la técnica se reinstala este sujeto cartesiano. Entonces, la ciencia no es una “imposibilidad”.

Emancipación

Jorge Alemán propone una salida del discurso capitalista que prefiere llamar: “emancipatoria” y que se aleja más de la idea de revolución. Considera que el discurso capitalista rechaza la imposibilidad, pues establece una oscilación sin corte alguno entre la “falta” y el “exceso” en un movimiento circular, sin una mediación que la regule.

Una suerte de “totalidad cerrada”, convierte en problema el corte o salida del capitalismo. Como el movimiento circular de la técnica y que se asemeja al discurso capitalista.

Ahora bien, en el interior del discurso capitalista existe una base, y en tanto es una trama discursiva, se encuentra una posibilidad política para el sujeto.

“La apuesta emancipadora augura a la circularidad del discurso capitalista incluyendo en lo social lo “Heterogéneo”, que no pasa por el circuito de la “mercancía”, es decir, toma valor político”.

Podemos decir que: el debilitamiento del capitalismo se dará cuando el sujeto psicoanalítico y lo imposible encuentren su lugar en el campo social.

Aparece un sujeto dividido en la ciencia política fundando así, un campo nuevo, “La izquierda lacaniana”, éste es uno de los dos sintagmas que propone Jorge Alemán.

El sujeto que propone el psicoanálisis: no es un dato previo al acontecimiento, sino que es efecto del significante, alienado a lo simbólico como resto “heterogéneo”: objeto a que hace obstáculo a la realidad del sujeto y torna imposible el cierre y el Todo de la comunidad.

El psicoanálisis depuso sus armas frente al impasse de la civilización.

¿De qué modo? Retornando a la dirección que quedó del psicoanálisis: “Dejando atrás el camino o despojando a la política de la Metafísica que la ha sostenido hasta ahora”

Las malas noticias del psicoanálisis

La idea es pensar los lazos sociales, la igualdad, la fraternidad, lo común, la salida del capitalismo… realizando una apuesta, un nuevo modo de construcción de los lazos sociales basando esta idea en “un pacto político”, distinto, es decir, otra relación con los mandamientos superyoicos, y una nueva respuesta diferente del sacrificio ante la pulsión de muerte.

La propuesta es una construcción sin “ideales” pre-concebidos y basados en otra lógica, que se diferencie de la psicología de las masas.

Dicha propuesta propone el otro sintagma: “soledad común”, matriz que nos permita pensar una nueva concepción de lo “común” y de la “igualdad”.

En éste punto es que cabe hablar de “las leyes y los derechos humanos” (Ernesto Laclau), y el “acto instituyente” comparándolo con el “acto analítico” surge algo que no estaba antes, el acto es de una procedencia que proviene de la “angustia”. Y supone un saber hacer, ahí, con un saber no calculado.

Descubrimos el acto instituyente en la institución. Necesitaba un “hacer instituyente”.

Organizarse, tiene un nombre, es decir, “mata a la cosa”. Un pasaje entre lo instituyente y lo instituido.

Sin un acto instituyente no pasa nada. Lo femenino, “No Todo es”; las instituciones no borran el acto de “No Todo”, y éste hace lazo con “soledad común”.

Lo femenino está vinculado a la lógica política. Y también a la lógica fálica.

Por otro lado, la lógica del discurso capitalista es decir, neoliberalismo. También, podemos hablar, aquí, de “serenidad y santidad”.

Estos dos conceptos son relativos: el rasgo unario nunca puede ser el rasgo de lo singular. Por un lado hay de lo Uno, y por otro, la singularidad. La diferencia absoluta se reserva para el Uno y hace a la singularidad. El rasgo unario sólo es la letra sin singularidad.

El síntoma tiene una envoltura significante que no sabe de la dimensión del goce. El síntoma queda del lado del sentido. Y se va produciendo un vaciamiento de esa envoltura.

Es necesario diferenciar una palabra de otra. El síntoma como letra empieza a aparecer como repetición, como letra de goce.

La letra efecto de discurso es algo de lo que aconteció del discurso de un sujeto, algo del discurso que anda por las calles; con la lógica de esa cura va a suceder otra cosa; lo que entró bajo una identificación concreta es un rasgo unario.

Por otro lado, el rasgo unario no tiene la potencia de lo singular, ni tampoco es el fantasma del yo, no es con su imagen de sí, y tampoco, no le viene del espejo, que directamente lo conduce a su experiencia de goce de su síntoma.

Imaginario ———- Real = al efecto letra, hace gozar y se fija.

“En la frontera. Sujeto y capitalismo”

 Alemán sitúa la idea de Santo tomada por Lacan para metaforizar una salida política del discurso capitalista. Representando a aquel que inventa un lugar por fuera de los bienes, ligado al deseo y no al imperativo del superyó. El Santo es un desperdicio, cuestión ésta, relacionada con la idea de plus de goce lacaniana.

Por otro lado, pensemos en estos momentos de “voluntad colectiva” (Idea que aparece también en Ernesto Laclau, al menos si hacemos una comparación, esta es: “La voluntad popular”).

Pues bien, tomemos ahora, la siguiente idea: intentar una relación entre los seres hablantes “no asegurada en la técnica ni determinada por el Mercado”.

Puede ser que inventando formas de identidad a partir, del deseo, tal vez, se encuentren nuevas huellas de “lo común”.

Estos momentos de “voluntad colectiva” incluyen “el no saber” o un “saber en reserva” por descifrar, a construir, opuesto al dogma.

Es decir, buscar en la experiencia política, un lazo social que permita a la pulsión de muerte jugar una partida de otra manera en la civilización.

¿De qué modo?

Intentando una relación entre los seres hablantes “no asegurada en la técnica ni determinada por el Mercado”. Nueva identidad a través del deseo, puede que se encuentren nuevas huellas de lo común, como situamos antes.

Desde “Horizontes neoliberales en la subjetividad”, apostaremos a “la Hegemonía como lógica constitutiva de la política y no simplemente como una herramienta de la misma”. Pero es conveniente definir antes de pensar estas ideas que se ligan con la Hegemonía, lo siguiente: ¿Qué significa pensar, hacer política, desear transformar lo Real teniendo que enfrentarnos con la reproducción “ilimitada” del capital?

Debemos meditar sobre esta idea, pues, esta condición ilimitada es una voluntad que “se quiere a sí misma”; una reproducción ilimitada que se presenta como un fin de la historia catastrófico.

Alemán dice: “Cabe preguntarse qué tipo de “santidad” laica debe abrirse ante nosotros, para salir del circuito culpabilizante de la “Salud Mental” neoliberal y no ceder a los designios del “consumidor-consumido” típica del tiempo histórico que nos toca vivir. Aunque sea metafóricamente, intentamos hablar aquí de “un nuevo tipo de militancia”.

Para esto, planteada la “Hegemonía como lógica constitutiva de la política” debemos dar ciertos rodeos que nos permitan cierta captación de la cuestión.

El autor plantea: “algo así con tenérselas que ver con los medios corporativos de la derecha; la jugada implica; el poder neoliberal es una dominación que se disimula como consenso, una dominación que se disfraza de “dependencia”, o sea una serie de dispositivos que conforman a la subjetividad como una “sumisión impuesta”.

Es decir, “una sucesión de mandatos que no son explícitos pero resultan eficaces”. Siguiendo a Laclau con su pensamiento, abordamos a la idea de “una ontología política”.

Pensemos que la realidad está constitutivamente “construida” por discursos, los afectos, los cuerpos, las pulsiones, están atravesados por el discurso, marcados por sus significantes, determinados por una retórica y una gramática que suspende toda idea de una “fuerza orgánica e inmanente”, que posee una “representación directa”; como muchos pensadores “radicales” de la emancipación suelen apelar a una potencia original de los cuerpos, como si ellos no estuvieran perforados por las pulsiones, zonas erógenas, y la pulsión de muerte.

Además, estos discursos que constituyen la realidad, lo hacen de tal modo que “no pueden representarla en totalidad nunca, no obstante lo hacen de alguna manera pues se hacen cargo de representarla de un modo fallido.

Pero esta brecha “ontológica” entre discurso y realidad es imposible de ser suturada. Este discurso es siempre estructuralmente fallido pues existirá siempre una “heterogeneidad” que impide que la representación se produzca como una totalidad.

Sin embargo, este límite del discurso al representar la realidad, frente a esta heterogeneidad “irreductible”, frente a esta “diferencia” imposible de cancelar, se articula con el movimiento político que llamamos “hegemónico”.

Aquí estamos ante, el hallazgo de un concepto innovador de parte de Jorge Alemán, “No pueden hacer política sin pasar por el dilema hegemónico”.

El momento hegemónico se resuelve siempre de forma fallida a través de un término límite, ya sea el denominado significante “vacío” en Laclau, el objeto a de Lacan, o bien la clase hegemónica en Gramsci. En términos lacanianos diríamos “que la hegemonía es una respuesta a lo real imposible”.

Este es el sesgo que se llama “izquierda lacaniana”, y supone que no consideremos al poder neoliberal una hegemonía.

El discurso capitalista que soporta al poder neoliberal, no admite ninguna brecha inicial, se presenta con la potencia de representar todo y llevar todas las singularidades y las diferencias a la totalidad del circuito circular de la mercancía.

Mientras, que la hegemonía está siempre agujereada, nunca es circular. El discurso capitalista es un funcionamiento “contra-discursivo” e intenta adueñarse de todo… el espacio simbólico, siendo la propia producción biopolítica de la subjetividad, un claro ejemplo de esta cuestión.

Por ello, el odio por la política hegemónica por parte de la derecha es finalmente un odio a lo simbólico y al sujeto que puede emerger de dicho campo, un sujeto distinto de los proyectos uniformizantes de la biopolítica o impolítica: “sin política”: neoliberalismo.

Entonces, finalizando esta reseña, podemos decir que es un duelo y una despedida de la “metafísica” y sus leyes históricas. El momento hegemónico es insuperable. No hay sociedad que no sea en su propia existencia una respuesta a la brecha que la constituye.

Por último, el “saber hacer”, con esas brechas, esas diferencias, esas heterogeneidades, en la construcción de una construcción de una “voluntad colectiva”, es el arte de lo político.

Donde lo político-hegemónico de modo contingente, puede hacer advenir un sujeto popular y soberano, un sujeto interpelado por aquellos legados simbólicos que lo preceden y por las demandas de distintos sectores explotados por las oligarquías financieras.

Estas demandas singulares no pueden ser absorbidas por la arquitectura institucional dominante. No hay crimen perfecto.

El pueblo comienza cuando “la gente” se rebela, el pueblo es raro, y singular “como el propio sujeto en su devenir mortal, sexuado y hablante”; constituido por diferencias que nunca se unifican ni representan del todo.

“Pero su fragilidad y contingencia de origen es lo único que lo salva de la televisión, los expertos, los programadores, la contabilidad, etc.

Pero en los mismos pliegues más íntimos de los dispositivos de dominación neoliberal: “es que el sujeto popular puede advenir. Lo otro es soñar con espejos. De una realidad exterior; la “repetición de lo mismo” carcome desde dentro cualquier proyecto.

Hemos ingresado en lo que Lacan llamó “discurso capitalista”, Heidegger las llamaba “estructuras de emplazamiento técnico”, y Marx llamaba la “subsunción real”.

“El neoliberalismo vuelve a producir al sujeto, intentando eliminar así su propia constitución simbólica, en tanto ser hablante barrado…

“Solo en el peligro de la política puede crecer lo que nos salva”, Heidegger.

Concluyo, con las palabras de Marguerite Duras:

La soledad, la soledad también significa: o la muerte, o el libro. Pero, ante todo, significa el alcohol, pero nunca, de verdad, o en tal caso debería remontarme lejos… nunca he podido empezar un libro sin terminarlo. Nunca he hecho un libro que no fuera ya una razón de ser mientras se escribía, y eso, sea el libro que sea. Y en todas partes. En todas las estaciones. Descubrí esta pasión aquí en las Yvelines, en esta casa. Por fin tenía una casa donde esconderme para escribir libros. Quería vivir en esta casa. ¿Para hacer qué?

Empezó así, como una broma. Quizás escribir, me dije, podría. Ya había empezado libros que había abandonado. Había olvidado incluso los títulos. ‘El vicecónsul’, no. Nunca lo abandoné, pienso en él a menudo. En Lol V. Stein ya no pienso. Nadie puede conocer L. V. S., ni usted ni yo. Y hasta lo que Lacan dijo al respecto, nunca lo comprendí por completo. Lacan me dejó estupefacta.

Y su frase: “No debe saber que ha escrito lo que ha escrito. Porque se perdería. Y significaría la catástrofe. Para mí esta frase se convirtió en una especie de identidad esencial, de un ‘derecho a decir’ absolutamente ignorado por las mujeres”.

Referencias bibliográficas

ALEMÁN, J.: Soledad: Común | Políticas en Lacan. Ediciones Capital Intelectual.
ALEMÁN, J.: En la Frontera. Sujeto y Capitalismo. Ediciones Gedisa.
ALEMÁN, J.: Horizontes Neoliberales en la subjetividad. Ediciones Grama.
FREUD, S.: “Tótem y Tabú”. Obras Completas. Amorrortu Editores.
LACAN, J.:  La Familia. Editorial Argonauta. Biblioteca de Psicoanálisis.

Por gentileza de El Sigma